Estas cuatro palabras fueron pronunciadas en más de una ocasión durante el transcurso de las tres semanas continuas. “Buenas noches, joven Aldrich”. “Buenas noches, señorita Hoffman”. Sus tropiezos resultaron ser frecuentes, generalmente de manera ocasional. Los sentimientos de Aldrich se arraigaron, al punto de olvidar su objetivo. Su misión de regresar al pasado comenzaba a prolongarse intencionalmente. Los ataques de histeria y las punzadas ardientes en su pecho, no habían vuelto a hacerse presente, lo que para él significaba poder permanecer un corto lapso del tiempo en el futuro. No era consciente de las consecuencias que podría acarrear su precipitada e inmadura decisión.
En alguna parada de autobuses de Ulm, Mark y Aldrich aguardaban pacientemente la llegada de Carsten, quien traería las identificaciones y documentos falsificados delictuosamente por él. Estos les valdríanMark condujo calmadamente hacia la casa de Aldrich inmediatamente después de comprar junto a Carsten, un par de teléfonos nuevos y dos laptops. Mientras pensaba en todas las cosas que había guardado en su antiguo teléfono, advirtió que algunos archivos habían quedado en el olvido. «Maldición, desapareció mi canción favorita». Expresó irritadamente Aldrich para sus adentros, en tanto que revisaba su lista de reproducción en su nuevo móvil. «Tendré que pedirle a Mark ayuda para recupéralas».—Deja de perder el tiempo y ven para acá —refutó Mark desde la sala de estudios de Aldrich—. Debes observar lo que hace Carsten —añadió asomando por el umbral de la puerta su cabeza para ver que hacía Aldrich, quien dejó su móvil en la cama y se levantó de la misma para diri
—¡Yi Zhou! ¡Vamos, déjame entrar! —exhortó Mina por enésima vez desde fuera de la habitación, como un general enfurecido lo haría con sus incompetentes soldados—. Déjame entrar, Yi Zhou —murmuró finalmente con un aire de derrota. Se inclinó hacia delante, colocó sus rodillas en el suelo y giró sobre ellas para sentarse con las piernas estiradas y cruzadas al nivel de sus tobillos. Apoyó la espalda en la puerta al igual que su cabeza, ligeramente inclinada a la izquierda. Mina tenía en cuenta que Yi Zhou no saldría pronto. Desde allí sus agudos oídos podían captar el característico sonido del agua al caer de la regadera al suelo. Se estaba duchando. Consideró por un momento volver a su habitación, sin embargo, le convenía permanecer en el oscuro y frío pasillo para recuperar el libro que se encontraba en la mochila de Yi Zhou. Estaba demasiado impaciente por leer los poemas que extravagantemente Aldrich escribía cada día para ella en el pequeño diario vino tinto.
—Tome. Léalo cuando este en casa —anunció con una amplia sonrisa.Se puso en pie y observó con anhelo al sol que ya se había ocultado. El hermoso cielo diáfano y rosado, permanecía aún con los destellos amarillos y naranjas del crepúsculo. Se mezclaban pintorescamente con el pálido rosa que hacía un lindo contraste con el blanco de las nubes. Ya se podía notar con ligereza la conjugación de tonos púrpuras y oscuros de la noche que se avecinaba.—Comienza a anochecer —indicó Aldrich en un pesado suspiro—. La acompañaré a casa —añadió tomando su mano para ayudarla a incorporarse. Esos fueron segundos mágicos. El suave roce de sus manos que encajaban dulcemente bien y sus miradas conectadas que delataban las sensaciones que recorrían sus cuerpos. Ambos parecieron disfruta
De vuelta en su habitación, Mina cerró de un golpe su puerta y se dejó caer fastidiada en la cama. Permanecía atónita y con el cuerpo ardiendo. Aparentemente se había vuelto sin intención alguna, más cercana a Yi Zhou y comenzaba a sentirse cada vez más confundida con las actitudes de él: le consultaba antes de tomar alguna decisión importante. Se preocupaba por ella. La invitaba a salir. Le compraba comida y siempre hacia un esfuerzo por hacerla sonreír. Aunque la mayoría del tiempo fracasaba, no se rendía. Además, de ser muy apasionado con cuando ella se escurría a su habitación.Había sido muy extraño lo de hace un rato. Ella solo se había acercado para golpearlo y el acabó abrazándola. «¿Qué clase de persona normal hace eso?» No lo comprendía. Aun así, un
Bettina se acercó a Mina con una sonrisa y no pregunto sobre esas chicas, solo dijo: “Se que debí buscarte hace muchos años y decir “lo siento”. ¿Sabes? En realidad, nunca fue mi intención lastimarte, ella me manipuló. ¿Podríamos ser amigas una vez más?” Por alguna razón, Mina aceptó. Fue extraño. Tal vez lo que la impulsó a cometer ese delito en primera instancia, había sido la idea de recuperar a su amiga de la infancia. No, esa no era la razón. Tenía muy en claro cuál había sido; venganza y satisfacción.El discurso de aquella noche comenzó a reproducirse en su cabeza. Escuchaba claramente sus propias palabras, su risa y sus jadeos. «Últimamente he estado muy aburrida y eso me ha dado la oportunidad de recordar que pronto comenzaré una nueva carrera musical, en la cual tú
Las personas continuaban bailando y bebiendo animados por la voz de The Weeknd: “No puedo sentir mi cara cuando estoy contigo, pero me encanta, me encanta”. Literalmente Mina no podía sentir su cara por tanto alcohol en su sistema. Se reía sola y aún no estaba embriagada. «Déjame informarte que vas a tener que sentirla para hablar, Mina. Si prestas un poco de atención a las personas, observarás como Aldrich se está acercando a ti». Expuso la voz de su cabeza que de cierto modo le recordaba a la regañona Sonn. Al tiempo en que asimilaba aquellas indicaciones, Aldrich tocó su hombro. Se veía excepcionalmente atractivo bajo los focos coloridos, vestido con ropa negra y una expresión taciturna.—¡Oh! Pero si es mi vecino el acosador —dijo con una risita divertida. Su expresión era de picardía y su voz sumamente relajada &i
—Mina —dijo Yi Zhou mientras cerraba la puerta de la casa a su espalda. Ella se volvió hacia él y lo observó desde lo alto de las escaleras, con los tacones en la mano y una mirada intensa—. ¿Quién era ese chico que estuvo hablando contigo en la fiesta?—¿Cuál de tantos, Yi Zhou?—Sabes bien de quien te estoy hablando. No te hagas la tonta —afirmó con voz muy seria y una expresión que reflejaba su enojo interno—. ¿Por qué ese chico te susurraba cosas al oído?—¿Eso que te importa? —replicó Mina observándolo juguetona. Se volvió y continuó subiendo los escalones.—¡Estoy hablando contigo, Mina!—Pero, yo no.Yi Zhou la siguió escaleras arriba y cuando llegó a ella la tomó por los brazos y la estampó en la pared. Estaba irritado
—¡¿Está seguro que desea hacer esto, mi señor?! —exclamó Baham, observando preocupado en todas direcciones—. ¡¿Tiene en cuenta que podría morir?! La infame ráfaga de viento agitaba todo objeto sobresaliente del suelo, azotando con fuerza los árboles y produciendo un estruendoso sonido. —¡Estoy dispuesto a tomar el riesgo por el bien de la ciencia! —afirmó Axel, volviéndose hacia el señor Baham al tiempo que se adentraba en la curiosa máquina. Las gotas de sudor resbalaban lentamente sobre su frente. Su corazón palpitaba azoradamente y su apretada sonrisa, ocultaba la sensación de ansiedad presente en su garganta. Nadie más que él tenía en claro que su vida podía acabar en ese instante, sin embargo, anhelaba ese momento como ningún otro. Axel Joll era mejor conocido por ser el príncipe heredero de un reino llamado Midzan y el segundo al mando de las tropas reales. Su tenaz y competitiva actitud en el ámbito intelectual y militar, lo conv