El Abismo de los Ecos

El grupo descendió por el pasillo iluminado con una tenue luz azulada que parecía emanar de las mismas paredes. Cada paso resonaba en un eco profundo, como si el propio Santuario estuviera escuchándolos. Lía lideraba el camino, con Kael justo detrás, mientras Rilan y Ceyar cerraban la marcha, ambos con las manos en las empuñaduras de sus armas, siempre alerta.

El descenso parecía interminable, y con cada metro que avanzaban, la presión en el aire aumentaba. Era como si algo en las profundidades les advirtiera que se retiraran. Pero ninguno de ellos estaba dispuesto a rendirse ahora.

—¿Alguien siente que este lugar está vivo? —murmuró Rilan, rompiendo el silencio.

Kael asintió, aunque no se giró.

—Es el Santuario. Está conectado con el Corazón. Todo aquí responde a su energía.

—Entonces, ¿por qué parece que nos observa? —insistió Rilan.

—Tal vez porque lo hace —respondió Ceyar, con una sonrisa nerviosa.

Finalmente, el pasillo terminó en una puerta imponente. Era de obsidiana pulida, co
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