El primer paso fue como caer al vacío. Lía sintió que su cuerpo era arrastrado por una corriente invisible, un torbellino de luces y sombras que la envolvía mientras cruzaba el umbral del portal. Einar sujetaba su mano con fuerza, sus dedos firmes alrededor de los de ella, como si supiera que un solo instante de debilidad podría separarlos para siempre.
El aire a su alrededor cambió, y el zumbido ensordecedor del portal dio paso a un silencio profundo y extraño. Lía sintió que sus pies tocaban el suelo, pero este no era el suelo del bosque que había dejado atrás.
—¿Dónde… estamos? —preguntó, su voz apenas un susurro.
Einar soltó su mano con lentitud y miró a su alrededor, sus ojos dorados ahora serios, analizando cada detalle del nuevo entorno. Estaban en una vasta llanura oscura, con un cielo que parecía más cercano de lo normal, teñido de un tono púrpura profundo. La tierra bajo sus pies era fría y dura, como si estuviera hecha de piedra negra. No había árboles, ni montañas, ni rastro alguno de vida. Solo aquella inmensidad inquietante.
—Este es el Otro Lado —respondió Einar, su voz grave y distante—. Un lugar entre mundos.
Lía frunció el ceño, intentando procesar sus palabras.
—¿Entre mundos?
Einar asintió, sin apartar la vista del horizonte vacío.
—No es nuestro mundo ni el tuyo. Es… un limbo. Un lugar donde las reglas de la realidad se distorsionan.
Lía sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Había leído historias sobre mundos paralelos, pero ninguna la había preparado para estar en uno.
—Entonces, ¿cómo salimos de aquí? —preguntó, intentando mantener la calma.
Einar la miró por un momento, como si evaluara cuánto debía decirle.
—Ese es el problema. No se sale del Otro Lado de la misma forma en que se entra.
Lía sintió que su corazón se aceleraba.
—¿Qué quieres decir con eso?
Einar se acercó a ella, su mirada intensa pero serena.
—Este lugar no obedece a nuestras leyes. Los portales son inestables. Pueden abrirse en cualquier momento… o no hacerlo nunca.
—¿Nunca? —Lía retrocedió un paso, su respiración volviéndose errática—. No, tiene que haber una forma. No podemos quedarnos atrapados aquí.
—Hay una forma —interrumpió Einar, aunque su tono dejó claro que no sería fácil—. Pero necesitarás entender algo primero.
—¿Entender qué? —insistió Lía, desesperada por respuestas.
Einar se inclinó ligeramente hacia ella, sus ojos brillando con una luz que Lía no había visto antes.
—El Otro Lado no es solo un lugar físico. Responde a la voluntad, al poder que cada uno lleva dentro. Si quieres salir, tendrás que encontrar tu conexión con este lugar… y dominarlo.
Lía tragó saliva.
—Eso suena… imposible.
Einar esbozó una leve sonrisa.
—Nada es imposible aquí.
Mientras tanto, en el mundo que habían dejado atrás, Freya caminaba alrededor del portal apagado, su mirada llena de furia. Samuel estaba aún en el suelo, recuperándose del impacto de la explosión de luz.
—¿Qué has hecho? —gruñó Freya, acercándose a él con paso amenazante.
Samuel levantó la vista, todavía aturdido.
—No he hecho nada. Fue… el portal. Respondió a Lía.
—¿El portal respondió a una humana? —Freya escupió las palabras con desprecio—. Eso es imposible.
—Nada parece imposible últimamente —murmuró Samuel, poniéndose de pie con esfuerzo.
Freya lo miró con los ojos entrecerrados, como si intentara decidir si acabar con él o dejarlo vivir. Finalmente, habló con voz fría.
—Tienes algo que ver con esto. Y me lo vas a explicar, o juro que…
—No lo sé —la interrumpió Samuel, con una mezcla de frustración y miedo—. Pero sé que Lía no es una humana cualquiera.
—Eso ya lo sabemos —dijo Freya, acercándose aún más—. Pero ahora ella está en el Otro Lado, y si no volvemos a abrir ese portal, no habrá forma de alcanzarla.
Samuel la miró fijamente, con una chispa de desafío en sus ojos.
—¿Por qué te importa tanto? Pensé que querían destruirla.
Freya sonrió con frialdad.
—No entiendes nada, humano. No queremos destruirla. La necesitamos. Ella es la llave, pero no para lo que tú crees.
Samuel sintió un nudo en el estómago.
—¿Qué significa eso?
Freya no respondió. En cambio, miró el portal apagado y murmuró para sí misma:
—La caza ha comenzado.
De vuelta en el Otro Lado, Lía y Einar caminaban por la llanura interminable. Cada paso resonaba en el silencio, como si el suelo mismo los estuviera escuchando.
—¿Cuánto más tenemos que caminar? —preguntó Lía, sintiendo el cansancio comenzar a pesar en sus piernas.
—Hasta que encontremos un punto de anclaje —respondió Einar, mirando hacia el horizonte—. Un lugar donde la energía del Otro Lado sea lo suficientemente fuerte para abrir un portal.
Lía frunció el ceño.
—¿Y cómo encontramos ese punto?
Einar se detuvo y la miró directamente a los ojos.
—Lo encontrarás tú.
—¿Qué? —Lía lo miró incrédula—. No sé cómo hacer eso.
—Sí lo sabes —dijo Einar con calma—. El portal respondió a ti, Lía. Tienes una conexión con este lugar, aunque no lo entiendas aún.
Lía negó con la cabeza, sintiendo una mezcla de frustración y miedo.
—Yo no…
—Escucha —la interrumpió Einar, su voz firme pero no dura—. Este lugar responde a la voluntad. Cierra los ojos.
—¿Qué?
—Hazlo.
Lía dudó, pero finalmente cerró los ojos.
—Ahora respira. Siente el aire, la tierra bajo tus pies. Escucha el silencio.
Lía respiró profundamente, dejando que el silencio la envolviera. Al principio, no sintió nada. Solo el vacío. Pero poco a poco, algo comenzó a cambiar. Un susurro lejano, una vibración apenas perceptible en el suelo.
—¿Lo sientes? —preguntó Einar en voz baja.
—Sí… algo —respondió Lía, con los ojos aún cerrados.
—Sigue eso. Déjate guiar.
Lía comenzó a caminar con los ojos cerrados, siguiendo esa sensación, esa vibración que parecía crecer con cada paso. Einar la siguió de cerca, observando con atención.
De repente, Lía se detuvo.
—Aquí —murmuró, abriendo los ojos.
Frente a ellos, el suelo parecía diferente, como si estuviera hecho de cristal oscuro en lugar de piedra. Una leve luz azulada emanaba desde las profundidades.
—Este es el punto de anclaje —dijo Einar, con una mezcla de sorpresa y admiración—. Lo encontraste.
Lía lo miró, todavía tratando de comprender cómo lo había hecho.
—¿Y ahora qué?
Einar se arrodilló junto al cristal y colocó una mano sobre la superficie.
—Ahora, abrimos el portal.
Lía se inclinó junto a él, observando cómo Einar cerraba los ojos y murmuraba algo en un idioma que ella no entendía. Las runas comenzaron a brillar bajo su mano, y el aire a su alrededor se cargó de energía.
Pero algo más se agitaba en la distancia. Una sombra que se movía rápidamente hacia ellos.
—Einar… —dijo Lía, con el miedo regresando a su voz.
Einar abrió los ojos y vio la sombra acercándose.
—No estamos solos.
El aire en el Otro Lado se tensó, cargado con una energía que se sentía como una advertencia. Lía observó cómo la sombra en la distancia se movía con una rapidez antinatural, acercándose cada vez más. Su forma no era clara, pero había algo en ella que provocaba un instinto primario de huir.—Einar… —repitió Lía, su voz temblando, mientras retrocedía instintivamente.Einar se levantó lentamente, su mirada fija en la sombra. Sus músculos se tensaron, listos para el combate.—No te alejes del punto de anclaje —dijo con calma, aunque había una seriedad en su voz que Lía no pudo ignorar—. Si dejamos que nos saque de aquí, no podremos regresar.—¿Qué es eso? —preguntó Lía, sin apartar la vista de la silueta que se acercaba.—Un Cazador de Sombras —respondió Einar, con los ojos entrecerrados—. Son guardianes del Otro Lado. No permiten que nadie salga sin pagar un precio.Lía tragó saliva.—¿Y cuál es el precio?Einar no respondió de inmediato. En cambio, extendió una mano hacia ella.—No lo
El bosque estaba en calma, demasiado en calma. Ni el susurro del viento entre las hojas ni el canto de los pájaros rompían el silencio opresivo que envolvía a Lía y Einar. Apenas habían pasado unos minutos desde que atravesaron el portal, pero el aire a su alrededor ya parecía cargado de algo ominoso, como si el Otro Lado hubiera dejado una marca imborrable en ellos.—¿Dónde estamos exactamente? —preguntó Lía, tratando de controlar la ansiedad que crecía en su pecho.Einar inspeccionó el área con cautela. Sus ojos dorados brillaban bajo la tenue luz que atravesaba las ramas altas.—De vuelta en nuestro mundo. Pero no estamos solos. —Su voz era grave, y cada palabra parecía cargada de advertencia.Lía frunció el ceño.—¿Qué quieres decir con que no estamos solos?Einar no respondió de inmediato. En cambio, cerró los ojos y respiró hondo, concentrándose en algo que Lía no podía ver ni oír. Después de unos segundos, abrió los ojos.—Nos siguieron.Lía sintió que el estómago se le encogía
La cabaña, hasta hace unos minutos un refugio seguro, ahora parecía un ataúd de madera y piedra. Las paredes crujían como si algo antiguo y oscuro presionara desde fuera, intentando entrar. Lía sintió la opresión del aire, como si el mismo bosque estuviera conteniendo el aliento.—¿Cuántos son? —preguntó Einar al hombre herido que acababa de entrar.El extraño, jadeando, apenas podía sostenerse en pie. Fenrir lo ayudó a sentarse junto al fuego, pero la mirada en sus ojos dejaba claro que la seguridad no duraría.—Son… demasiados. —Su voz estaba rota, como si hubiera corrido días enteros para llegar hasta allí—. Están cerca. Cazadores… y algo más. Algo que nunca antes había visto.Fenrir se agachó a su lado, sus ojos dorados analizando cada gesto.—¿Algo más? —preguntó con gravedad.El hombre asintió, temblando.—Una criatura… diferente. No es humana ni lobo. Es… sombra pura.Lía sintió un escalofrío recorrerle la espalda.—¿Sombra pura? —susurró, temiendo la respuesta.—Una aberración
Lía respiraba entrecortadamente mientras observaba a Freya, la mujer que había emergido de las sombras para salvarla. Había algo inquietante en ella: sus ojos azules resplandecían con una intensidad casi sobrenatural, y su presencia emanaba una fuerza que Lía no podía comprender del todo. La luna, alta en el cielo, iluminaba el filo de la espada que Freya sostenía con firmeza.—¿Protección? —Lía se incorporó lentamente, sin apartar la mirada de la recién llegada—. ¿Por qué? ¿Quién eres en realidad?Freya le tendió una mano, ayudándola a levantarse del suelo cubierto de hojas.—Soy más de lo que parezco, pero eso ahora no importa. Lo que importa es que tú estás en peligro, y ese peligro no se detendrá hasta que te encuentren. Debemos seguir adelante antes de que lleguen más Cazadores.Lía dudó por un momento, pero la urgencia en los ojos de Freya la empujó a moverse. Se apartaron del claro, internándose en el bosque. A cada paso, Lía sentía cómo el aire se volvía más denso, como si el
El altar en el centro del claro vibraba con una energía antigua. Las runas brillaban con más fuerza mientras Lía se acercaba, como si reconocieran su presencia. La brisa nocturna se tornó densa, cargada de una tensión que se filtraba en el aire. Freya y Kael permanecían a su lado, uno con la mirada alerta y la otra con una expresión de cautela.—¿Qué debo hacer exactamente? —preguntó Lía, sintiendo el peso de su decisión como una losa sobre sus hombros.Kael, con los ojos dorados fijos en las runas, respondió con voz grave:—El Umbral es una puerta entre ambos mundos, pero no es un paso sencillo. Debes ofrecer algo a cambio… un sacrificio.Lía frunció el ceño, su corazón acelerándose.—¿Sacrificio? No mencionaste eso antes.Freya dio un paso adelante, colocando una mano firme sobre el brazo de Lía.—Cuidado. No confíes completamente en lo que dice. —Sus ojos se clavaron en Kael con una advertencia velada—. Él tiene secretos que aún no ha revelado.Kael mantuvo la calma, aunque una som
El aire en el Otro Lado era denso y vibrante, como si estuviera cargado de una energía antigua que susurraba secretos olvidados. Lía sentía cada uno de esos susurros recorrer su piel, una sensación extraña que le erizaba la nuca mientras seguía a Kael por un sendero estrecho, flanqueado por árboles cuyas ramas parecían extenderse hacia ellos como si tuvieran vida propia.—¿Adónde vamos? —preguntó Lía, tratando de mantener la calma a pesar de la creciente inquietud que la invadía.Kael caminaba delante de ella, sus pasos firmes y seguros, como si conociera cada centímetro de ese mundo. Sin volverse, respondió con voz serena: —Al Bastión. Es el único lugar seguro en este territorio. Allí comenzaremos tu entrenamiento.—¿Bastión? —repitió Lía, frunciendo el ceño—. ¿Qué es exactamente?Kael hizo una pausa, girándose para mirarla. Sus ojos dorados reflejaban la luz pálida de las estrellas, dándole una apariencia casi irreal. —Un refugio construido por aquellos que resistieron la primera
La sala del Bastión estaba sumida en una quietud inquietante. Las antiguas piedras de sus muros parecían murmurar con el paso del tiempo, y cada rincón de ese refugio milenario contenía secretos que Lía aún no comprendía por completo. Después de su despertar en el Círculo, todo había cambiado en ella, pero había algo que seguía resonando en su mente: esa mujer, la figura que había visto en sus visiones. La mujer que se parecía a ella, una versión más fuerte, más segura.Lía sabía que esa visión no había sido una simple imagen del pasado; era un presagio. El futuro la llamaba, y ella tenía que desentrañar su papel en ese enigma.Kael había sido su guía hasta el momento, pero cada vez más, sentía que él ocultaba algo. Esa tensión que había sentido en su mirada cuando hablaba del sacrificio necesario para cruzar al Otro Lado, las sombras en sus ojos cuando mencionaba el poder que ella poseía... Lía sabía que no todo era lo que parecía. Y ahora, con el entrenamiento comenzando, algo más s
La puerta del Bastión se cerró con un estrépito, y la figura de Freya permaneció allí, bajo la luz titilante de las antorchas, con los ojos fijos en Kael y Lía. Aunque su rostro se mantenía impasible, había algo en su postura que indicaba una tensión contenida, como si sus palabras pudieran desatar una tormenta.Lía observó a la mujer que había entrado, intentando leerla. Su presencia era imponente, y la expresión que se reflejaba en sus ojos era una mezcla de preocupación y determinación. Pero no había tiempo para preguntar, no cuando Kael ya se había acercado a ella con una mirada de desconfianza.—¿Qué haces aquí, Freya? —su voz era baja, casi un gruñido.Freya no se inmutó ante el tono, pero su mirada se endureció. —Ya no puedo quedarme en las sombras, Kael. La situación ha cambiado. He seguido tus órdenes todo este tiempo, pero ahora es diferente. Lo que está ocurriendo no es solo cuestión de lobos o humanos… hay algo más. Algo que va mucho más allá de nuestra guerra.Lía dio un