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Capítulo 2: Ecos del Otro Lado

El primer paso fue como caer al vacío. Lía sintió que su cuerpo era arrastrado por una corriente invisible, un torbellino de luces y sombras que la envolvía mientras cruzaba el umbral del portal. Einar sujetaba su mano con fuerza, sus dedos firmes alrededor de los de ella, como si supiera que un solo instante de debilidad podría separarlos para siempre.

El aire a su alrededor cambió, y el zumbido ensordecedor del portal dio paso a un silencio profundo y extraño. Lía sintió que sus pies tocaban el suelo, pero este no era el suelo del bosque que había dejado atrás.

—¿Dónde… estamos? —preguntó, su voz apenas un susurro.

Einar soltó su mano con lentitud y miró a su alrededor, sus ojos dorados ahora serios, analizando cada detalle del nuevo entorno. Estaban en una vasta llanura oscura, con un cielo que parecía más cercano de lo normal, teñido de un tono púrpura profundo. La tierra bajo sus pies era fría y dura, como si estuviera hecha de piedra negra. No había árboles, ni montañas, ni rastro alguno de vida. Solo aquella inmensidad inquietante.

—Este es el Otro Lado —respondió Einar, su voz grave y distante—. Un lugar entre mundos.

Lía frunció el ceño, intentando procesar sus palabras.

—¿Entre mundos?

Einar asintió, sin apartar la vista del horizonte vacío.

—No es nuestro mundo ni el tuyo. Es… un limbo. Un lugar donde las reglas de la realidad se distorsionan.

Lía sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Había leído historias sobre mundos paralelos, pero ninguna la había preparado para estar en uno.

—Entonces, ¿cómo salimos de aquí? —preguntó, intentando mantener la calma.

Einar la miró por un momento, como si evaluara cuánto debía decirle.

—Ese es el problema. No se sale del Otro Lado de la misma forma en que se entra.

Lía sintió que su corazón se aceleraba.

—¿Qué quieres decir con eso?

Einar se acercó a ella, su mirada intensa pero serena.

—Este lugar no obedece a nuestras leyes. Los portales son inestables. Pueden abrirse en cualquier momento… o no hacerlo nunca.

—¿Nunca? —Lía retrocedió un paso, su respiración volviéndose errática—. No, tiene que haber una forma. No podemos quedarnos atrapados aquí.

—Hay una forma —interrumpió Einar, aunque su tono dejó claro que no sería fácil—. Pero necesitarás entender algo primero.

—¿Entender qué? —insistió Lía, desesperada por respuestas.

Einar se inclinó ligeramente hacia ella, sus ojos brillando con una luz que Lía no había visto antes.

—El Otro Lado no es solo un lugar físico. Responde a la voluntad, al poder que cada uno lleva dentro. Si quieres salir, tendrás que encontrar tu conexión con este lugar… y dominarlo.

Lía tragó saliva.

—Eso suena… imposible.

Einar esbozó una leve sonrisa.

—Nada es imposible aquí.


Mientras tanto, en el mundo que habían dejado atrás, Freya caminaba alrededor del portal apagado, su mirada llena de furia. Samuel estaba aún en el suelo, recuperándose del impacto de la explosión de luz.

—¿Qué has hecho? —gruñó Freya, acercándose a él con paso amenazante.

Samuel levantó la vista, todavía aturdido.

—No he hecho nada. Fue… el portal. Respondió a Lía.

—¿El portal respondió a una humana? —Freya escupió las palabras con desprecio—. Eso es imposible.

—Nada parece imposible últimamente —murmuró Samuel, poniéndose de pie con esfuerzo.

Freya lo miró con los ojos entrecerrados, como si intentara decidir si acabar con él o dejarlo vivir. Finalmente, habló con voz fría.

—Tienes algo que ver con esto. Y me lo vas a explicar, o juro que…

—No lo sé —la interrumpió Samuel, con una mezcla de frustración y miedo—. Pero sé que Lía no es una humana cualquiera.

—Eso ya lo sabemos —dijo Freya, acercándose aún más—. Pero ahora ella está en el Otro Lado, y si no volvemos a abrir ese portal, no habrá forma de alcanzarla.

Samuel la miró fijamente, con una chispa de desafío en sus ojos.

—¿Por qué te importa tanto? Pensé que querían destruirla.

Freya sonrió con frialdad.

—No entiendes nada, humano. No queremos destruirla. La necesitamos. Ella es la llave, pero no para lo que tú crees.

Samuel sintió un nudo en el estómago.

—¿Qué significa eso?

Freya no respondió. En cambio, miró el portal apagado y murmuró para sí misma:

—La caza ha comenzado.


De vuelta en el Otro Lado, Lía y Einar caminaban por la llanura interminable. Cada paso resonaba en el silencio, como si el suelo mismo los estuviera escuchando.

—¿Cuánto más tenemos que caminar? —preguntó Lía, sintiendo el cansancio comenzar a pesar en sus piernas.

—Hasta que encontremos un punto de anclaje —respondió Einar, mirando hacia el horizonte—. Un lugar donde la energía del Otro Lado sea lo suficientemente fuerte para abrir un portal.

Lía frunció el ceño.

—¿Y cómo encontramos ese punto?

Einar se detuvo y la miró directamente a los ojos.

—Lo encontrarás tú.

—¿Qué? —Lía lo miró incrédula—. No sé cómo hacer eso.

—Sí lo sabes —dijo Einar con calma—. El portal respondió a ti, Lía. Tienes una conexión con este lugar, aunque no lo entiendas aún.

Lía negó con la cabeza, sintiendo una mezcla de frustración y miedo.

—Yo no…

—Escucha —la interrumpió Einar, su voz firme pero no dura—. Este lugar responde a la voluntad. Cierra los ojos.

—¿Qué?

—Hazlo.

Lía dudó, pero finalmente cerró los ojos.

—Ahora respira. Siente el aire, la tierra bajo tus pies. Escucha el silencio.

Lía respiró profundamente, dejando que el silencio la envolviera. Al principio, no sintió nada. Solo el vacío. Pero poco a poco, algo comenzó a cambiar. Un susurro lejano, una vibración apenas perceptible en el suelo.

—¿Lo sientes? —preguntó Einar en voz baja.

—Sí… algo —respondió Lía, con los ojos aún cerrados.

—Sigue eso. Déjate guiar.

Lía comenzó a caminar con los ojos cerrados, siguiendo esa sensación, esa vibración que parecía crecer con cada paso. Einar la siguió de cerca, observando con atención.

De repente, Lía se detuvo.

—Aquí —murmuró, abriendo los ojos.

Frente a ellos, el suelo parecía diferente, como si estuviera hecho de cristal oscuro en lugar de piedra. Una leve luz azulada emanaba desde las profundidades.

—Este es el punto de anclaje —dijo Einar, con una mezcla de sorpresa y admiración—. Lo encontraste.

Lía lo miró, todavía tratando de comprender cómo lo había hecho.

—¿Y ahora qué?

Einar se arrodilló junto al cristal y colocó una mano sobre la superficie.

—Ahora, abrimos el portal.

Lía se inclinó junto a él, observando cómo Einar cerraba los ojos y murmuraba algo en un idioma que ella no entendía. Las runas comenzaron a brillar bajo su mano, y el aire a su alrededor se cargó de energía.

Pero algo más se agitaba en la distancia. Una sombra que se movía rápidamente hacia ellos.

—Einar… —dijo Lía, con el miedo regresando a su voz.

Einar abrió los ojos y vio la sombra acercándose.

—No estamos solos.

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