La sala del Bastión estaba sumida en una quietud inquietante. Las antiguas piedras de sus muros parecían murmurar con el paso del tiempo, y cada rincón de ese refugio milenario contenía secretos que Lía aún no comprendía por completo. Después de su despertar en el Círculo, todo había cambiado en ella, pero había algo que seguía resonando en su mente: esa mujer, la figura que había visto en sus visiones. La mujer que se parecía a ella, una versión más fuerte, más segura.Lía sabía que esa visión no había sido una simple imagen del pasado; era un presagio. El futuro la llamaba, y ella tenía que desentrañar su papel en ese enigma.Kael había sido su guía hasta el momento, pero cada vez más, sentía que él ocultaba algo. Esa tensión que había sentido en su mirada cuando hablaba del sacrificio necesario para cruzar al Otro Lado, las sombras en sus ojos cuando mencionaba el poder que ella poseía... Lía sabía que no todo era lo que parecía. Y ahora, con el entrenamiento comenzando, algo más s
La puerta del Bastión se cerró con un estrépito, y la figura de Freya permaneció allí, bajo la luz titilante de las antorchas, con los ojos fijos en Kael y Lía. Aunque su rostro se mantenía impasible, había algo en su postura que indicaba una tensión contenida, como si sus palabras pudieran desatar una tormenta.Lía observó a la mujer que había entrado, intentando leerla. Su presencia era imponente, y la expresión que se reflejaba en sus ojos era una mezcla de preocupación y determinación. Pero no había tiempo para preguntar, no cuando Kael ya se había acercado a ella con una mirada de desconfianza.—¿Qué haces aquí, Freya? —su voz era baja, casi un gruñido.Freya no se inmutó ante el tono, pero su mirada se endureció. —Ya no puedo quedarme en las sombras, Kael. La situación ha cambiado. He seguido tus órdenes todo este tiempo, pero ahora es diferente. Lo que está ocurriendo no es solo cuestión de lobos o humanos… hay algo más. Algo que va mucho más allá de nuestra guerra.Lía dio un
La oscuridad había descendido sobre el Bastión, envolviendo el enorme refugio en un manto de silencio. Lía, junto a Kael y Freya, caminaban por los pasillos laberintos del lugar, con el peso de la decisión sobre sus hombros. No era solo el futuro de los mundos lo que se encontraba en juego, sino también la verdad sobre su propia existencia. Los Sellos, los Cazadores, la conexión entre los mundos… todo parecía entrelazarse de una manera que aún no comprendía.El sonido de sus pasos resonaba en los pasillos vacíos, amplificado por las paredes de piedra que parecían absorver la luz, como si los propios muros del Bastión guardaran secretos que ni siquiera los habitantes más antiguos del lugar se atrevían a desvelar.—Tenemos que movernos rápido —dijo Kael, su voz grave y decidida, como si las sombras que los rodeaban pudieran cobrar vida en cualquier momento. Su mirada estaba fija al frente, pero Lía notó que su mente parecía estar en otro lugar, calculando, planificando.Freya, al lado d
La voz, familiar pero distante, llenó el aire frío que rodeaba el salón de los Ancianos. Lía se tensó, su mano moviéndose instintivamente hacia la empuñadura de la daga. La figura que emergió de las sombras era un hombre, su rostro parcialmente cubierto por una capa oscura, pero su mirada… esa mirada había sido suficiente para que el corazón de Lía diera un vuelco en su pecho.—No tan rápido, Lía —repitió la voz, ahora más clara. Su tono estaba cargado de una mezcla de autoridad y amenaza, como si nada pudiera detener lo que iba a suceder.Kael se adelantó inmediatamente, poniéndose entre Lía y el desconocido, sus ojos brillando con una intensidad dorada que Lía había aprendido a reconocer. Era un brillo peligroso, el de un lobo en su terreno.—¿Qué estás haciendo aquí? —demandó Kael, con una furia contenida en su voz. Sabía exactamente quién era esta figura, y no estaba dispuesto a dejar que se interpusiera en sus planes.El hombre se rió suavemente, un sonido bajo y grave que reverb
La puerta se cerró detrás de ellos con un retumbante sonido metálico, y el aire en el salón se tornó denso, cargado con una energía palpable. Lía apenas podía respirar. A medida que la oscuridad dentro del salón parecía envolverlos, su mente luchaba por procesar lo que acababa de suceder. La figura de Éric seguía grabada en su mente, como una sombra que la perseguiría por siempre. ¿Era realmente el mismo Éric que había conocido Kael, el mismo hombre que había caído en una batalla años atrás? ¿O había algo mucho más profundo y aterrador detrás de su reaparición?Kael avanzó con paso decidido, y Lía lo siguió de cerca, sin atreverse a mirar atrás. La tensión entre ellos era palpable, y ni uno ni otro parecía dispuesto a hablar. Ambos sabían que había algo más en juego, algo que ni siquiera los Sellos ni los Cazadores podían detener. Los recuerdos de Éric, las palabras oscuras que había dicho… todo se entrelazaba de una manera que aún no comprendían.A lo lejos, la figura de Freya se rec
La sala se sumió en una penumbra densa, cargada de la inminente amenaza. Lía podía escuchar los ecos de sus propios latidos en su pecho, fuertes y erráticos, mientras la presión de la situación la envolvía. El sonido de los pasos de los Cazadores resonaba cada vez más cerca, como el zumbido de una tormenta que se avecinaba. Su mirada se desplazó rápidamente de Kael a Freya, buscando respuestas que no llegaban. ¿Qué estaban diciendo? ¿Cómo era posible que el destino de todo dependiera de ella? ¿Por qué, después de todo, la elección recaía en sus manos?—Lía, tenemos que salir de aquí —dijo Kael en voz baja, sus ojos oscilando entre la puerta cerrada y el mapa sobre la mesa. Su expresión era dura, pero había una preocupación latente que no se le escapaba a Lía. Él sabía algo más, algo que él no estaba dispuesto a compartir aún.Freya, que hasta entonces había estado observando con calma la escena, dio un paso al frente. Su rostro, inquebrantable, dejó ver una determinación que Lía no ha
La luz dorada que había comenzado a brillar frente a Lía se intensificó, envolviendo la sala en un resplandor cegador. Por un instante, todo parecía suspendido en el aire, como si el tiempo mismo hubiera sido detenido. El sonido de los Cazadores que se acercaban se desvaneció, y lo único que Lía podía oír era el latido acelerado de su corazón, el murmullo de las voces en su cabeza, y la presión de la energía que corría a través de su cuerpo.Kael estaba a su lado, su mano aún sujeta a la suya, apretándola con fuerza, como si no pudiera dejarla ir. Sus ojos brillaban con preocupación, pero también con un fuego inquebrantable que desbordaba su mirada. Lía sentía su presencia como una ancla, algo que la mantenía anclada a la realidad mientras las sombras de la incertidumbre se cernían sobre ella.—Lía… ¿estás bien? —preguntó Kael en voz baja, su tono grave y tenso. Su mirada se mantenía fija en la luz que la rodeaba, pero no se apartaba de ella. La angustia en su voz era palpable.Lía re
El portal seguía expandiéndose, abriéndose ante Lía como una boca oscura que devoraba todo a su paso. El aire se había vuelto pesado, denso, y cada respiración parecía ser un esfuerzo hercúleo. La sala vibraba con una intensidad que no podía ignorarse. En su interior, un vórtice negro giraba, succión, como si la realidad misma se estuviera rompiendo, retorciéndose. Todo lo que Lía había conocido, todo lo que había amado, estaba al borde de ser engullido por esa oscuridad infinita.Kael estaba a su lado, su rostro marcado por el miedo y la angustia. No sabía cómo detener el portal ni qué sucedería si continuaban en esta dirección. Pero lo que sí sabía era que algo mucho más terrible estaba a punto de manifestarse. Aquella figura que había emergido de las sombras del portal no era un lobo, no era algo que pudieran controlar. Era la manifestación de lo que nunca debió haber sido desatado.—¡Lía, cierra eso ahora! —gritó Kael, su voz desesperada mientras tomaba su brazo con firmeza.Lía l