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Capítulo 4: Ecos de la Cacería

El bosque estaba en calma, demasiado en calma. Ni el susurro del viento entre las hojas ni el canto de los pájaros rompían el silencio opresivo que envolvía a Lía y Einar. Apenas habían pasado unos minutos desde que atravesaron el portal, pero el aire a su alrededor ya parecía cargado de algo ominoso, como si el Otro Lado hubiera dejado una marca imborrable en ellos.

—¿Dónde estamos exactamente? —preguntó Lía, tratando de controlar la ansiedad que crecía en su pecho.

Einar inspeccionó el área con cautela. Sus ojos dorados brillaban bajo la tenue luz que atravesaba las ramas altas.

—De vuelta en nuestro mundo. Pero no estamos solos. —Su voz era grave, y cada palabra parecía cargada de advertencia.

Lía frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir con que no estamos solos?

Einar no respondió de inmediato. En cambio, cerró los ojos y respiró hondo, concentrándose en algo que Lía no podía ver ni oír. Después de unos segundos, abrió los ojos.

—Nos siguieron.

Lía sintió que el estómago se le encogía.

—¿Cómo es posible? ¿No se suponía que el portal los dejaría atrapados allí?

—Los Cazadores de Sombras no son fáciles de detener. Pueden cruzar, pero no de la misma forma que nosotros. Necesitan un ancla… una conexión. Y tú, Lía… —Einar la miró con seriedad—. Tú eres esa conexión.

El corazón de Lía latió con fuerza.

—¿Yo? ¿Por qué yo?

Einar se acercó a ella, su expresión más suave, pero igual de intensa.

—Porque el Otro Lado respondió a ti. No es algo que ocurra con cualquiera. Significa que tienes una conexión especial con ese lugar, algo que ellos pueden usar para seguirte.

Lía se llevó una mano a la frente, sintiendo el peso de las palabras de Einar.

—Esto no puede estar pasando… No pedí nada de esto.

—Lo sé —dijo Einar en voz baja—. Pero ahora estás en medio de ello. Y necesitamos encontrar una manera de protegernos antes de que ellos lleguen aquí.

Lía lo miró, buscando alguna señal de que estaba exagerando, pero la seriedad en su rostro le confirmó que no había escapatoria.

—¿Qué hacemos entonces? —preguntó, tratando de sonar más valiente de lo que se sentía.

—Primero, necesitamos llegar a un lugar seguro. No podemos quedarnos aquí —dijo Einar, mirando alrededor una vez más—. Hay una cabaña no muy lejos de aquí. Es un lugar protegido, uno de los pocos refugios que quedan para los nuestros.

—¿Los nuestros? —preguntó Lía, arqueando una ceja.

Einar hizo una pausa, como si dudara antes de responder.

—Los que aún resisten. Humanos y licántropos que no han sucumbido al dominio de las Sombras.

Lía lo miró con incredulidad.

—¿Estás diciendo que hay más como tú?

Einar asintió.

—Sí. Pero no todos son aliados. Algunos han elegido el poder del Otro Lado, convirtiéndose en enemigos de los suyos.

Un escalofrío recorrió a Lía.

—¿Y cómo sabes que podemos confiar en quienes están en esa cabaña?

Einar esbozó una sonrisa apenas perceptible.

—Porque uno de ellos es mi hermano.

Lía abrió los ojos sorprendida.

—¿Tienes un hermano?

—Sí. Fenrir. Él eligió quedarse y proteger a los que aún resisten. Si alguien sabe cómo manejar esta situación, es él.

Sin más preguntas, comenzaron a caminar por el bosque. Einar iba delante, sus sentidos agudizados, mientras Lía lo seguía de cerca, sintiendo que cada paso los acercaba a lo desconocido.


La cabaña apareció ante ellos después de una hora de caminata. Estaba oculta entre árboles altos, rodeada de una cerca improvisada hecha de troncos y ramas. A simple vista, parecía abandonada, pero Einar sabía mejor.

—Aquí estamos —dijo, deteniéndose frente a la entrada.

Antes de que pudiera tocar la puerta, esta se abrió de golpe, y un hombre alto y robusto salió al encuentro. Tenía los mismos ojos dorados que Einar, pero su cabello era más oscuro y su presencia más imponente.

—Einar… —dijo el hombre, con una mezcla de sorpresa y alivio en su voz—. No esperaba verte tan pronto.

—Fenrir. —Einar lo saludó con un leve asentimiento—. Necesitamos tu ayuda.

Fenrir miró a Lía, sus ojos brillando con curiosidad.

—¿Quién es ella?

—Lía. Está conectada al Otro Lado. Los Cazadores la persiguen.

Fenrir frunció el ceño.

—¿Conectada? ¿Cómo?

—El portal respondió a ella —explicó Einar—. Algo en ella despertó esa conexión.

Fenrir cruzó los brazos, pensativo.

—Esto complica las cosas. Si los Cazadores tienen su rastro, no dejarán de buscarla. Necesitamos ocultarla.

Lía dio un paso adelante.

—No quiero ocultarme. Quiero entender qué está pasando.

Fenrir la miró con una mezcla de respeto y preocupación.

—Entenderlo no será fácil. Pero si quieres respuestas, las tendrás.

Entraron en la cabaña, donde un fuego ardía en la chimenea, llenando el espacio con un calor reconfortante. Lía se sentó junto al fuego, mientras Einar y Fenrir hablaban en voz baja en una esquina.

—¿Cuánto tiempo tenemos antes de que lleguen? —preguntó Fenrir.

—No mucho. Los sentí cerca antes de cruzar el portal. —Einar miró hacia la ventana—. Pero si sellamos la cabaña, podemos ganar tiempo.

Fenrir asintió.

—Lo haré. Pero necesitamos un plan. No podemos quedarnos aquí para siempre.

Lía los observó desde su lugar, sintiendo que la tensión en la habitación aumentaba con cada palabra. Sabía que estaba en peligro, pero también sentía que había algo más, algo que aún no entendía del todo.

—Hay algo que no me están diciendo —interrumpió, levantándose.

Einar y Fenrir se volvieron hacia ella.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Einar.

—Sé que esto es más grande de lo que parece. No es solo que me estén persiguiendo. ¿Por qué yo? ¿Qué tiene de especial esta conexión?

Fenrir y Einar intercambiaron una mirada.

—Es posible que seas más que una simple humana, Lía —dijo Fenrir, con voz grave—. Los portales no responden a cualquiera. Responden a aquellos que tienen sangre antigua… o a quienes están destinados a algo más grande.

Lía sintió un nudo en el estómago.

—¿Estás diciendo que… no soy completamente humana?

—Eso es lo que debemos descubrir —respondió Einar—. Y rápido, antes de que las Sombras lleguen aquí.

Un golpe repentino en la puerta hizo que todos se quedaran en silencio.

Fenrir se movió rápido hacia la entrada, con Einar a su lado. Lía retrocedió, sintiendo que su corazón latía con fuerza.

—¿Es demasiado tarde? —susurró.

Einar la miró con determinación.

—No. Aún podemos luchar.

Fenrir abrió la puerta lentamente, preparado para lo peor. Pero lo que encontraron del otro lado no era una criatura de sombras. Era un hombre, cubierto de heridas y con los ojos llenos de desesperación.

—¡Han llegado! —jadeó—. Los Cazadores están aquí.

Einar y Fenrir intercambiaron una mirada rápida.

—Prepárate, Lía —dijo Einar, girándose hacia ella—. La caza ha comenzado. Y esta vez, no hay vuelta atrás.

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