El bosque estaba en calma, demasiado en calma. Ni el susurro del viento entre las hojas ni el canto de los pájaros rompían el silencio opresivo que envolvía a Lía y Einar. Apenas habían pasado unos minutos desde que atravesaron el portal, pero el aire a su alrededor ya parecía cargado de algo ominoso, como si el Otro Lado hubiera dejado una marca imborrable en ellos.
—¿Dónde estamos exactamente? —preguntó Lía, tratando de controlar la ansiedad que crecía en su pecho.
Einar inspeccionó el área con cautela. Sus ojos dorados brillaban bajo la tenue luz que atravesaba las ramas altas.
—De vuelta en nuestro mundo. Pero no estamos solos. —Su voz era grave, y cada palabra parecía cargada de advertencia.
Lía frunció el ceño.
—¿Qué quieres decir con que no estamos solos?
Einar no respondió de inmediato. En cambio, cerró los ojos y respiró hondo, concentrándose en algo que Lía no podía ver ni oír. Después de unos segundos, abrió los ojos.
—Nos siguieron.
Lía sintió que el estómago se le encogía.
—¿Cómo es posible? ¿No se suponía que el portal los dejaría atrapados allí?
—Los Cazadores de Sombras no son fáciles de detener. Pueden cruzar, pero no de la misma forma que nosotros. Necesitan un ancla… una conexión. Y tú, Lía… —Einar la miró con seriedad—. Tú eres esa conexión.
El corazón de Lía latió con fuerza.
—¿Yo? ¿Por qué yo?
Einar se acercó a ella, su expresión más suave, pero igual de intensa.
—Porque el Otro Lado respondió a ti. No es algo que ocurra con cualquiera. Significa que tienes una conexión especial con ese lugar, algo que ellos pueden usar para seguirte.
Lía se llevó una mano a la frente, sintiendo el peso de las palabras de Einar.
—Esto no puede estar pasando… No pedí nada de esto.
—Lo sé —dijo Einar en voz baja—. Pero ahora estás en medio de ello. Y necesitamos encontrar una manera de protegernos antes de que ellos lleguen aquí.
Lía lo miró, buscando alguna señal de que estaba exagerando, pero la seriedad en su rostro le confirmó que no había escapatoria.
—¿Qué hacemos entonces? —preguntó, tratando de sonar más valiente de lo que se sentía.
—Primero, necesitamos llegar a un lugar seguro. No podemos quedarnos aquí —dijo Einar, mirando alrededor una vez más—. Hay una cabaña no muy lejos de aquí. Es un lugar protegido, uno de los pocos refugios que quedan para los nuestros.
—¿Los nuestros? —preguntó Lía, arqueando una ceja.
Einar hizo una pausa, como si dudara antes de responder.
—Los que aún resisten. Humanos y licántropos que no han sucumbido al dominio de las Sombras.
Lía lo miró con incredulidad.
—¿Estás diciendo que hay más como tú?
Einar asintió.
—Sí. Pero no todos son aliados. Algunos han elegido el poder del Otro Lado, convirtiéndose en enemigos de los suyos.
Un escalofrío recorrió a Lía.
—¿Y cómo sabes que podemos confiar en quienes están en esa cabaña?
Einar esbozó una sonrisa apenas perceptible.
—Porque uno de ellos es mi hermano.
Lía abrió los ojos sorprendida.
—¿Tienes un hermano?
—Sí. Fenrir. Él eligió quedarse y proteger a los que aún resisten. Si alguien sabe cómo manejar esta situación, es él.
Sin más preguntas, comenzaron a caminar por el bosque. Einar iba delante, sus sentidos agudizados, mientras Lía lo seguía de cerca, sintiendo que cada paso los acercaba a lo desconocido.
La cabaña apareció ante ellos después de una hora de caminata. Estaba oculta entre árboles altos, rodeada de una cerca improvisada hecha de troncos y ramas. A simple vista, parecía abandonada, pero Einar sabía mejor.
—Aquí estamos —dijo, deteniéndose frente a la entrada.
Antes de que pudiera tocar la puerta, esta se abrió de golpe, y un hombre alto y robusto salió al encuentro. Tenía los mismos ojos dorados que Einar, pero su cabello era más oscuro y su presencia más imponente.
—Einar… —dijo el hombre, con una mezcla de sorpresa y alivio en su voz—. No esperaba verte tan pronto.
—Fenrir. —Einar lo saludó con un leve asentimiento—. Necesitamos tu ayuda.
Fenrir miró a Lía, sus ojos brillando con curiosidad.
—¿Quién es ella?
—Lía. Está conectada al Otro Lado. Los Cazadores la persiguen.
Fenrir frunció el ceño.
—¿Conectada? ¿Cómo?
—El portal respondió a ella —explicó Einar—. Algo en ella despertó esa conexión.
Fenrir cruzó los brazos, pensativo.
—Esto complica las cosas. Si los Cazadores tienen su rastro, no dejarán de buscarla. Necesitamos ocultarla.
Lía dio un paso adelante.
—No quiero ocultarme. Quiero entender qué está pasando.
Fenrir la miró con una mezcla de respeto y preocupación.
—Entenderlo no será fácil. Pero si quieres respuestas, las tendrás.
Entraron en la cabaña, donde un fuego ardía en la chimenea, llenando el espacio con un calor reconfortante. Lía se sentó junto al fuego, mientras Einar y Fenrir hablaban en voz baja en una esquina.
—¿Cuánto tiempo tenemos antes de que lleguen? —preguntó Fenrir.
—No mucho. Los sentí cerca antes de cruzar el portal. —Einar miró hacia la ventana—. Pero si sellamos la cabaña, podemos ganar tiempo.
Fenrir asintió.
—Lo haré. Pero necesitamos un plan. No podemos quedarnos aquí para siempre.
Lía los observó desde su lugar, sintiendo que la tensión en la habitación aumentaba con cada palabra. Sabía que estaba en peligro, pero también sentía que había algo más, algo que aún no entendía del todo.
—Hay algo que no me están diciendo —interrumpió, levantándose.
Einar y Fenrir se volvieron hacia ella.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Einar.
—Sé que esto es más grande de lo que parece. No es solo que me estén persiguiendo. ¿Por qué yo? ¿Qué tiene de especial esta conexión?
Fenrir y Einar intercambiaron una mirada.
—Es posible que seas más que una simple humana, Lía —dijo Fenrir, con voz grave—. Los portales no responden a cualquiera. Responden a aquellos que tienen sangre antigua… o a quienes están destinados a algo más grande.
Lía sintió un nudo en el estómago.
—¿Estás diciendo que… no soy completamente humana?
—Eso es lo que debemos descubrir —respondió Einar—. Y rápido, antes de que las Sombras lleguen aquí.
Un golpe repentino en la puerta hizo que todos se quedaran en silencio.
Fenrir se movió rápido hacia la entrada, con Einar a su lado. Lía retrocedió, sintiendo que su corazón latía con fuerza.
—¿Es demasiado tarde? —susurró.
Einar la miró con determinación.
—No. Aún podemos luchar.
Fenrir abrió la puerta lentamente, preparado para lo peor. Pero lo que encontraron del otro lado no era una criatura de sombras. Era un hombre, cubierto de heridas y con los ojos llenos de desesperación.
—¡Han llegado! —jadeó—. Los Cazadores están aquí.
Einar y Fenrir intercambiaron una mirada rápida.
—Prepárate, Lía —dijo Einar, girándose hacia ella—. La caza ha comenzado. Y esta vez, no hay vuelta atrás.
La cabaña, hasta hace unos minutos un refugio seguro, ahora parecía un ataúd de madera y piedra. Las paredes crujían como si algo antiguo y oscuro presionara desde fuera, intentando entrar. Lía sintió la opresión del aire, como si el mismo bosque estuviera conteniendo el aliento.—¿Cuántos son? —preguntó Einar al hombre herido que acababa de entrar.El extraño, jadeando, apenas podía sostenerse en pie. Fenrir lo ayudó a sentarse junto al fuego, pero la mirada en sus ojos dejaba claro que la seguridad no duraría.—Son… demasiados. —Su voz estaba rota, como si hubiera corrido días enteros para llegar hasta allí—. Están cerca. Cazadores… y algo más. Algo que nunca antes había visto.Fenrir se agachó a su lado, sus ojos dorados analizando cada gesto.—¿Algo más? —preguntó con gravedad.El hombre asintió, temblando.—Una criatura… diferente. No es humana ni lobo. Es… sombra pura.Lía sintió un escalofrío recorrerle la espalda.—¿Sombra pura? —susurró, temiendo la respuesta.—Una aberración
Lía respiraba entrecortadamente mientras observaba a Freya, la mujer que había emergido de las sombras para salvarla. Había algo inquietante en ella: sus ojos azules resplandecían con una intensidad casi sobrenatural, y su presencia emanaba una fuerza que Lía no podía comprender del todo. La luna, alta en el cielo, iluminaba el filo de la espada que Freya sostenía con firmeza.—¿Protección? —Lía se incorporó lentamente, sin apartar la mirada de la recién llegada—. ¿Por qué? ¿Quién eres en realidad?Freya le tendió una mano, ayudándola a levantarse del suelo cubierto de hojas.—Soy más de lo que parezco, pero eso ahora no importa. Lo que importa es que tú estás en peligro, y ese peligro no se detendrá hasta que te encuentren. Debemos seguir adelante antes de que lleguen más Cazadores.Lía dudó por un momento, pero la urgencia en los ojos de Freya la empujó a moverse. Se apartaron del claro, internándose en el bosque. A cada paso, Lía sentía cómo el aire se volvía más denso, como si el
El altar en el centro del claro vibraba con una energía antigua. Las runas brillaban con más fuerza mientras Lía se acercaba, como si reconocieran su presencia. La brisa nocturna se tornó densa, cargada de una tensión que se filtraba en el aire. Freya y Kael permanecían a su lado, uno con la mirada alerta y la otra con una expresión de cautela.—¿Qué debo hacer exactamente? —preguntó Lía, sintiendo el peso de su decisión como una losa sobre sus hombros.Kael, con los ojos dorados fijos en las runas, respondió con voz grave:—El Umbral es una puerta entre ambos mundos, pero no es un paso sencillo. Debes ofrecer algo a cambio… un sacrificio.Lía frunció el ceño, su corazón acelerándose.—¿Sacrificio? No mencionaste eso antes.Freya dio un paso adelante, colocando una mano firme sobre el brazo de Lía.—Cuidado. No confíes completamente en lo que dice. —Sus ojos se clavaron en Kael con una advertencia velada—. Él tiene secretos que aún no ha revelado.Kael mantuvo la calma, aunque una som
El aire en el Otro Lado era denso y vibrante, como si estuviera cargado de una energía antigua que susurraba secretos olvidados. Lía sentía cada uno de esos susurros recorrer su piel, una sensación extraña que le erizaba la nuca mientras seguía a Kael por un sendero estrecho, flanqueado por árboles cuyas ramas parecían extenderse hacia ellos como si tuvieran vida propia.—¿Adónde vamos? —preguntó Lía, tratando de mantener la calma a pesar de la creciente inquietud que la invadía.Kael caminaba delante de ella, sus pasos firmes y seguros, como si conociera cada centímetro de ese mundo. Sin volverse, respondió con voz serena: —Al Bastión. Es el único lugar seguro en este territorio. Allí comenzaremos tu entrenamiento.—¿Bastión? —repitió Lía, frunciendo el ceño—. ¿Qué es exactamente?Kael hizo una pausa, girándose para mirarla. Sus ojos dorados reflejaban la luz pálida de las estrellas, dándole una apariencia casi irreal. —Un refugio construido por aquellos que resistieron la primera
La sala del Bastión estaba sumida en una quietud inquietante. Las antiguas piedras de sus muros parecían murmurar con el paso del tiempo, y cada rincón de ese refugio milenario contenía secretos que Lía aún no comprendía por completo. Después de su despertar en el Círculo, todo había cambiado en ella, pero había algo que seguía resonando en su mente: esa mujer, la figura que había visto en sus visiones. La mujer que se parecía a ella, una versión más fuerte, más segura.Lía sabía que esa visión no había sido una simple imagen del pasado; era un presagio. El futuro la llamaba, y ella tenía que desentrañar su papel en ese enigma.Kael había sido su guía hasta el momento, pero cada vez más, sentía que él ocultaba algo. Esa tensión que había sentido en su mirada cuando hablaba del sacrificio necesario para cruzar al Otro Lado, las sombras en sus ojos cuando mencionaba el poder que ella poseía... Lía sabía que no todo era lo que parecía. Y ahora, con el entrenamiento comenzando, algo más s
La puerta del Bastión se cerró con un estrépito, y la figura de Freya permaneció allí, bajo la luz titilante de las antorchas, con los ojos fijos en Kael y Lía. Aunque su rostro se mantenía impasible, había algo en su postura que indicaba una tensión contenida, como si sus palabras pudieran desatar una tormenta.Lía observó a la mujer que había entrado, intentando leerla. Su presencia era imponente, y la expresión que se reflejaba en sus ojos era una mezcla de preocupación y determinación. Pero no había tiempo para preguntar, no cuando Kael ya se había acercado a ella con una mirada de desconfianza.—¿Qué haces aquí, Freya? —su voz era baja, casi un gruñido.Freya no se inmutó ante el tono, pero su mirada se endureció. —Ya no puedo quedarme en las sombras, Kael. La situación ha cambiado. He seguido tus órdenes todo este tiempo, pero ahora es diferente. Lo que está ocurriendo no es solo cuestión de lobos o humanos… hay algo más. Algo que va mucho más allá de nuestra guerra.Lía dio un
La oscuridad había descendido sobre el Bastión, envolviendo el enorme refugio en un manto de silencio. Lía, junto a Kael y Freya, caminaban por los pasillos laberintos del lugar, con el peso de la decisión sobre sus hombros. No era solo el futuro de los mundos lo que se encontraba en juego, sino también la verdad sobre su propia existencia. Los Sellos, los Cazadores, la conexión entre los mundos… todo parecía entrelazarse de una manera que aún no comprendía.El sonido de sus pasos resonaba en los pasillos vacíos, amplificado por las paredes de piedra que parecían absorver la luz, como si los propios muros del Bastión guardaran secretos que ni siquiera los habitantes más antiguos del lugar se atrevían a desvelar.—Tenemos que movernos rápido —dijo Kael, su voz grave y decidida, como si las sombras que los rodeaban pudieran cobrar vida en cualquier momento. Su mirada estaba fija al frente, pero Lía notó que su mente parecía estar en otro lugar, calculando, planificando.Freya, al lado d
La voz, familiar pero distante, llenó el aire frío que rodeaba el salón de los Ancianos. Lía se tensó, su mano moviéndose instintivamente hacia la empuñadura de la daga. La figura que emergió de las sombras era un hombre, su rostro parcialmente cubierto por una capa oscura, pero su mirada… esa mirada había sido suficiente para que el corazón de Lía diera un vuelco en su pecho.—No tan rápido, Lía —repitió la voz, ahora más clara. Su tono estaba cargado de una mezcla de autoridad y amenaza, como si nada pudiera detener lo que iba a suceder.Kael se adelantó inmediatamente, poniéndose entre Lía y el desconocido, sus ojos brillando con una intensidad dorada que Lía había aprendido a reconocer. Era un brillo peligroso, el de un lobo en su terreno.—¿Qué estás haciendo aquí? —demandó Kael, con una furia contenida en su voz. Sabía exactamente quién era esta figura, y no estaba dispuesto a dejar que se interpusiera en sus planes.El hombre se rió suavemente, un sonido bajo y grave que reverb