Capitulo 2 Cambio de Novia

Su padre se dio la vuelta, salió de la habitación y Leandra tuvo que controlar la necesidad de ir tras él. De intentar razonar con él y buscar una mejor solución al problema que representaba el hecho de que Reanna escapara de la manera que lo hizo, pero se dio cuenta que sería más fácil que tratar con Nikos a sola pero sabia tambien que su padre no cedería.

Había dado su palabra ante el consejo de la empresa de que respetaría las cláusulas del testamento y los acuerdos que se tomaron en su momento y en el mundo de Jose Kours donde los hombres tenían honor y no se rebajaban a utilizar a una mujer como peón en una batalla empresarial, la palabra era lo único necesario y su padre había empeñado la suya

Pero ese no era el mundo real que se estaba viviendo, la época de su padre había pasado ahora todo era ganar, ganar no importaba el metodo. Ella lo sabía, Nikos lo sabía tenían que encontrar una manera de poder solucionar todo. Miro al impresionate hombre en el traje que utilizaria en la boda, este se pasó las manos por el pelo y miró de nuevo por la ventana, no sabía cuál era el estado de ánimo que tenía, Nikos habia cambiado mucho ella nunca pudo distinguir como se sentia a menos que se lo dijera ahora después de tantos años era imposible de leer.

–La pregunta es ¿qué hacemos? Hay un acuerdo redactado y listo para firmarse. Hay una boda planeada, mil invitados que vendrán dentro de tres horas. Los medios estarán allí también, sino es que ya están rondando por los alrededores. La pregunta es –se volvió hacia ella–, ¿qué hacemos?

Leandra se quedó mirando su cara de preocupación y de pronto vio la respuesta. Era evidente y sencilla. Así funcionaban las cosas en los negocios y al fin y al cabo se enfrentaban a un problema relacionado con los negocios. Había que firmar un contrato. O, más concretamente, dos contratos. Pero antes de poder compartir su descabellado idea tenía que conocer lo que decía el contrato y el testamento.

–¿Hasta dónde llegaba el trato? ¿Qué decía el contrato?¿ Hay algún margen de maniobra ?

–Yo pasaría a ser propietario de Kours al firmar el acuerdo matrimonial, con la condición de que el matrimonio durase minimo de tres a cinco años. De lo contrario, tu padre recuperaría el control, a ojos de la prensa pero el poder real lo tendría el consejo. De esta manera también se cumpliría con las cláusulas dejadas en el testamento por tu abuela paterno.

–Ah ya...¿Y los nombres que aparecen en el documento?

–No hay nombres, sabes al igual que yo que los nombres intercambiables, así que se especificaron cargos y vínculos consanguíneos para los herederos. Esa es la cuestión.

–¿ de Tres a Cinco años como mínimo?

–Sí.

–Lo haré yo –dijo Leandra

Las palabras quedaron suspendidas en el silencio de la habitación. Por un instante, se sintió desprotegida. Incómoda. No. Ya no era esa chica.

Era más fuerte que todo eso. Había aprendido a no exponerse a los demás, a no dejar que nadie la viese llorar.

–¿Que harás qué? –preguntó

–Me... –de pronto, se sintió ahogada por las inseguridades, tomo un momento para centrarse. Por la Leandra del pasado, que había idolatrado a Nikos. La chica que buscaba su atención y su afecto. La adolescente idiota que había estado a punto de declararse justo antes de que él declarase su amor por Reanna

«Lo haces por tu negocio. No tiene nada que ver con esos sentimientos. Es por Oros, el negocio familiar». Ya no era esclava de aquellos viejos sentimientos. Cierto, había soñado con Nikos cuando era una niña, pero, igual que todo el mundo, él había elegido a su impresionate hermana mayor.

Y ella le habia dolido, sufrido por la perdida de su primer amor, su principe azul pero tambien había aprendido a no volver a exponerse de esa forma. Había aprendido a ocultar el dolor bajo una armadura. Porque la alternativa sería mostrárselo al mundo y destrozar su orgullo.

–Me casaré contigo –anunció–. Así todo saldrá bien. No importará que mi loca hermana se case con Santos el mes que viene, mañana inclusive en unas horas porque no será él quien se quede con Oros. Si tomamos la delantera y cumplimos con los términos del testamento las clausura del contrato siguen siendo válidas. Todo saldrá bien o por lo menos esperemos que salga así y la prensa no nos destroce...

–Todo saldrá bien, ¿no? La perfección. Ese pequeño obstáculo.

–Soy consciente de que esto es algo más que un pequeño obstáculo. Pero es mejor que nada, ¿verdad?

Nikos no era un hombre expresivo. Había sido bueno con su hermana, pero no abiertamente afectuoso. Leandra se había preguntado en más de una ocasión qué tipo de relación tendrían. Si sería más una cuestión de conveniencia que de pasión. Pero era evidente que parecía un hombre que acababa de perder al amor de su vida.

Nik se pasó los dedos por el pelo y le dirigió una mirada perdida. Le recordó a una versión más joven de él mismo. Al chico que había sido antes de ir a la finca de su familia Un chico al que ella nunca había conocido. Aún recordaba el momento en que le había conocido, cuando habían ido a la finca a pasar el verano. Había sido como si todo su mundo se desvaneciera. Como si ella se desvaneciera y solo quedará él.

Ella era joven, pero algo en él le había atraído desde el principio. En un instante, Nikos había significado muchas cosas para ella. Y le había hecho caso. Había hecho que se sintiera importante. Especial. Así que se había aferrado a él y le había seguido como si fuese un cachorro perdido. De pronto, volvió a mirarla y su mirada perdida desapareció tan pronto como había aparecido.

–Tendrás que servirme tú.

El modo en que lo dijo le hizo desear que se la tragase la tierra. De nuevo, estaba siendo comparada con su despampanante hermana mayor.

–Gracias. Y de nada.

–No esperes que me alegre por esto. Mi novia acaba de dejarme plantado. Ha elegido a mi rival antes que a mí. Y ni siquiera ha tenido el detalle de escribirme para decírmelo. En vez de eso, te ha escrito a ti.

–Soy su hermana.

–Y yo soy el hombre al que se suponía que debía amar, que clase duo hacemos.

Leandra le puso la mano en el brazo y un torrente de calor recorrió su cuerpo, así que se apartó como si se hubiera quemado. No se lo esperaba. No esperaba sentir aquel calor tan intenso. Al fin y al cabo, hacía años que había dejado de sentir algo por él. Aunque eso no cambiaba el hecho de que era una hombre increíblemente guapo. El calor se debía solo a la atracción física. Cualquier mujer reaccionaría de igual modo, bueno era mejor pensar eso a otra cosa.

–¿Por qué, Leandra? ¿Qué ganas tú con esto?

–Bueno, Nikos es evidente que mi hermana mayor ha perdido la cabeza. Se ha fugado con un hombre que, tú y yo sabemos, no está con ella por casualidad. Un hombre capaz de hacer esto solo para hacerte daño. Lo haría, ¿verdad?

–Sí –respondió él.

–Mi padre quiere a mi hermana, pero no ve sus defectos y creme tu tampoco los haz querido ver sino no estaríamos en esta situación de m****a en la que estamos metidos. No digo esto por estar celosa ni mucho menos hace años que deje esa etapa de mi vida cuando comprendí que debia de ser yo misma yno importarme lo que pensaran los demas.

–¿Acaso los tiene?

–Creo que es demasiado confiada, y ambos sabemos que eso es un defecto. Y ahora esas viendo otro impulsiva no mide las consecuencias... Damian se aprovecharía de eso para quedarse con Kours e impedirte a ti expandir tu negocio. Le hará daño, eso es un hecho que está escrito en piedra, con solo mirar su historial, ambos lo sabemos. No puedo permitirlo, y creo que tú tampoco.

–¡Por supuesto que no!

–Entonces está decidido. Tenemos que casarnos antes de que lo haga ella, cada minuto cuenta estamos contra reloj aquí. Así podrás meterte en nuestra familia, cosa que ambos sabemos que deseas. De lo contrario, los dos perderemos. Y tú eres el que más pierde. Damian Santos se quedaría con todo y nosotros perdemos la empresa de mi familia.

–No sabía que Oros te importase tanto, Leandra, nunca has mostrado interes en nada relacionado con los negocios que maneja Oros.

–Me importa porque es mi legado familiar, no la empresa, sabes muy bien que eso nunca pero nunca ha sido lo mio. Pero eso no quiere decir que vaya a dejar que un desconocido tome el control. Pero si quieres una razón de mayor peso te la doy, mi padre posee la mitad de las acciones de mi negocio, y todo está bajo el control coorporativo de Oros. Así que, de pronto, un desconocido tiene el control sobre mí y sobre mi negocio.

–¿Y si tu hermana desea quedarse con Oros?

–No lo desea. Para ella no significa lo mismo que para ti y para mí, ya lo sabes. Ella iba a ser tu mano derecha socialmente, pero dudo que pasara un solo día en esas oficinas por voluntad propia. Ella no estudió en la universidad para eso, mi hermana le encanta el arte, el glamour no los negocios, los números la bolsa de valores.

–Eso es cierto, yo no quería eso de ella, verla encerrada en una oficina. Quería una anfitriona, alguien que me hiciera parecer más cercano. Eso era lo que necesitaba.

–Bueno, pues eso ya no va a ocurrir. ¿Quieres que otro hombre se quede con tu mujer y con tu negocio?

Nikos dio un paso hacia ella, la miró fijamente con sus ojos oscuros y Leandra sintió que algo en su interior se derretía.

–Además de Oros , ¿qué es lo que deseas?

–Mantener Dulces y Sabores de Lea. Oros posee un cuarto de mis acciones. Y, aparte de que mis tiendas de caramelos están vinculadas a Oros, yo soy una Kours. Es mi legado. Es nuestro, no solo tuyo.

–Iba a ser mío y de tu hermana.

–Lo sé, nunca me he metido en el camino de ninguno de ustedes dos, pero no me gusta nada que alguien aparezca de la nada y quiera tomar el control de Oros y así tomar el control de mi empresa, como parte del paquete.

–¿Y tú me confías tus acciones? Santos es un genio de las finanzas. Tal vez

él te sirva más que yo. Reanna parece pensar eso.

–Tú harás lo correcto por mí y por mis tiendas, Nikos. No me cabe duda.

–No sé. Tal vez venda mis acciones. ¿Crees que me darán beneficios?

–Claro que lo creo. Vendo cosas caras y malas para ti. Creo que estaré en el negocio toda mi vida.

Él arqueó una ceja y algo en su expresión cambió.

–Entonces es un éxito asegurado. Hay poco que a la gente le guste más que entregarse a los vicios.

–Sí. Y permíteme que siga argumentando por qué me parece buena idea lo de casarnos.

–Por supuesto –contestó él.

–Tienes razón. Todo está preparado. Todo. Los invitados. El cura. La tarta. Yo he donado muchos caramelos como regalo, sería un puñetero desperdicio.

–Qué amable.

–Bueno, ahora donó una novia. Eso es algo más que amable.

–Si acepto.

–Ah.

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