– Oficialmente, podemos estar al borde de un ataque de pánico –Leandra Kours terminó de leer el mensaje de su hermana Reanna y miró a su padre Jose.
Este tenía cara de sorpresa y Leandra no podía culparle. Ella se sentía igual esto era un shock, todo el mundo estaba allí, desde hacía una semana habían comenzado a llegar los adornos, mesas, mantel, en fin todo estaba planeado al detalle según sus preferencias, no sabia como su hermana se habia atrevido a tanto a solo unas horas de estar en el altar con sus prometido. Porque ahora y no antes, Dios los adornos estaban puestos y la tarta estaba hecha. Habían alertado a los medios de comunicación, y se había realizado una selección de las mejores y prestigiosas revistas para que presenciaran la boda del año como le había apodado las celebritys y todos estaban allí o estaban por llegar. Oficialmente no era momento para tener un ataque de pánico como el que ella quería tener, tras haber leído el mensaje que Reanna le habia mandado minutos antes. El novio estaba preparado. Y la novia había desaparecido, esfumado como por arte de magia. ¿Donde habia ido su responsable hermana mayor? En que lios la habia metido esta vez, para todos su hermana era la chica perfecta y ella solo el patito feo de la historia, la que siempre estaba mentida en algún lío. –¿Por qué le tenía que entrar el pánico?–preguntó su padre. Leandra tomó aliento, no quería contárselo a su padre, pero el había entrado justo cuando leia el mensaje que casi la hizo caerse de la impresión. No quería exponer a su hermana mayor a la censura, no solo de los medios sino la critica de sus familiares y amigos, porque, por muy preocupante que fuese el mensaje, ella conocía a Reanna lo suficiente como para saber que no habría hecho todo aquello sin tener una buena razón, ella no era de las que entraban en pánico aunque bien bien podía ser el caso. Ahora la cuestión era saber cual era esa razón que la llevo a tomar esta decisión de última hora que la llevo a huir ... –Se ha ido. No... no va a venir. –¿Quién no va a venir? Lea levantó la mirada y el corazón le dio un vuelco. Nikos había elegido ese preciso instante para entrar en la habitación,Dios hoy era el día de las entradas oportunas. Vestido con un esmoquin negro que se ajustaba a la perfección a su físico Alexandros era el espécimen perfecto de la masculinidad. Parecía tan intocable como siempre. Un dios más que un hombre, y era un bombón, lástima que el no era para ella. Al verlo, se acordó de los días de verano en la finca hace ya tantos años, de cómo le seguía a todas partes sin dejar de hablar. Su hermana siempre estaba en la escuela, su padre ocupado con el trabajo y su madre tomando el té con las amigas, creció en un ambiente bastante solitario la llegada de Nikos fue como una brisa de primavera, porque el Nikos adolescente casi un adulto de unos veinte años, siempre había estado allí para escucharla. Era la única persona que creía que ella que la comprendía y entendía sus deseos de no seguir los pasos de su familia y ser una empresaria exitosa solo hacer lo que le gustaba pasteles, dulces y toda clase de golosinas. La pasión por la repostería que su abuela le había enseñado desde pequeña, aunque su Nana solo vivió hasta que ella tenia cinco casi seis años los mejores recuerdos que conservaban de la mujercita era el tiempo que pasaba en la cocina haciendo dulces con ella. Había pasado mucho tiempo desde entonces, ahora casi era como si esa época fuese un sueño. Sus vidas actualmente era como dos líneas paralelas que nunca se cruzan. Ella ya no era la misma chica, no era tan tonta como para pensar que un hombre como Nikos Alexandros pudiera estar interesado en ella o en lo que tuviera que decir. Hace mucho tiempo que dejo de ser el chico con la piel bronceada por trabajar bajo el sol sin camiseta, se convertido en uno de los multimillonario mas populares en el ámbito empresarial. Y aquel día iba a casarse con su hermana mayor, de esta manera adquirir oficialmente el control de Industrias Oros, junto con una parte importante de su propio negocio, dado que la empresa de su padre poseía gran parte de las acciones. Al menos, se suponía que aquel día se casaría con su hermana y tomaría el control de oficial de Consorcio Empresarial de su Familia pero Reanna no estaba se había ido y no pensaba volver, a juzgar por su mensaje. ¡Dios! esto era impropio de su hermana. La chica dorada por los medios nunca había sacado los pies del tiesto, siempre fue la que hacia todo bien, hermosa y elegante; un atractivo para los objetivos. Al contrario que ella, que era atractiva para los objetivos por una razón muy distinta. Y a la prensa le encantaba recalcarlo. Les encantaba resaltar todos sus defectos e imperfecciones, la gran diferencia que existía entre ellas. Dos niñas ricas que se criaron con todo siendo tan diferentes la una de la otra. Lea tragó saliva y miró a Nikos a los ojos. Eran oscuros y duros. Siempre lo habían sido. Incluso cuando era más joven, nunca había risa en su mirada. Ni luz, siempre quisó saber el por qué de que solo fueran un abismo negro. La oscuridad le resultaba atractiva, como siempre, se recordó que no debía de seguir esa línea de pensamiento ya habia sufrido demasiado por un amor no correspondido. –Reanna no va a venir –le dijo con un susurro, aunque resultó ensordecedor en la sala de estar de la casa familiar. –¿Qué quieres decir con que no va a venir? –preguntó él con voz suave. –Es que... me acaba de escribir. Dice que... Toma –le entregó su móvil y estuvo a punto de dejarlo caer cuando sus dedos se rozaron–. Dice que quiere estar con Damian, sea quien sea, y que no puede casarse contigo. Que lo siente... –Sé leer, Lea, pero gracias –le interrumpe, mientras pasa una mirada rápida por la pantalla del móvil devolvió y miró a su padre–. ¿Tú lo sabías? Jose negó con la cabeza. –¿Saber qué? ¿Que tenía dudas? En absoluto. Yo no la presioné para que hiciera esto, Nikos. Sabes que no. Me daba la impresión de que estaba completamente de acuerdo con todo. Ustedes fueron los que vinieron a mi y me dijeron que querían comprometerse. Nikos asintió una vez y después miró a Leandra. –¿Y tú lo sabías? –No –si lo hubiera sabido, no habría permitido que las cosas llegaran tan lejos. Nunca habría dejado que Reanna abandonara todo de aquella forma, sin previo aviso. Con todo el mundo mirando, ella sabía lo malo que podía ser esas miradas. –¿Damian qué más? –preguntó él–. ¿Qué más información tenemos? –Yo... –Lea releyó los mensajes de su móvil. La mirada de Nikos era feroz y le daba miedo. No se parecía al hombre que conocía–. No lo dice. –Escríbele un mensaje. Ahora. –Nikos, si necesita espacio... –murmuró su padre. –No me preocupa mucho eso –respondió. Lea escribió tan rápido como pudo con los dedos temblorosos. ¿Damian qué más? ¿Alguien que yo conozca? La respuesta de Reanna no se hizo esperar el sonido de la entrada del mensaje llegó -No le conoces,no es de nuestro círculo. Damian Santos. Ha sido inesperado. Lo siento. –Damian Santos Nikos y su padre se miraron de forma significativa. A ella se le erizó el vello de la nuca y se le puso la piel de gallina al darse cuenta de lo que significaba aquel nombre. –Damian...–dijo lentamente, busco en su memoria sabía que en algún lugar había leído o escuchado ese nombre–...Damian Santos es el que ha... –Ese mismo –contestó Nikos–. No está satisfecho con haber intentado destruir mi negocio y ahora, el muy bastardo, tiene que destruir también mi boda. –¿Por qué?... ¿Por qué te odia tanto, Nikos? –No lo sé. Supongo que es por negocios. –Pero ella... ¿Ella lo sabe? ¿Sabe quién es él? Tu rival en los negocios... –No creo –contestó –. No es su mundo. No. Pero sí era el de ella. Lea recordó ahora claramente, había oído hablar de Damian Santos y de sus intentos por destruir el negocio de fabricación y venta al por menor de Nikos, ya fuera adquiriendo acciones de forma encubierta o denunciando actividades ilegales que ni siquiera existían. Damian había sido un obstáculo para Nikos a lo largo de los últimos cinco años, en cualquier negocio que este mostrara interes. –¿Y nunca le mencionaste su nombre a Reanna? –Como ya he dicho –respondió, no es su mundo. Leandra le envió otro mensaje a Reanna mientras su padre y Nikos seguían hablando, con la esperanza de que su hermana le respondiera o al menos que tuviese conocimiento de quien era el hombre con el que se habia fugado. Solo unos segundos respuesta de Reanna la dejo impactada - ¨Es demasiado tarde, Leandra. No puedo casarme con Nikos ahora. Tengo que estar con Damian. Es mejor para todos que sea de esta manera. –Si Reanna le ha elegido a él –intervino su padre–, le ha elegido a él. –¿Aunque solo pretenda hacerle daño a Nikos? ¿Y qué hay de la empresa? El negocio depende de esta boda. Me va a arrollar con sus tácticas empresariales. –Estás dando por hecho que no siente nada por Reanna. Sabes papá que mi hermana no es tonta. -Yo no me lo creo, Lea –dijo su padre. No. Claro que no. Su hermana nunca sería tan tonta. Al menos, eso sería lo que pensaría todo el mundo. La deslumbrante y equilibrada Reanna Koars, que tan bien se desenvolvía en cualquier situación social, jamás se dejaría seducir mediante engaños y mentiras. Era demasiado lista. Lea no se lo creía. Su hermana era maravillosa. Y, como tal, había sido mimada por los medios de comunicación. Rachel no veía las cosas malas de la vida, para ella todo era color de rosa. Y, la idea de que un hombre, Santos, pudiera estar mintiéndole y utilizándola le producía náuseas. –Entrégamela a mí –le dijo Nikos a Jose–. Cambia el acuerdo. –Lo haría –respondió Jose–, pero la empresa la recibirán mis hijas. El marido de la primera en casarse, ese es el acuerdo que se llegó. –Siempre estuvo claro que sería yo –dijo Nikos–. Hiciste la oferta pensando en mí. –Sí. Naturalmente, pensé que serías tú. Pero ¿qué puedo hacer? Di mi palabra y no quiero que Reanna sienta que me quedó con la empresa como rehén para obligarla a casarse con el hombre que yo quiera. Y, si es decisión suya, tiene derecho a quedarse con la empresa si así lo desea. Ella también sabe de la existencia del acuerdo. Lea sabía que el acuerdo iba destinado solo a la pareja de oro como los habian llamado las revista del corazon. Jose quería a Nikos como al hijo que nunca había tenido, y su hermana y él le habían parecido una pareja bastante lógica desde el primer momento. Como si Nik hubiera estado destinado desde siempre a formar parte de su familia. Pero ahora todo estaba desmoronándose. Y el negocio y la vida entera de Leandra iban dentro del paquete que ahora podría acabar en manos del enemigo de Nikos. Si Damian Santos tenia algun conocimiento del acuerdo que se habia llevado acabo antes, de seguro intentaria poner sus manos en el negocio y quedarse con la empresa familiar. Oros seria destruida solo para vengarse y destruirla para vengarse de Nikos, destruiría también sus sueños y las esperanzas de su padre. Leandra no sabia que tendria su hermna en la cabeza para escapar asi pero estab segura que ella no podia permitir que por lo que su padre y Nikos sufrieran tamaño reves empresarial y financiero. Ella no era la mimada por los medios, no era la guapa, no era la que atraía a los hombres, ella era una chica del monton eso siempre lo ha sabido desde que era niña incluso antes de ser expuesta a los medios, la diferencia entre ellas siempre estuvo ahi. Ella tenía Dulces y Sabores de Lea . Su negocio estaba en alza y empezaba a marcar tendencia. Los caramelos de sus tiendas estaban convirtiéndose en uno de los regalos más populares en todo el mundo. Tal vez el azul Tiffany fuese un icono, pero el rosa Lea empezaba a ganar importancia. No podía perderlo. Era su identidad y ella habia construido todo desde los cimientos. –Tengo que hablar con Nikos a solas –dijo antes de poder procesar enteramente su petición–. Por favor –le dijo a su padre. Jose la miro extrañado pero aun asi asintió y respondió: –Si es lo que quieres –después miró a Nikos–. Lo siento, hijo mío, pero no podemos obligarla a que se case contigo. No me gusta la idea, pero no la forzaré a ello. Si ha elegido a Santos, por muy enemigo tuyo que sea, no se lo impediré. –Jamás te pediría que hicieras tal cosa –dijo.Su padre se dio la vuelta, salió de la habitación y Leandra tuvo que controlar la necesidad de ir tras él. De intentar razonar con él y buscar una mejor solución al problema que representaba el hecho de que Reanna escapara de la manera que lo hizo, pero se dio cuenta que sería más fácil que tratar con Nikos a sola pero sabia tambien que su padre no cedería. Había dado su palabra ante el consejo de la empresa de que respetaría las cláusulas del testamento y los acuerdos que se tomaron en su momento y en el mundo de Jose Kours donde los hombres tenían honor y no se rebajaban a utilizar a una mujer como peón en una batalla empresarial, la palabra era lo único necesario y su padre había empeñado la suya Pero ese no era el mundo real que se estaba viviendo, la época de su padre había pasado ahora todo era ganar, ganar no importaba el metodo. Ella lo sabía, Nikos lo sabía tenían que encontrar una manera de poder solucionar todo. Miro al impresionate hombre en el traje que utilizaria en l
Nikos se quedó mirando a Leandra, la mujer que hasta hacía media hora, el la consideraba su futura cuñada. Ahora estaba hablando de ser su esposa. En su cabeza seguía siendo la chica rellenita chica de dieciséis años con afición por los dulces. Si era sincero consigo mismo hubo un momento en el que ella trastocó su mundo, pero eso era algo del pasado y el ya no era el chico de casi veinte años lleno de hormonas, el era un hombre. Aún recordaba con claridad encontrarse un caramelo esperándole con sus herramientas de jardinería todos los días cuando había empezado a trabajar en la finca. Y, lo que había empezado como un juego de niños, se había convertido en una tradición. Cuando había empezado las prácticas en las oficinas de centrales de Oros, allí había un caramelo sobre su escritorio. Y después, al establecerse por su cuenta y comenzar su propia empresa, un enorme surtido de bombones en su despacho. Sí, cada vez que veía alguno de sus regalos, se imaginaba a Leandra, la niña. La ch
–Tengo que... –Leandra se aclaró la garganta–. Bueno, creo que tengo que empezar a prepararme y algunas llamadas que hacer. Asi que por favor sal... A Leandra le temblaban las manos cuando agarró el ramo de rosas, el ramo que su hermana habia elegido era blaco mientras el que ella sostenia era en Rojo. Gracias a Dios, jamás habría podido ponerse el vestido o los zapatos de su hermana. Eso sería un auténtico desastre. Del cual la prensa de seguro habría hecho bastante dinero con los grandes titulares. Miro la habitación en la que había pasado las ultimas horas en un estado de estres constante, Dominic fue como el hada madrina de cualquier cuento de hadas, se encargo de ayudarle en solo unas horas apareció con un hermoso vestido de novia e incluiso le ayudo a preparar su maquillaje y terminar la tradición que siempre acompaña a la novia, algo nuevo, prestado y algo azul. Aún se sonroja con solo pensar en la lenceria azul que esta usando hoy. Dominic recordo lo que años antes habia dich
¿Por qué no su preciosa hermana? Sin duda, todos sabrían que Reanna se había marchado. Porque, si no, Nikos Alexandros nunca la habría preferido a ella. Todo el mundo lo sabría, Leandra siempre había imaginado que se casaría allí, en este lugar, pero en su cabeza había sido diferente. Aunque era primavera todo estaba blanco y dorado, la elegancia se podía ver en cada delicado adorno, su hermana era así tenía un gusto esquisito. Mientras que a ella le hubiese gustado ver mas color, era primavera por Dios Bendito, era para que los colores exaltaran este gran día, como minimo los centros de mesa serian coloridos y menos elegantes, haciendo gala de la estación las flores tenía un mayor protagonismo. Cuando levantó la cabeza y vio a Nikos al final del pasillo, dejo de pensar y comparar esta boda preparada para otra mujer pero siendo ella la protagonista, el corazón le dio un vuelco. Nikos siempre había formado parte de sus fantasías. Claro que, en sus fantasías, él sonreía mientras camina
Nunca le había visto beber. Aquello no era lo mejor para su ego. Que casarse con ella le indujese a beber hacia años que solo provaba como máximo una copa de champán en los eventos sociales y máximo dos copas de vino en la comida. –¿Y qué hay del banquete? –Estoy demasiado ansioso por llevarte a mi casa y consumar este matrimonio –respondió él con sequedad–. Tendremos que saltárnoslo. –¿Qué? –Que nos vamos. Ahora. Nikos volvió a darle la mano y salió con ella por la puerta principal, donde esperaba una limusina. Abrió la puerta de atrás y ella se montó. Después se subió él y cerró la puerta. Miró por la ventanilla, ella siguió la dirección de su mirada y vio al fotógrafo de pie en las escaleras. –Vamos a darle una foto –murmuró –Las lunas están tintadas. –Ya encontrará la manera de solucionarlo. Al fin y al cabo su trabajo es hacer la foto. La pegó a su cuerpo y, por segunda vez en cinco minutos, la besó. Deslizó la lengua entre sus labios para saborearla y, una vez más, ella
–Yo no celebro fiestas –contestó él con voz cómicamente seria. –Entonces, misterio resuelto. Por eso nunca he estado aquí. El coche se detuvo y ella salió, pues no quería esperar a que Nikos o el conductor le abrieran la puerta. Cuanto más avanzaba el día, más extraña se sentía con aquel vestido. Todo le parecía como un sueño de muy mal gusto, estaba loca por entrara a la casa y ver cual sería la habitación que ocuparia durante si estancia en aquella donde vivirá por los próximos tres años para sacarse el vestido. Cada vez que la había besado, la fantasía les había envuelto y había hecho que todo pareciera una de aquellas fantasías de cuando era adolescente. Pero, ahora, de pie frente a su casa de cristal y acero, con la luz del sol bañándole la piel y la brisa procedente del mar colándose por debajo de la falda, todo parecía demasiado real. –¿Podemos entrar? –preguntó–. Tengo mucho calor. –No me extraña, con ese vestido –la guió hacia la casa, ella le siguió y se sintió aliviada
Nikos se despertó sin resaca de mil demonios, hacia años que no bebia de esta manera siempre se controlaba y la bebida podia hacerle perder el control hasta el hombre mas senato. Nada mas de pensar en la razon por la cual tomo, el mal humor que siente se multiplica por mil, soñar con Leandra. . Como había señalado Leandra, él no bebía alcohol. Valoraba demasiado su autocontrol. El vicio era la perdición de un hombre. La necesidad de alcohol, drogas o sexo era responsable de gran parte de la maldad del mundo. Algo que él había vivido en un momento de su vida. Algo que había presenciado con detalle. Algo que había hecho lo posible por destruir.No permitía que el vicio le dominara. Ya no. Que la mjerque supuestamente seria su compañera en esta vida le hubiera abandonado no era razón para renunciar a eso. Pero sí que le hería el orgullo. No había imaginado que el orgullo pudiera ocupar un lugar tan importante en su vida, pero, al parecer, era así.Bajó las escaleras vestido solo con unos
–¿Por qué tienes que tener el control de esa manera ? –preguntó ella con la mirada llena de compasion, Lea siempre ha sido una chica demasiado gentil si conociera quien fue el en realidad no le miraría de esa forma. Ni su verdadero nombre sabia ella. El dia que su padre lo acogio en su casa el abandono todo lo relacionado con su antiguo yo, para transformarce en el hombre que era actualemente.–No sabes nada–respondió él mientras daba vueltas de un lado a otro, no queria recordar su pasado, no ahora ni mucho menos en el futuro es parte de su vida habia sido sepultada–. Esto sol es un contratiempo he superado cosas peores...Lea se quedó mirándolo y advirtió la tensión en su mandíbula y en el resto de su cuerpo. Veia que su flamante nuevo marido estab incomodo por la situacion, Alexandros era un maestro del control, pos todo lo que habia dicho no estab segura si el amaba a su hermana, podia ver que ella misma habia idialisado a Nikos como un principe azul y en realidad era un hombre