¿Por qué no su preciosa hermana? Sin duda, todos sabrían que Reanna se había marchado. Porque, si no, Nikos Alexandros nunca la habría preferido a ella. Todo el mundo lo sabría, Leandra siempre había imaginado que se casaría allí, en este lugar, pero en su cabeza había sido diferente. Aunque era primavera todo estaba blanco y dorado, la elegancia se podía ver en cada delicado adorno, su hermana era así tenía un gusto esquisito. Mientras que a ella le hubiese gustado ver mas color, era primavera por Dios Bendito, era para que los colores exaltaran este gran día, como minimo los centros de mesa serian coloridos y menos elegantes, haciendo gala de la estación las flores tenía un mayor protagonismo.
Cuando levantó la cabeza y vio a Nikos al final del pasillo, dejo de pensar y comparar esta boda preparada para otra mujer pero siendo ella la protagonista, el corazón le dio un vuelco. Nikos siempre había formado parte de sus fantasías. Claro que, en sus fantasías, él sonreía mientras caminaba acompañada de su padre por la elegante alfombra. No la miraba como si fuera juez, jurado y verdugo, dispuesta a pronunciar una terrible sentencia, esa era como la miraba en aquel momento. Como un hombre en el patíbulo, no en el altar. Quiso resoplar de manera poco elegante, ambos habian acordado que esta era la mejor solucion para que Oros quedara en sus manos y asi ella proteger su empresa tambien, porque demonios la miraba asi. Ya se estaba imaginando los titulares de mañana en las revista, de seguro la destrosarian. –¿Quién entrega a esta mujer en matrimonio? –preguntó el pastor cuando se detuvieron al final del pasillo. –Yo la entrego. Su padre le dio un beso en la mejilla y, después, ella avanzó hacia Nikos. Él le dio la mano y entonces se dio cuenta de que nunca antes se la había estrechado. De hecho, pensándolo bien, no creía que nunca le hubiese tocado la piel. Nikos le dio la otra mano también y la volvió para que le mirase. Leandra sintió terror y algo más, una emoción tan grande y tan real que no podía negarla. Florecía en su interior con fuerza. En aquel momento, la realidad se esfumó y ganó la fantasía. Aquello no era más que una fantasía. No podía ser real. Se trataba de un sueño, el sueño que solía tener cuando era adolescente. Nikos dijo sus votos con voz fuerte y firme, desprovista de emoción. Aunque así era él. Ella dijo los suyos sin equivocarse, y tuvo la extraña sensación de que cada palabra era cierta. De que nunca habría nadie más que él. Siempre sería él, desde que lo conocio siendo aun una niña hasta ahora con veintitres años solo habia amado, odiado y sufrido por un solo hombre. –Puedes besar a la novia. El corazón le dio un vuelco y, por un instante, el mundo pareció detenerse. Se quedó mirando los labios de Nik. ¿Cuántas veces habría pensado en besar esos labios? Fue lo último que pensó antes de que Nikos le pasara un brazo por la cintura, agachara la cabeza y la besara. No estaba preparada para el calor que recorrió sus venas. Levantó los brazos y le agarró con los dedos las solapas de la chaqueta del traje. Había anticipado algo recatado y apropiado para hacerlo delante de miles de ojos, pero no fue eso lo que obtuvo. Lo que obtuvo fue un beso de verdad, uno que ha e que se te encojan los pies y querer dar rienda sueltas a tus fantasías mas locas y desenfrenadas. Nikos deslizó la lengua por la comisura de sus labios y ella abrió la boca para saborearlo. Sintió como si se estuviera cayendo, pero él estaba allí para sujetarla. Nunca la habían besado así. Jamás de los jamases, no es que tuviera mucha experiencia en el departamento de besos. Y tampoco se había sentido así nunca, era virgen pero no boba ella también noto como el beso afecto a su recién estrenado marido. El se comportaba como si fuese a morirse si dejaba de tocarla, como si su piel estuviera en llamas. Los pechos le dolían y el corazón revoloteaba como un pájaro enjaulado. Y aquel dolor entre los muslos. Un dolor que sabía que solo él podría calmar. De pronto, Nikos se apartó y ella estuvo a punto de perder el equilibrio. Los invitados estaban aplaudiendo, el pastor estaba haciendo su declaración, pero ella no prestaba atención. La cabeza le daba vueltas y las piernas le temblaban. –Sonríe –le susurró, al oído. «Nunca dejes que te vean llorar». Así que puso una sonrisa falsa que no sentía y dejó que Nikos la llevase por el pasillo mientras la banda tocaba. Subieron los escalones y entraron en la casa. Cuando las puertas se cerraron tras ellos, Nikos comenzó a aflojarse la corbata. –¿No necesitamos...? ¿No deberíamos...? El fotógrafo. –¿De verdad crees que quiero fotos? –preguntó él. –Eh... pensaba que... es nuestra... Hemos pagado un fotógrafo. –Supongo que la prensa ya habrá sacado suficientes fotos. No tengo interés en posar. Lo que quiero es beber. –Tú no bebes. Es una regla que todos conocemos - Hoy puede que sea la excepción de la regla –Normalmente no.Nunca le había visto beber. Aquello no era lo mejor para su ego. Que casarse con ella le indujese a beber hacia años que solo provaba como máximo una copa de champán en los eventos sociales y máximo dos copas de vino en la comida. –¿Y qué hay del banquete? –Estoy demasiado ansioso por llevarte a mi casa y consumar este matrimonio –respondió él con sequedad–. Tendremos que saltárnoslo. –¿Qué? –Que nos vamos. Ahora. Nikos volvió a darle la mano y salió con ella por la puerta principal, donde esperaba una limusina. Abrió la puerta de atrás y ella se montó. Después se subió él y cerró la puerta. Miró por la ventanilla, ella siguió la dirección de su mirada y vio al fotógrafo de pie en las escaleras. –Vamos a darle una foto –murmuró –Las lunas están tintadas. –Ya encontrará la manera de solucionarlo. Al fin y al cabo su trabajo es hacer la foto. La pegó a su cuerpo y, por segunda vez en cinco minutos, la besó. Deslizó la lengua entre sus labios para saborearla y, una vez más, ella
–Yo no celebro fiestas –contestó él con voz cómicamente seria. –Entonces, misterio resuelto. Por eso nunca he estado aquí. El coche se detuvo y ella salió, pues no quería esperar a que Nikos o el conductor le abrieran la puerta. Cuanto más avanzaba el día, más extraña se sentía con aquel vestido. Todo le parecía como un sueño de muy mal gusto, estaba loca por entrara a la casa y ver cual sería la habitación que ocuparia durante si estancia en aquella donde vivirá por los próximos tres años para sacarse el vestido. Cada vez que la había besado, la fantasía les había envuelto y había hecho que todo pareciera una de aquellas fantasías de cuando era adolescente. Pero, ahora, de pie frente a su casa de cristal y acero, con la luz del sol bañándole la piel y la brisa procedente del mar colándose por debajo de la falda, todo parecía demasiado real. –¿Podemos entrar? –preguntó–. Tengo mucho calor. –No me extraña, con ese vestido –la guió hacia la casa, ella le siguió y se sintió aliviada
Nikos se despertó sin resaca de mil demonios, hacia años que no bebia de esta manera siempre se controlaba y la bebida podia hacerle perder el control hasta el hombre mas senato. Nada mas de pensar en la razon por la cual tomo, el mal humor que siente se multiplica por mil, soñar con Leandra. . Como había señalado Leandra, él no bebía alcohol. Valoraba demasiado su autocontrol. El vicio era la perdición de un hombre. La necesidad de alcohol, drogas o sexo era responsable de gran parte de la maldad del mundo. Algo que él había vivido en un momento de su vida. Algo que había presenciado con detalle. Algo que había hecho lo posible por destruir.No permitía que el vicio le dominara. Ya no. Que la mjerque supuestamente seria su compañera en esta vida le hubiera abandonado no era razón para renunciar a eso. Pero sí que le hería el orgullo. No había imaginado que el orgullo pudiera ocupar un lugar tan importante en su vida, pero, al parecer, era así.Bajó las escaleras vestido solo con unos
–¿Por qué tienes que tener el control de esa manera ? –preguntó ella con la mirada llena de compasion, Lea siempre ha sido una chica demasiado gentil si conociera quien fue el en realidad no le miraría de esa forma. Ni su verdadero nombre sabia ella. El dia que su padre lo acogio en su casa el abandono todo lo relacionado con su antiguo yo, para transformarce en el hombre que era actualemente.–No sabes nada–respondió él mientras daba vueltas de un lado a otro, no queria recordar su pasado, no ahora ni mucho menos en el futuro es parte de su vida habia sido sepultada–. Esto sol es un contratiempo he superado cosas peores...Lea se quedó mirándolo y advirtió la tensión en su mandíbula y en el resto de su cuerpo. Veia que su flamante nuevo marido estab incomodo por la situacion, Alexandros era un maestro del control, pos todo lo que habia dicho no estab segura si el amaba a su hermana, podia ver que ella misma habia idialisado a Nikos como un principe azul y en realidad era un hombre
Aquellas palabras no le dolieron tanto como podrían haberlo hecho, porque se daba cuenta de que se debían al dolor que sentía. No a ella. –Tengo veintiseis años. No soy una niña. –No... no he tenido tiempo para acostumbrarme al nuevo plan. –Y el plan lo es todo, ¿verdad? –era algo que había aprendido de él en las últimas veinticuatro horas era que Nikos siempre estaba haciendo planes, era como si su vida girara en torno hacer planes, nunca hacía nada de forma expontanea –Sí, Leahndra Alexandros. El plan lo es todo –admitió él–. ¿Cómo vives tu vida sin un plan? –Sigue a tu corazón. A tus pasiones... –La pasión es el elemento más destructivo de la vida. –¿No sientes pasión? –La niego. –¿Ni siquiera por Reanna? –Por nada ni por nadie. La vida es más simple cuando sabes que esperar en casa situación. –Entonces la vida sería aburrida. Además Nikos pensé que la amabas. –¿Qué tiene eso que ver con la pasión? –preguntó –Todo. –En eso te equivocas, Leandra La pasión es egoísmo.
Nikos se quedó mirándola y vio que ella no le miraba a él, no realmente era como si ya no mostrará el interés solo atendía lo que estaba hablando con cortesía y educación. No como solía hacerlo antes, esto realmente lo confundía. ¿ Cuál era la Leandra real? ¿La fría mujer que tenía enfrente o la chica que le regalaba dulce cuando era una cria?. Normalmente, cuando la miraba, veía a la chica de ojos brillantes; ahora tenía otro aspecto ella era hermosa, no como la belleza clásica de su hermana sino a su manera. Claro que tenía que mirala bien para darte cuenta de esas pequeñas cosas que le hacían resaltar. Ahora mismo parecía algo cansada y hasta derrotada Nunca antes la había visto así, eso lo hacía sentir incómodo y frustrado. Leandra era una mujer con mucha energía, verla así no le gustaba ni un poquito. –Tendrás que estar lista a las seis a más tardar siete. –De acuerdo, no tendrás que esperar a las seis estaré lista–contestó ella sin apartar la mirada del ordenador. –Y tendrá
El día anterior la había abrazado y besado, pero entonces solo quería marcharse de la boda antes de que empezaran las preguntas, y no se había parado a pensar en lo agradables que resultaban esos labios o las curvas de su cuerpo. De pronto, era lo único en lo que podía pensar.Se suponía que el matrimonio debía hacer que todo fuera más fácil, pero, hasta el momento, estaba complicándolo todo más. Le hacía sentir que estaba retrocediendo. Regresando al lugar en el que había empezado. Volviendo a ser el hombre que había sido antes. Volviendo al infierno.Cerró los ojos por un momento y bloqueó los recuerdos. Deslizó los dedos suavemente por su cintura mientras entraban en el hotel. Estaba acostumbrado a ir a sitios así con Reanna, con el brazo alrededor de su cintura. Pero Leandra era diferente, sus caderas eran más anchas que las de su hermana, algo así le resultaba interesante. Bajó la mano ligeramente y acarició la curva de su cadera. Sí, muy interesante.–¿Es necesario que hagas eso
Nikos maldijo a los medios de comunicación a la mañana siguiente. De no haber sido por ellos, podría haber escapado de su esposa durante un tiempo, dado que tenía negocios que requerían su presencia en las oficinas centrales de Nueva York. Pero los medios se lo impidieron. Aunque en realidad no fueron solo los medios. Los empleados de la empresa habrían echado de menos a Leandra si se presentaba allí sin ella, teniendo en cuenta que acababa de casarse con la heredera.Sí, estaba atrapado. Necesitaba distancia para recuperar el control sobre sí mismo. Entró en el estudio y encontró a Leandra sentada en el sofá frente al portátil y un regaliz rojo colgando de sus labios. Aquella combinación de elementos le hizo recordar la noche anterior. Sucelebro solo habia podido procesar parte de la imagen que ella, todo lo que podia pensar era Dulce mas Rojo Labios igual a beso, Dios Bendito que le ocurria hacia años que habia aprendido que debia controlarse y no dejarse llevar por sus deseos. Esa