Lali no podía seguir viéndola de esa manera ¡Testaruda Anna! Sencillamente, era algo que no aceptaba. No le entraba en la cabeza cómo era posible que se hubiera dejado convencer por ese tipo tan inútil. Si Anna era inteligente, tenía buenos promedios en la universidad, siempre estaba para ella; no se merecía lo que estaba viviendo.
—No —la respuesta de Owen fue cortante, como siempre.
—¡Owen, por favor! ¡No seas así!
—Te dije varias veces que la compañía no es un refugio de desamparados, Lali. La última 'amiga' que recomendaste armó un lío enorme en la sección de programación. No quiero más mujeres como ella en el trabajo —el recuerdo de aquel caos todavía lo enfurecía. No solo había sido un problema enorme para la compañía, sino que había puesto en riesgo su reputación.
—No es lo mismo, Anna no es así. De verdad, de verdad, de verdad, necesita trabajar; si no, va a terminar abandonando los estudios. No puedo creer que seas tan frío, primo —lo miró con esos ojitos que siempre lograban ablandarlo, como si fuera una niña pequeña.
Más que primos, eran hermanos. Ambos hijos únicos, Owen y Lali se adoraban a pesar de los años que se llevaban. Él siempre la había visto como una pequeña dulce y revoltosa y ella, como el hombre más bueno del mundo; a pesar de su carácter “especial” y de sus modos todavía “más especiales”.
—Está bien, Lali. Que se presente mañana en la compañía. Hablaré con el jefe de personal para ver si hay algo disponible. Pero te lo advierto: esta es la última vez que hago algo así. —Lali estalló de alegría, abrazándolo con fuerza y dándole un beso en la mejilla.
—¡Gracias, primito! Anna es la mejor, ella no te hará quedar mal, te lo prometo. Es muy trabajadora y cumplidora. ¡No te vas a arrepentir!
A decir verdad, a Walker le daba lo mismo; Lali tenía esos caprichos extraños, y a él nada le costaba complacérselos. Algún día dejaría esa manía de rescatar personas como si fueran mascotas. Pero en realidad sentía una admiración peculiar por ella, no era como las demás muchachas de su generación.
Sí, le encantaba la ropa y el maquillaje y se podía poner insoportable cuando se encaprichaba, pero además de eso era una persona en extremo empática y voluntariosa. No era exactamente brillante, pero lo compensaba con su habilidad para iluminar cualquier lugar cuando entraba. Tenía facilidad para hacer amigos y un corazón enorme.
Se sentía orgulloso de la persona en la que Lali se había convertido, y junto a Eva, era su mayor debilidad. Los Walker eran una familia más del montón, solo se diferenciaban por la jerarquía económica que poseían; pero puertas adentro eran unidos los unos con los otros. Quizá por eso Lali era como era.
También la envidiaba un poco. Él tenía un lado oscuro del que no podía desprenderse, simplemente porque le ayudaba a acallar sus demonios. Pero Lali no había experimentado la decepción y el dolor como él, y deseaba que nunca tuviese que hacerlo. Que siempre permaneciera así: feliz y amorosa. Lo miraba con esos ojos llenos de esperanza y fe en las personas, Owen no podía evitar sentirse conmovido. Quizás, en el fondo, él también quería creer que la gente podía cambiar, que alguien como Anna merecía una segunda oportunidad.
Lali era la única, después de su hija, que rompía su severidad con una sonrisa. Solo tenía esa manía de meterlo en situaciones complicadas, y Owen siempre terminaba involucrado sin dudarlo demasiado. Como cuando le pidió empleo por otra de sus amigas y él la puso a trabajar en la parte programática de Plaza&Milne; solo para que armara un revuelo terrible entre sus empleados.
La muchacha no había sabido aprovechar la oportunidad, un puesto en ese lugar podía darle la posibilidad de conseguir en el futuro una mejor posición. Pero no, ella había ido con la idea de conseguir un esposo que estuviera más que feliz de mantenerla. Pensó que, con los buenos salarios que se pagaban allí, seguramente encontraría lo que buscaba: un hombre bien pagado, con un buen cheque a fin de mes que le ahorrara la molestia de trabajar.
Y como no podía decidir con cuál de todos quedarse, probó un poco de cada uno. Al final de esa primera quincena, Owen enfrentaba una crisis informática en cada rincón de la compañía. Los clientes lo inundaron con quejas y reclamos; muchos se sintieron traicionados y abandonaron sus participaciones.
La discusión con el jefe del sector le reveló el verdadero motivo de la catástrofe. Gritó y ordenó que expulsaran a esa mujer de su puesto. Pero cuando quiso reprocharle a su prima la clase de 'amiga' que tenía, se encontró con una Lali llorando y arrepentida; su padre ya le había contado las consecuencias de su capricho.
¿Qué iba a decirle? Si Lali se deshacía en disculpas, si lloraba con la nariz roja y los ojos enormes. Fingió estar un poco enojado, solo para darle una lección, y luego la abrazó, consolándola y diciéndole que todo había pasado, que él arreglaría la situación y que tuviera más cuidado con las personas con las que se involucraba.
De todas maneras, cuando ella volvió a rogarle y a pedirle por otra de sus amigas, por Anna, Owen no pudo negarse. Con suerte esta vez no se armaría ningún lío. A veces sentía que tenía dos hijas, no una. Ella lo manipulaba igual que lo hacía Eva, y él siempre cedía.
Lali salió corriendo a llamar a su amiga para darle las buenas noticias; estaba segura de que un nuevo comienzo le haría abrir los ojos. No concebía que se dejara manipular de esa manera por ese tipo; lo detestaba, no solo por cómo ignoraba las necesidades de Anna, sino porque en varias ocasiones había intentado insinuársele.
—¡Anna, tengo una gran noticia para darte! —exclamó Lali, su voz llena de emoción. Podía imaginarse la expresión de sorpresa y alivio en el rostro de Anna al escucharla.
—¿Qué pasó, Lali? —preguntó Anna, con la voz aún cargada de tristeza y agotamiento.
—¡Owen accedió a darte un trabajo en su compañía! —anunció Lali, casi sin poder contenerse—. Hablará con el jefe de personal, y es seguro, segurísimo, que va a emplearte.
Hubo un silencio del otro lado de la línea, y por un momento, Lali temió que Anna se enfadara. Pero entonces, escuchó un suave sollozo seguido de un suspiro de alivio.
—¿En serio? —preguntó Anna con la voz temblorosa—. No puedo creerlo, Lali… no sé cómo agradecerte.
—¡No tienes que agradecerme nada! —dijo Lali rápidamente—. Solo quiero que aproveches esta oportunidad, Anna. Mereces que te ocurran cosas lindas…
El corazón cálido de un querido amigo puede ser el combustible que el motor del cambio necesita.
A la mañana siguiente llegó a la empresa como siempre lo hacía: en traje, con lentes oscuros, bajándose de uno de sus tantos coches negros (porque todos los que tenía eran de ese color). Al cruzar la puerta del lobby, todos los empleados se quedaban inmóviles viéndolo pasar; él no saludaba y se dirigía directamente al ascensor.El ritual era siempre el mismo: su secretaria lo esperaba junto a los elevadores, con un anotador en la mano. El hombre intimidaba a todos, pero a ella especialmente. La mujer se apresuró a tocar el botón apenas lo vio cruzar; a Walker no le gustaba esperar. Subían solos, y ella aprovechaba para darle las novedades y recordarle las reuniones del día.El ambiente dentro de esos pocos metros cuadrados era opresivo. Se paraba en la parte de atrás y la miraba de arriba abajo mientras ella hablaba. Le fascinaba ver cómo el cuerpo de ella apenas temblaba por su sola presencia, mientras una media sonrisa perturbadora se dibujaba en su cara. Ese era el poder que tenía
Anna entró nerviosa a la entrevista; tenía que hacerlo bien. Llevaba meses intentando encontrar un trabajo que al menos los sacara de los apuros más necesarios. Se había echado sobre los hombros el peso y la responsabilidad de su hogar; si no hubiera sido por Alex, habría regresado con sus padres a trabajar en los campos cuando las cosas se pusieron difíciles. No quiso dejarlo solo, a su suerte; no tenía nada ni a nadie.—¿Anna? —preguntó un hombre asomándose por la puerta.—Sí.—Pase, por favor… Bien, siéntese... No haremos esto muy largo. Sé que viene recomendada por el señor Walker. Sin embargo, como entenderá, debo hacerle algunas preguntas de rigor —. y entrelazó los dedos sobre la mesa.La muchacha se veía común, bonita, pero insulsa, y se le notaba que necesitaba un ingreso. Estaba en extremo nerviosa, jugando con las manos para calmarse. ¿Cómo era que alguien así era amiga de Lali Walker?—Dígame, cuénteme sobre sus experiencias laborales.—Sí… Actualmente, tengo un trabajo de
Eva era una niña vivaz e inquieta, llena de preguntas y con una sonrisa enorme que terminaba en dos pequeños hoyuelos sobre las mejillas. Cada día se parecía más a Elena: con su cabello negro y lacio, sus ojos grandes, la nariz pequeña y un diminuto lunar sobre la ceja izquierda.A veces, Owen veía a Elena reflejada en su hija. Sin embargo, la revoltosa le daba pequeños besos en la mejilla, lo abrazaba con fuerza, lo llamaba 'papá', y ahí terminaban las similitudes con su madre. La niña era tan cariñosa y dulce y él era todo su mundo. Eran inseparables, excepto cuando Owen tenía una cita a las 9.Cuando eso ocurría, Eva se quedaba a dormir con sus abuelos, lo que siempre era una aventura para ella. Cargaba su bolso lleno de juguetes y esperaba a sus abuelos en la puerta del jardín de infantes.Él no tenía muchos amigos, de hecho, solo Bob parecía soportarlo; pero tenía a su mejor amiga siempre. Había visto sus primeros pasos, oído sus primeras palabras, y criado solo a esa princesa de
Lamentablemente, algo así no pasaría desapercibido por todos a su alrededor. Y la noticia también le llegó a Owen. Bob lo supo por los gritos que daba, su actitud quisquillosa y el modo en que trataba a los empleados ese día.En vez de enfrentarlo para obligarlo a calmarse, como era su costumbre, Bob sintió una angustia terrible. Sentado detrás de su escritorio, Bob solo podía pensar en una cosa: Elena volvería por él. Y si Owen quería descargar su ira, estaba en su derecho ¿Qué podría decirle? Nada.Así que cuando todos se fueron del edificio él se detuvo y miró la puerta de la Dirección General, agachó la cabeza, suspiró hondo y presiono el botón del elevador.Ya sabía que esa noche ese lugar sería su refugio de la tormenta; dejarlo solo, lejos de ser desconsiderado, era lo que su amigo necesitaba: enfrentar los monstruos del pasado.Con los años, las emociones oscuras que guardaba en el alma se fueron cimentando. Solo se movían en esas citas con su secretaria de turno, pero era ape
Owen entró al estacionamiento y se dirigió a su coche, Eva pasaría la noche con sus abuelos. Pero al subirse y ponerlo en marcha, tuvo una sensación extraña: ¿No era muy tarde para que una jovencita anduviera sola por la calle? ¿En bus? ¿Esperando en una esquina? Sintió algo de culpa por haberla retrasado. Owen Walker quería creer que nada en la vida con color le importaba, pero eso era una mentira. Anna se cambió de ropa y salió por la puerta lateral del edificio, la del personal. Se despedía del guardia de seguridad cuando un auto negro se detuvo justo frente a ella.Owen bajó y solo con la mirada hizo que el guardia se volviese a meter a toda velocidad.—Por mi culpa te vas más tarde, al menos permíteme acercarte a tu casa —. le dijo mientras abría la puerta del coche. ¿Eh?—No es necesario…—Sube —ordenó.Ahí parado con la mano sobre la puerta, el rostro rígido y la postura dura; era chistoso. En vez de asustarse, solo sonrió. Qué diferente era de su prima. Lali siempre estaba c
Elena llegó al aeropuerto con la seguridad de alguien que había conquistado un imperio. Y, en realidad, lo había logrado: había tomado las riendas del imperio que Thomas había levantado. Se detuvo un instante frente a una puerta de vidrio, observando su reflejo con una sonrisa maliciosa. Había regresado y sabía que tenía que ponerse al día con todo lo que había pasado en su ausencia. Para ella, la vida realmente había comenzado con Thomas; antes de él, nada había importado.Mientras caminaba hacia la salida, su atención se desvió hacia un puesto de revistas, donde vio a Owen. Su rostro no había cambiado mucho, pero la información que lo acompañaba sí que lo había hecho. Su exesposo, que alguna vez fue un romántico empedernido, había avanzado considerablemente desde la última vez que lo vio. Ahora era el director de la compañía y tenía un prestigio notable. Eso sí era interesante.Owen tenía un porte diferente, una nueva aura de autoridad que ella no recordaba en él. En ese instante,
El Sr. Petersson no demoró en redactar la demanda de Elena ni en hacerla llegar a Walker. Cinco abogados entraron a su oficina y se alinearon. El del medio dio un paso al frente, extendiendo el papel en su mano.—Es una demanda de la Sra. Elena Olivier que reclama sus derechos como madre de la niña Eva Walker.Owen los miró extrañado. ¿Qué? ¿Qué madre? No reaccionó. Los cinco abogados, parados frente a él, comenzaron a ponerse nerviosos; él no se movía, no pronunciaba palabra, solo los observaba. Su fama era conocida, sobre todo por aquellos que buscaban una confrontación directa con él. Owen nunca perdía.—La Sra. está dispuesta a solucionar esta situación antes de llegar a la corte —continuó diciendo el abogado, ante su silencio—. Creemos que es la mejor vía para evitar mayores conflictos.De pronto Owen se paró e hizo un gesto con la mano para que apoyara el papel sobre su escritorio. El abogado vaciló un instante, pero finalmente, bajo la intensa mirada de Owen, dejó el papel sobr
Cuando la demanda se conoció entre la familia de Owen, la primera en estallar fue Lali. Ella la detestaba, la odiaba con todo su corazón; por su culpa su primo había sufrido tanto, por su culpa se había quedado solo con Eva. Estaba lívida, furiosa, con la cara roja y los ojos llenos de lágrimas. Le dolía profundamente ver la expresión distante y sufrida de Owen.—¡Dime dónde está, que le enseñaré modales! ¡Víbora! —escupió con veneno en la voz.— No te preocupes, Lali. Lo manejaré, no sucederá nada. No podrá ver a Eva —trató de calmarla Owen.—¡No es por eso! ¡Por supuesto que no verá a Eva! ¡Le romperé la cara antes!—¡Lali, ya cálmate! —la regañó su madre.Lali era una jovencita alegre, risueña, simpática y muy dulce; pero cuando el carácter Walker emergía en ella, la rabia la dominaba.—¡Pero mamá, esa mujer no tiene vergüenza, ni dignidad, ni corazón, no tiene nada!"—Eso ya lo sabemos, hija, pero rompiéndole la cara no lograrás nada.—Es lo que está buscando, para eso regresó… —l