Andrés al ver lo que pretendía hacer su esposa, giró la cara visiblemente enojado, tirando de Viviana por su cintura ante la mirada de todos que no entendían qué era lo que estaba sucediendo. Sabían que era la mejor amiga de su hija, como también que él le había pagado todos sus estudios y la trataba como a Trinidad. ¿Entonces qué significaba esto ahora? Porque todos podían ver como la sostenía posesivamente, no como un padre, sino, como un hombre a una mujer, y qué mujer. ¡Viviana estaba deslumbrante y bella! Ante ella Leviña, que a pesar que se había esmerado para estar muy bella ese día, Viviana era una hermosa y deslumbrante flor en la cúspide de su juventud, lo cual hacía lucir a Leviña vieja y arrugada. Ésta aunque rabiosa ante el rechazo de su esposo, terminó por darle un beso en la mejilla, al Andrés girar su cabeza, y se colocó a su lado sonriente.—Al fin llegaron —dijo con una sonrisa fingida, bien alto para que todos los escucharan y a continuación preguntó de igual m
miedo a que Leviña le fuera a hacer algo, dejó entrar a un cerrajero y mandó a cambiar todas las cerraduras de la casa. Trinidad y Hugo habían salido del cuartico de vigilancia y acostado en la cama, ya que ella estaba convaleciente y se quedaron profundamente dormidos. Afuera Viviana dormitaba en el sofá escuchando como los herreros le decían al señor Muñóz que habían terminado. Él les pagó y cerró con cuidado la puerta sintiendo por primera vez en muchos años, que la casa volvía a ser suya y que se quitaba un gran peso de encima. Miró hacia la joven y se sentó a su lado con cuidado, acomodando su cabello detrás de la oreja. —Viví, gracias por hoy linda. Me hiciste sentir como hacía mucho tiempo no me sentía —hablaba sin entender que ella en realidad lo escuchaba y no se atrevía a abrir los ojos— hoy fui el hombre que solía ser con mi Isabel. No tenía en mis planes besarte, ¡lo juro! Pero al ver cómo era la envidia de todos mis compañeros quise demostrar que todavía lo tenía en mí
Hugo alejó lo más que pudo a Trinidad de su padre para que no escuchara ese momento de debilidad y desesperación. Mientras la abrazaba muy fuerte y le tomaba las manos que le temblaban de una manera descontrolada. Sabía lo que estaba pasando con su falsa esposa. Se había dado cuenta en verdad de la realidad abrumadora. ¡Era ciega! Hasta ese día ella había actuado segura de sí misma como desde que la conoció. Pero hoy por algún motivo, todo eso había huido de ella.—Y este que tenemos aquí debe medir por lo menos un metro cuadrado, si no me equivoco eres tú con tu mamá —seguía describiendo los increíbles y hermosos cuadros que se encontraban en aquella galería subterránea muy bien preservados. —Tienes el cabello largo hasta la cintura y vistes un juego de sayas amarillito. ¡Eras muy linda de niña, Trini!—Mamá, descríbeme a mamá —le pidió ella alargando la mano y tocando el lienzo que solo le devolvía la frialdad, y alguna que otra textura de la pintura, pero nada más.—¡Oh, tu madre e
Leviña al levantarse al otro día, está rodeada de cajas con sus cosas de la mudanza. Mira con desdén alrededor, el apartamento es lujoso, nada que ver con la casa de Andrés, pero es muy bueno. Va directo al bar y se sirve una copa, se la toma de un golpe, volviendo a llenarla, cuando ve aparecer a su hija. Sigue bebiendo sin dejar de ver cómo se mueve por la casa.—Es lindo mamá, no será como la casa de papá, pero es muy moderna y muy bien equipada, ni en sueños podríamos hacernos de una casa como esta. Al menos no nos dejó en la calle como mi verdadero padre.—No te ilusiones Valeria, en cuanto los deudores de tu padre se enteren que esto es mío, vendrán a quitármelo.—No podrán porque está a nombre de papá.—¡Deja de decirle así! ¡No es tu padre, nunca lo quiso ser! —Grita molesta tomando otro trago—, siempre te regañó porque lo llamaras así con la excusa de que tienes tu padre vivo, ¡así que deja de hacerlo!—No, le seguiré diciendo así el resto de mi vida. Es verdad que nunca me ac
Hugo se había quedado en silencio sin saber si era el momento de confesarle sus verdaderos sentimientos a Trinidad. Podía notar de que ella estaba en verdad decidida a decirle toda la verdad a su papá y divorciarse, por lo que pensó rápidamente, en lo que la soltó y la ayudó a sentar en la cama en lo que él también lo hacía, cuando un recuerdo le vino rápido a su memoria.—Trini, ¿recuerdas los motivos por los que me casé contigo que no era solo por el dinero? Está mi familia también. ¿Es que acaso me vas a dejar en manos de ese infernal hermano que tengo y su mujer?—Pero Hugo…—Espera Trini. La interrumpió decidido a contarle todo con tal de que ella no lo abandonara. No solo por lo que le iba a decir, sino, porque en verdad estaba enamorado de ella y tenía la esperanza de que con el tiempo, ella también se enamorara de él.—No sé cuánto escuchaste de mi conversación con Federico el día de la boda. Por eso quiero contarte mi situación y el principal motivo por el que acepté casar
Ante la violencia con que lo destapara Valeria, abrió los ojos listo para acabar con el atrevido que había hecho tal cosa, para encontrarse con una tonta niña rica. Le arrebató la sábana que le había quitado ella, al ver como la secretaria asomaba la cabeza para cubrir su desnudes, al tiempo que la escuchaba decirle.—Lo siento señor Landon, no pude detenerla. Ya avisaron que traen su ropa. Al llegar en la noche después de una fuerte pelea que había tenido en su lucha por adueñarse de un gran territorio del bajo mundo, y de no dejar que le destruyeran la obra que estaba realizando Hugo. No había tenido tiempo de hacerse de un lugar dónde vivir. Se estaba quedando temporalmente en casa de Federico, pero éste al llegar estaba enfrascado en una conversación con Viviana y no quiso interrumpir. Al tener las llaves de la empresa y la oficina de Hugo, que éste le había dado, decidió ir a quedarse allá. Tomó la precaución de dejarle una nota a la vieja secretaria, que sabía llegaba muy tem
Trinidad se quedó en silencio sintiendo como la ansiedad de Hugo crecía por momentos. Todavía tenía su mano sujetando la suya y el sudor que emanaba de las mismas, le daba una exacta medida de lo ansioso que se encontraba. ¿Podría quedarse casado con él la vida entera? Hasta ahora había demostrado que era un hombre de palabra y de buen corazón. ¿Por qué no? Soltó todo su aire y se puso de pie alejándose de Hugo que la dejaba hacer sabiendo que de su respuesta dependían muchas cosas.—Con una condición —dijo Trinidad girando— rompamos el otro contrato y hagamos uno nuevo con dos condiciones.—Te escucho.—Primero, no me esconderás nunca si encuentras una mujer que te haga feliz. Te dejaré libre.—De acuerdo, lo mismo va para ti.—Segundo y es lo más importante Hugo. ¡No puedes enamorarte
Ante la pregunta de Trinidad, Hugo guardó silencio. Era algo que muy pocas personas conocían, no sabia como Viviana había hecho para enterarse, y quería ser sincero con su esposa. La tomó de la mano y le dirigió hasta el sofá haciendo que se sentara a su lado sin dejar de acariciarle con cariño las manos que ella no alejaba.—Sabes Trini, eso es algo que no sé si yo mismo puedo responder. Quiero ser completamente honesto contigo, no te oculto nada —dijo y suspiró tratando de encontrar las palabras correctas para explicarle su situación. —Hay cosas en la vida de uno que a veces nos es muy difícil de compartir y creo que tú mejor que nadie sabes a qué me refiero. No te exigiré que lo hagas, cuando estés lista y creas que eres capaz de confiar en mí, lo harás. Tampoco te estoy chantajeando con eso para no decirte la verdad, no lo vayas a malinterpretar Trini, no es eso. Guardó de nuevo silencio, en lo que Trinidad estaba ahora arrepentida de preguntar aquello. Ella tenía muchos secretos