Hugo se había quedado en silencio sin saber si era el momento de confesarle sus verdaderos sentimientos a Trinidad. Podía notar de que ella estaba en verdad decidida a decirle toda la verdad a su papá y divorciarse, por lo que pensó rápidamente, en lo que la soltó y la ayudó a sentar en la cama en lo que él también lo hacía, cuando un recuerdo le vino rápido a su memoria.—Trini, ¿recuerdas los motivos por los que me casé contigo que no era solo por el dinero? Está mi familia también. ¿Es que acaso me vas a dejar en manos de ese infernal hermano que tengo y su mujer?—Pero Hugo…—Espera Trini. La interrumpió decidido a contarle todo con tal de que ella no lo abandonara. No solo por lo que le iba a decir, sino, porque en verdad estaba enamorado de ella y tenía la esperanza de que con el tiempo, ella también se enamorara de él.—No sé cuánto escuchaste de mi conversación con Federico el día de la boda. Por eso quiero contarte mi situación y el principal motivo por el que acepté casar
Ante la violencia con que lo destapara Valeria, abrió los ojos listo para acabar con el atrevido que había hecho tal cosa, para encontrarse con una tonta niña rica. Le arrebató la sábana que le había quitado ella, al ver como la secretaria asomaba la cabeza para cubrir su desnudes, al tiempo que la escuchaba decirle.—Lo siento señor Landon, no pude detenerla. Ya avisaron que traen su ropa. Al llegar en la noche después de una fuerte pelea que había tenido en su lucha por adueñarse de un gran territorio del bajo mundo, y de no dejar que le destruyeran la obra que estaba realizando Hugo. No había tenido tiempo de hacerse de un lugar dónde vivir. Se estaba quedando temporalmente en casa de Federico, pero éste al llegar estaba enfrascado en una conversación con Viviana y no quiso interrumpir. Al tener las llaves de la empresa y la oficina de Hugo, que éste le había dado, decidió ir a quedarse allá. Tomó la precaución de dejarle una nota a la vieja secretaria, que sabía llegaba muy tem
Trinidad se quedó en silencio sintiendo como la ansiedad de Hugo crecía por momentos. Todavía tenía su mano sujetando la suya y el sudor que emanaba de las mismas, le daba una exacta medida de lo ansioso que se encontraba. ¿Podría quedarse casado con él la vida entera? Hasta ahora había demostrado que era un hombre de palabra y de buen corazón. ¿Por qué no? Soltó todo su aire y se puso de pie alejándose de Hugo que la dejaba hacer sabiendo que de su respuesta dependían muchas cosas.—Con una condición —dijo Trinidad girando— rompamos el otro contrato y hagamos uno nuevo con dos condiciones.—Te escucho.—Primero, no me esconderás nunca si encuentras una mujer que te haga feliz. Te dejaré libre.—De acuerdo, lo mismo va para ti.—Segundo y es lo más importante Hugo. ¡No puedes enamorarte
Ante la pregunta de Trinidad, Hugo guardó silencio. Era algo que muy pocas personas conocían, no sabia como Viviana había hecho para enterarse, y quería ser sincero con su esposa. La tomó de la mano y le dirigió hasta el sofá haciendo que se sentara a su lado sin dejar de acariciarle con cariño las manos que ella no alejaba.—Sabes Trini, eso es algo que no sé si yo mismo puedo responder. Quiero ser completamente honesto contigo, no te oculto nada —dijo y suspiró tratando de encontrar las palabras correctas para explicarle su situación. —Hay cosas en la vida de uno que a veces nos es muy difícil de compartir y creo que tú mejor que nadie sabes a qué me refiero. No te exigiré que lo hagas, cuando estés lista y creas que eres capaz de confiar en mí, lo harás. Tampoco te estoy chantajeando con eso para no decirte la verdad, no lo vayas a malinterpretar Trini, no es eso. Guardó de nuevo silencio, en lo que Trinidad estaba ahora arrepentida de preguntar aquello. Ella tenía muchos secretos
Ahora mismo Valeria no sabe qué hacer, detenida por el corpulento y apuesto Landon que estaba muy claro que no la iba a dejar escapar. No solo eso, le parecía que ahora la miraba con una sonrisa de complacencia, por lo que tomó aire, se llenó de valor y le dijo.—No puedo creer lo descortés que está siendo conmigo. Soy una señorita, está bien, he cometido contra usted dos hechos que no debí hacerlo, lo reconozco y me disculpo por ello. Vamos a comprarle un traje, si con eso me promete que estaremos en paz y que me perdonará lo maleducada que he sido con usted, voy. Landon ahora sonrió abiertamente y Valeria lo miró incrédula, pero bajó la vista para escucharlo decir.—Así me gusta. Eres hermosa cuando sabes comportarte. Ven, colócate aquí frente a mí, no te asustes, solo te tomaré del brazo, como puedes ver parece otra cosa eso en mi pantalón.—De acuerdo —aceptó Valeria resignada. Avanzaron atravesando todo el parque mientras ella rezaba porque ningún conocido la viera. Sobre todo
El señor Andrés se encontraba en la habitación del hospital donde Viviana estaba siendo atendida después de haber sido envenenada por su ex esposa Leviña. Su rostro estaba lleno de angustia y culpa mientras observaba a Viviana, quien yacía pálida y débil en la cama. Acababa de hablar con el doctor que le había explicado todas las cosas que le pasan a las personas que son envenenadas. — Andrés, la ingestión de etilenglicol puede tener efectos secundarios graves en el cuerpo humano, sobre todo en ella que está muy delgada y al parecer se lo tomó con el estómago vacío, de ahí que le provocara todos los síntomas que la aquejaron.—Entiendo doctor, todo es mi culpa.—No debes sentirte así, y creo que debes decirle toda la verdad. Ella tiene que cuidarse mucho y estar atenta a cualquier nuevo síntoma que le aqueje.—¿Es necesario? Puedo cuidarla yo.—No es suficiente, es su cuerpo, es ella la que no puede dejar por alto nada. De eso depende que se cure.—De acuerdo, se lo diré, me odiará
Al fin después de un extenuante viaje, y de una demora para poder aterrizar el avión privado de la empresa de Trinidad, aterriza con éxito. Los autos que habían alquilado de antemano, están listos cuando salen por las puertas del aeropuerto. Viviana sigue dormida y el doctor ha pedido una ambulancia que los llevará directo al hospital, siendo acompañada esta vez por su madre la señora Andina, y el señor Muñóz. Trinidad y Hugo van hasta el hotel donde ya tenían reservadas unas habitaciones. Descienden del auto en que Hugo todo el tiempo se ha comportado muy atento con su esposa y la lleva abrazada de su cintura, susurrando todo los posibles obstáculos que puede ella encontrar, lo cual agradece. Hasta que al fin llegan sin ningún contratiempo a su habitación.—Gracias Hugo, me hiciste sentir muy segura.—Hago mi mayor esfuerzo amor, confía en mí.—Hugo, ¿vas a seguir diciéndome amor? Pregunta casi en un susurro Trinidad, siente un poco de pena que le diga todo el tiempo así y ella
Se hace un silencio en que todos están a la espera de lo que pueda responder el doctor a la pregunta que acaba de formular el señor Andrés.—Si no se opera sí, no volverá a ver nunca más. Sin embargo, hay opciones que podrían considerarse: por ejemplo la realización de una queratoprótesis.—¿Qué es eso, doctor? —pregunta intrigada Trinidad.—La queratoprótesis es un procedimiento quirúrgico en el que se reemplaza una córnea enferma o dañada por una córnea artificial. En su caso, la es una posible solución para restaurar parcialmente su visión y aliviar los síntomas que está experimentando sería esta intervención.—¿Cómo funciona exactamente, doctor? —interviene Hugo.—Durante la cirugía, se implantaría una córnea artificial diseñada específicamente para adaptarse a su ojo. Esta prótesis es elaborada con materiales biocompatibles que permitirán mejorar su visión en cierta medida.—Pero, ¿qué tan efectiva sería? ¿Podría recuperar completamente mi visión? —pregunta Trinidad con lágrimas