Al regresar, la casa del señor Muñóz estaba envuelta en un silencio sepulcral. El único sonido que se escuchaba era el tintineo de los cubiertos en la cocina, indicando que Viviana y la señora Asunción estaban allí. El resto de la casa estaba sumido en la oscuridad y un silencio lúgubre. Hugo avanzó cautelosamente hacia la habitación matrimonial que compartía con su amada esposa Trinidad. Al entrar, la encontró acurrucada en la cama, abrazada a su almohada, durmiendo profundamente. Sin querer molestarla, se dirigió al baño para darse una ducha. Había estado en el hospital y no quería correr el riesgo de transmitirle cualquier posible enfermedad.Con delicadeza, se deslizó en la cama, reemplazando la almohada en los brazos de su esposa por su cuerpo. Fue entonces cuando notó una lágrima que aún permanecía en el rabillo del ojo de Trinidad. ¿Por qué había llorado? Se preguntó, mientras la estrechaba suavemente contra su pecho, tratando de no despertarla. Con un tierno beso, secó esa l
Los ojos de los tres hombres se volvieron con incredulidad y esperanza hacia el señor Muñóz, quien avanzó y estrechó la mano de cada uno antes de sentarse frente a ellos. —Ayer, Esteban Duarte nos reveló toda la verdad.La sorpresa se apoderó del ambiente con esta noticia. No podían creer que Esteban fuera capaz de hacer algo así. Era el presunto cerebro detrás de todo lo ocurrido, o eso era lo que ellos pensaban. Aunque habían logrado arrestarlo y permanecía en prisión, a diferencia de Leviña, Rigoberto y Smith, se había negado a colaborar con las autoridades para resolver los problemas. Viendo las caras llenas de dudas e incredulidad, el señor Muñóz continuó:—Esteban siempre ha estado enamorado de Trinidad y decidió confesarnos todo a ella y a mí ayer cuando fuimos a visitarlo a su celda después de la interrogación a Leviña y Rigoberto. No solo nos reveló todo, sino que también está dispuesto a testificar contra el verdadero cabecilla.—¿Trini fue a ver a Esteban a la prisión? —pr
Viviana pasaba la mayor parte del tiempo acostada en su cama, preocupada por el bienestar de su embarazo. No se sentía bien en absoluto, estaba extremadamente débil. A pesar de ello, se esforzaba por comer la comida que su madre le preparaba todos los días, aunque gran parte de ella terminaba vomitada. Trinidad, como siempre, no dejaba de visitarla cada día y le contaba todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. A Viviana le preocupaba que Trinidad no pudiera contar con su apoyo y no poder estar a su lado en estos momentos difíciles. Por otro lado, su prometido, el señor Muñoz, se había vuelto muy callado. Desde que descubrió todas las adversidades que habían hecho sufrir a su única hija, un gran temor se había apoderado de él. Le preocupaba no poder cuidar adecuadamente a su próximo hijo, especialmente ahora que estaba envejeciendo. El señor Muñoz, con sus cuarenta y cinco años, se encontraba en una etapa de su vida en la que el temor a no poder cuidar adecuadamente a su próx
Hugo miraba a su linda esposa embarazada de gemelos, Trinidad, dormida apaciblemente en su lecho matrimonial. Había acabado de regresar y eran pasadas las doce de la noche. La tenue luz de la luna entraba por la ventana, iluminando a su esposa que le parecía más hermosa que nunca. Debía explicarle tantas cosas, pero esperaría a que amaneciera y ella descansara completamente.Se introdujo en el baño y tomó una larga ducha. Estaba realmente cansado de todo lo que le había sucedido durante toda su vida. Afortunadamente, había recuperado a sus padres y logrado salvar a su adorada esposa de aquel incendio infernal. A pesar de que Esteban Duarte había confesado todo, diciendo que todo era obra de su padre de crianza, Orlando Duarte, Hugo tenía la sospecha de que era obra de alguien más. Además, no podía olvidar a Regina, quien había estado moviendo sus hilos para su propio interés y el de su hijo Marcus, a quien aún no habían logrado atrapar. Hugo salió del baño y se acercó a la cama, obs
Hugo se quedó atónito ante la revelación de Trinidad. La idea de que su propio profesor los hubiera involucrado en algo así desde esa época de estudiantes era impactante.—No puedo creerlo. ¿Estás diciendo que ellos estaban involucrados en algo así desde ese tiempo Trini? ¿Y nosotros también podríamos estar implicados? No recuerdo haber aceptado ni participar en nada de eso —dijo Hugo tratando de recordar si lo había olvidado.Trinidad al verlo frunció el ceño y negó con la cabeza. Estaba claro para ella que su esposo no recordaba bien ese tiempo.—¡No, Hugo! Nosotros rechazamos su oferta y se ofendió. ¿Cómo no te acuerdas? Dijo que nos íbamos a arrepentir por no ver el bien superior sobre las codicias de la gente común. Nos reímos mucho en lo que se alejaba. A lo mejor eso lo ofendió y decidió vengarse de nosotros.Hugo quedó pensativo por un momento, y de repente recordó algo que alguien le había mencionado hacía mucho tiempo en su grupo de compañeros del aula. Se volvió hacia Trini
Landon se sintió abrumado por la magnitud de la conspiración en su contra, pero también se llenó de determinación. Esta vez no permitiría que lo atraparan. Estaba decidido a descubrir quién estaba detrás de todo esto y llevar a los verdaderos culpables ante la justicia. Con Federico a su lado, Landon sabía que no estaba solo en esta lucha. Contaba con un amigo leal y dispuesto a ayudarlo en su búsqueda de la verdad. Juntos, enfrentarían cualquier obstáculo y desenmascararían a quienes habían intentado arruinar su vida.Mientras el auto avanzaba por las calles, Landon se preparó mentalmente para lo que vendría. No importaba cuán oscuro fuera el camino que tenía por delante, estaba decidido a seguir adelante y encontrar la justicia que tanto anhelaba. Su teléfono sonó en ese momento y una voz asustada preguntó.—¿Estás bien Landon?—Estoy bien —respondió Landon con voz firme—. No te preocupes por mí. Estoy en camino de descubrir quién está detrás de todo esto.La voz al otro lado del te
Regina caminaba por las concurridas calles de la ciudad, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo. Había decidido seguir adelante con su plan de contratar a un asesino a sueldo para deshacerse de su suegro, pero aún no estaba segura si era la decisión correcta. Mientras continuaba su camino, Regina notó a un hombre alto y misterioso parado en una esquina. Vestía un traje oscuro y llevaba un sombrero que ocultaba gran parte de su rostro. Su presencia era intrigante y Regina sintió una extraña conexión con él. El hombre, que se hacía llamar Alejandro, había estado observando a Regina desde hacía un tiempo. Había notado su desesperación y la angustia en sus ojos. Aunque era un asesino a sueldo, Alejandro tenía un código moral y solo aceptaba trabajos que consideraba justificados. Algo en Regina le decía que ella podía hacerlo ganar mucho dinero. Decidido a intervenir, Alejandro se acercó lentamente a Regina. Ella lo miró con curiosidad, sin saber qué esperar de aquel extraño hom
Hugo y Trinidad salieron radiantes del ultrasonido que acababan de realizar, donde vieron que sus dos bebés estaban saludables y que eran una niña y un niño. Su felicidad era tan grande que no podían dejar de sonreír mientras veían la foto que les había entregado la doctora, asegurándoles que todo iba bien.Cuando entraron a la habitación de Viviana, ella estaba leyendo un libro mientras el señor Muñoz, su prometido y padre de Trinidad, trabajaba en la computadora en un rincón.—¡Trini! —exclamó Viviana sonriente al verla entrar— Estás preciosa.—Hola Viví, ¿cómo te sientes?—Desde que vine y me pusieron los sueros de alimentación, me siento mejor. Ya no vomito y como todo lo que me dan. Mírame, he aumentado de peso. Por este camino, me volveré una gorda, ja, ja, ja.—Estás linda así —dijo el señor Muñoz mientras abrazaba y besaba a su hija y estrechaba la mano de Hugo— ¿Cómo están mis nietos?—Pues muy bien, papá. Por fin pudimos saber que son un niño y una niña. ¿No son adorables? Mi