117. VERDAD.

Esteban bajó la mirada, avergonzado. En verdad él había corrido como un loco adentrándose en aquella iglesia en llamas llamándola desesperado, hasta caer inconsciente por el humo y un bombero lo había rescatado. Cuando recobró la conciencia la vio junto a Viviana buscando a Hugo entre los escombros de la iglesia y se sintió muy culpable y corrió lejos de ella. Pero no le dijo nada.

—Lo sé, Trinidad. Fue horrible, y lamento profundamente lo que hice. Pero te prometo que no tuve nada que ver con el intento de asesinato en la iglesia. Eso fue obra de mi padre, estoy seguro. Aunque no tengo pruebas para asegurarlo.

El señor Muñoz se cruzó de brazos, frunciendo el ceño. Algo no estaba bien en esa historia, lo sabía por el modo en que Esteban esquivaba la mirada de su hija.

—Esteban, si lo que dices es verdad, entonces tu padre es un hombre muy peligroso. Y si él está detrás de todo esto, tenemos que proteger a Trinidad y a sus bebés.

Esteban miró el vientre abultado de Trinidad que
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