104. TRINIDAD

Trinidad se encontraba en su habitación, abrazada a Hugo, sintiéndose feliz de que su embarazo estuviera progresando bien. Cada día notaba una mejora en su visión, lo cual llenaba de alegría a ambos. El especialista en Nueva York que la estaba tratando estaba igualmente contento con los avances que estaba experimentando.

—Es asombroso, señora Trinidad —le había comentado— su retina se está recuperando de manera notable. Si continúa así, es muy probable que recupere por completo su visión.

—¿En serio, doctor? —preguntó emocionada Trinidad.

—No puedo garantizarlo al cien por ciento, pero si no hay complicaciones, es muy probable que así sea. ¿Ya le ha comentado al ginecólogo que los niños deben nacer mediante cesárea?

—¿Por cesárea? —respondió Trinidad sorprendida.

—Sí, no puedes hacer fuerza durante el parto, ya que podría ser peligroso si aumenta la presión en tus ojos.

—Oh, no tenía idea. Lo discutiremos en nuestra próxima cita con el ginecólogo. Gracias por informarme, doctor.

Trini
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