New- York- Usa.
La señora María Teresa había reposado con tranquilidad luego de su viaje, como era su costumbre se levantó temprano y empezó a preparar el desayuno: arepas, con chocolate caliente.
Entre tanto en la habitación de Alba, Santiago llevó sus manos a su cuello, lo inclinó de un lado a otro, casi no había podido dormir, el sillón era muy incómodo para él, eso sumado al insomnio que le generó lo sucedido con antelación. Se puso de pie, la espalda le dolía, el cuello lo tenía tenso, ladeaba su casa.
Alba advirtió eso.
—Eso te pasa por necio —reprochó viéndolo a los ojos—; yo no tengo problema de dormir en el sillón.
Él dirigió su enrojecida y triste mirada a ella, no dijo nada al respecto.
Manizales-Colombia. María Paz realizaba un recorrido con las recolectoras de más experiencia en la hacienda, ellas le iban explicando las fechas de cosecha y el proceso de recolección del grano, luego de una larga caminata, se sentaron a descansar en las terrazas del cuartel de trabajadores. —Ya son las doce Eulalia, por favor que les lleven el almuerzo a todos los recolectores —ordenó la señora. Y se dirigió de regreso a su casa, mientras caminaba por los senderos varios niños salieron corriendo de en medio de las plantaciones, se pararon de golpe y a coro la saludaron. —Buenas tardes, patrona. María Paz los miró pensativa. —¿Y ustedes jovencitos por qué están por aquí? — cuestionó observando a cada uno—. Deberían estar estudiando —los regañó. —Doñita no se enoje, pues, vea lo que acontece es que nuestros papás van de finca en finca y
Horas más tarde. Alba arribó al banco donde Santiago, laboraba, por pedido de Isabela, fue a dejar unos documentos, cuando tomó el ascensor junto a ella subió una mujer que le llamó la atención por su elegancia y belleza. Al llegar al piso cuarenta la distinguida dama salió del ascensor al igual que Alba, caminando a pasos firmes se dirigió hacia la secretaria de Santy. —Buenos días, tengo una cita con el economista Vidal —informó la mujer que llevaba un vestido azul marino entallado a su espectacular figura, la chica era alta, pero con esos zapatos de tacón de aguja se veía más estilizada. —¿Quién lo busca? —averiguó la asistente. —Fabiola Robinson —habló la mujer, en ese momento Santiago, salió de su oficina. —Economista, la señorita lo solicita —indicó la secretaria. —Fabiola, que gusto volver a
Caminaron con Alex en el medio de ellos, ambos tomados de la mano de su hijo. Graciela y Teresa junto con Mónica iban tras de la pareja Santiago, subió a la embarcación para ayudar a las damas a seguir.Las señoras abrieron sus ojos con sorpresa al ver la hermosa mesa vestida con un mantel blanco y servilletas en tono turquesa, acomodada para ellas.Santiago abrió las sillas para que cada una de las mujeres tomara asiento, entonces la embarcación empezó el recorrido a lo largo de la bahía.Las señoras se fotografiaron cuando el yate pasó alrededor de la Estatua de la Libertad, entonces la música empezó a sonar, para Alba, todo eso era como revivir la noche que se entregó a Santiago, por primera vez.«Porque aún te amo by Luciano Pereyra» se escuchó, el resto de mujeres no le dieron imp
Los primeros rayos del sol alumbraban la habitación de Alba. Ella aún seguía dormida en los brazos de Santiago, entreabrió sus ojos, su cabeza le daba vueltas aún, sin embargo, el olor del perfume de la piel de él y su calor, la obligó a volverse a acomodar en su pecho, y aunque no estaba dormida, cerró los ojos para no desprenderse de su lado ni un segundo. Minutos más tarde el celular de Santiago empezó a vibrar sobre la mesa de noche, él quería seguir durmiendo, abrazó a Alba, con más fuerza, pero el teléfono no paraba de sonar. —¡Santiago tu celular! —exclamó ella. —Deja que suene —murmuró él, colocando su cabeza en el hueco del cuello de la joven para seguir aspirando su aroma sin embargo, su IPhone no dejaba de repicar. Santiago resopló con molestia, a regañadientes se separó de ella, y extendió su brazo a la mesa de noche, al ver el identificador de llamadas, se dio cuenta de que era s
En la casa de campo de la familia Vidal. Rodrigo ya tenía listas las carnes de cerdo, res y pollo, bien aliñadas desde la noche anterior. Las empleadas de la cocina, se encargaron de ayudarle a deshojar el maíz, pelar y lavar las papas, y preparar la deliciosa ensalada de cebolla, tomate, hierbas y limón, tradicional de Ecuador, a más de chimichurri y mayonesa casera. Minutos más tarde el motor del auto de Santiago, se detuvo en la entrada de la casa, el joven con su nueva familia apareció, el pequeño Alex, corrió a saludar a sus abuelos. Santiago presentó a María Teresa a sus padres. La señora quedó impresionada al ver la hermosa edificación de dos pisos de la familia Vidal, sus ojos se clavaron en las columnas de madera ahí colgaban dos hamacas, sonrió al recordar que siempre soñó con una casa así. Su ansiedad fue cesando al ver lo amables que eran todas aquellas personas. Después arribaron a la cabaña: Isabela,
María Teresa estalló en llanto. Alba abrazó a su madre, con los ojos cristalinos.—Mamá, tú no tienes la culpa, tú confiaste en la palabra de ese hombre.Alba recordó que ella también confió en las promesas de Santiago, con la diferencia que él se encontraba a su lado, respondiendo por su hijo.—Después me di cuenta de que estaba embarazada, mi padre enfureció, no me echó de la casa, pero dejó de apoyarme para mis estudios, entonces donde una vecina aprendí a coser, luego de cuatro años mi hermana Graciela repitió mi historia y nuestro padre falleció a causa de un infarto. Siempre pensamos que nosotros tuvimos la culpa.—¡Claro que no! —dijo Diana— eso fue algo que pasó, de seguro tu padre ya estaba enfermo. —¿Y có
Santiago se aproximó a ella, acarició su mejilla. —Yo siempre te he amado y te voy a amar toda la vida, pero si necesitas ser libre para que puedas sanar tus heridas, y perdonarte a ti misma, y después de eso si se da la oportunidad me perdones a mí también, me alejaré —aseveró mirándola a los ojos—. Aunque ya me di por vencido. Me cansé de rogar, e implorar, de suplicar perdón. Sé que cometí un error, y bien caro pagué por eso, sin embargo, yo nunca te mentí, siempre fue sincero contigo, y esperaba lo mismo de tu parte, es verdad que los celos me cegaron, que no permití que me explicaras, pero ¿alguna vez te pusiste en mi lugar? —cuestionó— si hubiera sido al revés ¿Qué habrías hecho? —averiguó. —¡No lo sé! —exclamó Alba, inclinando la mirada. —Huiste, te castigaste, has descargado todas tus frustraciones en mi persona, y no creo merecer eso. No soy un miserable, no te engañé, no me burle de ti. Mis intenciones er
New York- Usa Días después. Santiago había regresado a su casa. Tere consideró que si no estaban casados no tenían por qué vivir juntos. Ambos jóvenes aceptaron y comprendieron a la señora. No obstante, almorzaban juntos, salían a cenar, estaban recuperando el tiempo perdido, sin embargo, Alba estaba decidida a demostrarle a él que en verdad lo amaba, además Isabella, y María Paz, ya se habían encargado de darle muchas ideas. Esa mañana Alba se metió a la ducha, decidida a poner en práctica los consejos de sus cuñadas. Ella sabía que ese día había una Junta General de Accionistas en Vid-Mal, y que él iba a asistir, por eso decidió sorprenderlo. La joven salió con una gran determinación, dejando atrás sus miedos e inseguridades, desayunó junto a su madre y Alex, entonces llevó a su niño a la escuela, porque Santiago