Capítulo 75: Eternos rivales.

Las palabras de Santiago conmovieron a Alba hasta la médula, sin embargo, no podía articular una sola frase, necesitaba poner en claro sus ideas, y encontrar el momento adecuado para confesar lo que sentía, esa noche habían sido demasiado emociones juntas.

—Agradezco tu sinceridad y tus buenos deseos. —Cruzó sus manos con nerviosismo, respiró profundo.

—Espero que seas feliz con él. Te deseo lo mejor. —Suspiró sintiendo un vacío en su interior—, siempre en todos años le pedí a Dios por ti, que donde quiera que te encontrarás estuvieras bien, y que, si tenías un nuevo amor, esa persona te amara y valorara como yo no lo hice. —Santiago sentía que su corazón se iba muriendo lento, trataba de encontrar el valor para enfrentar la cruel realidad. 

«¡Alguna vez sabr&aa

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