Santiago cerró sus ojos al sentir de nuevo los cálidos labios de Alba que tanto había extrañado.
Ella se quedó inmóvil. Su corazón se detuvo por cuestión de segundos, estuvo a punto de sucumbir, deseó volver a sentir los besos de Santiago, aquellos que muchas veces la atormentaban en sus noches de soledad, entonces recordó sus crueles palabras reaccionando:
—¡Suéltame! —exclamó Alba, empujando a Santiago. —¡En tu vida, se te vuelva ocurrir besarme! —advirtió y se dirigió al baño con las piernas temblorosas.
Santiago entristeció, por un instante llegó a pensar que aún podía existir una esperanza entre ellos, pero el rechazo de Alba le hizo creer que ella ya no sentía por él el mismo amor de antes, es más, estaba casi seguro que la joven ya no lo amaba.
Alba recargó su cuerpo en la puerta del baño, llevó sus manos a su pecho tratando de calmar a su acelerado corazón, se miró al espejo limpiando
Queridos lectores, lo prometido es deuda. Mil gracias por las 17.5k de lecturas, aquí tienen su maratón de 4 capítulos de recompensa, los voy a ir subiendo de dos en dos. Por otro lado: ¿Siguen llorando con la historia? ¿Aún desean que Alba siga haciendo sufrir a Santiago? Bueno les aseguro que se vienen sorpresas, y las que detestan a Santy, quizás lo terminen amando. Quiero recalcar que en ningún momento estoy justificando los actos de él, al contrario, él ya está asumiendo sus errores y buscando perdón. Ahora tenemos un largo camino con Alba, ella necesita sanar. Me gustaría saber sus opiniones. Dejen sus comentarios en las reseñas, es más fácil interactuar con ustedes. También deseo preguntarles: ¿Creen que entre Carlos y Angélica pase algo? Se ven muy explosivos ambos. Estaré atenta a sus opiniones.
En las oficinas del café Alma mía. Joaquín sostenía una videollamada con su padre que se encontraba de vacaciones en Los Cabos- México. —Vos me podés explicar, ¿cómo está eso que te casaste, hombre? —inquirió Miguel Ángel a su hijo menor. —No tengo nada que explicar, vos sabés que yo estoy enamorado de María Paz, la amo y decidimos casarnos. —¡No jodás Joaquín! —El señor Duque se rascó la cabeza, era un gesto que hacía siempre, cuando algo que no le gustaba tenía en mente—. No me digas que embarazaste a la muchacha, porque ahí sí te las vas a ver conmigo. Joaquin carcajeó al escucharlo. —No papá, nada de eso, solo estamos enamorados, no pensamos tener hijos por el momento —afirmó él, observando por la pantalla de su computadora a su padre. —¿Y entonces vos por qué no avisaste?, se van como un par de delincuentes a casarse a escondidas. —Miguel Áng
Alba, Angie, y Alex, se despidieron de la señora Vidal, quien no quiso intervenir, hasta no hablar con su hijo antes. Cuando Santiago, se quedó solo con su madre. Ella se acercó a él, lo abrazó. Como si fuera un niño el joven se puso a llorar en brazos de su progenitora. —Mi niño, desahógate, aquí estoy a tu lado. Diana cobijaba a su hijo con su calor ella también lloraba de tristeza, se le partía el alma verlo sufrir de esa manera. **** Aquella tarde. Alba tuvo que contarle la verdad a su hijo, él no hacía otra cosa más que preguntar por su padre. —¿Por qué me dijiste que mi papá estaba muerto? —cuestionó el niño. —¿Mentiste mamá? Alba no tenía valor para mirar al pequeño, ella siempre le enseñó que las mentiras no eran buenas y sin embargo le había dicho uno de gran magnitud. —Mi amor hay ve
Al contrario de Santiago; Alba no contaba con los consejos de su familia, se encerró entre sus miedos, sus dudas, su soledad y tomó una decisión muy drástica. Al día siguiente aprovechó que Angélica salió por unas medicinas entonces se puso a preparar su maleta con su ropa y la de su hijo. Alex despertó y observó a su mamá guardando sus cosas. —¿Nos vamos a vivir con mi papá? —inquirió emocionado el pequeño. —No Alex, ya te expliqué que eso no será posible. Empieza a cambiarte de ropa, que saldremos. —¿A dónde vamos? —preguntó con temor el niño. —Nos cambiamos de casa hijo, así que obedece —ordenó Alba, mientras seguía guardando las cosas a prisa. —¿Entonces no voy a ver a mi papá? —averiguó Alex con lágrimas en los ojos. Alba sintió remordimiento por su pequeño, se acercó a él y le quiso abrazar, el niño s
Santiago se quedó pensando, estuvo de acuerdo que un hombre enamorado era capaz de cometer las peores locuras como su mejor amigo y ahora cuñado: Joaquín Duque, entonces decidió traer a la madre de Alba, a Estados Unidos. Le dio los datos sobre Alba, a Fernando, se despidió del agente, quien otra vez al salir causó revuelo entre las féminas que estaban en el banco, robándole un suspiro a más de una. Santiago dubitativo en su oficina. Observó las fotografías de la señora Rodríguez, inhaló profundo al mirar las fotos de Alba, cuando era niña, analizó muy bien la situación, tenía que hablar con la señora de inmediato, en eso fue interrumpido por un melodioso acento inconfundible. —¿No pensás felicitar a tu cuñado favorito? —cuestionó con una gran sonrisa Joaquín. Santiago levantó su mirada llena de seriedad hacía su amigo, ladeó la cabeza. —Yo no entiendo cómo ustedes dos fueron ca
Caracas- Venezuela. Después de varias horas la prima de Alba, palideció, y casi se desmayó de la impresión, cuando a su celular le llegó la notificación sobre la transferencia con la cantidad de dinero. La joven que era muy suspicaz, se puso a averiguar por internet quien era el famoso Santiago Vidal. No fue nada fácil dar con él, por lo que siguió con la búsqueda hasta que apareció en varias publicaciones y supieron entonces que era el presidente de un importante banco. Leyó algunas entrevistas que le habían realizado, luego le indicó a su tía, las dos quedaron impresionadas con el físico del joven, ahí pudieron constatar que fue sincero en los detalles de su vida. ***** New York- Usa. Dos semanas más tarde. En las oficinas del consorcio Alma mía, una importante reunión se llevaba a cabo entre los miembr
Santiago, revisaba unos documentos del banco, luego de terminar de firmarlos y entregarlos a su asistente, se recostó sobre su sillón, la ausencia de Alba, y de Alex le dolía, sentía su corazón cada día irse resquebrajando en su interior. Apenas habían pasado dos semanas, pero para Santiago, parecían siglos, el no tener noticias de ellos calcinaba su alma. Se puso de pie, tomó sus cosas y salió del banco, necesitaba respirar aire fresco, porque sentía que de un momento iba a enloquecer. Subió a su auto, encendió su reproductor: «Qué voy a hacer con mi amor by Alejandro Fernández» empezó a sonar: «Le bajé las estrellas de un solo golpe. Tal vez ese fue mi error. Le ofrecí cada día y cada noche, el alma y el corazón. Pero no le bastó no fue suficiente. No quiso quererme como la quise yo» ... Gruesas lágrimas brotaron de sus ojos al escuchar la melodía, se aflojó el nudo de la corbata p
La muchacha se quedó callada por varios segundos. —Entonces si me entiende, debe entender que su hijo me lastimó, me rompió el corazón, al igual que usted, yo creía y confiaba en él, en sus juramentos, en sus promesas, me decía que él nunca me iba a dejar pase lo que pase, y todo fue mentira. Alba se cubrió el rostro estallando en llanto, sentía mucho dolor, le dolía el alma. —Te comprendo muy bien, sé que mi hijo actuó mal, y que para ti es muy difícil todo esto, sin embargo, existe un niño de por miedo y te guste o no Santiago, es su papá. —Un padre que no estuvo cuando más lo necesitamos, mientras él paseaba con su novia por el mundo, su hijo nacía en la calle. ¿Le parece justo? — cuestionó con la mirada llena de rencor. Diana derramó un par de lágrimas, condoliéndose del dolor de la joven, sin embargo, debía aconsejarla por el bien de todos.
Entre tanto en trayecto hacia el banco Alex, le contaba a su abuela todas sus aventuras en el nuevo centro comunitario, le iba cantando las canciones que aprendía en clases que ahí recibía, mientras le conseguían escuela. Diana, emocionada lo escuchaba, y aplaudía las hazañas de su nieto; una vez que llegaron al banco, subieron por el ascensor, la doctora Maldonado, se acercó a la asistente de Santiago, quien al verla de inmediato la saludó. —Señora Diana, buenas tardes. —Le brindó una cálida sonrisa. —Hola. ¿Mi hijo está ocupado? —inquirió. —No, señora, ya la anuncio con el economista. —No le diga que estoy aquí. — Diana, se inclinó ante Alex—. Mi niño le vamos a dar una sorpresa a tu papá, quédate escondido tras de mí, y cuando yo te llame entras. ¿Entendiste? El pequeño muy emocionado asintió con la cabeza, enseguida Diana, abrió la