Jefe y enemigo

La cortina celeste ondeó con suavidad sobre la piel de la modelo, su expresión era sensual, de pleno éxtasis, como si la acariciara un amante y le susurrara al oído todo lo que aún les faltaba por experimentar. Elías sonrió en su dirección y Livia no pudo evitar sentir admiración por la composición que habían logrado. La portada para la propuesta estaba lista.

Era un equipo talentoso que se movía bajo una sinergia que ella nunca había experimentado. Era como si se leyeran el pensamiento unos a otros y cuando no concordaban sobre un tema, surgía algo mucho mejor de lo que se había planeado.

Livia se dio cuenta que eso era lo que había buscado por tantos años. Amaba trabajar sola, pero cuando tuvo la oportunidad de hacerlo con otros se sentía fuera de lugar. Ahora todo era distinto, fluía con naturalidad y el trabajo de cada uno se complementaba de una forma casi mágica con el resto. Era palpable cuanto amaban lo que hacían y eso le encantaba cual canto de sirenas. No había observado í
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