Apolo
Brianna bajó por las escaleras casi corriendo cuando me vio sentado en el sofá leyendo tranquilamente mientras ella terminaba de ducharse, sola para mi pesar, no porque no hubiese deseado unírmele, la tentación había sido grande, pero intentaba darle su espacio. No quería ser osco y primitivo como entendía que podía ser. Al comienzo creí que el deseo que me consumía por ella se evaporaría lentamente, que pasado un tiempo podría dejar de pensar únicamente en ella. Pero nunca ocurrió, como una tortuosa adicción, cada día sentía que dependía más de ella.
Siempre me había gustado el sexo, aunque esto era diferente, era como si su cuerpo hubiese sido moldeado para el mío. Era casi tan necesario como el aire que respiraba. Simplemente, bastaba que me mirase para que mi entrepierna se apretara ansiosa.
—¡Di
ApoloEl agua salió disparada al aire por su nariz.—¿Qué?—Ya me has oído. —Le rodeé la cintura con los brazos—. No me quejo, solo quiero saber, no lo sé, ¿eso es normal? ¿Está todo bien o quieres decirme algo?—¡Oh, Dios mío! No paras jamás, eso es lo más personal que…—No trates de cambiar de tema. Estoy esperando…—¡No me puedo creer que me preguntes sobre la menstruación! ¿Acaso no te queda ni una pizca de vergüenza? ¡No fue suficiente cuando me avergonzaste hace unos meses! ¿Por qué tienes la necesidad de controlar absolutamente todo?—Brianna…—Agg… —Negó con la cabeza—. Está bien, está bien… Es probable que sea por el estrés, ocurrie
Apolo“ El infierno está vacío: todos los demonios están aquí…” *«¿Qué diablos me pasa?».Estoy ante mi último trabajo, un cepillo de dientes que necesitaba retirar de la habitación de hotel de un objetivo. Es una pieza necesaria para realizar una prueba de ADN que Adrián tenía que hacer al final del día, me habían dicho que era urgente y llevaba mirándolo las cuatro últimas horas. Mi cabeza era un caos, no conseguía tener un solo pensamiento en orden.Me prometí recogerlo y meterlo en una bolsa en los próximos minutos, para salir de allí pitando, pero era más fácil decirlo que hacerlo. Era diez veces más difícil porque estaba en una habitación de hotel, muy lujosa. En una suite y la idea de que la noche de bodas que le di a Brianna había
ApoloBajé del Audi con vidrios blindados, mientras dos de mis hombres seguían mis pasos. El coche donde viajaba Pietro se detuvo justo detrás. Esperamos que el resto de los refuerzos bajaran y nos precipitamos hacia la entrada de la finca de Bruna, ella era una mujer precavida, pero esa tarde habían redoblado la seguridad. Entonces no me quedaba más que concluir que lo que decía Massimo era cierto, estaban uniendo fuerzas para controlarlo todo.La seguridad se abalanzó sobre nosotros, pero tomé a uno de ellos de la muñeca, la retorcí con fuerza, luego lo golpee justo en la nariz con rabia hasta que sentí su cuerpo laxo entre mis manos, Pietro hizo lo suyo al igual que el resto de mis chicos, hasta que frente a nosotros solo se encontraba un portero que prácticamente se había orinado en los pantalones y un desfile de cuerpos retorciéndose de dolor.M
ApoloCuando entré a la casa eran más de las nueve de la noche y estaba completamente en penumbras, ya habían pasado tres días desde que salí por la puerta, luego de la llamada de Adrián en la que me citaba en el hotel.Desde esa noche no la veía, me sentía terrible por ella, pero todo fuera de esos muros, era un completo caos. Solo habían pasado unas cuantas horas desde que comenzó a circular la noticia del enlace de Ciro y Geraldine, para que diferentes pandillas explotaran contra mi gente. Los negocios, clubes y bares bajo la protección de los Cavalli, eran el objetivo de cada grupo ansioso de obtener tajada, los carteles inundaron con su mercancía cada sitio que antes estaba libre de su producto. Las escuelas se convirtieron en puntos de venta en un pestañeo.Los daños ascendían a miles. Tenía la certeza de que tras todo eso
ApoloEl chofer del Audi me hizo una sutil señal a través del espejo retrovisor y yo incliné la cabeza ligeramente para asentir antes de hacer crujir mi cuello. La puerta del coche se abrió y escuché a Ludovico hablando por teléfono. —Espero que todo este despliegue de seguridad, sea porque toda la mafia me está buscando y no porque mi padre es un ministro y tiene una bonita diana en la espalda por haber recibido incentivos por debajo de la mesa del bando perdedor. —Sonrió antes de entrar y al sentarse, pero de inmediato notó mi presencia. Abrió ligeramente la boca, para luego negar con la cabeza. —En una hora te llamó… Si es que puedo hacerlo. —Dijo antes de colgar. Me miró de arriba abajo sin decir una palabra, luego se hecho hacia atrás en su asiento, frente a mí y sacó un caja de cigarrillos. Tomó uno con calma, lo golpeo ligeramente en el paquete y luego lo encendió con lentitud. —Ese es un feo habito y peligroso para la salud… —Dije con sarcasmo. —Aunque supongo que no le afe
ApoloTomé el rostro de Brianna entre mis manos y atrapé con los pulgares las lágrimas gordas que se deslizaban por su hermoso rostro que ahora estaba un poco hinchado y congestionado. Había pasado horas llorando desde que le comunique que estaba todo listo para que se marchase a las siete de la tarde con Pietro. Solo unos minutos después mis chicos fingirían un atentado contra uno de mis autos. Encontrarían tres cuerpos masculinos y uno femenino completamente calcinados.Eso los haría mover, si todo salía como esperaba las serpientes sacarían la cabeza cuando la noticia se esparciera y podría cortarles la cabeza, pero mientras eso ocurría, tenía que subirla al auto, aunque aquello me doliese más de lo que nunca imaginé.Ella gimoteaba entre mis brazos, como una pequeña niña, destruyéndome poco a poco.—¡No me obligues a abandonarte y separarme de ti! —Dijo con voz temblorosa y tuve que controlarme para no lanzarme a sus pies y rogarle que no me dejase en ese infierno.Mi pequeña Beat
Apolo Tres horas más tarde, vimos las luces del coche, reflejándose en el interior de la casa de Leone. Era un bonita propiedad de estilo minimalista, nunca hubiese creído que alguien como él fuese tan aficionado a la decoración, ya que los muebles eran pocos, pero completamente perfectos para su estilo. La propiedad tenía un inmenso jardín, bien cuidado y un sistema de seguridad envidiable, nada de lo que Adrián no pudiese ocuparse, aun así hablaba de que era muy meticuloso a pesar de lo que aparentaba.Aunque probablemente lo que más me sorprendió fue la cantidad de dulces y postres que estaban regados por la casa. Su refrigerador estaba repleto de pasteles y postres de todo tipo. En cada rincón se podían ver recipientes de cristal con bombones, chocolates, bolsas de piruletas y caramelos.Habíamos registrado completamente la casa, y encontrado varias armas. Una pegada detrás del apoya brazo del sillón de la sala, en la alacena de la cocina, en la mesita de noche, en la parte poste
BriannaApoyé la cabeza contra el cristal del coche llorando en silencio, hasta que el zumbido del motor comenzó a adormecerme, lentamente. Podía entender en aquel preciso momento a que se referían cuando hablaban de un corazón roto, porque sentía que el pecho se me desgarraba lentamente. No era un dolor insoportable de esos que te aniquilan a quema ropa, era más bien un dolor tolerable, pero persistente. De esos que te dejan respirar solo lo suficiente para que sigas desangrándote entre recuerdos un poco más.Me preguntaba qué hubiese pasado si mi embarazo estuviese un poco más avanzado. ¿Él habría escapado conmigo en lugar de enviarme lejos? Solo quería buscar refugio en él, me dolía que no lo entendiese. Apreté mi vientre con fuerza.Estaba tan adormecida con el ronroneo del motor, mis sentimientos heridos, el paisaje que no dejaba de repetirse, los tonos naranjas mezclándose con rojos y celestes propios del amanecer, que no me di cuenta de que el automóvil se estaba desviando de