La Rana y el Escorpión

Brianna

Me acerqué a la ventana abrigándome con los brazos para protegerme del frío, a esa hora de la noche en la casa la temperatura era bastante baja, por lo que me arrepentí de no haber sacado una manta. Los campos estaban tan tranquilos como los árboles, las aguas del lago a lo lejos parecía una pátina inmóvil bajo la luz de la luna. Todo era tan tranquilo y silencioso a esa hora de la noche. Aun sabiendo que ahí estaban los guardias de Apolo vigilando, actuaban como verdaderas sombras silenciosas, perdiéndose en la oscuridad.

Nunca antes había tenido problemas para dormir, incluso mamá bromeaba diciendo que podía dormirme donde sea y era verdad, así era,  pero últimamente no podía pegar un ojo sin importar lo cómoda que era la cama.

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