Capítulo 76

Los primeros días con Lili, mi hija, fueron particularmente hermosos. Me sentía en un sueño del que no quería despertar, a pesar del desvelo y el agotamiento ocasionado por la dedicación que ponía en su cuidado, estaba dichosa. A veces la contemplaba con incredulidad. Disfrutaba de la maternidad y de cada etapa de su crecimiento. Rodeada de las personas importantes para mí, tenía la sensación de protección absoluta. Experimentaba la seguridad de encontrarme a salvo de las inclemencias del destino.

Días después de haber llegado con mi niña a la mansión, mi hermana paterna, a quien había llamado varias veces durante el embarazo, vino a visitarme.

- Es preciosa - dijo al ver a Lili - se parece a ti. La miré con orgullo. Al contemplarla minuciosamente pude percibir rasgos, en ella, similares a los míos. Era una mujer hermosa y muy carismática.

Su mirada se cristalizó de repente y cerró los ojos, tratando de disimular su estado. La observé con creciente curiosidad. Parecía prácticame
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