Se estaba bajando del coche cuando vio aparecer al abogado en lo alto de las escaleras del edificio.—Quiero ver a Tessa —le dijo.—¿Quién es usted? —le preguntó Roy .—Eric Bastian , su… su antiguo jefe —contestó, aunque le habría gustadopoder decir que era su amante.—Ah, sí, el CEO —comentó —¿Puedo hablar con ella? —insistió, educadamente.—Puede hablar usted con quien quiera, pero Tessa no está aquí.—¿Y dónde está?—No tengo ni idea. Me llamó hace unos días para decirme que no pensabavenirse a California conmigo. Yo, al final, tampoco me voy a ir porque me hanofrecido un gran caso aquí en Nueva York. Supongo que le había dicho que nos íbamos a ir…—Sí —contestó Sebastian—. ¿Me está diciendo que rompió su relación conusted?—Sí. Ironías de la vida, porque hace una semana Tessa estaba hablando de matrimonio y todas esas cosas. Como usted comprenderá, no es una idea que me haga demasiado feliz cuando yo me paso el día divorciando a los demás —bromeóRoy —¿Tiene idea de adónde
Tessa se pasó la mano por el pelo, lo que no fue buena idea porque lo teníarecogido en una cola de caballo y la mano manchada de pintura roja. El corazón le latía a toda velocidad. ¿Qué se proponía Eric?Su padre apareció en el porche con su andador, aparato que llevaba debido a la avanzada artritis que padecía. Tessa caminó hasta él para ayudarlo a bajar los escalones, pero Eric se le adelantó y le ofreció su brazo.—Harry, te presento al jefe de Teresa —le dijo su mujer en voz baja.—Encantado de conocerlo, joven.Tessa sonrió. Su padre había hablado con voz tranquila y segura. Aquel hombre no se dejaba intimidar por nada. Eric y él se estrecharon la mano.—Mi hija me ha dicho que es un genio en cuanto a negocios y finazas, nos conto de el viaje que realizaron hace poco a la Isla —Le puedo asegurar que le encantara, tiene lugares encantadoresde la Tierra —contestó—. Creo que les gustaría.—Seguro que sí —contestó el padre de Tessa mirándolo confuso—. Estábamos pensando en cómo
—No te puedes ir.Eric Bastian, había hablado con tanta autoridad y convicción que, por un momento, Teresa Mendoza se lo había creído. Los rasgos faciales de su jefe, que era muy guapo, parecían reflejar una emoción más fuerte de lo normal. El estaba sentado a su mesa en el despacho en la Gran Manzana, se pasó una mano por el pelo y se puso en pie.Teresa sintió que el estómago le daba un vuelco. Era la ansiedad. Sí, pero también el deseo que despertaba en ella aquel hombre.No daré mi brazo a torcer. Es mi vida, pensó.Así que tomó aire profundamente.—Llevo siendo su secretaria personal por casi ocho años. Le agradezco la libertad y la responsabilidad que me ha dado, pero ha llegado el momento de seguir adelante.—¿Seguir adelante? —se indignó . Esto no es una caravana de inmigrantes. Es una empresa y cuento contigo para que me ayudes a llevarla.Teresa tuvo que hacer un gran esfuerzo para no comentar que Caspia, ya que aquel conglomerado de marcas de lujo y que era imposibe compara
Eric se preguntó cómo era posible que una mujer tan guapa y con tanto talento estuviera dispuesta a jugárselo todo a una carta.—Lo cierto es que su nombre me suena.—Sí, es bastante famoso porque representó a Ivana Novic en su divorcio.Eric dio un respingo.—¿Es ése abogado de divorcios? —se indignó.Lo había visto en la televisión y le parecía que aquel hombre no tenía escrúpulos.Teresa asintió, apartó la mirada y se puso a pasearse por el despacho de nuevo.—La verdad es que es muy agradable. Tiene mucho trabajo, por supuesto, pero es amable y comprensivo y… ¡ay!Tropezó con una caja y cayó de bruces al suelo.—¿Te has hecho daño? —le preguntó Eric corriendo hacia ella.—No, estoy bien. Qué torpe —contestó Teresa sonrojándose de pies a cabeza mientras aceptaba la mano que Erc le tendía para incorporarse del suelo —.Esto me pasa por dejar cajas por todas partes. Antes de irme, las dejaré organizadas y pegadas a la pared.—De eso, nada —contestó Eric sin soltarle la mano.No quería
A continuación, le dio una serie de ejemplos de empresas que habían tenido que tuviern que realizar cambios similares a los que Eric estaba pensando realizar en la Empresa, reinventar sus productos para introducirlos en el mercado de alta gama y lograr asi atraer a clientes nuevos manteniendo a los que ya tenia.—Podrías contratar a una consultoría. Te darían más ideas.—Prefiero resolver nuestros problemas de manera interna, sabes que manejamos productos de alta calidad, no slo la alta costura sino joyeria, accesorios. Lo que ocurre es que se han confiado y se han dormido en los laureles solo tengo que lograr un enfoque positivo quelos haga despertar . —Seguro que se despiertan. Cuando te propones algo, siempre lo consigues.—comentó Wellington sonriendo.—¿Qué tal está Elizabeth? Hace tiempo que no la veo. ¿Sigue siendo tu arma secreta en las pistas de tenis y el amor de tu vida?—Por supuesto que sí —contestó—. A ver si quedamos para jugar algún día contigo y con la chica de t
—¿Qué te parece? —le preguntó Eric señalando la camiseta que sea cababa de poner y que marcaba sus maravillosos pectorales.—El diseño es muy bonito —contestó con voz ecuánime a pesar de queEric estaba en calzoncillos.—Sí, esta nueva línea me gusta mucho. ¿Te has llevado unas cuantas para ti?—No, no son mi talla. Demasiado grandes.—Las puedes utilizar en la cama —murmuró Teresa lo miró con los ojos muy abiertos y se sonrojó. ¿Eric estababvpensando en ella en la cama? «Venga ya», se dijo. Evidentemente, sabía que a las mujeres les gustaba dormir con camisetas grandes porque había dormido con muchas mujeres.—Gracias, me llevaré un par.—Muy bien —contestó, dedicándole una sonrisa encantadora.Aquello la hizo ponerse alerta. ¿Por qué le sonreía sin motivo? «Porque quiere que me quede, que siga organizándole todo y contestando elteléfono», se dijo.—Voy a terminar la entrevista.—Muchas gracias. Yo voy a salir a comer algo. ¿Quieres que te traiga alguna cosa?—No, gracias.Estaba
Teresa no pudo evitar sentirse un poco triste a medida que el avión fue acercándose a su destino final. Habían sobrevolado Europa, había visto ciudades y pueblos iluminados y montañas nevadas a la luz de la luna. Aquella misma luna se reflejaba en la superficie del mar mientras aterrizaban en el aeropuerto cercano a su destino.Estaba muy contenta a causa del champán y de la conversación que había mantenido con Eric. Lo cierto era que habían hablado de muchas cosas y Teresa, le habia pedido en un arrebato de locura que la llamara Tessa como le decia su familia y amistades cercanas algo que Eric habia seguido al pie de la letra creando un sentimiento de cercania, no quería irse a dormir pero la bebida comenzo hacer efecto en ella haciendo que dormitara el ultimo tramo del viaje .El avión aterrizó suavemente, Eric miró por la ventanilla para mirar despues a la mujer que aun se mantenia dormida, le asombro que ella le dijera que la tutera habia escuchado a otros miembros del personal
Tessa se despertó a las nueve de la mañana. Oía voces al otro lado de la ventana. También oía cláxones de coches a lo lejos, conversaciones. Aquello la hizo levantarse de la cama a toda velocidad y acercarse a la ventana. Al asomarse, vio que brillaba el sol con fuerza.—¡Vaya! —exclamó.La habitación tenía una vista magnífica sobre la ciudad era magifica, como un lienso de una pintura. Sobre las laderas de las colinas había edificios blancos muy sencillos de estructura simple que le hicieron pensar que debían de llevar allí tanto tiempo como la tierra sobre la que se hallaban, llegaban hasta el borde de la bahía. Había dos largos rompeolas que salían como dos brazos que dieran la bienvenida a los navegantes y que formaban un amplio espacio entre ellos, donde las aguas estaban muy tranquilas.El efecto de aquella vista era increíble. Teresa tenía la sensación de estar en un país antiguo. Sin embargo, la vida moderna se mezclaba con el antiguo esplendor. Había coches bajando y subiendo