Teresa no pudo evitar sentirse un poco triste a medida que el avión fue acercándose a su destino final. Habían sobrevolado Europa, había visto ciudades y pueblos iluminados y montañas nevadas a la luz de la luna. Aquella misma luna se reflejaba en la superficie del mar mientras aterrizaban en el aeropuerto cercano a su destino.
Estaba muy contenta a causa del champán y de la conversación que había mantenido con Eric. Lo cierto era que habían hablado de muchas cosas y Teresa, le habia pedido en un arrebato de locura que la llamara Tessa como le decia su familia y amistades cercanas algo que Eric habia seguido al pie de la letra creando un sentimiento de cercania, no quería irse a dormir pero la bebida comenzo hacer efecto en ella haciendo que dormitara el ultimo tramo del viaje .El avión aterrizó suavemente, Eric miró por la ventanilla para mirar despues a la mujer que aun se mantenia dormida, le asombro que ella le dijera que la tutera habia escuchado a otros miembros del personal llamarla asi pero el nunca se habia atrevido hasta ahora. La toco suabemente por el hombro haciendo que ella abriera los ojos y lo mirara aun media dormida.—Mi conductor nos está esperando. En diez minutos estaremos en uno de los hoteles o prefieres alojarte en la Palacio donde siempre me quedo.Tessa sintió que el terror se apoderaba de ella. — ¿Estas hablando de un palacio de verdad, de un palacio en el que vivían un rey y una reina.?— Tecnicamente es un Palacio de verdad, pero a escala pequeña asi que no te asustes. Lo compre como inversion queriendo hacerla un pequeño Hotel de Lujo pero al final no pude asi que lo deje para que fuera mi vivienda privada cuando estoy por aqui, y todos le conocen con el palacio asi que ese nombre es el que tiene mi querida morada.Cuando el piloto les abrió la puerta, Tessa sintió que el corazón comenzaba alatirle aceleradamente. Eric le hizo un gesto para que pasara primero, así queTeresa salió de la aeronave.La recibió una brisa que olía a mar.—Hogar, dulce hogar —comentó respirando profundamente—. Cada vez me cuesta más irme de aquí y cada vez que vuelvo me encuentro mejor.—Supongo que eso es bueno, ya sabes donde sera tu hogar definitivo algun dia ¿verdad?—¡Dimitri! —saludó Eric a su conductor, que lo esperaba junto a una limusina negra—. Te presento a Teresa, mi mano derecha.Dimitri la saludó con la cabeza mientras Teresa se daba cuenta de que la presentación que Eric había hecho de ella la había llenado de orgullo. Lo cierto era que no le habría importado ser la mano derecha de un cuerpo tan maravilloso. La limusina los llevó al palacio, donde dos trabajadores aparecieron de repente para hacerse cargo de su equipaje. Una muchacha del servicio se acerco cportando una bandeja, le saludo a ambos con unainclinacion de cabeza y lesetrego los vasos con agua. El agua estaba deliciosamente dulce y Tessa se bebió el vaso de un trago. Al instante, lamuchacha se lo volvio a llenar.—Gracias —murmuró Tessa antes de volver a beber.«Así que así es como vive una persona a la que se lo dan todo hecho», pensó. Se le hacía extraño, pero también era evidente que debía de ser muy fácil acostumbrarse a aquella vida. Tessa intentó no reírse. «Son los nervios», se dijo.—Voy a acompañarte a Tessa a sus aposentos —declaró Eric.Teresa sintió que la piel se le ponía de gallina cuando Eric le pasó el brazo por la cintura y se encontró sonrojándose. El suelo estaba cubierto por mosaicos y había columnas de piedra a lo largo de todo el pasillo. Avanzaron en silencio, rodeados por la oscuridad de la noche. Al final de otro pasillo, Eric abrió unas puertas dobles y Teresa se encontró en la habitación más gloriosa que había visto en su vida. En el centro de la estancia había una enorme cama. Desde un punto central deltecho caían cortinas de seda que cubrían la cama, confiriéndole un aire mágico.—Espero que estés cómoda. Si necesitas cualquier cosa, utiliza la campana —le explicó Eric señalando una diminuta campana dorada que había sobre la mesilla de noche—. O llámame al móvil —añadió bostezando—. Me voy a dormir.Dicho aquello, cerró la puerta y se fue. Teresa se dio cuenta de repente de que no sabía dónde estaba su equipaje. Entonces, se le ocurrió mirar en el vestidor que había a la derecha y descubrió maravillada que su ropa estaba allí colgada. Se acercó, tomó aire y comprobó que, efectivamente, era su ropa. . Su camisón blanco de algodón parecía el de una doncella de epoca, esta habitacion la dejaba sin aliento, cualquier mujer queria tener una asi. La decoracion era hermosa, delicada y elegante. Ahora que estab sola miraba todo al detalle entendia la razon por la que Eric se quedo al final con el palacio como su vivienda personal cuando estaba en Europa sencillamente si todo el lugar tenia esta elegancia y magestusidad que era imposible no quedarse para uno.Tessa se despertó a las nueve de la mañana. Oía voces al otro lado de la ventana. También oía cláxones de coches a lo lejos, conversaciones. Aquello la hizo levantarse de la cama a toda velocidad y acercarse a la ventana. Al asomarse, vio que brillaba el sol con fuerza.—¡Vaya! —exclamó.La habitación tenía una vista magnífica sobre la ciudad era magifica, como un lienso de una pintura. Sobre las laderas de las colinas había edificios blancos muy sencillos de estructura simple que le hicieron pensar que debían de llevar allí tanto tiempo como la tierra sobre la que se hallaban, llegaban hasta el borde de la bahía. Había dos largos rompeolas que salían como dos brazos que dieran la bienvenida a los navegantes y que formaban un amplio espacio entre ellos, donde las aguas estaban muy tranquilas.El efecto de aquella vista era increíble. Teresa tenía la sensación de estar en un país antiguo. Sin embargo, la vida moderna se mezclaba con el antiguo esplendor. Había coches bajando y subiendo
—¿Y a qué se dedica tu padre, querida? —continuó la madre de Eric enarcando una ceja.Vaya, aquello era como volver al colegio. —Está jubilado —contestó Teresa probando el zumo de naranja.Le habría gustado decir «Ahora está jubilado, pero era conserje. Sí, me ha oídobien, se dedicaba a limpiar el colegio. No era lo que esperaba, ¿eh?».La falsa sonrisa de Melina no le ayudó en absoluto a tranquilizarse. De repente,deseó estar en casa, pero hizo todo lo que pudo para comportarse de manera normal y educada durante el desayuno. Cuando por fin los padres de su jefe dejaron la mesa para ir a encontrarse con unos amigostuvo que hacer un gran esfuerzo para no dejarse caer en la butaca y suspirar de alivio.—¿Más yogur? —le preguntó Eric.—No, gracias —contestó Teresa—. Tendría que ponerme a trabajar ya. Te agradecería que me enseñaras dónde están los documentos que tengo que mirar. Quiero estudiarlos antes de la reunión.—De eso, nada —contestó poniéndose en pie—. Tenemos cosas mucho más
—¿Estudiaste italiano en el colegio?—Ya sabes que fui a St. Peter's —contestó Tessa chasqueando la lengua—. En todos los colegios pijos de la Costa Este les gusta enseñar varios idiomas. Yo aprendi algo de italiano, aleman y portugues, no soy esperta en ninguno de ellos pero me defiendo lo suficiente.—Por eso entiendes el dialecto de aqui, es una mezcla de italiano con portugues aunque todos los habitanes hablan elogles un poco mas fluido unos que otros per lo basico para que los turistas se comuniquen con los locales. El dialecto aqui poco a cambiado desdelos Tiempos del Imperio Romano, existen variantes pero hay plabras que se han matenido igualpor siglos por ejemplo, te amo —le explicó Eric mirándola con ojos traviesos.Tessa ignoró el calor que le inundó el pecho. ¡ Eric estaba jugando con ella! Menudo caradura. Como había anunciado que dejaba el trabajo, creía que podía ligar con ella. Te amo. Sí, claro. ¿Se creía que con eso iba a conseguir acostarse con ella? A lo mejor era
El senador le indicó que había un sitio en la proa para sentarse y así lo hicieron.—Así que eres la ayudante de Eric —comentó.—Sí —contestó Tessa girándose hacia él con una sonrisa—. He venido para organizar una reunión—Eres muy calladita, ¿no?—Es que la vista es preciosa y me gusta disfrutar de ella en silencio.—Sí, la vista es preciosa —asintió el senador mirándola fijamente.Tessa sintió que el estómago le daba un vuelco.—La verdad es que esto de estar fuera de casa no me gusta mucho —comentó el senador acercándose tanto a ella que sus brazos se rozaron.Tessa sintió que la piel se le ponía de gallina.—¿Echa de menos los perritos calientes y la tarta de manzana? —le preguntó intentando sonreír.—Sí. Supongo que tú estarás cansada de que los tipos de por aquí se te echen encima.—En ningún momento se me han echado encima. Los isleños son muyeducados.—Ya veo que defiendes a tu príncipe a capa y espada —comentó Ken algo molesto.—¿Cómo?—Supongo que todas las chicas jóvenes s
Un ejército de sirvientes vestidos con levita blanca les sirvió una deliciosacomida en el muelle privado en el que atracaron horas despues en una pequeña encenada privada, desde donde estaban se veia una imponente mansion de columnas blancas. Escondidos del mundo tras paredes de piedra, tomaron limonada fresca con hojas de menta mientras el agua lamía la orilla.Había flores de vivos colores en floreros. Teresa se encontraba muy a gusto, pero no quería ponerse demasiado cómoda. Se había puesto el biquini. ¿Cómo no se lo iba a poner después de que Eric se hubiera gastado tanto dinero en él?—Debería ir llamando ya a las personas a las que quieres convocar para la reunión —comentó ella.—Todavía no. Quiero que pruebes la helioterapia —contestó quitándose la camiseta.Tessa apartó la mirada.—¿Helio qué? —le preguntó fijando su atención en una gaviota.Aunque no lo estaba mirando, sabía que se estaba estirando. Lo sabían todas sus terminaciones nerviosas y el vello e invisible que cubrí
—Los miembros de mi familia nunca rompemos una promesa. Desde mi bisabuelo hasta los dias de hoy el lema familiar nunca se ha tomado a la ligera Omnia Vincit.—El honor lo puede todo.—Lo llevo grabado en el corazón —le dijo eric mostrándole el brazo. Efectivamente, lo llevaba tatuado por encima del bíceps.—Por si no te has dado cuenta, el corazón no está en el brazo.Eeic sonrió.—A lo mejor debería dejar que te hundieras —comentó soltándola levemente y haciendo que Tessa se sumergiera un par de centímetros.Tessa sintió que el corazón le daba un vuelco, pero se tranquilizó cuando el volvió a equilibrarla.—Es un tatuaje muy bonito. ¿Lo lleváis todos en tu familia? —le preguntó.Eric se miró el dibujo, un anillo de hojas que le daba la vuelta al brazo a laaltura del bíceps.—Lo llevo hace tanto tiempo que me olvido de él, pero no, no lo llevo por tradición. A mi madre casi le dio un ataque al corazón cuando lo vio —se rió—. Me lo hice a los dieciséis años, a la salida de un conciert
Eric salió del Palacio en compañía de Teresa conduciendo su propio Land Rover. Tras deslizarse por unas callejuelas estrechas, se paró para hablar con una persona por la ventanilla.—Es realmente agradable ver como terelacionas con todos, es ver una parte diferente de ti... —comentó Teresa pensando que Eric estaba mucho más relajado allí que en Nueva York.—A mi madre no le hace ninguna gracia que yo se como soy, ella prefiere mantener la distancia con las personas por decirlo de manera bonita. Nunca he entendido porque ella secomporta asi, pero bueno es mi madre, pero a mi padre y a mí nos encanta la gente. No podríamos mantener las distancias aunque quisiéramos —le explicó saludando a una vendedora de flores a la que le compró un ramo de campanillas rosas.A continuación, se lo entregó a Tessa. ¿Ahora le compraba flores?—Huélelas —le dijo.A Tessa le entraron ganas de reírse. Qué típico de Eric comprarle flores yordenarle que las oliera.—Mmm. Huelen a miel —se maravilló Tessa
Eric le desabrochó la blusa lenta y pausadamente y deslizó la tela sobre sus brazos. Teresa sentía la respiración entrecortada. Los últimos rayos de sol dieron paso a la noche, que los envolvió.Mientras que el hombre centro su atencion en chuparle un pezón por encima del sujetador de encaje.Tessa sintió una sensación aguda que la atravesó y estuvo a punto de hacerla perder el equilibrio. Él se apresuró a abrazarla para mantenerla en pie y siguió lamiéndole el otro pezón.Tessa estaba excitadísima.—Ven conmigo —le dijo tomándola de la mano.A continuación, la guió entre unos arbustos. Tessa lo siguió. De la mano, cruzaron entre dos enormes rocas y salieron a un claro bañado por la luz de la luna.Una vez allí, Tessa se quitó las sandalias y sintió la hierba bajo los pies. Las rocas formaban una muralla que los aislaba de todo. Sólo estaban ellos dos y la luna. Eric la estrechó entre sus brazos y Tessa se estremeció. Sentirse entre sus brazos era perfecto. Demasiado perfecto.—¿Qué