Tessa sintió una emoción muy profunda por dentro. Aquel hombre, tan apasionado en todos los aspectos de su vida, también lo era en el terreno sexual. Teresa se quedó mirando las estrellas y, en aquel momento, con Eric tumbado a su lado, se sintió de maravilla, protegida y querida.Aunque no amada. No debía olvidar que el no era un hombre de los que se enamoran jamás la amaría. Y no pasaba nada, porque ella tenía a… ¡Roy ! ¡Se había olvidado completamente de él! Acababa de engañar al hombre con el que quería pasar el resto de su vida. Tessa se sintió horrorizada al comprender lo que había hecho y se tensó.—¿Estás bien? —le preguntó.—Sí, muy bien, de maravilla —contestó Tessa tragando saliva.Desde donde estaba, vio un paquete de preservativos sobre el césped. Menos mal que Eric había pensado en los métodos de anticoncepción. Ella estaba tomando la píldora, porque Roy había insistido, pero eso Eric no lo sabía. No era de extrañar que el príncipe de Manhattan llevara una caja de preser
—Buenos días, Teresa —la saludó la madre de Eric, que estaba leyendo el periódico en francés—. Pareces cansada. Estás muy roja. ¿Tienes fiebre?—No, estoy bien —contestó Tessa tragando saliva—. A lo mejor es que ayertomé demasiado el sol. O la luna…Apenas había dormido unas cuantas horas, pero consiguió mantener la compostura mientras se sentaba y se servía un cuenco de yogur con miel. De nuevo se había sentado a la mesa con el pelo mojado.Eric se sirvió un plato de pescado para desayunar. Estaba contento y silbaba encantado. A Tessa le habría gustado darle una patada por debajo de la mesa para que disimulara. Los iban a pillar. A lo mejor, le daba igual.Mientras desayunaban, charló con su padre sobre las capturas de pesca de la flota y sobre un proyecto urbanístico en las laderas de las montañas y obsequió a Tessa con algunos datos y estadísticas sobre la economía del país.Tessa sabía por experiencia que aquel hombre podía ser algo gruñón por la mañana, sobre todo hasta que se
Tessa intentó avanzar por el pasillo con dignidad. El vestido que habían comprado aquella tarde en una de las mejores boutiques de la Isla se ceñía a su cuerpo realzando su buena figura. La tela, cubierta por un millón de cuentas de crital, tintineaban cuando andaba. Eric la había convencido para que se lo comprara, deespués de pasarse la mitad de la tarde al aire libre montando a caballo con él, había dejado que la llevara de compras pues, según él, lo hacía para contribuir a la economía y el desarrollo de los isleños.Por cierto, ¿dónde estaría? Desde donde estaba oía voces, copas que se encontraban y risas. Cuanto más se acercaba al salón, más ruido oía.El baile. Teresa sintió que el estómago le daba un vuelco. Jamás había ido a un baile. Aunque había ido a un colegio en el que se celebraban muchos bailes, nunca la habían invitado. Sin duda, sus compañeros de clase habían distinguido que no era una de las suyas y nunca la habían invitado, lo que, por otra parte, había sido un g
Teresa supuso que Eric la iba a mirar horrorizado y que se iba a burlar de ella, pero lo que vio en sus ojos fue muy diferente.Admiración—Me dejas boquiabierto —comentó sinceramente—. Además de que me acabo de enterar de que debías de ser una jugadora de baloncesto maravillosa, has conseguido apañártelas en la jungla social de dos de los colegios más exclusivos del mundo.—Bueno, yo no diría tanto —sonrió Tessa—. Conseguí apañármelas porque siempre iba con el hacha en el hombro —le explicó.—Me habría gustado verlo —se rió Eric—Te aseguro que no era divertido.—Estoy seguro de que parecerías una más entre los hijos de todos esos empresarios y dignatarios extranjeros porque pareces un aristócrata, una verdadera princesa estadounidense.En aquella ocasión, fue Tessa la que se rió.—Claro. ¿Y cómo son las princesas estadounidenses?—Majestuosas, Bellas y Sexys —sonrió.—Viniendo de quien viene la descripción, tendré que creérmela —contestó Tessa.Eric no podía dejar de mirar a Teresa
Teresa supuso que Eric la iba a mirar horrorizado y que se iba a burlar de ella, pero lo que vio en sus ojos fue muy diferente.Admiración—Me dejas boquiabierto —comentó sinceramente—. Además de que me acabo de enterar de que debías de ser una jugadora de baloncesto maravillosa, has conseguido apañártelas en la jungla social de dos de los colegios más exclusivos del mundo.—Bueno, yo no diría tanto —sonrió Tessa—. Conseguí apañármelas porque siempre iba con el hacha en el hombro —le explicó.—Me habría gustado verlo —se rió Eric—Te aseguro que no era divertido.—Estoy seguro de que parecerías una más entre los hijos de todos esos empresarios y dignatarios extranjeros porque pareces un aristócrata, una verdadera princesa estadounidense.En aquella ocasión, fue Tessa la que se rió.—Claro. ¿Y cómo son las princesas estadounidenses?—Majestuosas, Bellas y Sexys —sonrió.—Viniendo de quien viene la descripción, tendré que creérmela —contestó Tessa.Eric no podía dejar de mirar a Teresa
—Cariño —le dijo Sebastian—, es cierto que nuestro hijo comete locuras, yano es un bebe es todo un hombre de pies a cabeza. No te preocupes. Cumplirá con su deber y se entregará a ellos, será el presidente de una de las coorporaciones mas prestgiosas que hay hoy en dia en todoa Europa y andamos consquistando el mercado americano ¿Por qué no dejar que se divierta antes de que tenga que asumir tanta responsabilidad?—¿Te perdiste tú toda esa diversión por casarte conmigo tan joven?—Melina —contestó el padre de eric besándola detrás de la oreja.Cuando la besaba así, la reina todavía se estremecía.—Estoy preocupada —confesó—. Sería mejor para todos que se casara con una chica agradable como Ferras.—Ferras es todo menos agradable, sabes bien que a ti siempre te a gustado ella por ser la hija de tu mejor amiga, pero mi opinion es diferente, nuestro hijo no necesita una niña mimada a su lado a laque tenga que complacer todo el tiempo sus caprichos. Necesita una mujer capaz de estar a s
Tenía los ojos tan oscuros por el deseo que parecían dos pozos sin fondo. A Tessa se le pasó por la cabeza que la iba a desnudar rápidamente, pero Eric le dio la vuelta lentamente y le colocó las manos en la cintura. A continuación, le desabrochó los botones y se quedó mirando su espalda desnuda.Acto seguido, dejó que el vestido se deslizara por la piel de Teresa.—Estabas muy guapa con él, pero sin él estás todavía mejor —suspiró.A continuación, con dedos temblorosos por el deseo, le desabrochó el sujetador y se lo quitó lentamente. Tessa sintió que los pezones se le endurecían e intentó mantener la compostura mientras Eric la besaba por la nuca y sus hombros . Sin mediar palabra, se arrodilló detrás de ella y le bajó las braguitas de seda, dejándola única y exclusivamente con los zapatos de tacón.A continuación, se puso en pie y Teresa se giró lentamente hacia él. Lo que vio en sus ojos hizo que el corazón le diera un vuelco. Eric la estaba mirando con deseo, por supuesto, pero
Teresa vio algo que brillaba a la luz de las velas. Eric se colocó detrás de ella, le puso algo en el cuello y se lo abrochó.—Perfecto.—¿Es un collar? —preguntó Tessa tocándolo en la penumbra—. ¿Qué son estas piedras? —Rubíes.—Oh —se maravilló Tessa—. ¿Es de oro?—Sí, de veinticuatro quilates, el mejor del mundo —contestó.—El oro de verdad es muy suave, ¿verdad?—Sí, por eso se guarda para ocasiones especiales, como esta noche —contestó Eric mirándola a los ojos.Tessa sintió que el corazón le daba un vuelco. Eric sacó otro tesoro delbaúl.—Dame tu brazo derecho.Tessa alargó el brazo y Eric le colocó una pulsera en la muñeca. Pesabamucho y se le ceñía a la piel.—Como eres muy delgada, te queda bien —comentó.—¿Cuántos años tienen estas cosas? —quiso saber Tessa.—La mayoría de estas pequeñas cosas son del Imperio Bizantino, pero muchas podrían ser de antes, asi que hay algunas joyas, pinturas, esculturas inclusibe telas que no se sabe mbien la edad. La isla fue saqueada en