Tenía los ojos tan oscuros por el deseo que parecían dos pozos sin fondo. A Tessa se le pasó por la cabeza que la iba a desnudar rápidamente, pero Eric le dio la vuelta lentamente y le colocó las manos en la cintura. A continuación, le desabrochó los botones y se quedó mirando su espalda desnuda.Acto seguido, dejó que el vestido se deslizara por la piel de Teresa.—Estabas muy guapa con él, pero sin él estás todavía mejor —suspiró.A continuación, con dedos temblorosos por el deseo, le desabrochó el sujetador y se lo quitó lentamente. Tessa sintió que los pezones se le endurecían e intentó mantener la compostura mientras Eric la besaba por la nuca y sus hombros . Sin mediar palabra, se arrodilló detrás de ella y le bajó las braguitas de seda, dejándola única y exclusivamente con los zapatos de tacón.A continuación, se puso en pie y Teresa se giró lentamente hacia él. Lo que vio en sus ojos hizo que el corazón le diera un vuelco. Eric la estaba mirando con deseo, por supuesto, pero
Teresa vio algo que brillaba a la luz de las velas. Eric se colocó detrás de ella, le puso algo en el cuello y se lo abrochó.—Perfecto.—¿Es un collar? —preguntó Tessa tocándolo en la penumbra—. ¿Qué son estas piedras? —Rubíes.—Oh —se maravilló Tessa—. ¿Es de oro?—Sí, de veinticuatro quilates, el mejor del mundo —contestó.—El oro de verdad es muy suave, ¿verdad?—Sí, por eso se guarda para ocasiones especiales, como esta noche —contestó Eric mirándola a los ojos.Tessa sintió que el corazón le daba un vuelco. Eric sacó otro tesoro delbaúl.—Dame tu brazo derecho.Tessa alargó el brazo y Eric le colocó una pulsera en la muñeca. Pesabamucho y se le ceñía a la piel.—Como eres muy delgada, te queda bien —comentó.—¿Cuántos años tienen estas cosas? —quiso saber Tessa.—La mayoría de estas pequeñas cosas son del Imperio Bizantino, pero muchas podrían ser de antes, asi que hay algunas joyas, pinturas, esculturas inclusibe telas que no se sabe mbien la edad. La isla fue saqueada en
Tessa no bajó a desayunar. Eric se dijo que no había motivo para preocuparse, pues ya era mayorcita y no tenía por qué ser su sombra, aunque lo que el deseaba es ser algo mas quesu sobra. Desde la Noche anterior tenia que reconocer que Teresa se habia convertido en algomas que su secretaria, y que el interes que tenia en ella no era solo porque no queria perder a una excelente trabajadora sin que le gustaba como mujer mas alla de ser solo su compañera de cama. Asi se sentó y se sirvió unos huevos revueltos. Su padre estaba leyendo el periódico y su madre estaba hablando por teléfono, bostezó y se puso a mirar el correo intentando olvidarse de la cantidad de cartas que tenía sin leer en Nueva York.Un par de invitaciones para fiestas y una postal de su amigo Razin que estaba de viaje por Nepal. Eric abrió un sobre de color marfil con su abrecartas de plata y vio un folio impreso en el que leyó:Eres el futuro CEO General de La Empresa. Algún día, tus hijos heredaran un gran imperio
No era la madre de Eric, pero le sonaba de algo. Era Ferras, la mujer que la noche anterior llevaba un vestido azul y había hecho aquellos comentarios tan desagradables.¿Qué demonios hacía allí?Ferras se acercó a ella. Sus tacones resonaron sobre el suelo de piedra. Llevaba puesto un vestido blanco largo que marcaba su voluptuoso cuerpo.—Supongo que estarás ocupada con los detalles de tu reunioncita.Tessa se tensó.—Es una reunión muy importante a la que van a venir treinta directores.Ferras hizo un gesto con la mano en el aire como para quitarle importancia y se rió.—Supongo que tiene que ser muy aburrido organizar este tipo de cosas.Admiro mucho a las chicas que trabajáis. Yo no sería capaz de hacer cosas tan feas.—Cuando tienes la suerte de trabajar en algo que te gusta y de hacerlo en unentorno tan maravilloso como esta preciosa terraza, las cosas se hacen con gusto — sonrió Tessa.—Debe de ser maravilloso contentarse con tan poco, pero supongo que teacostumbras —comentó
—¡Tessa! —exclamó Eric poniéndose en pie para darle la bienvenida en el comedor.Tessa llegaba con piernas temblorosas. No había visto a los padres de Eric desde la noche anterior, cuando se habían besado delante de todo el mundo en el baile.—Buenas tardes —saludó educadamente.—Ven a sentarte al lado de mamá —le indicó señalando una silla vacía.Su madre lo miró igual de sorprendida que Tessa. ¿Qué se proponía? A Tessa le había gustado que llamara «mamá» a su madre. Le había parecido muy cariñoso viniendo de un ligón como él.Eric le apartó la silla caballerosamente para que se sentara y volvió a la suya. Su padre estaba sentado en el otro extremo de la mesa, hojeando el periódico.La madre de Eric la miró de arriba abajo como si estuviese inspeccionandola, haciendo que Teresa se incomodara un poco.—¿Cómo van los preparativos de la reunión de mañana? —le preguntó.Tessa abrió la boca para contestar, pero Eric se le adelantó.—Tessa no quiere hablar de esas cosas tan aburridas. ¿A
Imaginarse a Eric con otra mujer era insoportable y ridículo a la vez, porque era evidente que lo iba a ver con otras mujeres a menos que dejara de leer revistas y periódicos para toda la vida, acorto la distancia que los separaba caminando tan cerca de ella que Tessa sentía el calor que irradiaba su cuerpo. Cuando llegaron al despacho, le entregó la carpeta en la que estaba toda la información sobre Château d'Arc, incluido el número de teléfono de su propietario.Eric se puso al teléfono y Tessa se apresuró a encaminarse a la habitación en la que estaban guardados los informes de la empresa y que estaba situada en el otro extremo del despacho. Escuchó cómo Eric saludaba a alguien en francés mientras se adentraba en la habitación, que era alargada y estrecha. Las paredes estaban cubiertas desde el suelo hasta el techo por estanterías llenas de papeles. Los documentos más recientes estaban en un armario de metal en el despacho, pero en aquella habitación se guardaban los documentos an
—Porque te estuvo manoseando como si fueras un cantante de rock delante de todo el mundo. Fue vulgar y embarazoso, pero es normal porque a las estadounidenses no las educan bien.Eric sintió que la sangre se le agolpaba en la sienes. Si Ferras hubiera sido un hombre, le habría dado un puñetazo inmediatamente.—No vuelvas a hablar jamás de Teresa —le advirtió apretando los dientes—. Me encanta que me manosee, como tú dices. Más te vale mantener la boca cerrada. No tienes nada que decir. No te atrevas a insultar a mi invitada en mi propia casa.Ferras se tensó.—Muy bien. Bueno, tarde o temprano, recuperarás la cordura.Eric hizo un gran esfuerzo para no insultarla y echarla de su casa, pero consiguió refrenarse porque sus familias habían sido aliadas y amigas durante cientos de años. Mientras el repiqueteo de los tacones de Ferras se perdía por el pasillo, Eric se giró hacia el puerto. Estaba tenso y necesitaba moverse, correr, montar a caballo o… hacer el amor, pero le quería demostr
—Ya lo sé, hijo —contestó su padre—. Tu madre se ha encargado de ponerle un avión privado. Ha despegado hace cinco minutos.—¿Pero por qué?—A veces, es difícil entender a las mujeres.—Tengo que ir a buscarla.—¿Adónde? ¿Te vas a montar en otro avión para encontrarte con ella en elcielo? No es posible.—Pero…Eric no sabía qué decir. Era la primera vez en su vida que una mujer lo rechazaba abiertamente. El dolor le rompía el corazón. «La quiero». Lo había pensado, pero no lo dijo en voz alta. No quería admitir que amaba a una mujer que no lo amaba.—El deber es lo primero, hijo.—Ya lo sé, papá, pero…—Venga, vamos —le dijo su padre acariciándole la mejilla—. Hay cosas quesalen bien y otras que no. Mañana por la mañana lo verás todo con más tranquilidad.Eric siguió a su padre. Sentía el corazón roto y se moría por abrazar aTessa. ¿Podría volver a abrazarla algún día?—¡Eric , cariño! —exclamó Ferras a sus espaldas—. Espera un momento, cariño, no puedo andar bien con este vestid