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Al despertar, me encontré en un sitio desconocido donde el ambiente era fresco y el olor a desinfectante impregnaba el aire. Me costaba distinguir la realidad de un sueño desvanecido, y antes de que pudiera orientarme, una figura se acercó. El doctor, con una sonrisa cálida, trataba de tranquilizarme ante mi desconcierto. Puso una lámpara frente a mis ojos y continuó observando.—¿Tienes conocimiento de cuál es tu nombre? —Sí, mi nombre es Eloise. —seguía la luz ligeramente confundida con mis ojos.—¿Sabes que día es? —Es viernes. —Estas lucida, eso es bueno. Eloise. Estoy aquí para revisar cómo te encuentras —tomaba mi pulso y tras de esto tocaba mi estomago lo cual me provoco un ligero dolor.—¿Dónde estoy? —logré preguntar, sintiéndome como si estuviera nadando en un mar de brumas. —Te encuentras en el hospital —contestó, con un tono de voz apacible y reconfortante. —Has sufrido un accidente, pero has contado con una gran dosis de fortuna. Aunque recibiste un golpe, no has s
Derek MontenegroEsa mañana estábamos en mi sala sintiendo la tensión palpable en el aire, a pesar de todo parecía un refugio en medio del caos que se había desatado. Era la calma antes de la tormenta. Eloise permanecía en la esquina, observaba con delicadeza la escena, donde Miguel y Benjamín se encontraban sentados frente a mí, y las sombras jugueteaban sobre sus rostros, creando un contraste con la seriedad del momento. Con ese vestido que de embarazada que había adquirido se veía tan bella que me daban ganas de llevármela, pero actualmente estaba concentrando en acabar con Santoro.—Vamos a sacar a Eloise en un aeropuerto privado —rompía el silencio con una voz tan filosa que ellos entendieron que era una petición donde podia rodar cabezas si no era cumplida. La mirada constante de Miguel reflejó cierta duda. —Lo siento, pero Derek, eso va a ser difícil. Por ahora, si seguimos en este juego, es mejor que mantengamos oculta a Eloise aquí, en tu casa. No podríamos sacarla al menos
Lanzaba los dados haciendo que mi pequeño gato en el tablero se moviera cayendo en la casilla donde tenia otra tarjeta para salir de la cárcel. Por otro lado, al lanzar sus dados Benjamín al mover su pieza habia caído en mi propiedad mas costosa. Al observar la expresión en su cara, no pude contener la risa, ya que si eso hubiera sido dinero de verdad, seguramente estaría en la calle, completamente arruinado. —Benjamín, creo que amas esa propiedad, no es normal que hayas caído más de tres veces en la misma. —bromeaba de forma sarcástica—. Si esto fuera una competencia con dinero de verdad, ya estarías en bancarrota. Necesitarías bastante tiempo para recuperarte por completo. Quizás te encontrarías en la calle con un cartel ofreciéndote en alquiler a cambio de comida. Con una sonrisa relajada y serena respondía—Hago lo que puedo, Eloise. Al oír su tono poco convincente, no pude evitar soltar una risa divertida, ya que parecía que no estaba siendo del todo sincero. —Claro, claro. A
Con fuerza pateaba la bandeja que sujetaba Miguel derramando toda la comida en su ropa. Su mirada se endurecía completamente.—Eloise, debes comer estas embarazada. —¿Te inquietas por mi alimentación y mi embarazo? —Empezaba a soltar risas repletas de ironía—Ahora te genero preocupación, pero no cuando disparabas a Benjamin. Dime ¿Lo disfrutaste? Benjamín vaciló antes de dispararte, pero tú lo hiciste sin titubear. —Trataba de darle una bofetada, pero tenía las dos manos esposadas lo cual me lo impedía. —¡Le disparaste sin vacilar! Te consideraba su amigos... y tú lo has matado...—En ese mundo, la supervivencia depende de la fortaleza mental y física Eloise. ¿Por qué te sorprende? No puedes mostrar debilidad, no puedes titubear. —sonrió de manera cruel—El que duda muere, yo no moriré. Si tuviese que matar a mi madre para escalar en este mundo —su voz se tornaba gelida—lo haría. Aquí la elección es entre la vida y la muerte. El éxito o el fracaso, así de sencillo, Eloise. Benjamín se
Derek Montenegro La noche había sido un completo desorden, eran solo las once y no tenía ni idea de dónde ubicarme. Me sentía totalmente perdido, desconectado, ni siquiera cuando empecé en este mundo de sangre había vivido tanto en una noche. La habitación del hospital era un lugar frío y estéril, con el constante zumbido de las máquinas de monitoreo. Mi mirada se posó sobre Benjamín, postrado en esa cama, inconsciente. La palidez de su rostro era notable, casi como la de un espectro, y una sonrisa irónica apareció en mis labios al reflexionar sobre lo frágil que es la vida. En ese momento, percibí el leve sonido de la puerta al abrirse. Lo vi de reojo aproximándose hacia mi posición. Miguel se presentó, acercándose hacia donde yo estaba. Su rostro denotaba seriedad, por lo que no hacía falta indagar sobre lo sucedido. En cada esquina de la habitación se podía encontrar la solución. —¿Qué pasó? —preguntó por fin. Su rostro se tornaba ligeramente afectado con la preocupación asomand
Al atardecer, el sol empezaba a esconderse en el horizonte, creando sombras alargadas en el pasto. Yo estaba allí, sentada entre la desolación, con la mirada fija en los árboles a lo lejos, sin importarme que los hombres alrededor susurraran entre ellos, ajenos a mi tormento. Sentía una intensa furia en mi interior, pero me esforcé por contenerla y no permitir que se liberara. Solo quería estar sola, pero sabía que eso era una ilusión. Desde que habia sido encerrada siempre tenia a alguien conmigo, incluso para ir al baño siempre había alguien que me seguía. En esos momentos no quería forcejar, estresarme, solo aceptar por el pánico de que pudiera afectar a mi hijo…Solo por eso…pues si no estuviera embarazada de alto riesgo ya hubiera roto un par de floreros y amenazado al personal con el cristal. Mientras estaba sumida en mis pensamientos, quien menos quería apareció ante mí. Destaca su silueta misteriosa y elevada contrastando con el firmamento. Llevaba puesta una máscara platea
La brisa fría de la colina acariciaba mi rostro mientras observaba el horizonte, donde el sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de un rojo intenso. Junto a mí se encontraba Miguel, quien había estado a mi lado durante todo este tiempo. No lo dejaba solo ni siquiera para respirar mientras deje a los hombres de confianza de Benjamín a su cargo. Él a diferencia de mi tenia unos hombres que se matarían antes de ponerle algún dedo. Desde la distancia se podia vislumbrar hacia el almacén de Santoro, que apenas se alcanzaba a distinguir entre la bruma de la tarde. —¿Por qué no atacamos el laboratorio de Santoro ahora? —Miguel preguntaba de manera calmado, pero por alguna razón sentia que desde su cuerpo brotaba la impaciencia. Volteé despacio, examinando su gesto terco y la resignación en sus ojos. La ira y la prepotencia se movían dentro de él, como una llama que poco a poco lo devoraba. —¿Porque? —con una calma que parecía helar el ambiente— Muy fácil, primero debo acabar con la ú
Habían pasado exactamente tres semanas. Mi vientre ya se estaba viendo ligeramente abultado y a pesar de querer salir corriendo sabía que debía esperar un mes mas. Solo un mes… Un mes y podríamos salir. Además de que eso ayudaría a que saliera del riesgo, el plan que había recibido por parte de Noah requería que esperara esa cantidad de tiempo. Claire y yo nos encontrábamos en el jardín pues a mi petición, Giovanni mando a construir un invernadero en un tiempo record. El invernadero se había transformado en el único sitio donde podíamos estar a solas, ya que los guardias de Giovanni permanecían afuera para vigilarnos. Un hermoso invernadero donde las flores parecían más vibrantes de lo habitual y el aire estaba impregnado del dulce aroma de las rosas. Mientras me encontraba sentado en un asiento de madera, deleitándome con la suave brisa que acariciaba mi rostro, Claire revisaba unas macetas a poca distancia de mí. —Me gustaría hacer más cosas, Eloise. —dijo Claire con una voz