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Lanzaba los dados haciendo que mi pequeño gato en el tablero se moviera cayendo en la casilla donde tenia otra tarjeta para salir de la cárcel. Por otro lado, al lanzar sus dados Benjamín al mover su pieza habia caído en mi propiedad mas costosa. Al observar la expresión en su cara, no pude contener la risa, ya que si eso hubiera sido dinero de verdad, seguramente estaría en la calle, completamente arruinado. —Benjamín, creo que amas esa propiedad, no es normal que hayas caído más de tres veces en la misma. —bromeaba de forma sarcástica—. Si esto fuera una competencia con dinero de verdad, ya estarías en bancarrota. Necesitarías bastante tiempo para recuperarte por completo. Quizás te encontrarías en la calle con un cartel ofreciéndote en alquiler a cambio de comida. Con una sonrisa relajada y serena respondía—Hago lo que puedo, Eloise. Al oír su tono poco convincente, no pude evitar soltar una risa divertida, ya que parecía que no estaba siendo del todo sincero. —Claro, claro. A
Con fuerza pateaba la bandeja que sujetaba Miguel derramando toda la comida en su ropa. Su mirada se endurecía completamente.—Eloise, debes comer estas embarazada. —¿Te inquietas por mi alimentación y mi embarazo? —Empezaba a soltar risas repletas de ironía—Ahora te genero preocupación, pero no cuando disparabas a Benjamin. Dime ¿Lo disfrutaste? Benjamín vaciló antes de dispararte, pero tú lo hiciste sin titubear. —Trataba de darle una bofetada, pero tenía las dos manos esposadas lo cual me lo impedía. —¡Le disparaste sin vacilar! Te consideraba su amigos... y tú lo has matado...—En ese mundo, la supervivencia depende de la fortaleza mental y física Eloise. ¿Por qué te sorprende? No puedes mostrar debilidad, no puedes titubear. —sonrió de manera cruel—El que duda muere, yo no moriré. Si tuviese que matar a mi madre para escalar en este mundo —su voz se tornaba gelida—lo haría. Aquí la elección es entre la vida y la muerte. El éxito o el fracaso, así de sencillo, Eloise. Benjamín se
Derek Montenegro La noche había sido un completo desorden, eran solo las once y no tenía ni idea de dónde ubicarme. Me sentía totalmente perdido, desconectado, ni siquiera cuando empecé en este mundo de sangre había vivido tanto en una noche. La habitación del hospital era un lugar frío y estéril, con el constante zumbido de las máquinas de monitoreo. Mi mirada se posó sobre Benjamín, postrado en esa cama, inconsciente. La palidez de su rostro era notable, casi como la de un espectro, y una sonrisa irónica apareció en mis labios al reflexionar sobre lo frágil que es la vida. En ese momento, percibí el leve sonido de la puerta al abrirse. Lo vi de reojo aproximándose hacia mi posición. Miguel se presentó, acercándose hacia donde yo estaba. Su rostro denotaba seriedad, por lo que no hacía falta indagar sobre lo sucedido. En cada esquina de la habitación se podía encontrar la solución. —¿Qué pasó? —preguntó por fin. Su rostro se tornaba ligeramente afectado con la preocupación asomand
Al atardecer, el sol empezaba a esconderse en el horizonte, creando sombras alargadas en el pasto. Yo estaba allí, sentada entre la desolación, con la mirada fija en los árboles a lo lejos, sin importarme que los hombres alrededor susurraran entre ellos, ajenos a mi tormento. Sentía una intensa furia en mi interior, pero me esforcé por contenerla y no permitir que se liberara. Solo quería estar sola, pero sabía que eso era una ilusión. Desde que habia sido encerrada siempre tenia a alguien conmigo, incluso para ir al baño siempre había alguien que me seguía. En esos momentos no quería forcejar, estresarme, solo aceptar por el pánico de que pudiera afectar a mi hijo…Solo por eso…pues si no estuviera embarazada de alto riesgo ya hubiera roto un par de floreros y amenazado al personal con el cristal. Mientras estaba sumida en mis pensamientos, quien menos quería apareció ante mí. Destaca su silueta misteriosa y elevada contrastando con el firmamento. Llevaba puesta una máscara platea
La brisa fría de la colina acariciaba mi rostro mientras observaba el horizonte, donde el sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de un rojo intenso. Junto a mí se encontraba Miguel, quien había estado a mi lado durante todo este tiempo. No lo dejaba solo ni siquiera para respirar mientras deje a los hombres de confianza de Benjamín a su cargo. Él a diferencia de mi tenia unos hombres que se matarían antes de ponerle algún dedo. Desde la distancia se podia vislumbrar hacia el almacén de Santoro, que apenas se alcanzaba a distinguir entre la bruma de la tarde. —¿Por qué no atacamos el laboratorio de Santoro ahora? —Miguel preguntaba de manera calmado, pero por alguna razón sentia que desde su cuerpo brotaba la impaciencia. Volteé despacio, examinando su gesto terco y la resignación en sus ojos. La ira y la prepotencia se movían dentro de él, como una llama que poco a poco lo devoraba. —¿Porque? —con una calma que parecía helar el ambiente— Muy fácil, primero debo acabar con la ú
Habían pasado exactamente tres semanas. Mi vientre ya se estaba viendo ligeramente abultado y a pesar de querer salir corriendo sabía que debía esperar un mes mas. Solo un mes… Un mes y podríamos salir. Además de que eso ayudaría a que saliera del riesgo, el plan que había recibido por parte de Noah requería que esperara esa cantidad de tiempo. Claire y yo nos encontrábamos en el jardín pues a mi petición, Giovanni mando a construir un invernadero en un tiempo record. El invernadero se había transformado en el único sitio donde podíamos estar a solas, ya que los guardias de Giovanni permanecían afuera para vigilarnos. Un hermoso invernadero donde las flores parecían más vibrantes de lo habitual y el aire estaba impregnado del dulce aroma de las rosas. Mientras me encontraba sentado en un asiento de madera, deleitándome con la suave brisa que acariciaba mi rostro, Claire revisaba unas macetas a poca distancia de mí. —Me gustaría hacer más cosas, Eloise. —dijo Claire con una voz
La luz del tocador reflejaba mi maquillaje haciéndome parecer una verdadera muñeca. Claire con su poca experiencia me estaba ayudando con mi cabello que habia crecido exageradamente rápido desde el embarazo. —Estas preciosa —su sonrisa sincera iluminando su rostro—. Estar embarazada te da un brillo especial. No pude evitar sonreír de manera viva, sintiendo cómo esas palabras absorbían un poco de la tensión acumulada en mi pecho. Era cierto que mi cuerpo había cambiado, pero me gustaba pensar que la vida que crecía dentro de mí también iluminaba mi espíritu. Giovanni habia hecho que un doctor me examinara en su propiedad, pero además de eso no podia salir para absolutamente nada. —Recuerda, debes estar con Noah la mayor parte del tiempo —sugirió, dejando caer la indirecta con la suavidad de un susurro. Entendí a qué se refería. La fiesta no sería un paseo por el parque, y Noah sería el refugio en este mar de incertidumbres. La imagen de un matadero se formó en mi mente y, aunque el
El aire en la sala de la fiesta de Gala era un torbellino de risas y música, pero todo se desvaneció en un instante. Justo cuando Giovanni se inclinó hacia mí, sus labios a un suspiro de los míos, el retumbar de disparos rompió la burbuja que habia entre nosotros. El sonido era espantoso y, en un parpadeo, siento sus fuertes manos en mi cuello, sujetándome con fuerza.—¡No! —gimoteo sin poder evitarlo, la adrenalina disparándose en mis venas. Aunque intente escapar su fuerza me retuvo. Giovanni, con una sonrisa cruel en el rostro, me utilizó como un escudo humano. Su mirada brillaba con frialdad mientras me apuntaba en la cabeza con el arma que estaba en su otra mano. La risa viscosa que escapó de sus labios era como un eco oscuro en la atmósfera caótica.—¿Qué ocurre, Montenegro?¿Acaso estás celoso? —preguntó con tono burlón, mostrando satisfacción y desafío en su voz. A lo lejos, vi a Derek, su figura tensa y su arma en mano. Lo vi vacilar, su dedo fluctuando en el gatillo mientra