Seduciendo al primo de mi Ex
Seduciendo al primo de mi Ex
Por: J.M.Rose
1.Desequilibrada

El ruido que producía el chico al teclear en su ordenador era una distracción ideal que alimentaba mi enojo. La manera tan ineficaz con la que me ignoraba me hacía plantearme si eso era parte de su protocolo en su empresa.

—Señora ya le he dicho previamente de que no es posible proporcionar detalles sobre la presencia de su esposo en el hotel. —El joven explicó con calma— esa información es confidencial y debe respetarse la privacidad del cliente.

Mientras tanto, seguía concentrado en la pantalla de la computadora, como si estuviera familiarizado con este tipo de situaciones. Llevaba unas uñas acrílicas las cuales hacian un estrepitoso sonido de tamboreo mientras toqueteaba en el escritorio de madera. Había arribado rápidamente al hotel de dos estrellas en California.

¿Cómo descubrí la presencia de mi esposo allí?

De manera sencilla, coloqué un dispositivo de rastreo en su vehículo cuando este empezó a tener un comportamiento muy inusual hacia mí. Durante tres años de matrimonio, tuve que sacar adelante a ese hombre despreciable de la miseria. Durante tres años de matrimonio, invertí todos los ahorros que mi padre me había dado para colaborar en la levantar su hotel.

Durante tres largos años, me dediqué por completo a laborar incansablemente en su empresa de hoteleria que ahora brilla gracias an mis esfuerzos. Durante tres largos años, desempeñé el papel de esposa ideal. Mi dedicación era tan notable que cualquiera que me observara no podía evitar admirarme. Me esforzaba incansablemente en mi trabajo y en mis labores domésticas, actuando con excelencia en cada tarea. Sin embargo, a pesar de todo ello...

—No me entiende, debo verificar si el esta aquí, es todo. Nadie descubrirá que la información proviene de ti. —Traté de sonreír falsamente para disimular mi creciente furia. —Te puedo ofrecer quinientos dólares para confirmar si el esta aqui. —Intentaba persuadir al joven con esta propuesta.

El frío tacto metálico del b**e en mis manos derecha revelaba claramente mis intenciones; Luci, mi preciado b**e, ya había sido empleado para destrozar el vehículo de mi esposo en el estacionamiento.

Adquirió ese precioso automóvil con los fondos de nuestra empresa, los cuales se originaron a partir de la contribución que yo le proporcioné. La empresa de hoteleria experimentó un crecimiento significativo a mi mando. Cuando la tome eran de tan baja calidad que no lograban tener éxito, momento en el cual entré en escena. De repente, el joven detuvo su tecleado en la computadora para observarme con atención.

—Señora, si usted no se retira voy a tener que llamar a seguridad —comento de manera severa el joven.

Producía un sonido con mis dientes a causa de la furia que experimentaba. Al saber que no lograría obtener nada, planeaba marcharme, pero divisé su presencia a lo lejos y decidí quedarme. Ese hombre tan inepto en quien creí que encontraría mi pareja ideal. Ese desgraciado que se paseaba con una sonrisa en el rostro junto a su asistente, agarrados de la mano. El estaba desaliñado que llevaba prendas tan descuidadas que era evidente que no estaban allí para asistir a una "reunión laboral" en ese hotel.

Mi pensamiento se transportó hacia la Unión Soviética, mi raciocinio hacia Brasil y mi ética hacia Australia, no había armonía en mi ser.

«¡Maldito desgraciado hijo de mil putas!»

Pensaba de manera colerica, mis ojos echaban chispas por la rabia. Me dirigí rápidamente hacia el que se suponía que era mi esposo, quien estaba tan absorto que ni siquiera se percató de mi presencia.

Con un solo golpe de mi b**e a su pierna derecha logro que terminara en el suelo, provocando que la promiscua de su amante empezara a ladrar descontroladamente. Otro golpe en la cabeza de Trevon hizo que cayera ligeramente inconciente en el suelo.

—¡Pero estas desquiciada! —grito la pequeña pelinegra resbalosa.

Sujetaba el b**e con la mano izquierda mientras con la derecha le comenzaba a tirarle del pelo con violencia. Arrastrándola por el suelo gritándole enfurecida.

—Desquiciada aun no me conoces —vociferaba llena de rabia—deja que me conozcas como una verdadera lunática—bramaba.

¿Conocen cuál es el beneficio de tener tres hermanos?

El menor de mis mis hermanos me enseñó a pelear de forma agresiva, mi hermano mayor me instruyó en el boxeo, y mi hermano del medio me enseñó a aprovechar mi fuerza. Fue imprescindible realizar todas esas acciones, ya que logré golpear a la mujer a pesar de los intentos de varios hombres por detenerme.

¿La arrastre?

Por supuesto, sin duda alguna, el suelo quedó cubierto de maquillaje de esa amante de pacotilla; el rastro del lápiz labial rojo en el piso lo confirmaba. Le di tantas cachetadas que mis manos se pusieron rojas.

—Señora deténganse.—uno de los guardias me hablaban.

Ignoraba a aquellos guardias aun pegándole a aquella mujer con tanta rabia

¿Por qué estaba enojada?

Esa joven acababa de graduarse de la universidad, es la hermana menor de un conocido de mi hermano. Es de una familia humilde tan ávida de riqueza que hacia que ella se pusiera a bailar con solo mencionar dinero. Sentía más frustración ya que mi esposo gastaba todo el dinero que yo había trabajado como loca en regalos lujosos para esa mujer, mientras que a mí ni siquiera me obsequiaba un chocolate en nuestro aniversario, que fue hace 48 horas.

En el día de mi cumpleaños se ausentó alegando que necesitaba "trabajar", y a pesar de que el no merecía mi compasión, era evidente que esa mujer le había conquistado por completo. Desde que la vi entrar a la oficina con su falda tan corta, imagine que iria por el vicepresidente. Se le veía a lengua que quería buscar a un hombre con dinero pero nunca imagine que se metería con un hombre casado.

—¡Deja de pegarme! ¡Me duele! ¡Mi bebe!

Eso me hizo detenerme de golpe. ¿Un bebé? Mientras me sumergía en mis pensamientos, fui sorprendida por la seguridad y poco después llegó la policía. Mi corazón se hundió en la tristeza. Nunca logré darle a mi esposo lo único que anhelábamos juntos: un hijo. A pesar de todos mis esfuerzos por quedar embarazada, las posibilidades eran tan escasas que empezamos a contemplar la opción de la fertilización in vitro. Trevon despertaba lentamente del aturdimiento que le causé, dándose cuenta de que tenía las manos esposadas. Este se toco la cabeza en la parte trasera notando que sangraba.

Mientras me conducían bajo custodia, Trevon me espetó con enojo que —Eloise está desequilibrada.

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