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6. Prometo solemnemente

La joyería era un lugar verdaderamente mágico, repleto de destellos resplandecientes que reflejaban la luz de una manera absolutamente hipnótica y fascinante. El silencio absoluto, únicamente interrumpido por el suave y delicado sonido de los transeuntes a la afuera de la tienda se filtraba  en el aire, la soledad de nosotros dos en esa tienda, se convirtió en un telón de fondo perfecto y enigmático para lo que estaba a punto de acontecer en ese misterioso lugar. 

Derek, con su inconfundible y encantadora sonrisa que provocaba en mí una amalgama de sensaciones que iban desde la ansiedad hasta la euforia, se aproximó lentamente hacia mí tomando con delicadea mi barbilla.

Todo lo que ocurrió en ese momento sucedió de una manera tan vertiginosa y acelerada que apenas pude procesar lo que estaba pasando. La distancia que separaba nuestros cuerpos se desvaneció por completo en un instante, y en un abrir y cerrar de ojos, sus carnosos labios se posaron delicadamente sobre los míos. Fue un beso tan intenso y apasionado, una explosión de emociones tan abrumadora que me dejó completamente sin aliento y sin capacidad de pensar con claridad. 

Como si el implacable transcurrir del tiempo se viera interrumpido de repente, experimenté una aceleración descontrolada en las pulsaciones de mi corazón, un temblor incontrolable en mis piernas y una difuminación progresiva de la realidad circundante. Sus labios carnosos y tentadores eran suaves al tacto, pero el intenso fuego que ardía en ellos era innegable y cautivador. Cada suave caricia, cada dulce susurro de la piel, parecían desdibujar el mundo que nos rodeaba, dejándonos solos a nosotros dos, inmersos en un torbellino de emociones y sentimientos.

Cuando finalmente nos separamos, después de un intenso forcejeo por regresar a la cotidianidad, un profundo suspiro de alivio y nostalgia se escapó de mis labios entreabiertos. Derek, con esa encantadora sonrisa traviesa que provocó que mi corazón latiera con más intensidad, se inclinó lentamente hacia mí, acercando su rostro al mío con una mirada llena de complicidad. — En este momento, solo puedo ofrecerte un breve vistazo de lo que está por venir— , expresó con entusiasmo, su tono rebosante de expectativas y posibilidades. — Si en algún momento decides llevar todas las cosas que te gustan a la cama, te prometo solemnemente que me esforzaré al máximo para que disfrutes de una experiencia inolvidable como nunca antes la hayas experimentado.

Las palabras que pronunció resonaron en lo más profundo de mi ser, como un eco persistente que se negaba rotundamente a desaparecer. Nunca imaginé que pudiera surgir algo significativo de mi interacción con él, un individuo que en realidad era poco más que un completo extraño en este complicado y enigmático entramado de mi vida. Sin embargo, en ese preciso instante, era plenamente consciente de que me había dejado arrastrar por la vorágine de sentimientos que él acarreaba consigo. En ese preciso instante, pude percatarme de que, quizás, este apasionado beso no se limitaba únicamente a una simple diversión. Podría ser el comienzo de algo realmente grandioso y extraordinario.

Experimenté la sensación de que todas las personas a mi alrededor desaparecían, quedando únicamente la calidez de su cuerpo junto al mío.

Traté de mantener una actitud firme, como si no me impactara en lo más mínimo. —Vaya, eso estuvo… —Comencé a hablar, pero mis palabras se perdieron en un murmullo. Era consciente de que sería una locura seguir adelante después de ese beso, sin embargo, en mi interior, la posibilidad de entregarme a algo más resultaba tentadora  me seducía en silencio.

Derek se alejó ligeramente, clavando en mí una mirada intensa y ardiente. —Eloise, ¿podrías simplemente relajarte y disfrutar? —dijo con una voz seductora y sugerente. Sus ojos brillaban con un anhelo tan tangible como el mío, era evidente para mí.

Con un esfuerzo consciente, respondí con un tono abrupto—No estamos aquí para eso. Solo es un juego, una fachada de compromiso falso recuerda. —Mis palabras resultaron ser la fachada menos persuasiva que había expresado nunca. Dentro de mí, una intensa emoción me invadía, colmando todo mi ser con una llama que no podía pasar por alto.

Su rostro se iluminó con una sonrisa enigmática que sugería misterios y emociones ocultas, mientras mi mente debatía entre la racionalidad y el intenso anhelo de entregarme a su abrazo. 

¿Realmente podría dejarme llevar? 

Aquella pregunta resonaba en el aire, y al cruzar nuestras miradas, una parte de mí intuía que permitirme ser vulnerable podría llevarme a vivir una experiencia más apasionante de lo que había previsto.

Aunque en realidad no quisiera admitirlo, mis piernas aún temblaban intensamente debido a la fuerza del beso que acababa de recibir. Mis areolas se endurecían notablemente, mientras que mis pantis experimentaban un marcado aumento de humedad que resultaba imposible de ignorar. Aunque en mi interior era consciente de que nuestro compromiso carecía de autenticidad, aquel beso despertaba en mí la urgencia de emprender una acción más significativa. 

Involuntariamente, me encontré anhelando experimentar lo mismo que él le hizo a la mujer en su oficina. Gritaba descontroladamente, gemía con intensidad y gimoteaba de placer, ansiosa por descubrir si la experiencia era realmente tan satisfactoria. Mis piernas, aclamaron, me suplicaron que le permitiera el acceso, que le extendiera una amable invitación para adentrarse en ellas y me hiciera enloquecer.

 Por unos breves segundos, juraría que sus profundos y enigmáticos ojos se oscurecieron sutilmente, al tiempo que revelaba una encantadora y ligeramente pecaminosa sonrisa. Me observaba detenidamente, fijando sus ojos en mis labios, y luego, simplemente, me dedicó un coqueto guiño que provocó un ligero estremecimiento en mí. Durante unos breves instantes, percibía cómo sus ojos adquirían un brillo lujurioso y provocador, reflejando un deseo intenso en su mirada. Ambos teniamos las ganas, ambos queriamos hacerlo, pero yo decidi detenerlo pues sabia que el y yo solo queriamos una cosa, vengarnos de Trevon y quitarle todo lo que el nos quito a nosotros.

—Muy bien, Eloise, ha llegado el momento de ir a recoger todas tus pertenencias, a partir de hoy te mudarás a vivir a mi casa.

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