—Ya volviste Eloise —comento Allana de manera burlesca al verme entrar al pasillo.
Mire toda la casa, había sido cambiada completamente al igual que el personal. Antes, mi hogar lucía una decoración tan refinada que resultaba un deleite visual extraordinario, pero ahora es aburrida, convencional y juvenil. Se asemejaba al tipo de creaciones que una niña de siete años que empieza a hacer cuando se le permite ser "imaginativa". —Si la manera en que decora piensas, déjame decirte que te faltan un par de neuronas —comentaba con desden con mis llena de ironía al ver la pared de rosa fucsia junto al sofá naranja de la entrada, solo de verlo me pedía salir huyendo. —Serás...—susurro aquella rubia, pero se detuvo al ver a Trevon salir desde una de la habitación. —Eloise, ya llegaste —comento con una enorme sonrisa. A pesar de su deseo de evitar mi presencia, mi padre debió haberle ofrecido algo para que actuara como si nada hubiera ocurrido. Realmente, a mi padre le resultaba beneficioso que estuviéramos casados, ya que el negocio de Trevon pasaría a formar parte de la familia, y a Trevon le interesaba mi familia por los recursos económicos que aportaba gracias a nuestras empresas de envios. Trevon, con su traje impecable, me miraba de manera egocéntrica. Lo escudriñaba con mis ojos grises trataba de ocultar la repugnancia que me provocaba en ese instante. —Que bueno que regresaste, te he extrañado mucho —comento con una risa totalmente sarcástica. —¡Vaya, qué sorpresa! —respondí de manera irónica —Creí que te habías olvidado de mí mientras estabas compartiendo la cama con esa cualquiera —le espeté sin apartar la mirada. —Trevon escuchaste como me dijo —chillo la pelinegra. —¡Cállate de una vez, Allana! —dijo de repente. —Mañana nos vemos en el hotel principal, retomarás tu antiguo puesto y te aseguro que hay mucho trabajo pendiente para ti —añadió con una amplia sonrisa. En la semana que siguió, dediqué mi tiempo a analizar minuciosamente las áreas de oportunidad que aún persistían en el hotel, identificando estrategias de ataque y evitando aquellas que no resultarían efectivas, así como evaluando las acciones que no se llevaron a cabo. Al regresar, noté que el lugar se había mantenido en pie gracias a la fe y la suerte, ya que con solo un ligero empujón se habría derrumbado. Sería una verdadera pena si alguien sedienta de venganza decidiera empujarlo. ¿Verdad? Mi sonrisa era amplia ya que el viernes logré concertar una cita con Derek Montenegro, un destacado empresario del sector hotelero en California que estaba buscando expandirse y solo le faltaban conexiones, las cuales yo podía proporcionarle. ¿Lo mas interesante? El era un bastardo al igual que yo además de ser primo de Trevon ¿Lo conocía? Para nada pues a el solo me lo pintaban como la oveja negra de la familia. Mientras paseaba, lucía mis elegantes botas negras de Louis Vuitton; aunque me hubieran despojado de todo, mi estilo seguía intacto. Mi hermoso traje de vestir empresarial dejaba denotar a que iba a ese lugar. Una hermosa oficina de estilo minimalista pero aun así tenia lo necesario. Al acercarme notaba a su secretaria, enorme gafas circulares, una sonrisa nerviosa además de estar un poco despeinada como si viviera en constante estres. —Buenas señorita Rossi, el señor Montenegro esta algo ocupado —comentaba la secretaria acomodándoselo sus lentes—el le dejara saber cuándo esté listo —comento mientras escribía algo en un cuaderno de notas. Me sentaba en la oficina calidad mirando de reojo mi teléfono para ver el tiempo mientras sujetaba la carpeta con los papeles que sabia haría que aquel el picara. Pasaron unos minutos donde pude escuchar unos gritos desde la puerta al lado de la secretaria. —¡Oh! ¡Oh si! ¡Así! Unos fuertes chillidos de una mujer que estaba llegando al orgasmo, me sorprendería que no se escucharan en todo ese hotel. Mi mirada se petrifico pues no estaba comprendiendo, dirigiendo mi mirada hacia la secretaria que parecia ignorar los sonidos. Ella seguía escribiendo en su ordenador, se ajustaba los anteojos con total naturalidad, como si aquello fuera algo habitual para ella. Observé disimuladamente a mi alrededor, escudriñando cada rincón en busca de alguna cámara secreta, con la esperanza de poder declarar que todo se trataba de una simple broma. —¡Vamos! ¡Hazlo mas fuerte, mas fuerte! ¡Oh, cómo me tienes, ya! Un silencio absoluto invadió la habitación, mientras un rubor se apoderaba de mis mejillas. Esos quince minutos se convirtieron en un espectáculo erótico en directo, algo que jamás habría imaginado ni en mis sueños más atrevidos. —¡Pero seras un hijo de puta! Desde el lado de la puerta se oyó un suspiro por parte de la secretaria, quien parecía estar familiarizada con la situación. Inmediatamente, comenzó a marcar en su teléfono y dijo con tranquilidad: —Tenemos a otra mujer que se niega a marcharse. Vengan de inmediato, ya que se está haciendo tarde para su reunión de las once. Después de un rato, un guardia ingresó a la oficina y expulsó a una mujer de cabello pelirrojo. El lápiz labial estaba fuera de lugar, el vestido presentaba rasgaduras en la falda y en el tiro, y su cabello lucía desaliñado, indicando que había disfrutado de un encuentro íntimo inolvidable. La secretaria anunció con tranquilidad que el señor Montenegro me estaba esperando, tecleando de forma tan metódica que parecía casi automatizada, lo cual resultaba inquietante en ese entorno. Me levanté chocada aun por lo que estaba pasando, decidí tragar porque pues el seria mi única oportunidad de hundir a mi exesposo. Al ingresar a la oficina, observé a un hombre con su chaqueta arrugada, el cabello peinado hacia un lado, ojos oscuros como un iceberg y un cabello tan brillante como el sol. Mientras estaba escribiendo en su ordenador, al notar mi llegada, me miraba detenidamente con una gran sonrisa, como si fuera un manjar recién servido. Tras de mí, la puerta se cerró de golpe. Había entrado en la guarida del león, pero en ese lugar el ambiente estaba impregnado de un fuerte olor a pasión. —Señorita Rossi ¿No? —comenzó a hablar con tono indiferente —Escuche que movió muchas influencias para poder hablar conmigo, eso me agrada, dígame ¿Qué puedo hacer por usted? Con su tono grave me hablaba, podría estremecer a cualquier persona. Con una mirada tan seductora que lograba cautivar a cualquier mujer a su manera, excepto a mí, ya que solo lo utilizaba para perjudicar a Trevon. Se acomodo la manga de su saco dejando ver unos tatuajes que sobresalian en su mano izquierda. —Exacto, posees algo que deseo —susurré al acercarme a el hasta romper nuestra distancia — y yo tengo algo que nadie más le ofrecerá con facilidad —lo contemplé fijamente a los ojos —Conozco tu reputación como el diablo, te quiero proponer un acuerdo en los que solo sales beneficiado, sin embargo —esbocé una sonrisa astuta —¿estás dispuesto a negociar conmigo en esta ocasión? Esa actitud pareció gustar al caballero que me observó con interés. —Si prometes servirme como la espada que hundirá a Trevon Brochetti, tu primo, yo sere tu escudo, te protegeré de todo lo que venga y te ofreceré crecer tus hoteles. Mientras hablaba aquel hombre de ojos zafiros me miraba de manera impenetrable con una enorme sonrisa. —Me agradas aún más, habla.La luz tenue y parpadeante de la oficina de Derek contribuyó a crear un ambiente de tensión palpable en la habitación, generando una atmósfera cargada de incertidumbre y misterio. Miré detenidamente por la ventana, observando con detenimiento la majestuosidad de la ciudad de pleno dia, mientras mi mente analizaba minuciosamente cada detalle de la estrategia que estaba a punto de ejecutar. Sabía perfectamente que lo que estaba a punto de proponerle a Derek era un riesgo considerable, pero el profundo sentimiento de rencor hacia mi exmarido, quien me había abandonado en esta situación tan desigual e injusta, era tan abrumador que superaba con creces cualquier atisbo de temor que pudiera surgir en mi interior.Me debí de haber visto increíblemente provocativa y llamativa, con mi deslumbrante vestido rojo ceñido que resaltaba y realzaba mis curvas femeninas. Cuando me di la levanté mi mirada y me encontré con la mirada de Derek, pude vislumbrar sus ojos profundos y su gesto relajado prov
La tienda de joyas resplandecía con un brillo casi fascinante. Mientras exploraba entre collares y pulseras, intentaba hallar una pieza que reflejara el remolino de emociones que me invadía. Jamás había pensado que sería tan difícil adquirir un anillo de compromiso falso. Sin embargo, me encontraba en el umbral de dar por concluido un episodio sin sentido en mi vida, impulsada por la angustia de no querer cargar más con el peso de tener que sufrir al lado de Trevon.Derek se materializó a mi lado, como una silueta que se acentuaba con cada palabra que decía. Con una mirada profunda y misteriosa, sus ojoszafiro guardaban secretos que seguramente nunca llegaría a contar. Su voz, un suave susurro, me envolvió mientras señalaba un anillo con un diseño intrigante: —Este sería ideal. Atractivo, pero con un toque enigmático. Igual que tú. Observé de reojo mientras cruzaba los brazos sobre mi pecho, mostrando una actitud defensiva. —No he venido a divertirme con acertijos, Derek. Necesito ad
La joyería era un lugar verdaderamente mágico, repleto de destellos resplandecientes que reflejaban la luz de una manera absolutamente hipnótica y fascinante. El silencio absoluto, únicamente interrumpido por el suave y delicado sonido de los transeuntes a la afuera de la tienda se filtraba en el aire, la soledad de nosotros dos en esa tienda, se convirtió en un telón de fondo perfecto y enigmático para lo que estaba a punto de acontecer en ese misterioso lugar. Derek, con su inconfundible y encantadora sonrisa que provocaba en mí una amalgama de sensaciones que iban desde la ansiedad hasta la euforia, se aproximó lentamente hacia mí tomando con delicadea mi barbilla.Todo lo que ocurrió en ese momento sucedió de una manera tan vertiginosa y acelerada que apenas pude procesar lo que estaba pasando. La distancia que separaba nuestros cuerpos se desvaneció por completo en un instante, y en un abrir y cerrar de ojos, sus carnosos labios se posaron delicadamente sobre los míos. Fue un b
La tarde era gris y el viento soplaba con una rabia contenida cuando Derek y yo llegamos a la casa de Trevon. La incertidumbre se había instalado en lo más profundo de mi ser, como un pájaro inquieto revoloteando sin descanso. No estaba completamente segura de lo que nos aguardaba detrás de aquella puerta, pero en mi interior sabía que enfrentarnos a Trevon, con su astucia y determinación, nunca sería una tarea sencilla. Estaba totalmente enfurecida pues el se había llevado todos mis logros, mis méritos, y mi trabajo duro siendo apoyado solo por el dinero que me dio mi padre. Deseaba quitarle todo, hacerlo sufrir, quería que rogara por su perdon pero mas que nada que no pudiera levantarse con todo lo que me hizo. Derek,en medio de esta intensa tormenta emocional, mostraba una determinación inquebrantable. Su penetrante mirada se encontraba inmutablemente fija en la imponente puerta de madera maciza, como si poseyera la capacidad sobrenatural de traspasarla y descifrar meticulosamente
Derek bajaba su pistola con una expresión implacable mientras Trevon mostraba una sonrisa burlona. Empecé a andar, pasando junto a el con la intención de localizar mi equipaje, momento en el que me topé con Allana. Ignoré por completo la sonrisa burlona con la que me miraba, pues tenia decidida en hacerla pagar por ello.—Vaya, parece que no tienes nada que hacer que andas meneandole el culo a un hombre.—Tu mente es tan carente de ideas y pocas neuronas que crees que seguiré tu ejemplo —interrumpió sin siquiera dirigirle la mirada después de subir las escaleras —la diferencia entre tú y yo radica en que yo no vacilo en deshacerme de lo que me estorba —con una mirada implacable la dejó paralizada mientras se encaminaba hacia mi habitación. Permanecí en la diminuta habitación que solo tenía una cama, sin nada más. Mientras organizaba mis escasas posesiones en la maleta, bajaba por las escaleras donde Derek y Trevon permanecían inmóviles, como si estuvieran atrapados en un terreno pa
Se dirigió lentamente a la cocina, desde donde emergía con una botella de vino tinto destapada y dos copas de cristal relucientes. El vino tinto coloreaba elegantemente las copas de cristal, absorbiendo la suave luz que emanaba de las lámparas que decoraban con esplendor el frio apartamento de Derek. Todo en ese maravilloso lugar era un fiel reflejo de la complejidad de su personalidad: elegante, refinado y sofisticado, pero también con un misterioso y enigmático toque oscuro que despertaba mi curiosidad y me llevaba a preguntarme qué secretos intrigantes podían estar ocultos tras esas imponentes paredes. Me sentí como un pez en un acuario, encerrada en una belleza inquietante.Mientras él elegantemente servía el exquisito vino tinto en las copas de cristal, una cálida y encantadora sonrisa se dibujaba en sus labios, dejándome completamente cautivada y embriagada por su encanto. Su penetrante mirada, llena de intensidad y persuasión, parecía tener el poder de traspasar la vasta dista
Los rayos del sol poniente se colaban por los amplios ventanales de la vivienda de Derek, generando una atmósfera dorada que chocaba con la incomodidad que me provocaba la situación pues era un constraste diferente al ambiente frio que tenia en su vivienda. Mientras nos encontrábamos en la sala, un lugar sofisticado que reflejaba su triunfo y determinación, mi mente solo se enfocaba en la falsa promesa que habíamos forjado juntos.—Derek,—comencé, llevándome las manos a la cintura en un gesto que trataba de mostrar firmeza, alzaba levemente una de mi ceja para mostrar mi personalidad fuerte.Volteó su rostro hacia mí, mostrando una sonrisa misteriosa que me causaba escalofríos. Resultaba molesto la cantidad de confianza que mostraba.— ¿Si? Eloise. Soy todo oídos. —Esto… lo nuestro… no es real. Nuestra relación es pura apariencia. No quiero que nada más suceda entre nosotros —dije, con la mirada firme, aunque en el fondo sabía que la tensión en el aire estaba cargada de algo más.Der
POV Derek MontenegroAl anochecer, Los Ángeles se cubría con un velo de oscuridad, y al recorrer el corredor de mi hotel, percibía cómo la tensión se iba intensificando en el ambiente. Se consideraba el sitio donde todos debían sentirse protegidos, donde las sonrisas eran imprescindibles y se brindaba en honor a la alegría. Nadie sospechaba del verdadero poder que se escondía tras aquellos brillantes cristales. Era Derek Montenegro, conocido como el cerebro detrás de todo, dirigía en secreto una influyente y temida organización criminal, siendo la fuerza implacable detrás del éxito de una reconocida red de hoteles.Sin embargo, la noche en cuestión presentaba una singularidad. Mi autoridad se vio debilitada por una filtración, un individuo desleal reveló mi secreto, lo que motivó mi convocatoria. Era consciente de que era momento de enfrentar los remordimientos, y estaba decidido a no permitir que la traición quedara sin consecuencias. Con serenidad, me encaminé hacia la habitación do