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Aunque el lunes llegó con prisa, ni Oliver ni Abigaíl dejaron de pensar en lo ocurrido en la sede universitaria y en todo aquello que había ocurrido entre ellos.

Las miradas, las cosquillas, el revoltijo de panza.

Tal vez la joven usó aquello a su favor para distraer su mente y se masturbó cada vez que encontró́ la oportunidad perfecta para reconectarse con ella misma.

Disfrutó de tener a Oliver Lane entre sus pensamientos, lo gozó en la cama, en la bañera e incluso mientras estudiaba. Se durmió pensando en él y anheló ese reencuentro que de seguro la dejaría soñando despierta otro par de días.

Esa mañana se alistó como siempre, conforme desayunó lo que su hermana había preparado para toda la familia

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