Nos vemos en un rato con el epílogo.
Hace tres años cuando sucedió todo. Recuerdo la manera en la que el dolor laceró mi corazón y destruyó toda mi vida. Tenerla en mis brazos y ver como la vida de mi mujer y la de mi hijo se escapaba entre mis manos sin poder hacer nada, fue la experiencia más aterradora por la que alguna vez pasé. Cuando la escuché despedirse de mí, decidida a cometer una locura para salvarme, sentí que me arrancaba el alma y el corazón de un solo tajo. La desesperación en su mirada y la determinación que vi en ella, me lo dijo todo. Se sacrificaría por mí. Perdía a mi familia, la mujer que tanto amaba y el hijo que esperaba con tanta ilusión. Todos los sueños destruidos por las manos de un sicópata asesino que también acabo con la vida de sus padres. Todo por la m*****a codicia de un miserable que no tenía límites en sus ambiciones. Por fortuna, la maldad de ese miserable terminó con dos balas sobre su cuerpo, una mía y otra de Evans, pero a cambio de la vida de mi familia. Lo recuerdo como si hubier
No puedo evitar sentirme nerviosa en este preciso instante. Estoy eufórica. Hoy es el día en el que por fin logro materializar todos los esfuerzos y sacrificios de mi vida profesional. Soy una chica tímida e introvertida, no puedo negarlo, pero es vital no permitirme demostrar debilidades en este medio donde la testosterona ejerce su supremacía.Me dirijo con pasos firmes y seguros a la oficina de Recursos Humanos para finiquitar todo el papeleo de contratación. Luego debo asistir a la sala de reuniones, lugar en el que se llevará a cabo la presentación oficial ante todos los trabajadores que dependerán de mí, una vez asuma el cargo como directora ejecutiva de Sutton Internacional.―Buenos días, señorita, soy Victoria Kent, tengo una cita con el señor Evans.La joven morena sonríe antes de devolverme el saludo.―Bienvenida, señorita Kent, permítame anunciarla.Le doy un rápido vistazo a las instalaciones e intento familiarizarme con el área mientras ella se comunica con su jefe.―El s
El ruidoso repiqueteo de sus tacones sobre el piso de baldosas al recorrer el pasillo, anticipa que nuestra flamante nueva directora ejecutiva de la empresa; está a punto de hacer su aparición. Todos los empleados han sido congregados en la gran sala de reuniones, lugar escogido para la presentación formal de la nueva al mando… mi jefa.Recordarlo hace que la bilis suba hasta mi boca. Llevo la mano hasta mi cuello y me aflojo la corbata, porque de repente siento que me falta la respiración. En pocos minutos podré verle la cara a la arpía que clavó sus garras en mis pelotas y las hizo trizas. Mi pierna derecha revota una y otra vez de manera inquieta mientras espero a que la fulana jefa aparezca. Observo el reloj y constato que, en su primer día, ya viene con retraso. Gruño como perro rabioso. ¿Es esta la clase de persona que eligen para que dirija una empresa tan importante y sólida como esta? Menuda equivocación.No puedo dejar de recordar lo perturbador y humillante que fue para mí
―Ethan, me contenta que estés aquí, hijo ―Sutton, me abraza y me da un par de palmadas en la espalda― ¿Ya conociste a Victoria?Respiro profundo. No es el momento de perder el control y comportarme como un idiota resentido. Debo mantener la mente fresca y controlarme mientras esa mujer ande en los alrededores.―Bueno, conocerla no es la palabra correcta, ya que acaba de llegar ―expreso con pedantería―, pero imagino que tendré el tiempo suficiente para hacerlo, es lo que espero ―comienza el ataque. Quiero que sepa que no es bienvenida―. Encantado de conocerla, señorita Kent ―miento―. Espero que esté a la altura del puesto que ha venido a desempeñar y que el tiempo le alcance para demostrarlo.Con mis palabras le envío, un mensaje claro y certero que espero haya captado. Sonó bastante fuera de lugar, lo admito, pero la intención no es ser condescendiente con ella, al contrario, espero que comprenda que, en mí, no encontrará a un amigo. Mucho menos a un aliado.―Perdone… ¿Usted es?El ge
Su respuesta es inesperada. Su aparente fragilidad engaña hasta al más astuto, pero es una fiera salvaje de garras letales y afiladas.―¿Puedes explicarme qué carajos es lo que pasa contigo? ―grita furiosa, con esa boca tan viperina y ágil que me deja perplejo. Sin embargo, lo que me deja con la boca seca en esa actitud desafiante que muestra, es ese par de pezones duros taladrando mi pecho― ¿Cuál es el motivo que te impulsa actuar con esa actitud malsana contra mí?¡Vaya con la señorita! Sí que sabe usar los tacos como un perfecto camionero. Su reacción causa un efecto extraño en mí. En lugar de sentirme enfadado y predispuesto, solo siento admiración por esa actitud combativa y salvaje que la hace ver… ¿sexy y sensual?―¿Perdona?... no entiendo a qué te refieres ―pregunto cómo quien no entiende la cosa.Estoy a punto de soltar una gran carcajada, pero decido seguirle la corriente. Es emocionante verla furiosa y frustrada. Así que respondo con humor y sarcasmo para que entienda que s
¿Acaso perdí la cabeza? ¿Cómo me atreví a llamarle de esa manera? Fui vulgar, imprudente y desatinada. Nunca antes me había dirigido a alguien de forma tan grosera y despectiva. Le falté el respeto a uno de los ejecutivos más importantes de esta empresa como nunca me atreví a hacerlo con nadie más. Y nada más y nada menos que al predilecto del jefe. No me sorprendería si le va con la novedad y recibo una carta de despido antes de que siquiera llegue a ocupar mi oficina. Nada justifica ese comportamiento, pero su insoportable arrogancia me hizo explotar de la rabia. Respiro profundo y trato de calmarme. No es la única ocasión en la que alguien de mi entorno laboral intenta sabotearme, pero sí es la primera vez que respondo de manera tan irracional. Ahora para el mayor de mis disgustos ni siquiera tengo idea que dirección tomar para dirigirme a mi oficina. Se supone que luego del dichoso recorrido, él me llevaría a ella. Lo más conveniente es que me calme, solo así podré pensar con coh
Entro a mi apartamento sintiendo que el día mejora a cada segundo que pasa. Coloco el juego de llaves en la bandeja dispuesta sobre la mesita ubicada al lado de la entrada, me desprendo del saco y la corbata y los cuelgo en el perchero. Me lanzo sobre el sofá y apoyo la cabeza en el respaldo. Cierro los ojos, respiro profundo y dejo que el mal humor se disipe. De repente, estoy pensando en lo que sucedió esta mañana. En la mujer de cabellera dorada y de cuerpo escultural que se ha convertido en mi enemiga, pero también en alguien que ha comenzado a robarse toda mi concentración. Maldigo por lo bajo. ¿Es qué ni en mi propia casa voy a librarme de esa mujer? Me levanto del sillón, influenciado por mi mal temperamento y me dirijo hasta el mueble bar. Necesito un trago. Sé que es muy temprano para comenzar a beber, no obstante, la situación lo amerita. Tomo un vaso de cristal y lo lleno con algunos cubos de hielo. Destapo la botella de whisky y lo lleno hasta rebosar. Cojo el vaso de la
Salgo de la oficina para encontrarme con Dalton y a lo largo de todo el recorrido, recibo agradables gestos de bienvenida de los trabajadores que voy encontrando en mi camino. > Si cree que puede hacer lo que se le dé la gana mientras está bajo mi mando, está bien equivocado. Voy a tener que aclarar esta situación de una vez por todas. > ―¡Claro que no lo hago! Me respondo a mí misma. Su actitud me saca de quicio y me transforma en un ser impulsivo e irracional. Nunca había tenido tantas diferencias con alguien y tampoco tantos contratiempos como los he tenido con él. Ethan se ha convertido en un interruptor para mi mal temperamento. > ¡No me