Creo que alguien está perdiendo la paciencia. Leo sus comentarios. Saludos.
Salgo de la oficina para encontrarme con Dalton y a lo largo de todo el recorrido, recibo agradables gestos de bienvenida de los trabajadores que voy encontrando en mi camino. > Si cree que puede hacer lo que se le dé la gana mientras está bajo mi mando, está bien equivocado. Voy a tener que aclarar esta situación de una vez por todas. > ―¡Claro que no lo hago! Me respondo a mí misma. Su actitud me saca de quicio y me transforma en un ser impulsivo e irracional. Nunca había tenido tantas diferencias con alguien y tampoco tantos contratiempos como los he tenido con él. Ethan se ha convertido en un interruptor para mi mal temperamento. > ¡No me
―Disculpen la interrupción, pero… creo que la señorita Kent y yo, tenemos una reunión urgente y de suma importancia. Su pose intimidante y el tono con el que remarca y pronuncia cada palabra no pasa desapercibido. ―¿Y usted es? Dalton interviene colocándose delante de mí para protegerme del inminente desconocido ―Ethan Callaway, su compañero de trabajo y uno de los ejecutivos de esta empresa. No se amilana ante la reacción de mi prometido y como todo un espartano listo para la batalla, se acerca a él, revelando su nombre, pero manteniendo su mirada fija sobre mí mientras lo hace. Su actitud desafiante me pone nerviosa. ―Dalton Prescott… su prometido. Responde en un intento de reafirmar su propiedad sobre mí, por lo que intervengo, ya que esto acaba de convertirse en un concurso de meadas que me está incomodando. ―Por supuesto, señor Callaway, nos reuniremos en breves minutos. Balbuceo con nerviosismo, lo que me hace sentir furiosa, porque no quiero que él piense que su presenc
Estoy temblando de pies a cabeza. ¿Qué es lo que acaba de suceder? Lucy me observa tan sorprendida como yo lo estoy. ¿Qué puedo decirle que sirva de excusa o explicación a lo que a sus ojos es tan evidente? Sigo aturdida, confundida y preocupada por lo que acaba de pasar entre Ethan y yo, sobre todo, porque mi asistente ha sido testigo de ello. ―Este… ―intenta decirme algo, no obstante, solo es capaz de señalarme con su dedo índice en dirección hacia mi cabello, preocupada por comunicarme algo que no logro entender―, su cabello está… ―aclara su garganta y baja su mirada al tiempo que reacomoda sus anteojos―. Creo que debería ir al baño y mirarse al espejo para arreglar un poco el desorden. Abro los ojos como platos cuando logro entender lo que ha estado tratando de explicarme. Mi cara enrojece como nunca antes. Elevo las manos y trato de arreglar el desastre, sin embargo, vuelve a señalarme en dirección hacia mi boca. Esta vez tiene toda mi atención, no sé cómo ocultar el bochorno q
Intento olvidarme de todo lo que pasó entre Victoria y yo, con mucho trabajo. Me hundo entre los papeles que hay sobre mi escritorio durante largas horas. Repaso cada detalle sobre el proyecto de diseño que debemos presentar el lunes a primera hora a un nuevo cliente potencial. Sin embargo, no logro concéntrame por mucho que lo intento. Repeticiones muy vívidas del beso apasionado que nos dimos y las ansias con las que nos devoramos me distraen de mis obligaciones. Lanzo el bolígrafo contra el escritorio y maldigo en voz baja, decepcionado por mi descontrol y por el hecho de que por más que quiera engañarme, quiero más. Deseo más de lo que Victoria pueda darme. Logro centrarme por fin en mi trabajo. Decido quedarme algunas horas más para dejarlo todo listo y recuperar el tiempo que perdí entre tantas divagaciones. Todos los empleados se han retirado, por lo que decido apagar las luces que han quedado encendidas. Logro avanzar unos pocos metros cuando percibo un destello de luz procede
Victoria se desmaya entre mis brazos. Un latigazo de miedo recorre mi espina dorsal al verla perder la conciencia. En mi vida me había sentido tan nervioso como en este momento. Noto su cartera tirada a un lado de su cuerpo, la recojo del suelo con una de mis manos mientras sujeto a Victoria con la otra. Una vez que la tengo, meto uno de mis brazos por debajo de sus rodillas y la levanto. La traslado hasta mi auto y con un poco de dificultad logro sacar el mando del bolsillo de mi pantalón. Abro la puerta del copiloto y la acomodo en el asiento. Mis manos están temblando. La sujeto con el cinturón de seguridad mientras observo su hermoso rostro palidecido. Por un instante siento el impulso de acariciarlo, pero me contengo. Me alejo de ella y cierro la puerta, antes de rodear el vehículo a una velocidad vertiginosa. Me ubico en mi asiento, la miro una vez más y arranco a toda velocidad. Salgo del aparcamiento como bólido endemoniado y tomo la vía principal que me llevará directo al hos
Reviso la cartera y busco cualquier documento que contenga la información que el doctor está requiriendo. Veo con fascinación todos los objetos que hay dentro de su bolsa y sonrío como un puto tonto por la cantidad de objetos innecesarios que lleva en el interior. Niego con la cabeza. Las mujeres son un complejo paquete de infinitas contradicciones. Meto la cartera debajo de mi brazo y regreso a la clínica con una enorme sonrisa dibujada en mi boca. Después de finiquitar con la administración el asunto con el seguro, me dirijo a la habitación donde ha sido trasladada Victoria. La mantendrán bajo observación por algunas horas, pero la darán de alta una vez que descanse y se recupere. Al ingresar a la habitación, la encuentro dormida. Me acerco y me detengo a un lado de la cama. Se ve tan pacífica, nada que ver con la mujer de carácter y fuertes convicciones. El médico me ha dicho que es solo cuestión de tiempo para que despierte. Le han colocado un calmante para mantenerla sedada. Est
La discusión termina cuando se escuchan los suaves gemidos que emite Victoria al despertar. Las miradas de duelo mortal se detienen. Ambos giramos al mismo tiempo y hacia la misma dirección. ―Dalton… Victoria abre sus ojos y pronuncia el nombre de su maldit0 prometido. Me estremezco de pies a cabeza, pero logro controlar la ira y la impotencia que me produce reconocer que ella solo tiene ojos para él. ¿Acaso no se da cuenta que ese tipo no le conviene? Él se acerca y se inclina para besarla en los labios. Mi estómago se revuelve y tengo que mirar hacia otro lado para no ser testigo de la escena romántica que los dos protagonizan. ―Hola, hermosa, ya estoy aquí ―le dice con voz aduladora―, no tienes de que preocuparte, siempre voy a cuidar de ti. Ruedo los ojos. El imbécil comienza a repartir besos repetidos sobre su rostro y, finalmente, la vuelve a besar. Tengo unas ansias locas y demediadas de alejarlo de ella, evitar que siga probando de esos mismos labios que ya fueron míos.
Me quedo mirando la puerta después de que Ethan, se marcha de la habitación. Me tomó por sorpresa encontrarlo aquí con nosotros. Giro la cara y me encuentro de frente con un par de ojos verdes que me observan con cautela, hasta que rompe el silencio. ―Te dije que no me gustaba ese tipo ―espeta con enfado―. No lo quiero cerca de ti Victoria y eso no tiene discusión. Me quedo mirándolo con desconcierto. ¿Acaso no se da cuenta que estoy convaleciente en la cama de un hospital? ―¿Te dijo el doctor si podía irme a casa? Evado sus reclamos. Ahora mismo no tengo ganas de discutir. Tengo demasiadas cosas dando vuelta dentro de mi cabeza como para prestarle atención a sus quejas. ―Sí, está resolviendo algunos asuntos antes de darte de alta. Me incorporo y me siento en el borde de la cama. ―Tengo sed, Dalton. Podrías, por favor, alcanzarme un poco de agua. Me mira a los ojos durante largos segundos antes de hacer lo que le pido. Toma la jarra que hay en la mesa y llena un vaso. Me lo tie