Alguien acaba de tragarse su propio escupitazo. Nos vemos mañana con otro capítulo.
Intento olvidarme de todo lo que pasó entre Victoria y yo, con mucho trabajo. Me hundo entre los papeles que hay sobre mi escritorio durante largas horas. Repaso cada detalle sobre el proyecto de diseño que debemos presentar el lunes a primera hora a un nuevo cliente potencial. Sin embargo, no logro concéntrame por mucho que lo intento. Repeticiones muy vívidas del beso apasionado que nos dimos y las ansias con las que nos devoramos me distraen de mis obligaciones. Lanzo el bolígrafo contra el escritorio y maldigo en voz baja, decepcionado por mi descontrol y por el hecho de que por más que quiera engañarme, quiero más. Deseo más de lo que Victoria pueda darme. Logro centrarme por fin en mi trabajo. Decido quedarme algunas horas más para dejarlo todo listo y recuperar el tiempo que perdí entre tantas divagaciones. Todos los empleados se han retirado, por lo que decido apagar las luces que han quedado encendidas. Logro avanzar unos pocos metros cuando percibo un destello de luz procede
Victoria se desmaya entre mis brazos. Un latigazo de miedo recorre mi espina dorsal al verla perder la conciencia. En mi vida me había sentido tan nervioso como en este momento. Noto su cartera tirada a un lado de su cuerpo, la recojo del suelo con una de mis manos mientras sujeto a Victoria con la otra. Una vez que la tengo, meto uno de mis brazos por debajo de sus rodillas y la levanto. La traslado hasta mi auto y con un poco de dificultad logro sacar el mando del bolsillo de mi pantalón. Abro la puerta del copiloto y la acomodo en el asiento. Mis manos están temblando. La sujeto con el cinturón de seguridad mientras observo su hermoso rostro palidecido. Por un instante siento el impulso de acariciarlo, pero me contengo. Me alejo de ella y cierro la puerta, antes de rodear el vehículo a una velocidad vertiginosa. Me ubico en mi asiento, la miro una vez más y arranco a toda velocidad. Salgo del aparcamiento como bólido endemoniado y tomo la vía principal que me llevará directo al hos
Reviso la cartera y busco cualquier documento que contenga la información que el doctor está requiriendo. Veo con fascinación todos los objetos que hay dentro de su bolsa y sonrío como un puto tonto por la cantidad de objetos innecesarios que lleva en el interior. Niego con la cabeza. Las mujeres son un complejo paquete de infinitas contradicciones. Meto la cartera debajo de mi brazo y regreso a la clínica con una enorme sonrisa dibujada en mi boca. Después de finiquitar con la administración el asunto con el seguro, me dirijo a la habitación donde ha sido trasladada Victoria. La mantendrán bajo observación por algunas horas, pero la darán de alta una vez que descanse y se recupere. Al ingresar a la habitación, la encuentro dormida. Me acerco y me detengo a un lado de la cama. Se ve tan pacífica, nada que ver con la mujer de carácter y fuertes convicciones. El médico me ha dicho que es solo cuestión de tiempo para que despierte. Le han colocado un calmante para mantenerla sedada. Est
La discusión termina cuando se escuchan los suaves gemidos que emite Victoria al despertar. Las miradas de duelo mortal se detienen. Ambos giramos al mismo tiempo y hacia la misma dirección. ―Dalton… Victoria abre sus ojos y pronuncia el nombre de su maldit0 prometido. Me estremezco de pies a cabeza, pero logro controlar la ira y la impotencia que me produce reconocer que ella solo tiene ojos para él. ¿Acaso no se da cuenta que ese tipo no le conviene? Él se acerca y se inclina para besarla en los labios. Mi estómago se revuelve y tengo que mirar hacia otro lado para no ser testigo de la escena romántica que los dos protagonizan. ―Hola, hermosa, ya estoy aquí ―le dice con voz aduladora―, no tienes de que preocuparte, siempre voy a cuidar de ti. Ruedo los ojos. El imbécil comienza a repartir besos repetidos sobre su rostro y, finalmente, la vuelve a besar. Tengo unas ansias locas y demediadas de alejarlo de ella, evitar que siga probando de esos mismos labios que ya fueron míos.
Me quedo mirando la puerta después de que Ethan, se marcha de la habitación. Me tomó por sorpresa encontrarlo aquí con nosotros. Giro la cara y me encuentro de frente con un par de ojos verdes que me observan con cautela, hasta que rompe el silencio. ―Te dije que no me gustaba ese tipo ―espeta con enfado―. No lo quiero cerca de ti Victoria y eso no tiene discusión. Me quedo mirándolo con desconcierto. ¿Acaso no se da cuenta que estoy convaleciente en la cama de un hospital? ―¿Te dijo el doctor si podía irme a casa? Evado sus reclamos. Ahora mismo no tengo ganas de discutir. Tengo demasiadas cosas dando vuelta dentro de mi cabeza como para prestarle atención a sus quejas. ―Sí, está resolviendo algunos asuntos antes de darte de alta. Me incorporo y me siento en el borde de la cama. ―Tengo sed, Dalton. Podrías, por favor, alcanzarme un poco de agua. Me mira a los ojos durante largos segundos antes de hacer lo que le pido. Toma la jarra que hay en la mesa y llena un vaso. Me lo tie
A la mañana siguiente, me levanto más temprano de lo acostumbrado. No quiero faltar al trabajo, mucho menos, en mi segundo día laboral. Sin embargo, saber que voy a volver a verlo, me tiene inquieta y muy nerviosa. Salgo de la cama con cuidado para no despertar a Dalton. Si descubre que pienso ir a la oficina, hará hasta lo imposible para detenerme. Atravieso la habitación sobre la punta de mis pies y entro al baño. Consumo cinco segundos de mi tiempo en una ducha rápida. Me dirijo al vestier y saco lo primero que consigo. Si me demoro más tiempo, corro el riesgo de que Dalton, despierte y ahora mismo no quiero discutir con él. Me pongo el vestido que escogí, recojo mis tacones del piso y tomo la cartera del tocador. No tengo oportunidad para arreglar mi cabello ni para maquillarme. Giro la cabeza sobre mi hombro y observo a Dalton por última vez, antes de abandonar la habitación. Llego a la oficina cerca de media hora después. Tuve que tomar un taxi debido a que anoche, dejé mi
Mis ojos se mantienen fijos en la pantalla del computador sin ver nada en específico. Digo perdida en mis pensamientos, rememorando todo lo sucedido entre Ethan y yo. No sé en qué momento se complicó tanto mi vida. Lo peor de todo, es que no sé cómo resolverlo o quizás no estoy preparada para hacerlo. ¿Qué es lo que me está sucediendo? Soy una mujer comprometida y ahora, me he convertido en una infiel. Suspiro profundo. No sé cómo voy a mirar a la cara a Dalton después de todo lo que hice. Apoyo los codos sobre el escritorio y sostengo mi cabeza entre las manos. Esta no fue la educación que mis padres me dieron. Me siento como una sucia ramera que no perdió su primera oportunidad para engañar al hombre que amo. De repente, aquella palabra tiene demasiado peso en mi conciencia. Es la primera vez que pongo en duda mi amor por Dalton, porque entonces eso explicaría mi renuncia a mudarme a vivir con él. ¿Cierto? ¡Por el amor de Dios! ¿Qué es lo que estoy pensando? Me levanto de la silla
Me limpio las lágrimas de la cara. Este detalle que Ethan me dejó, es hermoso e inesperado. Hace mucho tiempo que no recibía flores, ni siquiera de Dalton. Arranco un pétalo y lo llevo hasta mi nariz. El perfume es exquisito. Tiemblo de emoción. Miro el ramo de flores y pienso en qué hacer con él, porque no tengo alma ni corazón para arrojarlo a cesto de la basura. Enciendo mi auto y emprendo mi viaje hacia mi apartamento. Dejaré el ramo, antes de encontrarme con mi novio. Experimentar todas estas cosas con Ethan, comienza a poner en duda mis sentimientos hacia Dalton y eso me produce angustia. Pensar en convertir esta relación en un triángulo amoroso, no es lo correcto y, mucho menos, cuando podría causarle un terrible daño a él y a nuestro compromiso. Ethan está prohibido para mí, incluso, reconociéndome a mí misma que me siento atraída por él como nunca lo estuve por mi prometido. Sin embargo, mi decisión ya está tomada y, sin duda alguna, mi elección siempre será Dalton. En meno