Esto se pone difícil para Victoria. Los leo.
Me limpio las lágrimas de la cara. Este detalle que Ethan me dejó, es hermoso e inesperado. Hace mucho tiempo que no recibía flores, ni siquiera de Dalton. Arranco un pétalo y lo llevo hasta mi nariz. El perfume es exquisito. Tiemblo de emoción. Miro el ramo de flores y pienso en qué hacer con él, porque no tengo alma ni corazón para arrojarlo a cesto de la basura. Enciendo mi auto y emprendo mi viaje hacia mi apartamento. Dejaré el ramo, antes de encontrarme con mi novio. Experimentar todas estas cosas con Ethan, comienza a poner en duda mis sentimientos hacia Dalton y eso me produce angustia. Pensar en convertir esta relación en un triángulo amoroso, no es lo correcto y, mucho menos, cuando podría causarle un terrible daño a él y a nuestro compromiso. Ethan está prohibido para mí, incluso, reconociéndome a mí misma que me siento atraída por él como nunca lo estuve por mi prometido. Sin embargo, mi decisión ya está tomada y, sin duda alguna, mi elección siempre será Dalton. En meno
Despedirme de Ethan fue algo muy difícil de hacer, pero mucho más duro era tener que ir a los brazos del hombre que, durante los últimos años de mi vida, se había convertido en mi mundo y en mi todo; hasta que ese hombre de mirada oscura y sonrisa descarada se cruzó en mi camino. Ni siquiera tengo valor para encender el motor del auto. Apoyo mi frente sobre el volante y pongo a rodar mis pensamientos. ¿Qué es lo que me está pasando? Estoy metida en un gran lío amoroso y, lo peor de todo, es que siento que mis sentimientos están en juego. Se supone que amo a Dalton, entonces, ¿por qué dudo? Respiro profundo, pongo en marcha mi auto y me incorporo a la avenida. Aquel pensamiento me causa inquietud, porque no puedo dejar de desconocer que, cuando Ethan y yo estamos en el mismo espacio, la atracción que sentimos el uno por el otro es inevitable. Alargo mi recorrido y, sin darme cuenta, estoy dando vueltas y vueltas por toda la ciudad. Apago el auto y me estaciono frente a una plaza. Obs
Temprano por la mañana abro los ojos y me sorprendo al no encontrar a Dalton a mi lado. Giro la cara y observo la hora en el reloj digital y confirmo que apenas son las siete de la mañana. ¿A dónde se ha ido? Se supone que saldría hacia el aeropuerto a la nueve en punto. Me levanto de la cama y observo a los alrededores, pero no encuentro rastro de él ni de su equipaje. Al parecer se marchó antes de que despertara. Suspiro con resignación. Es la primera vez que se va sin despedirse de mí. Supongo que lo que pasó anoche entre nosotros, lo hizo enojar. Me dirijo al baño para cepillarme la boca y salir cuanto antes de este lugar. Nunca me he sentido cómoda aquí y creo que a estas alturas nunca será posible que lo haga. Él estará de viaje por quince días o más para resolver asuntos legales del bufete de abogados, despacho que antes les perteneció a mis padres y que recibí como herencia luego de sus muertes. Siento un gran alivio de que se haya ido. Necesito un tiempo a solas conmigo mis
—Hola, mi hermosa bruja, no sabes cuántas ganas tenía de verte. Aparta sus manos de mi cintura y las eleva para ahuecar mi rostro. Se inclina y me besa de una manera que me deja sin fuerzas y me debilita en todos los sentidos. ―Esto no es correcto, Ethan ―le digo con angustia―. No me siento bien sabiendo que estoy engañando a un hombre que no lo merece. Desliza la yema de su pulgar sobre mis labios. ―¿Por qué complicarte la vida por algo que a la final ya no tendrá razón de ser? Me aparto de él y le doy la espalda. ―Estoy comprometida con Dalton ―respiro profundo―, en menos de seis meses nos estaremos casando. De un momento a otro, me da la vuelta con brusquedad, envuelve mi melena alrededor de su mano y tira de ella para obligarme a que lo mire a la cara. ―¿Responde con sinceridad? ―recorre mi rostro con sus ojos cargados de fuego―. ¿Lo amas? Su pregunta me toma por sorpresa, sobre todo, en este momento en el que estoy tan llena de dudas y contradicciones. ―No puedo responde
Victoria no ha mencionado una sola palabra desde que salimos de la oficina de Henry. Se ve preocupada. ―¿Estás bien, Victoria? ―no contesta. Continúa caminando de manera automática―. ¿Victoria? Gira su cara y me observa con cara de confusión. ―Lo siento, Ethan, ¿me estabas diciendo algo? En lugar de girar hacia mi oficina, me dirijo a la suya. Abre la puerta, bajo la mirada atenta de su asistente. ―¿Escuchaste siquiera lo que dijo Henry? Me observa con esa mirada perdida. ―¿Henry? A veces olvido que soy el único que conoce su segundo nombre. ―Es el otro nombre de Anderson. Asiente en respuesta. ―Sí, escuché todo lo que dijo. Se acerca a su escritorio y coge su cartera. ―¿Qué piensas al respecto? Cuelga la cartera de su hombro y vuelve a mirarme. ―Es mi trabajo, Ethan ―responde como autómata―. Tengo que estar preparada para lo que me necesiten y si tengo que viajar a Brasil, entonces tengo que hacerlo. ¿Es todo lo que va a decir? Evade mi mirada y camina hacia la puerta.
Salimos del apartamento y subimos a la limusina. Victoria se ve tensa e indecisa. Espero que con este viaje pueda mejorar la situación entre nosotros. La entiendo, sería un grandísimo cabrón si no entendiera su punto de vista. Enfrentarse a una situación en la que tu amor está comprometido entre dos personas, no es algo sencillo de sobrellevar, sobre todo, si la balanza comienza a inclinarse hacia el lado más inesperado; el mío. ―¿Te sientes bien, cariño? Gira su cara y me mira pensativa. ―Sí, Ethan, estoy bien ―se relame los labios con nerviosismo―, es solo que esto fue súbito y repentino ―me explica―. No me esperaba que, con tan poco tiempo en esta empresa, a los pocos días estuviera subiendo a un avión para viajar a otro país. Estiro mi brazo para tomar su mano y entrelazarla con la mía. Ella baja sus ojos y observa el gesto. Las llevo hasta mi boca y beso cada uno de los nudillos de sus dedos finos y largos. ―Mi primera vez en esta empresa, fue algo traumático. Me observa con
Bajamos del auto tomados de la mano. Aún sigo sin podérmelo creer. Este hombre liquida mi voluntad tan solo con su presencia. Nos dirigimos a la avioneta privada que nos espera en la pista. Siento mis piernas temblorosas y el pecho tan agitado que, tengo que aspirar profundamente, para devolverle el aire a mis pulmones. ―Tranquila, cariño, todo va a estar bien ―me regala un guiño de lo más encantador―. Te prometo que nos vamos a divertir. Sonrío, a pesar de lo inquieta que me siento. Subimos las escaleras y somos recibidos por una encantadora morena que nos mira sonrientes al vernos llegar. ―Bienvenidos, señor Callaway, señorita Kent. Asiento en respuesta, en cambio, Ethan hace gala de su encanto característico. ―Buenas noches, Katerina, me agrada volverte a ver. La chica sonríe con timidez. ―Les deseo un buen viaje en nombre de la tripulación y de nuestro capitán el señor Montero. Ingresamos a la nave y me quedo boquiabierta al ver el derroche de lujo que hay en su interior. P
El ambiente en el interior de la aeronave es bastante cálido e íntimo. A pesar de las circunstancias que, para ser sincera, me tienen muy nerviosa, contar con la compañía de Ethan me llena de una paz y tranquilidad que me dejan mucho más tranquila. ¿Hace cuánto tiempo me sentía de esta manera? ―¿Te sientes mejor, cariño? El tono grueso de su voz me aparta de mis pensamientos. ―Estoy más tranquila. Eleva nuestras manos unidas y besa cada uno de mis dedos. El gesto solo aviva los latidos de mi corazón. ―No pienses tanto, cariño, te prometo que este será uno de los mejores viajes de tu vida. Menciona animado, lo que consigue sacarme una sonrisa al ver esa mirada traviesa que se dibuja en sus ojos. ―No pienso en el viaje, sino en lo que va a pasar de ahora en delante. Me mira de esa manera que me hace sentir desnuda y expuesta. ―Deja que el destino juegue sus propias cartas y que pase lo que tenga de pasar, preciosa ―se inclina y me da un beso en los labios, lo que me pone nervi