Capituló 51

—Adriano, ¿qué ocurre? —le preguntó, pero no tengo contestación. Así que busco rápido una solución, pasamos cerca de las escaleras y me sostengo del barandal de las para impedir que él siga jalándome.

Él solo se da la vuelta, apartando mis manos y subiéndome en su hombro.

—¡Adriano, bájame! —elevó la voz mientras golpeó su ancha espalda, intentando liberarme de su agarre, pero es en vano porque no logro que ni se inmute, además de que ni caso me hace, es como si me ignorara. Salimos de la casa en plena oscuridad, siento la brisa fresca tocar mi espalda y cómo mueve mi cabello que cae en mi rostro.

—¡Arreglen todo, nos iremos esta misma noche! —les grita Adriano a sus hombres. Veo cómo algunos guaruras pasan por nuestro lado dirigiéndose a la casa. Adriano me baja de su hombro; estamos al lado de un auto oscuro de lujo. Max tiene la puerta abierta. —Entra, Mia —me ordena.

—No voy a hacerlo —me niego y, debido a la poca luz, noto como él aprieta la quijada conteniendo la ira.
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