Capituló 55

Cuando mi hijo se ha ido, salgo de mi habitación y voy directamente hacia la oficina de mi esposo. Entro sin tocar porque no lo necesito. Al abrir la puerta rápido, veo cómo él levanta la vista.

—¿¡Qué demonios tienes en la cabeza!? —gritó furiosa.

—¿Qué te pasa, cariño?

—Todavía lo preguntas, ¿cómo te atreves a decirle eso a Adriano, decirle que tiene que darse con esa mujer que no ama?

—Ya veo que te fue con el chisme —menciona, bajando la vista a sus papeles.

—No me fue con ningún chisme, solo fue sincero conmigo y te advierto que no dejaré que te interpongas en esto. Recuerda que quedamos en algo: si él quería divorciarse, lo apoyaríamos —le recuerdo lo que hablamos.

—Sí, lo sé, pero creí que sería con el tiempo, no a pocos meses de haberse casado. ¿Cómo crees que afectará eso a su imagen, que ya está totalmente manchada por Sara? —protestó, molesto.

—A mí no me importa nada de eso, deja que él sea feliz.

—Dejar que se quede con la prima de su esposa —agregó.

—Si él
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