Horas después, Lalo y don Leo entran con la comida al cuarto donde está Vicenzo, e informando que su familia está por llegar.Lita, por su parte, prepara unas carnitas y chicharrones para Vicenzo y la familia Della Rovere Mariani. Al no saber cuántas personas vendrán a buscarle, prepara lo suficiente para veinte personas esperando que sobre y no que falte.De acuerdo a lo pronosticado, a las tres de la tarde la señora Anna, Alessio, Giovanni Della Rovere, junto a su primo Luca Davenport llegaron al lugar. La familia López recibe con hospitalidad y alegría a la Familia De Vicenzo.Don Leo presenta a su familia con tremendo orgullo y no es para más, los López son muy queridos y apreciados por todos los que los conocen. Vicenzo, por su parte, presenta a la suya; Anna Mariani al llegar queda consternada por el lugar en el que ha estado su hijo accidentado todos estos días. Alessio por su la
Giovanni revisa todos los documentos del coche y del hospital. Además, verifica el celular destrozado de su hermano. Por ello es por lo que no habían podido contactarlo. Luca comprueba los papeles de tránsito y los hechos del accidente. Mientras que Anna Della Rovere acomoda las pocas pertenencias de su hijo menor.Lita, por su lado, prepara el presente para los Della Rovere, y Patricia va y comprueba a Mila que habían dejado dibujando.A muchos kilómetros de ahí, Sara trabajaba pensando en Vicenzo, en todo lo sucedido hasta este día y en la melancolía que le da estar lejos de él. Una sensación de despedida le invade por momentos sin saber que a la distancia él estaba por marcharse. Había sentido atracción por Vicenzo y le era difícil admitirlo a pesar de ser claro, pero tiene algo más importante por lo que preocuparse. Su hija, Mila; su pequeña, necesita de
Luca observa por el retrovisor la mirada perdida de Vicenzo y se pregunta sobre todo lo sucedido en casa de los López, pero sabe que él no dirá nada, que no quiera que los demás sepan, tal como con la situación de la exesposa. Si algo tienen en común es que se guardan todo para sí. Su tía y su otro primo han bajado a comprar en un puesto de comida antes de tomar la carretera.Las luces de los negocios apenas si alumbran un poco el camino por el lado izquierdo, que es el lado del chofer. De manera que Vicenzo está sentado en la parte de atrás de lado del copiloto y puede observar el bosque.—¿Se puede saber qué es lo que miras con tanta atención? —pregunta con reserva Luca a Vicenzo al verlo tan pensativo.—Estaba observando las luces.—¿Luces?, si de tu lado solo está el bosque, no hay luz alguna. —Se estira para comprobar con la vista que está en lo cierto.—Te equivocas, veía las luces del cielo. Son luces que me conmueven.—Ah, por ahí hubieras comenzado. — Luca acomoda el retrovis
De alguna extraña razón, la ausencia de Vicenzo se notaba en el hogar de Sara. Ella no había podido dormir durante la noche. Daba vueltas una y otra vez meditando en la carta que él le había dejado.«Eres una grandiosa mujer. Lo eres. No dejes que ningún hombre te haga sentir menos de lo que vales, porque vales mucho. Tu valor no se resume por tu condición, sino por tu corazón. Y tienes un gran corazón.»Fuera de su familia, nadie más le había dicho ese tipo de palabras, lo que le removía todo tipo de sentimientos y despertaba en ella una curiosidad por conocer más a Vicenzo.Lejos, de eso, la familia López yacían preocupados tanto por Sara como por los futuros acontecimientos. Sabían que debían armar un plan que les asegurara un futuro estable. Doña Patricia planeó en hacer coricos y empanadas para venderlos en las tienditas de los alrededores. Lita aseguró que ella podría cuidar de Mila mientras Patricia preparaba los postres y Sara trabajaba. Don Leo, por su parte, dijo que iría a
Faltan solamente tres días para Año Nuevo y los López no han dejado de trabajar. Es como si los astros se hubieran alineado y por fin, después de tantas desgracias, les pasaran cosas buenas. Por su parte, Sara no ha vuelto a trabajar, el dolor que siente en el cuerpo, más la contusión en la cabeza, le han provocado hasta cierto punto mareos y un poco de náuseas. Su familia, con el afán de cuidarla, le ha pedido que se quede en casa; ella decidió hacer caso, pues hace mucho que no tiene unas vacaciones y que no puede disfrutar con la libertad del tiempo, a su pequeña hija.Es temprano por la mañana cuando Lita Amor comienza a hacer su mezcla para el café, la aguanieve que había caído días anteriores solo provocaba un piso resbaladizo y mucho frío seco qué le cala a cualquiera. Afortunadamente, tenían esas dos recámaras, qué entre material firme, madera, láminas y vigas les proveen de calor.Lalo temprano se fue a visitar a Gaby, pues ya tenía varios días que no la veía, don Leo aprovec
—Es Vicenzo… —murmura Sarahi por lo bajo, pero todos se giran a verla—. Dejen de mirarme.La familia entera se da cuenta de su imprudencia e inmediatamente se giran. Don Leo se acerca hasta donde Vicenzo y le saluda.—¡Un gusto verte, muchacho! —Extiende su mano y Vicenzo detiene su andar para saludar.Él está con una sola muleta que le ayuda a caminar, pues trae una bota férula en el pie, así que no batalla tanto al caminar como antes.—Igualmente, don Leo, —él le saluda con tota la cortesía y modales que su familia le ha inculcado—. Hemos venido con un propósito, pero antes, permítame saludar a todos.—Claro, pasen, están en su casa —don Leo se acerca a los acompañantes de Vicenzo, que no son nada más y nada menos que sus dos hermanos, Alessio y Stefano—. Mucho gusto, muchachos, soy Leonardo López Amor, para servirles.Ambos hermanos se acercan y saludan amablemente. Este los invita a pasar a su humilde morada mientras escudriña el actuar de los hombres. Se da cuenta de que ninguno
Al oír esas palabras, el corazón de la joven se acelera cuál ave en vuelo, el hormigueo en su piel le recorre entera y a su vez en su mente le es imposible creer que ella pueda gustarle a alguien. Menos sabiendo lo que le pasó.—Eso es imposible, no, yo no puedo gustarte, no debo gustarte —dice alarmada para luego sacar su mano de entre las de Vicenzo—. Por favor, deberían irse.Ella se para, pero sabe que necesitará ayudar a Vicenzo a que regrese por el camino, ya que de venida también tuvo que hacerlo. A pesar de la reacción que la joven tuvo, él sabe el motivo del porqué de su actitud y está decidido a todo por conocerla.—Sara, no te estoy pidiendo que seas mi novia o mi pareja, te estoy diciendo que me gustas y qué deseo conocerte ¿Es eso tan malo? —inquiere con la esperanza de que ella diga que no, pero no responde.La joven está dándole la espalda y una lágrima cae por su mejilla, intenta reprimir esas emociones.—¿Por qué me dijiste eso en la carta? Por qué tuviste que poner q
Vicenzo, que se volvió un espectador, se queda admirando tal escena con mucha devoción, siempre había visto el papel de padres como algo natural y sin mucho esfuerzo, pero al verlas se da cuenta de que no solo es eso. El ser padres es responsabilidad afectiva, velar por el bienestar de tus hijos y ver que no les falte nada. Prudentemente, él revisa toda esa área del cuarto y se da cuenta de que no hay nada que la niña no vaya a necesitar. Y aunque el material de la fachada no es extraordinario por fuera, por dentro todo es limpio, pulcro y bien ordenado. Entonces comprende lo que dicen “La limpieza no está peleada con la pobreza”.Sara baja a su hija y la invita a salir, pero esta no quiere y regresa a seguir dibujando en su mesita. Su madre deja la cortina de tela abierta y sale a la otra área que es dónde pasan la mayor parte del tiempo con su familia y que es el equivalente a la sala—comedor de una casa normal.—Ella se parece tanto a ti —afirma Vicenzo y al notar que Sara detiene