CAPÍTULO 28

Al oír esas palabras, el corazón de la joven se acelera cuál ave en vuelo, el hormigueo en su piel le recorre entera y a su vez en su mente le es imposible creer que ella pueda gustarle a alguien. Menos sabiendo lo que le pasó.

—Eso es imposible, no, yo no puedo gustarte, no debo gustarte —dice alarmada para luego sacar su mano de entre las de Vicenzo—. Por favor, deberían irse.

Ella se para, pero sabe que necesitará ayudar a Vicenzo a que regrese por el camino, ya que de venida también tuvo que hacerlo. A pesar de la reacción que la joven tuvo, él sabe el motivo del porqué de su actitud y está decidido a todo por conocerla.

—Sara, no te estoy pidiendo que seas mi novia o mi pareja, te estoy diciendo que me gustas y qué deseo conocerte ¿Es eso tan malo? —inquiere con la esperanza de que ella diga que no, pero no responde.

La joven está dándole la espalda y una lágrima cae por su mejilla, intenta reprimir esas emociones.

—¿Por qué me dijiste eso en la carta? Por qué tuviste que poner q
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