-Tengo frío -lloriqueó.Él le acarició los pies, calentándoselos con las manos. -Tienes unos pies muy bonitos.-¿Te puedo hacer compañía? -preguntó refiriéndose a acostarse en la cama, a lo que ella Asintió sin duda alguna, apartando el edredón con una sonrisa que a él le encantó ver. Santiago se sacó la camiseta, con un movimiento certero, despeinándose en el proceso. Ante aquel espectáculo inesperado, Christina lo miró sin demasiado recato, mesmerizada ante la imagen de su pecho desnudo. Después se bajó los pantalones, desvistiéndose hasta quedar vestido solo con unos calzoncillos a medio muslo, que ella opinó, le quedaban de maravilla, ya que le enmarcaban muy bien el trasero. Caminó hacia la cama, con ese porte sensual, natural en los hombres seguros de sí mismos que no son conscientes del todo del efecto que producen.-¿Puedo encender la tele?La petición le fue concedida. Santiago se dedicó a buscar algo que ver, cambiand
Consideró que lo más apropiado sería tomarse las cosas con calma con Christina, por eso se Reprimió toda la noche de besarla, aunque ganas no le faltaron en ningún momento. A Santiago le costaba dejar entrar a las mujeres a su entorno. Emilia consiguió hacerlo un poco más cuando establecieron una relación de noviazgo y si lo analizaba con detenimiento, comprendía que todo había sido obra de la costumbre. En cambio, con Christina había dormido como si fuesen pareja desde hacía meses, algo por completo diferente, ya que era un hombre muy reservado con sus relaciones casuales. A horas del mediodía, pasó por el pequeño comedor en donde los empleados se turnaban para almorzar. Le preguntó al cocinero sobre el menú del día y le pidió que le preparara dos porciones para llevar. Recogió algunos jugos de frutas del refrigerador de la tienda, para luego dirigirse a casa de Christina. Al llegar, se percató de una camioneta en el estacionamiento, así como a un homb
Frank negó con la cabeza, pensando que Christina era una zorra estúpida. Se sacó la copia de las llaves de la casa y la tiró en el piso. Y se retiró de la casa, no obstante a eso, se giró a mirar a Christina en el último momento.-Siento vergüenza por ti -dijo dirigiéndose a Santiago -No sabes en lo que te estásmetiendo, es aburridísima.Christina quiso caminar hacia Frank e insultarlo, pero sintió la restricción de las manos de Santiago que la abrazó contra su pecho. Y cerró la puerta. Respiró profundo cuando le escocieron los ojos, se negaba a llorar de nuevo en su presencia.-Déjalo ir, no vale la pena -dijo a su oído, molesto por la actitud de Frank al que calificó de inmediato como canalla-Lo lamento mucho.. No tenías por qué soportar todo esto... Yo... lamento que tuvieses que presenciarlo.-No tienes que disculparte...Tengo que defenderte, así nadie te va a perseguir porque eres mía. -dijo Santiago a
-Pues yo le daría una buena mamada rico, es que se la merece. -Andrés tenía una fijación con el tema de las mamadas como muestra de agradecimiento, que hizo rodar los ojos a Christina.-A ver, para llegar a eso que propones, primero debemos volver a hablar, ¿o qué pretendes? ¿Que vaya a su oficina y me ponga de rodillas?-¿Y por qué no? -Se rió jocoso.-En serio, Andrés, ayúdame, nuestras últimas conversaciones por mensajes han sido extremadamente amistosas y si algo me ha quedado claro, es que yo no quiero ser amiga de Santiago.-Aja... Qué bueno que te pasen estas cosas, porque ese día estabas invitándolo al bar como amigo. Ay, es que no sabes todo lo que tuve que contenerme para no abofetearte y gritarte: ¡Estúpida, reacciona que este hombre te encanta!-Pero es que había terminado con Frank hacía poco. Y no... -Lo miró de reojo cuando sintió que iba a interrumpirla -no era porque le estuviese guardando luto a
«De acuerdo, genial entonces, casualmente ni mis padres, ni mí hermana van a este juego, así que iba a estar solo. Tu compañía de seguro me da suerte».«Entonces con más razón tengo que asistir, seré tu porrista».«Eso suena muy bien, paso por ti a las seis».Ah joder, a esa hora no puedo.«No, yo iré por mi cuenta, a esa hora apenas estoy saliendo del trabajo. ¿A qué hora es el juego?».«Es a las siete y media, pero yo tengo que estar antes para calentar y otras cosas».Acordaron verse en club, él le dio una serie de especificaciones sobre cómo llegar al lugar y luego se despidieron. Pletórica, cenó con una sonrisa estirándole los labios. Se fue a la cama llena de alegría y se levantó de la misma manera. El jueves y el viernes le resultaron eternos, aunque llenos de ensoñación. Se sorprendió de que su jefe Jheral expresase lo linda que se veía dirigiéndole una mirada escrutadora de auténtica curiosi
Santiago la miró subir las gradas y el capitán del equipo aplaudió frente a su cara pidiéndole atención. Debía estar atento, pero ese comentario inesperado de Christina le puso a funcionar la mente en todas direcciones. Que el culo de ella también se veía fantástico en esos jeans, no obstante, se recordó así mismo que debía guardar la calma, que sin importar lo atrevida que ella podía ser verbalmente, era la misma chica que se puso a llorar en pleno coito. Ese pensamiento lo sacudió, haciéndolo volver a la realidad, apaciguando la dureza que se presentaba tirante entre la ropa interior. Se obligó a prestar atención, repasó las jugadas una vez más con el resto de los jugadores, preparándose para el inicio del partido.—¿Y esa chica? —preguntó Roswel, el esposo de Isbel.—Alguien con quien estoy saliendo.—¿En serio? Debe tener como veinticinco años. ¿Y eso que dejaste de planchar arrugas?—Roswel… —siseó Santiago, molesto —No es
A Santiago le gustaban las féminas con temple, que no se dejasen intimidar y que se condujesen con mucha propiedad y educación. Le gustaban las mujeres desenvueltas, prácticas, juguetonas, capaces de hacer diferentes actividades siempre con clase. Por lo que, impresionado por Christina, retornó al partido.El segundo tiempo trascurrió de forma más pausada, o al menos, así lo percibió Christina que estaba impaciente por besarlo. Seguía molesta por estar llena de cerveza, aunque había logrado limpiar la chaqueta con una toalla húmeda, alegrándose de que esta la protegiese, dejándole al menos la camiseta seca. A pesar del enfado, nada la hacía despegar los ojos de Santiago, pues si se había pasado todo el día emocionada por el encuentro, luego de verlo jugar, sus ansias se habían multiplicado, haciéndola anhelar estar a solas con él para arrancarle la ropa y manosearlo impúdicamente.Pensó en que había algo exageradamente sensual en un hombre que jugaba Bei
-Claro ¿por qué lo dudas?-Digamos que ya en un pasado las chicas han fingido pasarla bien, para después sincerarse diciendo que les resulta un fastidio estar ahí sentadas.-¿Alguna de ellas jugaba futbol con sus primos? Porque yo sí y normalmente me gusta ver fútbol. No me pierdo los partidos importantes.-¿Juegas Fútbol?-Jugaba, me encantaba, pero mi mamá decía que no era para señoritas, pero joder, tenías que haberme visto metiendo un golf, Santiago sonrió, le pareció que Christina era increíble.-Debiste revelarte a tu madre, el deporte es deporte y lo juega quien quiera.Christina asintió sopesando en que sí, debió haberlo hecho, aunque las cosas entre su madre y ella siempre fueron tan problemáticas, que optó por no llevarle la contraria para que la dejase en paz.-¿Dime qué quieres? A Christina se le ocurrían muchas cosas que quería en ese momento, sin embargo, ni