Miró fijamente a Riana quien seguía derramando lágrimas, su expresión de dolor era terrorífica para Hunter quien tenía un pálpito muy malo en su corazón.
—Riana, ¿Dónde está mi esposa? —insiste, Hunter termina sentándose en la cama esperando una respuesta que parecía no llegar nunca.
—Hunter… —ella niega y sigue llorando.
—Nosotros, nosotros… un coche perdió el control, ella grito y yo esquive el coche, pero luego —levanta la mirada —. Ella no estaba a mi lado —aquel recuerdo le puso los vellos de punta —. ¿Dónde está? ¿Dónde está?
Ella solo negaba y lloraba…
—¡¿DÓNDE ESTA?! —Grita frustrado.
—Murió, mi hija murió en el accidente—la mujer se derrumba en el sofá y solo llora sin consuelo.
Él se queda inmóvil, respiraba con fuerza y luego fue que reacciona, niega y comienza a sacarse las agujas de su cuerpo violetamente.
—No, no, eso no…—Riana lo ve haciendo aquello y se pone en pie nuevamente para detenerlo.
—No, Hunter no, estas mal herido —lo detiene, pero él no la deja.
—Ella no está muerta, no es cierto… Vic, mi bebé, no, eso no es cierto —susurra mientras camina sin sentido por el corredor.
—Hunter, hijo no hagas esto.
Se pone en pie como puede, siente mucho dolor en su costado, su cabeza le iba a estallar en miles de pedazos y todo su cuerpo se quejaba por intensas puntadas, sin embargo salió a buscarla.
Ella tenía que estar en otra habitación, su esposa no estaba muerta, eso era imposible…
—Hunterrr… por dios vuelve —grita Riana.
—NOOOOOO… ELLA NO ESTA MUERTA —le responde a los gritos, a lo que ella se cubre la boca.
Iba con el alma rota, no veía a su esposa por ningún lado y eso lo angustiaba. Solo pensaba en ella y su bebé, sus amores, sus tesoros no estaban.
En eso Alonzo sale del ascensor y ve a su yerno como loco arrastrarse por el corredor pegando gritos, el hombre corre hacia él y lo sujeta en el aire antes de que caía en el suelo.
—Hijo, cálmate…
—No, no, ella no está muerta —decía, para luego comenzar a llorar.
—Está bien, Hunter, está bien…
—Dime que no está muerta, Alonzo dímelo por favor —el CEO estaba derrotado en el suelo.
—Vamos muchacho, vamos a la habitación.
En eso, una enfermera apareció y le inyecto un poco de sedante a Hunter para tranquilizarlo. Con ayuda de otro enfermero, lo llevaron de vuelta a su cuarto y al dejarlo en la cama él ya estaba dormido.
Riana y Alonzo lo miraron y se tomaron de la mano.
—Ya está hecho… —dice Alonzo, a lo que su esposa aprieta su mano.
—¿Cómo se lo vamos a decir?
—Quizás no debamos hacerlo —Riana niega.
—Vic, no lo hubiera querido así. Debemos decírselo cuando este mejor.
—Se ha puesto muy mal, Riana. Saberlo lo matara.
La mujer llora, pero se mantiene firme.
—Su hija le dará fuerza, su bebé lo necesitara y él tiene que estar para ella de ahora en adelante.
—Pienso que es mejor que mantengamos eso en secreto.
—No, se lo diremos. Buscaremos un momento y se lo explicaremos.
Alonzo asiente y termina por abrazar a su esposa.
—Lo entenderá…
—Eso espero.
Hunter dormía profundamente mientras era observado por Riana y Alonzo. Le esperaba un largo camino de curación, y no se trataba únicamente de lo físico.
[…]
—Vas a estar bien, te lo prometo; haré todo lo posible por que salgas de esto ¿sí? —Jhon susurra muy bajo contra la frente de su hija —. Abril, ¿me oyes?
—S-sí —responde débilmente la castaña y medio sonríe.
—Sí, eso está mejor, así me gusta que sonrías para papá —ella niega y derrama una lágrima solitaria.
—Pa-papá —relame sus labios —. Voy a estar bien —abre los ojos un poco —. Ya es suficiente, papi.
El hombre cierra los ojos y aprieta los labios. No se iba a dar por vencido, todos esos años batallando con la enfermedad de su hija no iban a ser en vano, tenía que ayudarla. Ella aún tenía muchos años por delante.
—No lo digas, por favor, Abril no te des por vencida, lucha mi niña. Puedes hacerlo.
—Ya no tengo fuerzas, papi —traga saliva cosa que le cuesta y causa dolor —. Tienes… tienes que dejarme ir, ya hiciste todo por mí y estoy feliz —sonríe con dulzura.
—No… —musita soltando algunas lágrimas —. No puedo hacerlo, no me pidas eso. No me quiero quedar solo hija, no me dejes Abril.
La joven llora sin poder evitarlo, estaba tan cansada. Necesitaba descansar, ya no quería seguir tomando medicamentos costosos que la ponían mala, odiaba que su padre se preocupara, se endeudara, no comiera, no durmiera.
Cierra los ojos, ya quería irse y dejar de causarle tanto dolor a su papá. Él necesitaba descansar también, y rehacer su vida.
—Papá, tienes que aprender a vivir sin mi presencia ¿ok? —la joven acaricia su mejilla con dulzura—. Prométeme que harás una vida, conocerás a alguien y serás feliz.
—No, no, no, Abril no te despidas. Por favor, todavía hay…
—No hay tiempo… —tose un poco —. Sabes que no lo hay, papá estoy tan cansada de verte sufrir por mí.
—Estoy bien, te lo juro —ella niega y sonríe.
—Mientes mal, papi.
Jhon trata de mantenerse fuerte, pero le dolía tanto saber que su hija ya se estaba despidiendo de él. Era algo que no conseguía asimilar, de hecho nunca lo hizo desde que le informaron la condición de su bebé.
—Tienes que prometerme que seguirás adelante, por mí, por mamá… promételo, papá.
—Abril…
—Por favor, necesito escucharlo —cierra los ojos.
El hombre aplana los labios, baja la mira y luego observa la palidez extrema de su tés. Su cara tan demacrada, tan falta de masa muscular. Poco a poco su enfermedad la fue consumiendo.
—Te lo prometo bebé.
—Eso está mejor —ella sonríe parecido feliz con su respuesta —. Me siento mejor sabiendo que seguirás con tu vida, espero que algún día conozcas a una buena mujer. Sigues siendo un hombre muy guapo, papi.
Él se ríe, pero derrama muchas lágrimas sin poder evitarlo.
Su hija solo era una niña, apenas tenía 18 años y ya la vida se le estaba yendo. Era injusto, si apenas estaba comenzado a vivir.
—Señor Graham —Jhon levanta la mirada y ve al doctor de su hija —. Puede venir un momento.
—Regreso en un momento bebé, no te duermas ¿sí?
—Lo intentare.
El hombre se acercó al doctor quien lo miró seriamente.
—Lo siento mucho —en ese momento observa a Abril —. Dudo que su hija pase la noche, lo siento mucho señor Graham, ya no podemos hacer nada más por ella. Todo lo que hemos hecho la ha mantenido viva, pero ya ella no tolera ningún tratamiento.
—¿Qué me está diciendo? —El doctor coloca una mano sobre su hombro.
—Despídase de su hija esta noche, señor Graham.
Aquellas palabras las recibió como una puñalada en el corazón, contaba con que a ella le quedara un poco más de tiempo, pero eso parecía ser imposible.
—No, eso no puede ser…
—Jhon, he tratado a Abril por más de seis años. Desde que descubrimos que su corazón no andaba bien te lo dije, el tratamiento podían funcionar para alargar un poco su vida, no te garantizaba que funcionara a la perfección —mira a su paciente —. Ella lucho bastante a pesa de todo lo que ha tenido que pasar.
El doctor baja la mirada.
—El tratamiento dejo de hacer efecto hace un año, los resultados arrojados me los acaban de entregar. Por eso ella ha empeorado, ha sufrido por todo un año. Si ella…
—¿Qué? —el médico lo mira fijamente.
Desde que Abril nació comenzó a sufrir de un problema en el corazón, lastimosamente su padre se percató de ello un poco tarde. Y debido a lo costoso que eran las consultas, tratamientos a los que era sometida, a veces Jhon tenía que saltarse ciertos medicamentos por no poder comprarlos.
Y sufría cuando su hija pasaba por episodios en los que él no podía hacer nada. Sin embargo, como dijo el médico, Abril había luchado muchísimo contra la insuficiencia cardiaca terminal que tenía.
Era una niña a la que se le tuvo que negar hacer muchas cosas, nunca jugo con niños de su edad, las clases del colegio las recibió en casa y casi siempre se la pasaba recluida en el hospital.
Y ahora, el doctor le decía que ella iba a morir esa noche. Después de todo lo que pasaron juntos. Jhon mira al doctor de nuevo.
—¿Qué?
—Lo que te dije desde un principio cuando comenzamos con esto, Abril necesita un trasplante de corazón. Es su única posibilidad de seguir con vida, lo siento tanto Jhon. Como sabes, el hospital no cuenta con ese beneficio. Este es un lugar público, y es imposible que…
El hombre baja la mirada y asiente… lo sabía muy bien, las personas con una economía de clase muy baja morían por no poder conseguir un donante de corazón. Era la cruda realidad, su bebé se iba a morir por no tener una cantidad cuantiosa de dinero en el banco.
—Lo sé —interrumpe al doctor —. Estoy consciente de lo que me estás diciendo.—Abril ha luchado mucho, ha sido una guerrera. Pero creo que es hora de… será mejor que compartas con ella el poco tiempo que le queda.—Si —le dice el hombre con un hilo de voz.Sus lágrimas se deslizaban por sus mejillas mientras que miraba a su hija en la cama a punto de morir. No era algo fácil con lo debía lidiar, lucho mucho por ella, y ahora tenía que resignarse a perderla a ella también.Primero su esposa, quien perdió la vida dando a su luz a su bebé y 18 años después a su pequeña. La vida no era justa, no estaba siendo nada justa con él. Esas pruebas por las que estaba atravesando eran crueles.—Ya entiendo, está bien…—añade limpiando sus lágrimas con el dorso de la mano.—Jhon…—el médico posa una mano sobre su hombro —. Hubiera dado lo que fuera por ayudarla, sabes que hice lo que pude por registrarla en la lista de espera y que quedará de primera, pero…—Si… —el asiente respirando hondo —. La gen
—¿Eso es necesario? —la voz de Jhon hizo que Abril levantara la mirada del periódico que tenía en sus manos.—Papá, de sobra sabes que yo necesito encontrar un trabajo.—No creo que sea conveniente de que trabajes, Abril. Para eso estoy yo, puedo cubrir todos los gastos sin problemas.La castaña mira seriamente a su padre, él seguía renuente en no dejarla buscar un empleo. Y bien sabía que necesitaban una entrada extra en la casa, los gastos que implico luego de su operación fueron enormes.Su padre se había endeudado hasta más no poder y todo por salvarle la vida. Así que ella no encontraba otra manera de colaborar si no era buscando un trabajo.—Papá, ya han pasado 8 años desde que me operaron y sigues pagando deuda tras deuda. Ya es hora de que yo me ponga a trabajar, entiende, ya estoy bien.—No, no quiero que tengas ningún esfuerzo físico. Eso podría complicarte, y no estoy dispuesto a…Ni siquiera deseaba recordar esos momentos de angustia que paso esperando por el doctor para q
—¿Ya estas lista? Ya se hace tarde, date prisa Jewel ¿porque estas tardando tanto? —la pequeña rubia levanta la mirada para ver a su padre.Hunter recogía su maletín, su saco y sus llaves dirigiéndose directamente a la puerta, lo típico de todas las mañanas. Mientras que su hija luchaba con las trenzas de sus zapatos para atárselas. Su padre era un poco despistado en ciertas cosas referentes a ella.Pero Jewel intentaba ser un poco independiente y no darle tantos problemas a su papá, bueno, ella creía que eso estaba bien.Cuando cree que sus trenzas estaban bien sujetas, la niña se pone en pie y toma su mochila y su abrigo. Luego sigue a su padre, y cuando ambos salen al exterior de la casa el coche de sus abuelos justamente aparca detrás del coche de Hunter.—¡Abuelos! —dice la niña corriendo hacia los señores.—Niña hermosa, que grande estas —contesta Alonzo al mismo tiempo que la carga.Hunter ve a sus ex suegros con su hija mientras mete su maletín y el resto de sus cosas en el c
Hunter salió de una junta mirando la hora en su reloj, ya tenía que ir a buscar a Jewel al colegio. Pasa directo a su oficina para recoger sus cosas, cuando su asistente ingresa en la misma.—Señor Lanzoni, la señora Riana le ha dejado un mensaje. Dice que ella y su esposo recogerán a su hija en el colegio, la llevaran a comer y por la noche volverán con ella a su casa—la mujer con gafas levanta la vista de la libreta en sus manos.El CEO se queda en silencio un momento. —¿Necesita otra cosa, señor Lanzoni?Sabía que era una ayuda, pero ese era su deber ir a por su hija. Pero era un alivio que no tuviera que ir a buscarla al colegio, se podría concentrar en sus próximas reuniones.—Organiza mis reuniones, adelantadas.—Claro señor.Su asiste se marchó y él se quedó mirando su escritorio, luego frota su cara y negó. Tenía que seguir trabajando.[…]Por la noche, Hunter tomó su maletín y se bajó del coche, masajeo un poco su cuello y se encaminó hasta el interior de su casa.Al entrar
Hunter se queda pensando un momento. Pero no dice nada acerca de la sugerencia de sus ex suegros.—Espero que tengan buen viaje.—Gracias —responden al unísono.Alonzo y Riana se marchan dejándolo solo en la sala, el CEO mete las manos en sus bolsillos y se queda en completo silencio, repasando las palabras de Alonzo y sus sugerencias. Luego niega, no necesitaba a una niñera para atender las necesidades de su hija.El rubio camina hasta las escaleras para subir lentamente, al llegar a la primera habitación que pertenece a su hija observa la puerta de la misma. Tenía un pequeño itinerario de toda la semana, hasta los días sábado.Hunter frota su rostro para luego ingresar en la habitación de su hija, Jewel ya estaba dormida en la cama, pero sin arroparse. Se adentra y cubre con cuidado su pequeño cuerpo. El rubio sonríe un poco al verla abrazar un peluche de conejo.Suelta el aliento y se da la vuelta sabiendo que algo más le faltaba por hacer con ella, pero no tenía idea de lo que era
Hunter espera a que su hija saliera de la academia para luego irse a casa, pero mientras espera observaba como muchas madres iban a recoger a sus hijas. De hecho casi no había padres yendo a buscar a sus pequeñas. El CEO baja la mirada y suspira, por más que lo intentara no conseguía manera de no sentirse mal por la ausencia de su esposa. Niega, y levanta la mirada para divisar a su hija saliendo de la academia. Abre la puerta del coche y Jewel se sube de inmediato. —¿Qué tal estuvo tu día? —le pregunta mirando a su hija por el retrovisor. —Bien —contesta fríamente. Hunter pone la vista al frente y no sabe que más preguntar, luego vuelve a mirar a su bebé fijándose que todo su cabello estaba suelto, el moño que le hizo no le sirvió de nada. nota como Jewel intenta llevar sus risos sueltos detrás de la oreja mientras mira por la ventanilla. Era un desastre para esas cosas, en 8 años no había aprendido nada. Pone en marcha el coche sin decir una sola palabra… Al llegar a la casa,
Abril espera a que la pequeña Jewel saliera de clases, el chófer llego con bastante puntualidad a la casa por ella y por esa razón eran casi de los primeros que llegaron al colegio.La castaña miraba la puerta observando como varios niños salían corriendo a abrazar a sus padres, levanta un poco la vista y es cuando la ve salir. Pero en ese momento, Abril se percata de que la niña se le quedaba mirando a los niños que corrían hacia sus padres.La joven aplana los labios y siente un latigazo en el pecho, los abuelos de la pequeña le mencionaron que su hija o sea; la madre de la niña había fallecido hace años dejando a su padre a cargo de todo.En ese momento que la castaña observa la expresión de tristeza en el rostro de esa niña siente que ambas compartían algo mutuo, ella también perdió a su madre a muy temprana edad, sabía lo que sentía al no tener a su mamá a su lado.Por suerte, su padre era el hombre más amoroso que existía y le demostraba su amor aun cuando ya era una mujer adult
La niñera estaba plantada en su puerta muy temprano por la mañana, y curiosamente su hija se había despertado sin muchos problemas y no más al ver a su niñera en la entrada se emocionó.—Buenos días señor Lanzoni —ella lo saludo con una enorme sonrisa lo cual lo extraño.—Buenos días —él le devuelve el saludo, pero de manera seria —. Jewel tiene que terminar de alistarse para ir al colegio y en la cocina esta su lonchera.—Muy bien, iré a preparar su desayuno y luego subo a ayudarla.Él asiente mientras las ve marcharse hasta la cocina con una actitud que no poseía ayer. Entonces, se pregunta ¿Qué rayos le paso a esa mujer?, se le queda mirando hasta que se adentra en la cocina en compañía de su hija.El niega, y regresa a lo suyo, necesitaba terminar de arreglarse.Cuando amas chicas estuvieron listas, Hunter las espero en la entrada de la casa. Realizaba una llamada mientras esperaba.Jewel fue la primera en salir corriendo escaleras abajo.—Chao papá —dice la niña saliendo al exter