Capitulo 5. Mal padre

—¿Ya estas lista? Ya se hace tarde, date prisa Jewel ¿porque estas tardando tanto? —la pequeña rubia levanta la mirada para ver  a su padre.

Hunter recogía su maletín, su saco y sus llaves dirigiéndose directamente a la puerta, lo típico de todas las mañanas. Mientras que su hija luchaba con las trenzas de sus zapatos para atárselas. Su padre era un poco despistado en ciertas cosas referentes a ella.

Pero Jewel intentaba ser un poco independiente y no darle tantos problemas a su papá, bueno, ella creía que eso estaba bien.

Cuando cree que sus trenzas estaban bien sujetas, la niña se pone en pie y toma su mochila y su abrigo. Luego sigue a su padre, y cuando ambos salen al exterior de la casa el coche de sus abuelos justamente aparca detrás del coche de Hunter.

—¡Abuelos! —dice la niña corriendo hacia los señores.

—Niña hermosa, que grande estas —contesta Alonzo al mismo tiempo que la carga.

Hunter ve a sus ex suegros con su hija mientras mete su maletín y el resto de sus cosas en el coche. Luego mira su reloj y se da cuenta que se estaba haciendo tarde para su junta y para llevar a Jewel al colegio.

—Debemos irnos, ya se hace tarde —exclama caminando hacia los señores.

—Por eso hemos venido muy temprano, para llevar a Jewel, sabíamos que estarías algo atrasado —dice Riana arrodillándose para atar las agujetas de su nieta.

Hunter observa lo que hace su ex suegra y luego nota que su hija lo mira de reojo, ahora entendía las razones del porque tardaba tanto. Era el peor padre del mundo, se reprocha mentalmente.

—Puedo llevarla sin problema —miente, puesto que su reunión comenzaba en 10 minutos.

—Llevar a la niña te tomara 15 minutos, y luego llegar a la empresa unos 20 minutos más, ¿estás seguro? —Alonzo lo pone a dudar, sus ex suegros siempre intentaban ayudarlo con su hija.

—¿Puedo ir con ellos, papá?

Los brillantes ojos azules de su hija lo conmovieron, era tan idénticos a los de su esposa Victoria.

—De acuerdo, que tus abuelos te lleven.

La niña le sonríe y corre al coche de sus abuelos, él ve como ellos se despiden mientras sacan el auto de su casa. Hunter se queda allí mirando el trabajo que él mismo debía hacer, no tenía nada de malo que Alonzo y Riana quisieran pasar tiempo de calidad con su única nieta.

Sin embargo, Hunter sabía que ellos lo hacían para ayudarlo. Desde que Victoria falleció él se hizo cargo de su hija,  han sido 8 años que tuvo que ocuparse de su bebé y encima la empresa.

Ser padre soltero no era un trabajo nada fácil, el CEO se sube a su coche y lo pone en marcha. Intentaba ser el mejor padre para Jewel, pero sabía que muchas veces pasaba por alto ciertas cosas importantes como las agujetas de su hija.

Era una niña de 8 años y aún no se sabía atar las trenzas, como padre debería de saberlo y no era así. Niega mientras conduce al trabajo.

Todas las mañanas era lo mismo, nunca le rendía el tiempo para preparar el desayuno a Jewel, alistarla y preparar sus cosas para el trabajo. Era una odisea cada mañana y siempre terminaban saliendo muy tarde.

Al menos su hija desde los 7 años comenzó a vestirse sola, y eso le sumaba un poco más de tiempo, sin embargo no tanto.

Piensa en su esposa fallecida, y se pregunta porque lo había abandonado tan rápido. Se supone que entre los dos iban a criar a su hija. En ese momento, Hunter siente una presión en su pecho desgarradora.

8 años, y en ese tiempo todavía no superaba la pérdida de su esposa. La amaba y la extraña muchísimo.

Todavía conmemoraba aquella mañana cuando despertó en una habitación de hospital, Alonzo y Riana estaban sentados en un sofá de espera y al verlo abrir los ojos se pusieron en pie para hablarle muy despacio.

No podía quejarse por esa parte por sus ex suegros, ellos siempre le tendieron una mano cuando sabían que él no tenía más familia que Victoria y ellos.

Al ver que él estaba algo calmado, decidieron contarle lo que paso. Sobre el accidente, el nacimiento de lo que resultó ser una niña y el fallecimiento de su esposa. Le explicaron que los doctores hicieron todo lo posible por salvarla, pero Victoria llego con vida al hospital únicamente para poder traer al mundo a su hija.

Luego que la niña naciera, ella falleció.

Fue desgarrador saber que ella había muerto por ese accidente, lo mismo que les había sucedido a sus padres. Para ese tiempo no se podía creer que le estuviera pasando lo mismo una vez más, era como una m*****a maldición la que cargaba encima.

Cuando le dieron de alta, Jewel también estaba fuera de peligro y se podía ir con su familia. Al principio, Riana y Alonzo lo apoyaron, se quedaron en su casa y le echaron una mano con el bebé. Pero cuando la niña cobro más fuerza y él dejo de necesitar muletas le dijeron que era necesario que él se hiciera cargo.

Que él necesitaba conectar con su hija, pero por más que lo intentaba, sentía que Jewel no conectaba con él y él con ella. Tanto era, que muy pocas veces su hija le daba una brazo de despedida o un beso.

Sentía que estaba haciendo las cosas mal con su bebé, era un regalo preciado que su esposa le dejo y él no lo estaba valorando. Pero es que no sabía cómo ser el padre que ella necesitaba; necesitaba a Victoria para que lo guiara, se sentía perdido sin ella.

El CEO apaga el coche y se queda un momento mirando el edificio que le pertenecía a él. Generaba grades cantidades de dinero, era un as para eso, pero no sabía cómo darle amor a su propia hija.

—Soy un fracaso como padre —suspira.

Su esposa estaría decepcionada de él al ver que no estaba haciendo las cosas como era, Victoria estaba tan emocionada por ser madre, y él también lo estaba. Anhelaba la llegada de su bebé, pero ahora que la tenía; su esposa no estaba con él para disfrutarla.

Hunter se encamina hasta el interior de su edificio, era el dueño de una industria de tecnología la más grande de toda Seattle; por lo tanto su trabajo lo absorbía bastante. Sin embargo, debía sacar tiempo para ir a buscar a su hija al colegio y llevarla de vuelta al trabajo.

Así que Jewel pasaba toda la tarde en una pequeña habitación que mando a diseñar para ella, llena de juguetes, una cama y cosas de su preferencia para que pudiera entretenerse. Cuando él conseguía un poco de tiempo libre, se sentaba con ella para hacer sus tareas.

Pero reconocía que ese tiempo era poco, hacia lo que podía, de verdad que lo intentaba. Pero a nadie engañaba, y mucho menos a él.

[…]

—Espero que tengas una buena mañana, Jewel —le dice Riana despidiendo a su nieta en la puerta del colegio.

—Abuela, ¿crees que papá este molesto porque me haya venido con ustedes? —Riana mira a su esposo y luego a la niña.

—¿Por qué piensas eso?

—Lo sentí y lo note en sus ojos.

La señora suaviza la mirada y le sonríe un poco a su nieta, luego acaricia sus risos dorados un poco mal peinados.

—Tu papá no está enojado contigo, no pienses eso pequeña Jewel.

—Está bien —baja la mirada.

—Tus colas están mal.

—Papá no sabe peinarme bien —responde tomando su cabello con sus pequeñas manos.

—Está bien, debes entrar a clases. Tu abuelo y yo vendremos por ti e iremos a comer, yo hablare con tu padre para que no venga por ti.

—De acuerdo.

La niña se da la vuelta y se encamina hasta la entrada del colegio siendo observada por sus abuelos.

—Todavía le falta aprender un poco más…

—¿Cuánto más?, ya van 8 años, Riana.

—Lo sé, pero no debe ser fácil para él.

—No lo fue y no lo es para nadie, pero debemos seguir adelante sin Vic. Él más que nadie lo debe entender, tienes que aplicarse más con Jewel.

Riana oprime los labios, y hasta que su nieta no entro en el edificio los abuelos no arrancaron.

—Tenemos que ayudarlo, Alonzo.

—¿No crees que hemos hecho ya lo suficiente con lo que hicimos? Me parece que con eso lo ayudaremos bastante.

—Todavía no lo sé, me siento algo dudosa.

—Ya debemos irnos, tenemos una reunión en un rato.

—Está bien —responde su esposa mirando al frente —. Espero que esta idea tuya sirva.

—Servirá, estoy seguro.

Riana junta sus manos, desde que murió su hija su esposo había tomado muchas decisiones importantes, empezando por ocultarle la verdad a Hunter sobre de que Victoria dono su corazón y fue traspasado a otra persona el mismo día de su muerte.

Ese secreto la atormentaba a diario, pero Alonzo insistía que era lo mejor al menos para él a quien se le notaba que no había superado la muerte de su esposa.

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