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3. Un poco de fuego

En algo tuvo razón, el recorrido con él fue mucho mejor que con Catalina, me iba dando detalles de todo, de la importancia de tener el polígono de tiro para los tratos que se llevarían a cabo aquí, al ser un importante empresario le gusta tener el control de todas las cosas y personas si se puede.

—Todo el club es perfecto.

—Tardé un poco en pensar qué es lo que quería para este lugar y al final lo conseguí.

—Siempre en busca de poder ¿Eh?

—Es lo único me motiva no lo olvides.

Sigue dándome el recorrido, no puedo evitar sentirme un poco incomoda al notar que durante todo este tiempo un hombre nos ha estado siguiendo, pero esta vez es diferente al de la última vez, esta vez tengo que averiguar lo que pasa, llegamos a lo que Nick llama su área favorita: el casino. Tomamos el elevador y somos los únicos dentro.

—Lo siento —su mano toca la piel desnuda de mi espalda y la deja ahí mientras presiona el botón para el segundo piso con la otra.

El calor se apodera de todo mi cuerpo en cuestión de segundos y agradezco tanto que las puertas del elevador se abran y podamos salir de ese espacio tan cerrado, el ruido que hacen los aficionados al póker se escucha lejos y me sorprende porque solo es una cortina lo que divide al casino de este espacio del club.

—Tengo curiosidad.

—Pregunta.

—¿Por qué no solo subir y que ya esté el casino?

—Me gusta la privacidad, como podrás notar, querida Carol, este espacio es más tranquilo, puedes salir y responder una llamada, charlar con alguna persona, concretar un trato o qué se yo.

Me detengo a observar los cuadros que cuelgan de la pared, todos son preciosos.

—La verdad es que escogí los cuadros pensando en ti —no podía demostrar debilidad así que añadió algo más de inmediato —me refiero a que siempre has tenido un buen gusto cuando de pintura se trata, me basé un poco en eso y compré los cuadros.

—La mayoría son de la misma pintora.

—Es una Walker, es de las mejores en todo Hover, su arte me gusta.

—¿Seguro que solo su arte?

Detallo los cuadros. No puedo verlo, pero apuesto a que está sonriendo, se justifica diciendo que ella en realidad no es su tipo. Claro.

—¿Qué hay de la estatua?

Caminamos hacía esta, se encuentra al centro del lugar y es bueno, bastante notoria, sin duda no pasa desapercibida.

—El gran Kratos.

Creo que mi cara de confusión habla por sí sola.

—Es un dios de la mitología griega.

Había olvidado lo obsesionado que estaba con todo lo referente a dioses, energías y todas esas cosas. Cuando Nick se interesa en algo no descansa hasta tener la mayor información posible.

—¿dios?

—De la fuerza y el poder.

—Sin duda va contigo.

—Hay dos versiones sobre su vida como dios, me he inclinado por la mejor obviamente. Hijo del titán Palas y de Oceánide Estigia.

—Por supuesto que conoces los detalles.

—Y es porque los conozco que quise que fuera Kratos quien estuviera aquí.

Me crucé de brazos, esperando que continuara con la explicación, tenía el presentimiento de que este dichoso Kratos y Nick eran más parecido de lo que creía.

—Con tan solo una mirada Kratos estremece a sus enemigos, los llena de temor y desesperación.

—Sin duda es igual a ti —se acercó un poco más a mí hasta que su brazo rozó el mío.

—¿Sabes cómo consiguió esa gran cicatriz en su cara?

—Ilumíname.

No estuve con él tanto tiempo como hubiera querido, nuestros encuentros eran ocasionales, pero si había algo que me encantaba era el brillo que había en sus ojos cuando hablaba de algo que en verdad le gustaba, ese mismo brillo tienen sus ojos cuando me mira.

—Fue durante el enfrentamiento entre los titanes y los dioses, su cráneo se partió con un fragmento de montaña, y como era de esperarse, sobrevivió,

—Apuesto a que las chicas huyeron de él.

—Sus ojos eran oscuros, su cabeza calva, rasgos feroces y a eso súmale la gran cicatriz que tenía, no lo sé, yo diría que era el más guapo de por ahí.

Solté una carcajada y se quedó viéndome.

—¿Qué pasa? —pregunté aun tratando de contener la risa.

—Nada, es solo que me gusta escucharte reír.

¿Qué se supone que debería responder a eso?

Un gracias, no le viene mal a nadie.

No es lo que espera.

—Nick

—No es necesario que respondas, ni siquiera sé si quiero que lo hagas ¿Entramos?

Asentí y tomó mi mano, las mariposas se pusieron a revolotear en mi estómago con algo tan sencillo como eso.

No hubo nada relevante que pudiera mencionar en el casino solo que estaba seguro que esto le dejaría buenos ingresos, por fin descubrí para que servían los supuestos “vestidores” porque había varias mujeres con trajes que dejaban mucho a la imaginación y que iban tomadas de la mano de algún hombre y se adentraban a ese lugar.

—Adivino, un espacio para pasarla bien —comenté.

—No puedes tener un club como este y no incluir un espacio para tener

—Relaciones —completé.

Lo bueno de este lugar es que me dejó en claro que mantienen una minuciosa limpieza con frecuencia, menos mal, es lo mínimo que deberían hacer si tendrán un espacio como este.

Se mantiene observándome unos segundos, eso me pone más nerviosa de lo que quisiera admitir, conozco esa mirada, algo no va bien.

—Tenemos que platicar.

—¿Y qué hemos estado haciendo todo este tiempo, genio?

Cuando cruzamos todo ese espacio, abrió una puerta, la que dice solo personal autorizado.

Me decepcioné un poco al ver que no era más que una bodega con un par de estantes, pero todo lo demás vacío.

—Es el cuarto rojo.

—Interesante… —miro a mi alrededor —no veo nada rojo.

Empezó a caminar hacia mí y lo único que hice por instinto fue retroceder hasta que choqué con la pared, puso una mano al lado de mi cara y con la otra apagó la luz, esta fue sustituida por otra luz, esta vez de color rojo.

—Es un espacio un tanto reducido ¿No?

—La verdad es que el cuarto rojo está detrás de nosotros, esto es solo para despistar.

—¿A quiénes?

—Haces muchas preguntas, Carol.

—Creas muchas dudas, Nick.

—Quiero proponerte algo.

—Soy toda oídos.

Me estaba costando disimular que me estaba muriendo de los nervios, al principio me toma por sorpresa que me diga que necesita a alguien de confianza liderando a su lado el Golden Garden, lo primero que me viene a la mente es decir algo para librarme de este momento.

—Tienes a Catalina.

—Dije alguien de confianza no una cara bonita.

¿Acaba de admitir que Catalina es bonita?

Sí que lo ha hecho.

No lo puedo creer.

Concéntrate, mujer.

—Ya tengo un trabajo.

—Sí, como mesera, me encanta el uniforme que usarás, yo me encargué de escogerlo.

Cada vez sentía más cerca su respiración, es el efecto que este hombre tiene sobre mí, creo que sobre todas las mujeres, no conozco a una sola que no haya babeado por él.

—¿Por qué yo?

—Porque no confío en nadie más y quiero tenerlas de mi lado, haremos grandes cosas.

—¿Tenerlas? ¿Yo y quién más?

—Solo dime que aceptas.

—No puedo.

—Puedes, pero no quieres ¿A qué le tienes miedo?

A que no sé en qué rayos me estoy involucrando, podría estar poniendo mi vida en peligro y ni siquiera saberlo, Nick está lleno de sopresas.

—Dime que sí y te mostraré lo que hay abajo —empieza a teclear unos números y una puerta detrás de él se abre —vamos, sé que te mueres de curiosidad.

—Nick, yo —me quedé sin habla cuando sus labios estuvieron a centímetros de los míos.

—El club no es la única razón por la que volví, Carol ¿Crees que no he pensado en ti todo este tiempo?

—Nick, nos vimos hace años.

—Y sí que la pasamos bien ¿Quieres repetir lo que hicimos en el hotel de Inglaterra?

—Nick

—Vuelve a decir mi nombre de esa manera y te prometo que te arranco el vestido aquí mismo

Solo quería que se dejara de tanto juego y misterio y me besara de una vez.

¿Y por qué no lo haces tú?

Me vería débil.

Entonces demuéstrale quién tiene el control por aquí.

Acorté la distancia entre nosotros y lo besé, me pegó a su cuerpo y pude sentir sus manos deslizarse por mi espalda, las mías se aferraban a su cabello y podía sentir lo tenso que estaba, fui yo quien terminó con este momento.

Nuestras respiraciones estaban agitadas y la tensión se percibía en el ambiente, sus ojos brillaron, estaba listo para volverme a besar y cumplir con su promesa, pero puse mi mano en su pecho deteniéndolo.

—No estaré a tu lado.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando? —su sonrisa se desvaneció en ese momento.

Creo que no le gusta que alguien más tenga el control de las cosas.

—Yo seguiré siendo la mesera en el piso de abajo —me miraba entre el asombro y la confusión —espero que te guste el uniforme —limpié un poco del labial que se quedó en las comisuras de sus labios y salí de ahí.

Apenas cerré la puerta solté todo el aire que estaba conteniendo.

Nick: 0

Carol: 1                                                     

Disfruté del club justo como nos pidió el jefe, fui al bar y bebí un poco, me quedé charlando con otros chicos que también trabajan aquí, la noche fue buena, pero ya había tenido suficiente por hoy, antes de salir vi a Ximena en el jacuzzi con un hombre besándose como si su vida dependiera de ello.

Al salir estuve esperando un taxi, el hombre que nos había estado siguiendo también salió, estaba lista para enfrentarlo ¿Este quién se cree? La confusión desaparece cuando veo de quien se trata

—¡Mark! No te reconocí, pensé que eras un loco que me estaba siguiendo.

—Han pasado algunos años y por lo general mantengo mi distancia porque así me lo pide el señor Lancaster, pero pidió que te vigilara.

—Ser su guardaespaldas no debe ser una tarea sencilla.

—Estoy acostumbrado —confiesa —la llevaré a casa.

—Déjate de formalidades, descuida, tomaré un taxi.

Me mira como si me estuviera diciendo “ay, por favor, ni tú te la crees” Tratándose de Nick puede ser muy convincente o al menos bastante amenazador.

—Adivino, fue una orden.

—Nick sigue velando por tu seguridad.

Frente a mí se estacionó una camioneta negra y Mark abrió la puerta. Subo y él se dirige al asiento de enfrente listo para conducir, le dejo en claro que si estoy haciendo esto es solo para no meterlo en problemas.

—Bien, finjamos que no te emociona.

—¿Qué cosa?

—Estar de nuevo con el señor Lancaster.

—Los años han pasado, Mark.

—No lo sé —puso en marcha el auto —yo creo que aún hay algo ahí. Un poco de fuego y la llama arderá de nuevo.

Eso es lo que sentía al estar a su lado: fuego, como si estuviera quemándome, todo a su alrededor me consumía. Un poco de fuego. Cerré los ojos y volví al momento en el que lo estoy besando, yo diría que esa llama comenzó a arder desde que volví a verlo ayer en el club. Hay otro mensaje.

Desconocido: No has ganado, aceptarás esa propuesta.

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