Leila no sabía cómo calmar a los pequeños, no paraban de preguntar por su madre. Por un instante se arrepintió de haber tomado esa decisión, pero la descartó inmediatamente. Ella debía criar a esos pequeños junto a su verdadero padre.
—Ya coman, en un rato le hablaré a su madre para saber porque no está aquí —indicó la mujer con molestia.
Pasó sus manos por la cara y cuando estaba pasándolas por el cabello, escuchó un ruido en la planta superior.
—¿Qué fue eso tía Leila? —preguntó Siena mirando hacia arriba.
—No lo sé, pequeña —espetó levantándose—. Pero iré a aver
—¿Estás bien? —preguntó Amber preocupada.—Creo que me rompí la mano, pero no importa —respondió mientras sostenía su mano golpeada.—Debería ver eso —espetó la joven acercándose.—Estoy bien Amber —dijo molesto y se alejó.—Solo intento ayudar —musitó ella.—Sí, lo sé. —Resoplo afligido—. Disculpa, esta situación me está alterando, no creí que Leila podría llegar a hacer algo así.—No debí salir sin el teléfono —comentó ella caminando de un lado a
—¿Duermes? —preguntó la chica.—Lo intento —respondió el joven.—¿En qué piensas? —preguntó y él giró hacia el lado donde estaba acostada colocando su brazo debajo de la cabeza.—En todo lo que está sucediendo —espetó suspirando—. Aún no me muestras los análisis que has hecho —protestó.—Mañana lo haré. ¡Lo prometo! —indicó ella—. ¿Acaso no crees en mí? Yo jamás te mentiría con algo así.—Lo sé, pero piensa Leila que eso no es algo habitual —indicó el joven—. Me habla
La noche había sido la más larga de su vida, por momentos se dormitaba, pero la despertaban las pesadillas que tenía. Su cuerpo sintomatizó todo lo que su mente cargaba. Llevaba sin saber de sus hijos casi por veinticuatro horas, y le parecieron eternas. Por recomendación de Francis, la joven subió a su habitación donde intentaba descansar en las últimas horas.Aún no tenían noticia de los detectives.—¿Kimi despertaste? —indagó Francis ingresando a la habitación sigilosamente.—Si amor —dijo con la voz ronca.—¿Cómo te sientes? —preguntó sentándose en el borde de la cama.
Dustin logró convencer a Leila, gracias a los niños, que salieran de la casa, tanto él cómo Amber fingieron un estado relajado, para que la joven confiara, y luego pudieran dar la estocada final.La joven preparó a los pequeños con ropa que tenía en el armario de la habitación donde ellos habían dormido y emprendieron viaje. La niñera acotó que se quedaría descansar para poder encargarse de los pequeños cuando regresaran.—Agradezco la invitación, pero es mejor que uno de nosotros permanezca fresco para poder compartir el cuidado de los pequeños cuando regresen del paseo.—¿Por qué? —consultó sin convencimiento Leila.—Porq
Para Kimberley fue un respiró saber que había una pista que los detectives podían seguir, aunque estaba completamente aturdida enterarse que la prometida de su cuñado fuera la causante de aquel momento.—No puedo creer aún que haya sido tu cuñada la que se llevó a los pequeños —espetó casi en un susurro.—Yo tampoco, seguí tratando de comunicarme con ambos y nada, sus móviles están apagados y mi padre no sabe nada de Dustin hace diez días, ni siquiera sabía que se habían pedido tiempo. —Revoleó los ojos—. Mi madre hará un escándalo de esto, y debe estar rompiendo la cabeza de mi padre con su voz.—¡Pobres! &mdas
Dustin manejaba de regreso a la casa con la ansiedad de que Amber hubiera encontrado el móvil. Se lo pediría y llamaría en la noche a su hermano para tranquilizarlos, rogaba que ellos no hubiesen llamado a la policía, aunque a la vez lo dudaba. El auto se encontraba llenó del bullicio de los pequeños que no paraban de hacerles pregunta a Leila para conocerla mejor, la chica se sentía distendida y el joven agradeció aquello para que no tuviera la guardia en alta y él pudiera persuadir mejor las decisiones que ella quería tomar.Llegaron a la casa y los niños no esperaron a que alguno de los adultos del auto los bajaran, se quitaron el cinturón y abrieron la puerta del lado de la acera por donde ambos bajaron, para luego correr hasta la puerta de entrada donde quedaron esperando que alguien abriera.
Cuando el joven pudo levantarse comenzaron a escuchar la voz de Leila que no paraba de gritar en la planta principal. Ambos subieron las escaleras, fue Amber quien intentó abrir la puerta que se encontraba con llave desde afuera.—No podrán salir —vociferó por encima del llanto de los pequeños acto que desesperó a la niñera.—¡Leila no hagas una locura! —vociferó Dustin del otro lado de la puerta mientras la golpeaba.—Despidanse de su padre, será la última vez que lo escuchen —espetó ella a los pequeños que no paraban de llorar.—¡Quiero a mi mami! —Lloriqueó Siena.—A partir d
El detective Cook estaba a pocos pasos de ella y en un ágil movimiento logró desarmar a la pediatra quien se sobresaltó cuando sintió el agarré del hombre. Con Leila desarmada la niña pudo correr hacia Dustin quien la llamó de inmediato, la alzó en brazos y la pequeña se sintió a salvo. —Leila O’neill queda bajo arresto por secuestro y privación de la libertad. —El detective esposó a la joven con sus brazos hacia atrás. —¿Qué? ¡No! —vociferó la joven—. Lo prometiste Dustin —gritó. —Tranquila, lo solucionaremos —espetó el joven. —Tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga puede y será usado en su contra en una corte legal, tiene derecho a un abogado si no tiene la corte podrá ofrecerle uno. —El detective salió con ella esposada de la cocina y se la entregó a un oficial—. Ya le he dicho sus derechos, estará en custodia hasta que se presenten formalmente los cargos. —Muy bien, detective —espetó el joven y salió con ella fuera de la casa. Detrás de él salió Dustin conversando