Capítulo 111

Sus cuerpos se encontraban desnudos y mojados no solo por la lluvia que corría por sus cuerpos, sino por la excitación que se había provocado. Por un instante eran ellos solos, nadie más. El joven la tomó de las caderas y la acorraló contra la pared completamente excitado. Tomó su sexo y la introdujo en su zona de placer, provocando que ella enterrara los dedos en su espalda, sintiendo un fuego interior que crecía.

—¡Oh santo cielo! —Gimió ella claramente excitada y moviéndose al unísono con el joven.

—Cómo extrañaba tus gemidos —declaró él mientras mordisqueaba con dulzura los hombros de la joven.

—Yo extrañaba que estuvieras tan entregado —agregó la joven

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