Francis abrió la puerta y dentro de la habitación se encontró con una enfermera a su lado dándole una inyección.
—Señor, lo siento. Pero no puede estar aquí.
—El doctor que atiende a mi hermano me autorizó cinco minutos.
—¿Cómo puedo estar segura de eso?
—¡Vaya y pregúntele! No estoy mintiendo, es mi hermano mellizo. Acaso no ve que somos iguales.
—¿Puedo ver su identificación?
—No soy un delincuente, solo vengo a ver a mi hermano porque llamaron de aquí a mi madre y estaba preocupada porque le dieron mala información.
La mujer simplemente sonrió y continuó su camino. Francis se encontraba ansioso por contarle la gran noticia que le habia dado su hermano, a Kimberley. El apoyo que le brindaba su hermano y el cambio de actitud de sus padres, es algo que no se esperaba. Cuando subió al auto condujo al mall para comprar las cosas que le había pedido su prometida, y mientras estaba allí, se le ocurrió una mejor idea, haría la videollamada para que se lo dijera él en persona. Tomó el camino de regreso y en pocos minutos estaba en la puerta.Lo único que hizo fue bajar del auto y correr a la puerta.—¡Familia ya llegué! —Cerró la puerta detrás de sí.—Hola mi amor. ¿Trajiste lo que te pedí? —inqui
A la mañana siguiente los pequeños despertaron a sus padres para el tan esperado fin de semana en la casa de sus abuelos. El viaje fue muy divertido por las ocurrencias de los pequeños, así cómo sus planes en la nueva casa, que aún no habían conseguido.Llegaron al lugar casi en tiempo record.—Hola pequeños —Paula los esperaba en la puerta de su casa.—Abu —exclamaron a dúo y la abrazaron a la vez.—¿Cómo están pequeños?—Vamos a mudarnos aquí —respondió Siena.—¿Cómo? —La mujer elevó la mirada para ver
Sus cuerpos se encontraban desnudos y mojados no solo por la lluvia que corría por sus cuerpos, sino por la excitación que se había provocado. Por un instante eran ellos solos, nadie más. El joven la tomó de las caderas y la acorraló contra la pared completamente excitado. Tomó su sexo y la introdujo en su zona de placer, provocando que ella enterrara los dedos en su espalda, sintiendo un fuego interior que crecía.—¡Oh santo cielo! —Gimió ella claramente excitada y moviéndose al unísono con el joven.—Cómo extrañaba tus gemidos —declaró él mientras mordisqueaba con dulzura los hombros de la joven.—Yo extrañaba que estuvieras tan entregado —agregó la joven
Kimberley siguió las indicaciones del joven y cuando estuvieron allí, bajaron junto a su beba para hacer algunas compras, tanto lo que había encargado su suegra, cómo cosas que necesitaban ellos. Además del postre el cual no habían pedido, pero no les pareció que estuviera demás. Una torta helada de dulce de leche y crema americana.—Esta torta helada parece rica —comentó Kimberley.—Ponla en el carro, entonces.—Necesito comprar un paquete de pañales aunque sea pequeño, porque solo me quedan dos de lo que traje.—De acuerdo, de pasada hacia la caja lo tomas. Vi que estaban en las estanterías delanteras.—&i
El móvil de Kimberley sonó dentro de su pantalón. La joven lo tomó y vio el número. —Tengo que atender. Es la agente de bienes raíces de Santa Bárbara. Ahora te cuento porque llama. Se apartó un poco de su hermana, mientras la mujer seguía empacando. —¡Hola! —¡Hola! ¿Señora Galanis? —Sí, ella habla. —Soy Carol Lentis, la agente de bienes raíces. —Sí, la tengo agendada. —Sonrió. —Su esposo me ha dado su número porque él no me podía atender, estaba en una reunión. —Sí, claro entiendo. Dígame el motivo del llamado —dijo ansiosa.
Kimberley subió las escaleras junto a Francis y cuando estuvieron en su habitación a solas. Él la tomó entre sus brazos y la besó apasionadamente.—Amor, los niños. —Lo alejó.—Es solo un mimo —espetó el joven sonriendo—. Igual me iré a bañar así no nos atrasamos.—De acuerdo. ¿Quieres algo especial para ponerte?—No, elige tú. Que siempre que lo haces, me halagan —dijo entrando al baño—. ¡Oye! ¿Te ha llamado la agente? —preguntó.—Sí, olvidé mencionarlo. Me dijo que todos los trámites ya han empezado, y le comenté qu
Kimberley caminaba por los corredores del edificio donde trabajaba cómo ejecutiva de cuentas, al menos hasta ese día, dónde el comité de la empresa Renovar dedicada a los servicios financieros para individuos y pequeñas empresas la nombró gerente general de la sucursal en Madrid. Acababa de obtenerlo y su sonrisa lo indicaba sin duda alguna. A sus veintinueve años, era una meta más lograda que quería cumplir antes de los treinta. Luego de bajar al estacionamiento por su auto y subir en este, pensó que debía hacer un cambio. Su puesto lo ameritaba, colocó el móvil en el portamóvil del vehículo y arrancó rumbo a su domicilio, dónde la esperaban dos de las personas más importantes en su mundo. Cuando se detuvo en un semáforo vio titilaba la pantalla de su aparato y al ver que era una llamada de su madre, la sonrisa que tenía se amplió. —Mamá, no adivinarás… —espetó entusiasmada. —¡Kim! —exclamó con la voz entrecortada del otro lado. —Jenn. ¿Qué pasó? —preguntó confundida, y su sonris
—¡Buenas noches doctor! —Saludó Jennifer, porque su hermana no salía de su asombro, así que decidió presentarla—. Ella es mi hermana menor Kimberley. Nuestra madre fue internada hace unas horas, sé que el horario de visita ha pasado, pero quisiera saber si puede hacer una excepción por ella para que pueda verla unos minutos.—Hablamos de la paciente Rose Roux, ¿correcto? —Jennifer asintió—. Disculpe que lo corroboré, pero a veces me pasan mal las fichas.—Descuide —espetó sonriente la mujer.—Acompañenme por aquí.Kimberley quedó frizada en el lugar mientras ambos comenzaron a caminar. Su hermana se percató de la reacción que había tenido la menor, y luego de regresar por ella y hablarle al oído, los tres se dirigieron hacia el elevador para ir a la zona de internación. Cuando estuvieron allí, el doctor le indicó la puerta.—Solo tiene cinco minutos, ya que debo volver a mis rondas nocturnas —comunicó mirando su reloj de muñecas—. La unidad de cuidados es un sector con muchos resguard