La mente de Luciana había tomado el control de sus pensamientos arrastrándola una vez más a un momento específico, una semana antes cuando todo había empezado.
La mañana había comenzado agitada, Luciana recibió una llamada a la escuela en la que trabaja, su amado padre había sido atropellado y estaba en cirugía, al llegar al hospital Luciana se acercó a una oficina que estaba sólo al llegar.
— Andrés… — Dijo entre jadeos— Andrés… Castro.
El hombre comenzó a teclear en la computadora, sin evitar ver con desdén a la mujer pobre que tenía enfrente.
—Hay una factura pendiente de pago por cinco mil dólares. Para obtener los beneficios de familiar de un paciente es necesario hacer un depósito previo.
— ¿Cuánto? ¿Beneficios? ¿No puede decirme si mi padre aún está vivo? ¿Qué clase de hospital es este? Que me cobran antes incluso de decirme si mi padre sigue vivo.
— Señorita es necesario cubrir las facturas, de lo contrario se solicitaría el alto de los medicamentos. — Continuó el hombre.
— ¡Pero lo están operando! ¿Cómo podrían detener una operación? Además no tengo esa cantidad de dinero.
— No señorita— Respondió el hombre de manera impaciente— Después de la intervención quirúrgica, ya no tendría acceso a ningún medicamento, este es un hospital —Se detuvo el hombre para tranquilizarse— no una fundación de beneficencia.
— Pero…
— Le recomiendo— La cortó el hombre—que vea la manera de conseguir ese dinero para más tardar en siete días — dijo revisando la pantalla— Es el lapso más largo que puedo darle.
Luciana salió y el mundo parecía girar en cámara lenta, ¿Cómo podría conseguir cinco mil dólares? Ni vendiendo todas sus pertenencias completaría esa cantidad, no tenía casa propia, ni carro.
Un pensamiento se hizo camino entre tantas dudas.
¿Podría ser ella la solución? Tenía años sin verla, pero tal vez en una situación como esta si ayudaría… esto era literalmente de vida o muerte.
Su madre Luisa Angulo de Borbón, se había empeñado en aclarar a todo el mundo que debían referirse a ella por su nombre completo y así sacar a relucir su matrimonio o pertenencia a la familia de Borbón, dueños de la tele comunicadora más importante del país ya que era reconocida a nivel internacional por su poder, lo que ellos afirmaban o desmentían era ley en el país.
— Luciana que sorpresa— Exclamó Luisa solo ver a su primogénita.
A pesar de desear no saber de ella, aquí estaba, tenía que aceptar que ella era la muestra clara que había cometido un error en el pasado.
Pero afortunadamente miró su error a tiempo y decidió divorciarse, para después casarse con un hombre que si merecía, su esposo.
—Madre— Luciana no había pensado cómo plantearle la situación, aunque la tranquilizó observar un cuadro que costaba más de dos millones de dólares en la pared— Necesito su ayuda.
Luisa levantó una ceja sorprendida.
— Después de… ¿más de cinco años?, vienes y ni un ¿cómo estas madre merezco? No fue así como te eduqué.
Luciana se mordió el cachete por dentro para abstenerse de responder, ella no la había educado, la había ignorado todo lo posible desde siempre.
— Lo lamento madre, pero mi papá…
— ¡Claro!— Interrumpió la mujer lanzando el tenedor de plata.
Luisa se levantó de la mesa y se acercó a su hija mirándola con desprecio.
— Siempre el, ese miserable.
— No — La interrumpió Luciana con impotencia inundándola— Él está mal, necesito…
— ¿Qué quieres?
— Que me preste dinero, madre…— Luciana bajó la cabeza sumisamente.
—La verdad es que no tengo tiempo. — Luisa se cubrió la cara como si estuviera agobiada.
— Pero tengo que pagar, no tengo a nadie más, — Luciana se concentró en ver a su madre a los ojos—le prometo que le pagaré, será un préstamo…
Una idea llegó a Luisa.
— ¿En dónde está?— Preguntó la madre.
Luciana se mordió el labio inferior antes de responder.
— En el Hospital Buenaventura.
—Luciana, no podrías pagarme jamás lo que llegara a prestarte, ese hospital es el más caro y exclusivo del país, ¿cómo se te ocurrió llevarlo ahí? Para todo hay niveles, querida.
Luciana sintió como si una bala atravesara su pecho, esa era su madre.
— La ambulancia lo llevó ahí, estaba más cerca, ¿me lo prestará?— Odiaba seguir pidiendo compasión de esta mujer, pero su padre la necesitaba.
— Puede que no tengas para pagarme en efectivo pero… ¿Qué estás dispuesta a hacer? ¿Qué tanto vale la vida de tu padre?
Luciana levantó la mirada para encontrarse con el rostro inexpresivo de Luisa, tantos años y no podía acostumbrarse a que ese ser era su progenitora.
— ¿Qué necesita?— preguntó segura que cualquier cosa que estuviera cruzando por la mente de su madre no sería bueno.
Luisa comenzó a caminar con aire de superioridad, después de todo no sólo había que calzar zapatillas y ropa de marca exclusiva sino que debía portarse con igual clase.
— ¿Conoces a Mauricio Contreras? —le preguntó curiosa.
Luciana sintió que su piel se erizaba la actitud de su madre la ponía alerta.
Mauricio Contreras era un hombre multimillonario, muy importante en el país, dueño de muchas empresas tanto dentro del país como en el extranjero.
Era un hombre que tenía atractivo y presencia, tanto intelectual como humana, todos quienes lo conocían dejaban claro que Mauricio Contreras era un hombre atento y comprensivo, un ser humano en toda la extensión de la palabra, lo cual sorprendía a todos después de un trágico accidente años atrás, ese hombre comprensivo y amable había perdido la movilidad de sus piernas, quedando amarrado a una silla de ruedas por el resto de su vida.
Luciana trago saliva y asintió.
— Necesito que te cases con él, en lugar de Miranda.
La actitud petulante y autoritaria de Luisa dejó clara la seriedad del asunto. Luciana supo que su madre sabía la situación de Mauricio.
—No — Fue el primer instinto a responder de Luciana.
— ¿No?— preguntó Luisa sorprendida— ¿segura?
— Deseo casarme por amor, no por conveniencia madre ¿Por qué yo?
— No voy a hacer que mi pobre pequeña esté amarrada a empujar la silla de un hombre lisiado, ella debe disfrutar de la vida matrimonial completamente, pero tu…
— ¿Yo? — Dijo Luciana con las quijadas apretadas.
— Necesitas el dinero para tu padre ¿No?
Entonces la matriarca comenzó a acercarse de manera feroz hacia su primera hija.
—Dime— La retó — que vas a dejar que se muera teniendo la solución en tus manos, dímelo… Tanto te llenabas la boca diciendo que él si te amaba…— una pequeña emoción se coló en el rostro de Luisa, era melancolía pero fue cubierta con irritabilidad— Dímelo.
Luciana se encontraba desecha, tanto por la posibilidad de perder a su padre, como por el desprecio que veía en su madre. ¿Por qué me odia tanto? Se preguntaba rota por dentro
— Demasiado tiempo— Luisa se aleja de Luciana. —Perdiste tu oportunidad, comienza a llorarle, tendrás hacerlo por el resto de tu vida.
Luciana estaba en shock con todo lo que acababa de suceder, la había dejado sola.
— ¿Qué debo hacer? Dios ayúdame — suplicó entre llanto al sentirse completamente abandonada.
El tiempo se estaba terminando, pero después comenzó a caminar decidida.
Al entrar a la oficina de su madre, comprendió que para Luisa todo era una transacción.
— Por lo visto —Dijo su madre sin apartar los ojos de unos documentos—vienes a despedirte.
Luisa dejó la pluma en el escritorio y se recargó de manera complaciente en el asiento.
—No —la corrigió Luciana— vengo a decirle que acepto. — esa última palabra le raspó la garganta.
— ¿Qué te hace pensar que la propuesta sigue en la mesa?
El impacto de las palabras de su madre la dejó impresionada.
—Solo me tomó unos minutos— dijo ella sorprendida.
—Sí, en esta vida —dijo Luisa— los minutos son dinero.
— Pero mamá…
—No, no me hagas perder mi tiempo, solo vete.
—No espere… por favor, dije que sí —respondió desesperada.
—Demasiado tarde.
En un acto de completo terror, Luciana se dejó caer de rodillas al piso, agachando la cabeza e inclinándose ante Luisa.
—Le suplico —dijo Luciana casi besando el suelo—que me dé la oportunidad de salvar la vida de mi padre, déjeme casarme con Mauricio Contreras. Por favor.
El silencio de la oficina solo permitía que los sollozos que Luciana fallaba en contener fueran la música de fondo.
Los segundos se habían vuelto largos, pesados y difíciles de sobrellevar. Pero después, se escucharon pasos.
— Prepárate, que serás la señora Contreras de inmediato.
Ya se encontraba frente a la puerta donde lo conocería, finalmente el momento había llegado.
Al abrir la puerta un olor fuerte y característico a alcohol inundó sus fosas nasales, Luciana decidida a hacer frente a esta situación entró en el lugar donde se encontró con una figura entrecortada a contraluz de una ventana, era él a la espera de su llegada.
Ella avanzó acercándose de manera insegura pero constante hasta que en un intento de dar un paso, queriendo conocer al que sería su esposo, tropezó con ropa que estaba en el suelo perdiendo el equilibrio.
Instantes después fue atrapada en el aire por un par de fuertes y gruesos brazos.
Se sentía atrapada, resguardada, protegida, expuesta, la complejidad de las emociones de Luciana era tal, que en un momento se encontraba con toda la certeza de querer alejarse de él y al segundo siguiente creía que ese pedazo de piel cálida y reconfortante era el lugar correcto.Un cosquilleo comenzó a subir por sus piernas la caricia sutil de sus dedos, de manera que todo su ser empezó a temblar… estaba nerviosa, ante él, ante lo desconocido.Sí, lo hizo, tembló como colegiala en su primera vez, antes de ese beso, antes de ese primer roce, pero la diferencia era que ella no conocía a quien haría todo lo que estaba por venir.Luciana se concentró en el rostro que tenía frente a ella, con rasgos marcados, como si de un general se tratara, autoritario, acostumbrado a jamás recibir un no por respuesta aun así algo la tranquilizaba. “Su mirada era segura y fuerte, aun no logro entender por qué me hace sentir que podría ver mi alma si lo deseara” Luciana se encontraba divagado en su
La noche, se volvió día y Luciana despertó sintiendo como si todo lo sucedido la noche anterior hubiera sido parte de un sueño completamente ilógico e imposible, las sensaciones tan abrumadoras y los sentidos demasiado sensibles.Sus pensamientos y sus acciones de esa noche no eran propias de ella.Pero la habitación donde se encontraba no era la misma en la que llevaba años durmiendo, y ese conjunto de recuerdos sólo tomaban fuerza conforme iba tomando conciencia de dónde estaba.Su marido, el hombre con el que había aceptado casarse, no era una persona discapacitada en absolutoUn calor abrazador, no tan fuerte como lo recordaba pero sí algo parecido a si fueran vestigios de lo que había sucedido entre ellos y eso la asustaba.Lo desconocido y no tener el control siempre la mantenían alerta.Quería moverse, quería salir de ahí pero un peso ajeno a ella la estaba rodeando.“Es su brazo” pensó apenada de saber que todo lo que su mente arrojaba eran recuerdos y no sueños vagos, su éxt
Luciana se encontraba ansiosa ¿cómo podría haberse equivocado de una manera tan monumental?Se suponía que ésta era la puerta que Rosa, su guardiana le había indicado, a pesar de no encontrarse en sus cinco sentidos, había tenido cuidado para no cometer un error, pero por lo visto de nada había servido.En ese momento, rumores que había llegado a escuchar del otro de los herederos Contreras comenzaron a aparecer en su mente, y de manera sorpresiva los datos eran ordenados para lo alterada que estaba en ese momento.Según se decía Erick era un hombre que estaba dispuesto a hacer todo lo necesario para conseguir lo que quería y deseaba.Muchas personas creían que ese accidente que ocurrió años atrás, el mismo que ahora tenía amarrado a una silla de ruedas a Mauricio y que había terminado con la vida del señor Contreras, padre de ambos, había sido provocado por Erick, pero no se había hecho nada por “falta de pruebas”, aunque nadie se detenía de insinuar en cada oportunidad que tenían,
Luciana estaba perdida, todas las señales estaban ahí frente a Mauricio y el rostro de Erick al mirarla con total descaro y lascivia eran suficiente para aumentar todas las inseguridades que Mauricio podría tener.—Miranda— pidió Mauricio con tranquilidad pero ella no respondió— Miranda— repitió el un poco más fuerte que la primera vez, provocando que ella se girara entendiendo que le estaban hablando a ella.No estaba acostumbrada a que se dirigieran a ella por el nombre de su hermana menor, pero en este momento supo debía acostumbrarse. —Dime— respondió.—Al final del pasillo, de donde yo llegué, la tercer puerta a la izquierda, es mi habitación, ahí puedes ponerte la ropa que te han preparado.Luciana se sonrojó de nuevo, tenía tantas cosas en la cabeza que había olvidado por completo que ella estaba descalza y con solo una camisa cubriendo su desnudez.De manera inmediata asintió recordando cada una de las indicaciones como si su vida dependiera de ello, no quería volver a equivo
Luciana salió de la Villa con el cuerpo aun tembloroso, ante su nueva y desconocida vida haciendo un vano intento por ocultar con su cabello la marca en su cuello.Según le había dicho Rosa, tenía que avanzar por un camino que llevaba a una pequeña construcción rodeada de árboles.— Qué bello es todo esto— susurro Luciana impactada ante tanta naturaleza — si otras fueran las circunstancias podría disfrutar de este maravilloso sol y hermosas vistas.Incluso respiró profundo para aprovechar su sensación de libertad que la imagen le provocaba, pero en ese momento pudo ver a un hombre de piel color canela, cabello oscuro, peinado de manera impecable, su rostro era duro y sus ojos oscuros.Luciana no se había tomado el tiempo para ver con luz de día la imponente figura de ese poderoso hombre.— ¿Sería correcto aceptar que es el hombre más atractivo que he conocido? — Se cuestionó insegura. — aunque también es el más peligroso, no puedo olvidar que él es el responsable que Mauricio se enc
Finalmente había perdido de su vista a ese hombre que la alteraba tanto, a pesar de no querer hacer hacerlo.Luciana se acercó a una gran mesa que estaba decorada con unas pequeñas flores haciendo alusión a la vida misma.En el lugar de honor de la mesa se , una mujer imponente elegante y sobre todo, poderosa.— Buenos días —saludó Luciana a los presentes.Aunque su mirada se dirigió específicamente a Victoria, no obtuvo respuesta alguna, al contrario solo una fría actitud de su parte.— Buenos días Miranda —respondió Mauricio tratando de dar seguimiento al inicio de una conversación. — Luces hermosa.Luciana sonrió atenta a su cumplido pero en ese momento, Victoria levantó la vista de su plato y barrió a Luciana de pies a cabeza. El silencio en el lugar era tan incómodo, que Luciana no sabía qué debía hacer después pero comenzó a acomodar cada parte que podía de su vestido haciendo tiempo.— Siéntate a mi lado— la invito Mauricio de manera amable.Luciana se acercó con una sonrisa
En el recibidor Luciana trataba de disimular lo perdida que se sentía en esa villa, tan grande y solitaria para ella.—Miranda —Mauricio la llamó — quiero disculparme en nombre de mi madre, normalmente ella no es así, no sé qué ha sucedido para que te agrediera de tal manera.Luciana se sintió conmovida ante la disculpa tan siquiera de su esposo.—No te preocupes ella —se acercó y se sentó a un lado de él.—Es normal que una madre proteja a su hijo.—Pero debió tratarte mejor, hablaré con ella, necesitamos estar cómodos ambos con esta situación, quiero que estés feliz conmigo.Luciana tomó la mano de Mauricio para tranquilizarlo.— No te preocupes, estaré bien, me alegra saber que te preocupas por mí.Luciana se sentía arropada con la actitud protectora de su esposo. El teléfono volvió a sonar y Mauricio hizo gesto de disculpa, de nuevo tenía que alejarse de ella.— Lo siento, pero el trabajo…—No te preocupes iré a la habitación a refrescarme y después cuando tengas tiempo podemos s
— Sinceramente aún tengo pesadillas con ese día.Luciana no entendía de lo que hablaba Mauricio, pero estaba tan concentrado en sus recuerdos que no quiso interrumpirlo.Mauricio se giró y comprendió el rostro confundido de su esposa.— El día del accidente —aclara él — la primer parte del día, no la recuerdo bien solo son pasajes confusos pero lo que sí recuerdo fue una insistencia continua de nuestro padre para que lo acompañáramos a una reunión y la negativa de ErickMauricio en ese momento comenzó a tallar de manera constante y nerviosa y posa manos de la silla.—Todo el camino fue una discusión constante y extrañamente esa vez mi padre insistió en manejar.Las imágenes llegaban frescas como si todo acabara de suceder solo unos días antes y no varios años atrás.—Erick no quería ir, estaba alterado y nuestro padre decía de manera continua que nos necesitaba con él, en ese momento Erick se negaba, yo apelaba a su comprensión y ninguno estábamos realmente conformes.—Entonces ¿los t