Finalmente habían llegado, Luciana estaba usando un hermoso vestido de novia, blanco como la nieve mostrando toda la ilusión de una nueva vida, un nido lleno de amor, aunque su mente estaba oscura y perturbada.
“Esto realmente no debería ser así, no debería suceder, no debería estar aquí” Pensaba llena de dolor al darse cuenta que había perdido la autoridad sobre su vida.
El auto se detuvo en la entrada de la Villa de la familia Contreras, una de las más poderosas del país, aunque para ella era más un castigo que un premio.
“¿Seré acaso la princesa que está a la espera de su honorable héroe? ¿Mauricio será más un amigo que un compañero de vida?” se preguntaba con nostalgia.
— No quiero que hagas nada extraño— Susurró Rosa con autoridad y disgusto por estar ahí. — Ya sabemos a lo que vienes y lo que tienes que hacer, cualquier cosa fuera de eso me obligara a tomar cartas en el asunto…
La mujer que acompañaba a Luciana era una especie de guardia o niñera que estaba encargada de asegurarse que esta absurda boda se llevara a cabo… y sobre todo que se consumara.
La vista de la agobiada novia se había desdibujado rápidamente así como su esperanza de escapar pero era inevitable, con los ojos fijos en la ventana, las lágrimas se interponían entre su vista y la imagen de la entrada a su tortura personal.
— No llores— La mujer susurró con las quijadas apretadas conteniendo el deseo de gritarle para hacerla entender su lugar. — Detesto a las lloronas como tú.
— No quiero hacerlo— Susurró Luciana, más como una súplica para ella misma que para obtener una respuesta— Por favor, no me dejes aquí, no puedo siquiera enfrentarlo cara a cara, me siento avergonzada.
Rosa puso los ojos en blanco, estaba cansada de escuchar las quejas de esa muchacha inmadura.
— Nadie se pondría a llorar por casarse con uno de los hombres más atractivos y poderosos del país, es ridículo que hagas todo esto, además se van a hinchar tus ojos.
— Pero él está…
— ¡Mira!— Para éste punto la paciencia de Rosa estaba por agotarse, no le pagaban lo suficiente para soportar tanto drama— Es sencillo, puedes largarte de aquí, yo ya tuve suficiente, por mí haz lo que quieras— una pequeña ilusión de poder liberarse de ese hombre logró colarse en el alma de Luciana — Pero los fondos para la operación urgente de tu padre se esfumarán contigo, tu sabes lo que haces.— la voz de Rosa era unos tonos más ligera.
Luciana sintió como si le atascaran un puñal en el pecho.
— Recuerda que nada es gratis, todo lo que tienes que hacer es dejarte amar por este hombre, si no es él sería otro cualquiera, así que relájate, mínimo con Mauricio Contreras tu padre podrá ser atendido con la mejor tecnología en medicina, según sé, harías cualquier cosa por mantenerlo vivo, tu amado padre lo merece.
Luciana se quedó completamente petrificada ante a frialdad de la mujer que la acompañaba en ningún momento hubo un solo ápice de compasión como si de nada se tratara ser vendida al mejor postor.
La pobre mujer había sido guiada hasta un espacio como un recibidor dentro de la villa, se sentía ansiosa y sus manos temblantes lo demostraban, a pesar de esto Rosa siguió con su actitud de sólo escupir órdenes.
— Quédate aquí, no te muevas. — Comenzó a alejarse para perderse detrás de una puerta de madera maciza.
Luciana estaba intrigada por el lugar, era tan amplio que en cierto punto la hacía sentir la ilusión de estar sola, minutos después Rosa regresó con una copa de vino en la mano.
— Tómalo. — Demandó extendiendo la copa hacia ella.
— No tomo alcohol— Algo dentro de ella le gritaba que no debía tomar ese vino, que no estaba bien.
Rosa la veía con anticipación como si supiera algo que ella desconocía y no quería explorar las posibilidades.
— No te estoy preguntando— Respondió Rosa y como la paciencia ya se le había agotado con su mano libre empujó a Luciana en contra de un sillón con fuerza desmedida para que se sentara, sorprendiéndola con la guardia baja.
Rosa dejó la copa en una mesita a un lado del sillón y se colocó sobre ella para bloquear cualquier posibilidad de resistencia de parte de la novia.
“¿Cómo puede ser tan fuerte? No puedo moverme” Pensó Luciana en un intento vano de mantener su capacidad de movimiento, su guardia parecía conocer de luchas ya que le hizo unos cuantos movimientos inmovilizándola.
Rosa tomó la copa de vino de manera inmediata y sin previo aviso, tomó su cara presionando los cachetes para hacer que Luciana de manera involuntaria abriera la boca, aprovechando para vaciar el contenido de la copa en ella.
En un intento desesperado por seguir respirando, Luciana pasó el vino, lo había tomado a pesar de no querer hacerlo.
Al terminarse hasta la última gota de vino, Rosa se levantó como si nada hubiera sucedido unos segundos antes, de nuevo estaba tranquila e imperturbable.
— No te había preguntado, ahora quítate el vestido.
Luciana aún estaba asombrada ante la fuerza de la mujer que la acompañaba. ¿Quién era ella reamente?
— ¡Ahora!— Gritó exasperada la mujer cerrando los ojos.
Luciana se levantó para intentar escapar, pero una mano firme la tomó por el brazo provocando que le doliera la piel por la presión demasiado fuerte.
— No quiero ser la responsable que tu esposo te conozca toda magullada. — amenazó tranquila Rosa.
Sabiendo que no tendría otra opción si deseaba salvar a su padre, Luciana jaló fuerte su brazo para liberarlo.
La mujer se abalanzó sobre ella para comenzar a forcejear en busca de arrancar el vestido de Luciana, tenía indicaciones e iba a cumplirlas.
— ¡Déjame, suéltame!— gritaba ella con pánico.
“De nada serviría seguir aferrándose a la idea de poder salir de aquí, no podría imaginar su vida sin su padre, el único que siempre la había amado de manera incondicional y completa. No podía fallarle no ahora” Pensaba Luciana llena de perturbación.
Rosa se alejó al verla buscar ella misma la manera de quitar su vestido. Comenzó a jalar uno largos listones que estaban entrelazados sosteniendo el corsé del vestido.
En un intento por abrir los botones y no poder lograrlo con rapidez por el temblor de las manos, Rosa se acercó para hacerlo ella misma.
— No te acerques— Dijo Luciana, no estaba dispuesta a perder el ultimo gramo de dignidad, ante ella— Lo haré yo misma.
Al encontrarse de espaldas no alcanzó a ver la sonrisa de satisfacción que Rosa había dejado escapar en sus labios.
Unos minutos después el último botón se había desabrochado y el vestido cayó arremolinándose a sus pies para quedar expuesta en ropa interior de lencería poco discreta y provocadora en tono blanco perla haciendo brillar su pálido tono de piel.
Luciana se sentía expuesta y utilizada, de la manera más cruel posible, pero algo estaba claro, ahí desnuda y a solo unos cuantos pasos de perderse a sí misma, había decidido que no iba a permitir que nada le impidiera tener a su padre cerca, incluso estaba dispuesta a ser parte de una transacción donde ella solo sería una pieza más del juego, una moneda para ser utilizada por quien le conviniera más, sin poder evitarlo recordó las últimas palabras de su madre antes de verla por última vez.
“Recuérdalo a partir de ahora tú serás Miranda De Borbón Angulo y nadie debe pensar lo contrario”.
La mente de Luciana había tomado el control de sus pensamientos arrastrándola una vez más a un momento específico, una semana antes cuando todo había empezado.La mañana había comenzado agitada, Luciana recibió una llamada a la escuela en la que trabaja, su amado padre había sido atropellado y estaba en cirugía, al llegar al hospital Luciana se acercó a una oficina que estaba sólo al llegar.— Andrés… — Dijo entre jadeos— Andrés… Castro.El hombre comenzó a teclear en la computadora, sin evitar ver con desdén a la mujer pobre que tenía enfrente.—Hay una factura pendiente de pago por cinco mil dólares. Para obtener los beneficios de familiar de un paciente es necesario hacer un depósito previo.— ¿Cuánto? ¿Beneficios? ¿No puede decirme si mi padre aún está vivo? ¿Qué clase de hospital es este? Que me cobran antes incluso de decirme si mi padre sigue vivo.— Señorita es necesario cubrir las facturas, de lo contrario se solicitaría el alto de los medicamentos. — Continuó el hombre.— ¡P
Se sentía atrapada, resguardada, protegida, expuesta, la complejidad de las emociones de Luciana era tal, que en un momento se encontraba con toda la certeza de querer alejarse de él y al segundo siguiente creía que ese pedazo de piel cálida y reconfortante era el lugar correcto.Un cosquilleo comenzó a subir por sus piernas la caricia sutil de sus dedos, de manera que todo su ser empezó a temblar… estaba nerviosa, ante él, ante lo desconocido.Sí, lo hizo, tembló como colegiala en su primera vez, antes de ese beso, antes de ese primer roce, pero la diferencia era que ella no conocía a quien haría todo lo que estaba por venir.Luciana se concentró en el rostro que tenía frente a ella, con rasgos marcados, como si de un general se tratara, autoritario, acostumbrado a jamás recibir un no por respuesta aun así algo la tranquilizaba. “Su mirada era segura y fuerte, aun no logro entender por qué me hace sentir que podría ver mi alma si lo deseara” Luciana se encontraba divagado en su
La noche, se volvió día y Luciana despertó sintiendo como si todo lo sucedido la noche anterior hubiera sido parte de un sueño completamente ilógico e imposible, las sensaciones tan abrumadoras y los sentidos demasiado sensibles.Sus pensamientos y sus acciones de esa noche no eran propias de ella.Pero la habitación donde se encontraba no era la misma en la que llevaba años durmiendo, y ese conjunto de recuerdos sólo tomaban fuerza conforme iba tomando conciencia de dónde estaba.Su marido, el hombre con el que había aceptado casarse, no era una persona discapacitada en absolutoUn calor abrazador, no tan fuerte como lo recordaba pero sí algo parecido a si fueran vestigios de lo que había sucedido entre ellos y eso la asustaba.Lo desconocido y no tener el control siempre la mantenían alerta.Quería moverse, quería salir de ahí pero un peso ajeno a ella la estaba rodeando.“Es su brazo” pensó apenada de saber que todo lo que su mente arrojaba eran recuerdos y no sueños vagos, su éxt
Luciana se encontraba ansiosa ¿cómo podría haberse equivocado de una manera tan monumental?Se suponía que ésta era la puerta que Rosa, su guardiana le había indicado, a pesar de no encontrarse en sus cinco sentidos, había tenido cuidado para no cometer un error, pero por lo visto de nada había servido.En ese momento, rumores que había llegado a escuchar del otro de los herederos Contreras comenzaron a aparecer en su mente, y de manera sorpresiva los datos eran ordenados para lo alterada que estaba en ese momento.Según se decía Erick era un hombre que estaba dispuesto a hacer todo lo necesario para conseguir lo que quería y deseaba.Muchas personas creían que ese accidente que ocurrió años atrás, el mismo que ahora tenía amarrado a una silla de ruedas a Mauricio y que había terminado con la vida del señor Contreras, padre de ambos, había sido provocado por Erick, pero no se había hecho nada por “falta de pruebas”, aunque nadie se detenía de insinuar en cada oportunidad que tenían,
Luciana estaba perdida, todas las señales estaban ahí frente a Mauricio y el rostro de Erick al mirarla con total descaro y lascivia eran suficiente para aumentar todas las inseguridades que Mauricio podría tener.—Miranda— pidió Mauricio con tranquilidad pero ella no respondió— Miranda— repitió el un poco más fuerte que la primera vez, provocando que ella se girara entendiendo que le estaban hablando a ella.No estaba acostumbrada a que se dirigieran a ella por el nombre de su hermana menor, pero en este momento supo debía acostumbrarse. —Dime— respondió.—Al final del pasillo, de donde yo llegué, la tercer puerta a la izquierda, es mi habitación, ahí puedes ponerte la ropa que te han preparado.Luciana se sonrojó de nuevo, tenía tantas cosas en la cabeza que había olvidado por completo que ella estaba descalza y con solo una camisa cubriendo su desnudez.De manera inmediata asintió recordando cada una de las indicaciones como si su vida dependiera de ello, no quería volver a equivo
Luciana salió de la Villa con el cuerpo aun tembloroso, ante su nueva y desconocida vida haciendo un vano intento por ocultar con su cabello la marca en su cuello.Según le había dicho Rosa, tenía que avanzar por un camino que llevaba a una pequeña construcción rodeada de árboles.— Qué bello es todo esto— susurro Luciana impactada ante tanta naturaleza — si otras fueran las circunstancias podría disfrutar de este maravilloso sol y hermosas vistas.Incluso respiró profundo para aprovechar su sensación de libertad que la imagen le provocaba, pero en ese momento pudo ver a un hombre de piel color canela, cabello oscuro, peinado de manera impecable, su rostro era duro y sus ojos oscuros.Luciana no se había tomado el tiempo para ver con luz de día la imponente figura de ese poderoso hombre.— ¿Sería correcto aceptar que es el hombre más atractivo que he conocido? — Se cuestionó insegura. — aunque también es el más peligroso, no puedo olvidar que él es el responsable que Mauricio se enc
Finalmente había perdido de su vista a ese hombre que la alteraba tanto, a pesar de no querer hacer hacerlo.Luciana se acercó a una gran mesa que estaba decorada con unas pequeñas flores haciendo alusión a la vida misma.En el lugar de honor de la mesa se , una mujer imponente elegante y sobre todo, poderosa.— Buenos días —saludó Luciana a los presentes.Aunque su mirada se dirigió específicamente a Victoria, no obtuvo respuesta alguna, al contrario solo una fría actitud de su parte.— Buenos días Miranda —respondió Mauricio tratando de dar seguimiento al inicio de una conversación. — Luces hermosa.Luciana sonrió atenta a su cumplido pero en ese momento, Victoria levantó la vista de su plato y barrió a Luciana de pies a cabeza. El silencio en el lugar era tan incómodo, que Luciana no sabía qué debía hacer después pero comenzó a acomodar cada parte que podía de su vestido haciendo tiempo.— Siéntate a mi lado— la invito Mauricio de manera amable.Luciana se acercó con una sonrisa
En el recibidor Luciana trataba de disimular lo perdida que se sentía en esa villa, tan grande y solitaria para ella.—Miranda —Mauricio la llamó — quiero disculparme en nombre de mi madre, normalmente ella no es así, no sé qué ha sucedido para que te agrediera de tal manera.Luciana se sintió conmovida ante la disculpa tan siquiera de su esposo.—No te preocupes ella —se acercó y se sentó a un lado de él.—Es normal que una madre proteja a su hijo.—Pero debió tratarte mejor, hablaré con ella, necesitamos estar cómodos ambos con esta situación, quiero que estés feliz conmigo.Luciana tomó la mano de Mauricio para tranquilizarlo.— No te preocupes, estaré bien, me alegra saber que te preocupas por mí.Luciana se sentía arropada con la actitud protectora de su esposo. El teléfono volvió a sonar y Mauricio hizo gesto de disculpa, de nuevo tenía que alejarse de ella.— Lo siento, pero el trabajo…—No te preocupes iré a la habitación a refrescarme y después cuando tengas tiempo podemos s