La noche, se volvió día y Luciana despertó sintiendo como si todo lo sucedido la noche anterior hubiera sido parte de un sueño completamente ilógico e imposible, las sensaciones tan abrumadoras y los sentidos demasiado sensibles.
Sus pensamientos y sus acciones de esa noche no eran propias de ella.
Pero la habitación donde se encontraba no era la misma en la que llevaba años durmiendo, y ese conjunto de recuerdos sólo tomaban fuerza conforme iba tomando conciencia de dónde estaba.
Su marido, el hombre con el que había aceptado casarse, no era una persona discapacitada en absoluto
Un calor abrazador, no tan fuerte como lo recordaba pero sí algo parecido a si fueran vestigios de lo que había sucedido entre ellos y eso la asustaba.
Lo desconocido y no tener el control siempre la mantenían alerta.
Quería moverse, quería salir de ahí pero un peso ajeno a ella la estaba rodeando.
“Es su brazo” pensó apenada de saber que todo lo que su mente arrojaba eran recuerdos y no sueños vagos, su éxtasis y liberación eran impactantes incluso para recordarlo.
La estaba abrazando de manera tranquila, despreocupada y su rostro estaba oculto en la almohada.
Luciana de manera cuidadosa quitó el brazo de su ahora esposo para levantarse y pensar qué debía hacer a partir de este momento.
Y lo notó.
— Estoy…
Se dio cuenta que estaba completamente desnuda y al buscar por algo desesperadamente que le ayudara a cubrirse en la habitación, recordó que ella había llegado solamente en lencería, que estaba rota en el suelo, su rostro se ruborizó al recordar ese momento justo en el que su ropa había sido desprendida de manera desesperada y apasionada.
No había traído nada más con ella.
“Su camisa, debo encontrar su camisa” pensó, es lo que podría cubrirla mejor en este momento.
Se la puso y aun olía a él, un aroma fuerte y masculino.
Avergonzada, desubicada y sobre todo indecisa, Luciana abrió la puerta de la habitación inundada por una necesidad de cambiar su ambiente y organizar sus pensamientos.
Sin distracciones, sin nada que evocara de manera constante sus recuerdos de la noche anterior.
Aunque al caminar su cuerpo dolía entre sus piernas además que sus brazos y muñecas tenían la prueba de que había amanecido siendo otra persona.
“Creí que sería de otra manera” pensó llena de nostalgia, al ver que había perdido su virginidad con un hombre al que apenas conocía, cuando se había esforzado siempre por mantener su idea de casarse y entregarse por amor verdadero.
“Que ingenua fuiste Luciana” se recriminó. “Pensar que podrías elegir tu destino, la vida no es así, nunca lo ha sido para ti”
Las dudas inundaban su mente, ¿debería permanecer aquí?
“Se suponía que mi esposo sería un hombre discapacitado” pensó abrazándose a sí misma “que tendría la oportunidad de ser más independiente o eso había creído, que podría apelar a su compasión para llegar a algún acuerdo, pero no, ese hombre era…”
En ese momento una imagen interrumpió sus pensamientos confundiéndola sobremanera.
Al final del pasillo en el que se encontraba había girado un hombre en silla de ruedas.
Se acercaba a ella pacífico y tranquilo.
“¿Quién era él?” se preguntó impactada quedándose en silencio hasta que ese hombre llegó frente a ella, sintiéndose incómoda ante lo expuesta que estaba en ese momento.
— ¿Eres Miranda de Borbón?— cuestionó el recién llegado con una mirada interrogadora.
Frente a ella se encontraba un hombre atractivo e imponente, a pesar de estar en silla de ruedas y mirarlo desde arriba, en ningún momento la vista del hombre mostró angustia o pena alguna.
— Solo deseo saber una cosa— aclaró el hombre tranquilo al mismo tiempo que ponía ambas manos sobre su regazo.
Luciana estaba dispuesta a ayudarlo en caso de necesitar moverse y no poder hacerlo por sí mismo, claro mientras el supiera el camino, después le explicaría a Mauricio.
— ¿Qué hace mi esposa saliendo de la habitación de mi hermano?
En ese momento la mirada del hombre cambió a una llena de dudas y cuestionamientos.
La poca dignidad que Luciana se había esforzado por mantener intacta desapareció, la realidad arrasó con todas sus ideas de mantener un buen acuerdo con su esposo.
Finalmente lo sabía y todas esas piezas que parecían no encajar ahora se acomodaban revelándole la verdad.
“Hombre atento” “Calmado” “Paralítico” esos eran los puntos clave que tenía de referencia de cómo sería su esposo.
El hombre frente a ella era Mauricio Contreras, su esposo y el hombre con el que había pasado su primera noche de casada y con quien perdió su virginidad, no era otro que el hermano de Mauricio, Erick Contreras.
“¿Qué podría hacer ahora?” se preguntó al mismo tiempo que se cubría el rostro por la vergüenza.
Luciana se encontraba ansiosa ¿cómo podría haberse equivocado de una manera tan monumental?Se suponía que ésta era la puerta que Rosa, su guardiana le había indicado, a pesar de no encontrarse en sus cinco sentidos, había tenido cuidado para no cometer un error, pero por lo visto de nada había servido.En ese momento, rumores que había llegado a escuchar del otro de los herederos Contreras comenzaron a aparecer en su mente, y de manera sorpresiva los datos eran ordenados para lo alterada que estaba en ese momento.Según se decía Erick era un hombre que estaba dispuesto a hacer todo lo necesario para conseguir lo que quería y deseaba.Muchas personas creían que ese accidente que ocurrió años atrás, el mismo que ahora tenía amarrado a una silla de ruedas a Mauricio y que había terminado con la vida del señor Contreras, padre de ambos, había sido provocado por Erick, pero no se había hecho nada por “falta de pruebas”, aunque nadie se detenía de insinuar en cada oportunidad que tenían,
Luciana estaba perdida, todas las señales estaban ahí frente a Mauricio y el rostro de Erick al mirarla con total descaro y lascivia eran suficiente para aumentar todas las inseguridades que Mauricio podría tener.—Miranda— pidió Mauricio con tranquilidad pero ella no respondió— Miranda— repitió el un poco más fuerte que la primera vez, provocando que ella se girara entendiendo que le estaban hablando a ella.No estaba acostumbrada a que se dirigieran a ella por el nombre de su hermana menor, pero en este momento supo debía acostumbrarse. —Dime— respondió.—Al final del pasillo, de donde yo llegué, la tercer puerta a la izquierda, es mi habitación, ahí puedes ponerte la ropa que te han preparado.Luciana se sonrojó de nuevo, tenía tantas cosas en la cabeza que había olvidado por completo que ella estaba descalza y con solo una camisa cubriendo su desnudez.De manera inmediata asintió recordando cada una de las indicaciones como si su vida dependiera de ello, no quería volver a equivoc
Luciana salió de la Villa con el cuerpo aun tembloroso, ante su nueva y desconocida vida haciendo un vano intento por ocultar con su cabello la marca en su cuello.Según le había dicho Rosa, tenía que avanzar por un camino que llevaba a una pequeña construcción rodeada de árboles.— Qué bello es todo esto— susurro Luciana impactada ante tanta naturaleza — si otras fueran las circunstancias podría disfrutar de este maravilloso sol y hermosas vistas.Incluso respiró profundo para aprovechar su sensación de libertad que la imagen le provocaba, pero en ese momento pudo ver a un hombre de piel color canela, cabello oscuro, peinado de manera impecable, su rostro era duro y sus ojos oscuros.Luciana no se había tomado el tiempo para ver con luz de día la imponente figura de ese poderoso hombre.— ¿Sería correcto aceptar que es el hombre más atractivo que he conocido? — Se cuestionó insegura. — aunque también es el más peligroso, no puedo olvidar que él es el responsable que Mauricio se encu
Finalmente había perdido de su vista a ese hombre que la alteraba tanto, a pesar de no querer hacer hacerlo.Luciana se acercó a una gran mesa que estaba decorada con unas pequeñas flores haciendo alusión a la vida misma.En el lugar de honor de la mesa se , una mujer imponente elegante y sobre todo, poderosa.— Buenos días —saludó Luciana a los presentes.Aunque su mirada se dirigió específicamente a Victoria, no obtuvo respuesta alguna, al contrario solo una fría actitud de su parte.— Buenos días Miranda —respondió Mauricio tratando de dar seguimiento al inicio de una conversación. — Luces hermosa.Luciana sonrió atenta a su cumplido pero en ese momento, Victoria levantó la vista de su plato y barrió a Luciana de pies a cabeza. El silencio en el lugar era tan incómodo, que Luciana no sabía qué debía hacer después pero comenzó a acomodar cada parte que podía de su vestido haciendo tiempo.— Siéntate a mi lado— la invito Mauricio de manera amable.Luciana se acercó con una sonrisa
En el recibidor Luciana trataba de disimular lo perdida que se sentía en esa villa, tan grande y solitaria para ella.—Miranda —Mauricio la llamó — quiero disculparme en nombre de mi madre, normalmente ella no es así, no sé qué ha sucedido para que te agrediera de tal manera.Luciana se sintió conmovida ante la disculpa tan siquiera de su esposo.—No te preocupes ella —se acercó y se sentó a un lado de él.—Es normal que una madre proteja a su hijo.—Pero debió tratarte mejor, hablaré con ella, necesitamos estar cómodos ambos con esta situación, quiero que estés feliz conmigo.Luciana tomó la mano de Mauricio para tranquilizarlo.— No te preocupes, estaré bien, me alegra saber que te preocupas por mí.Luciana se sentía arropada con la actitud protectora de su esposo. El teléfono volvió a sonar y Mauricio hizo gesto de disculpa, de nuevo tenía que alejarse de ella.— Lo siento, pero el trabajo…—No te preocupes iré a la habitación a refrescarme y después cuando tengas tiempo podemos se
— Sinceramente aún tengo pesadillas con ese día.Luciana no entendía de lo que hablaba Mauricio, pero estaba tan concentrado en sus recuerdos que no quiso interrumpirlo.Mauricio se giró y comprendió el rostro confundido de su esposa.— El día del accidente —aclara él — la primer parte del día, no la recuerdo bien solo son pasajes confusos pero lo que sí recuerdo fue una insistencia continua de nuestro padre para que lo acompañáramos a una reunión y la negativa de ErickMauricio en ese momento comenzó a tallar de manera constante y nerviosa y posa manos de la silla.—Todo el camino fue una discusión constante y extrañamente esa vez mi padre insistió en manejar.Las imágenes llegaban frescas como si todo acabara de suceder solo unos días antes y no varios años atrás.—Erick no quería ir, estaba alterado y nuestro padre decía de manera continua que nos necesitaba con él, en ese momento Erick se negaba, yo apelaba a su comprensión y ninguno estábamos realmente conformes.—Entonces ¿los tr
El día había sido agitado y lleno de imprevistos, Erick odiaba esta clase de días, le recordaba que podría perder el control en cualquier momento.— Señor Contreras— El chofer rara vez iniciaba algún tipo de conversación— creo que hay alguien en la entrada de la villa.Eso llamó la atención de Erick, quien se llenó de rabia al identificar ese cabello rojo fuego iluminado por las luces del auto, ella se encontraba en el suelo.— Detente, por favor— la rabia que sentía era notable.El chofer siguiendo las indicaciones, se detuvo justo frente a la chica que estaba siendo detenida por el guardia de la puerta principal.Erick abrió la puerta de manera firme y salió con su presencia impetuosa e imponente para poner orden.Aunque su ira aumentó cuando escuchó al guardia correr de manera prepotente a Miranda.— ¡¿Qué sucede aquí?!— gritó Erick furioso conteniendo su rabia.En ese momento el guardia de ser impetuoso y seguro, cambió su actitud a una llena de docilidad .— Señor Contreras —dijo
Luciana y Mauricio se encuentran en una boutique de las más exclusivas del país.Mauricio había insistido repetidamente en acompañarla para elegir un vestido juntos y poder presentarse en una cena de negocios.—Realmente —dijo Luciana con voz tímida— no me siento tan cómoda con estar vestida de esta manera.El vestido era como un guante y ella no estaba acostumbrada a la ropa tan entallada.— Miranda, eres hermosa— respondió Mauricio estando detrás de la cortina— déjame verte, por favor.Luciana suspiró ante la voz tan sedosa y conciliadora de Mauricio, daba por hecho que ella iba a lucir bien, aun antes de verla.—Señora —dijo la asistente de ella— su esposo es muy comprensivo y atento, debe amarla mucho.Luciana sonrío apenada de saber que esto era solo un matrimonio arreglado, ¿Qué pensaría la joven mujer si lo supiera?La cortina se abre mostrando a una imponente Luciana con el cabello rojizo recogido en un moño y un vestido tono verde oscuro enmarcando cada curva de su cuerpo.La