Victoria salió de la habitación con un sabor amargo en la boca, hubiera querido llorar por la muerte de su padre, pero, para ella, era un total desconocido, sus recuerdos de cuando era niña, y vivía su madre, eran muy difusos, recordaba a su madre llorando después de haber discutido con su padre, que llegaba muy tarde o no llegaba a dormir, y no recordaba la última vez que había sido cariñoso con ella, de hecho, por más que se esforzaba, no le llegaba a la mente ningún recuerdo, que no fuera el día que la dejó en el internado en Londres, sin un beso y sin un abrazo, sólo recordaba sus palabras.
“No llores Victoria, es lo mejor para ti, hay muchas niñas en el mundo que quisieran tener la oportunidad que tú tienes.”
“Vamos mi amor date prisa, o nos dejará el vuelo a París” las palabras en voz de Dinora que se quedaron grabadas en su mente para siempre.
Dinora esperaba en el consultorio del doctor Palacios, en cuanto la vieron entrar, su semblante les indicó que ya lo había hecho.
—Ya presioné el botón que me dijo doctor, así que ahora, yo creo que ya no tengo nada que hacer aquí, mañana mismo voy a regresar a Londres.
—¡No tan deprisa querida! Esta noche, haremos un velorio de cuerpo presente en la hacienda, tal como le hubiera gustado a tu padre, así que debes estar allí y mañana después del sepelio, el notario leerá el testamento, después de eso te puedes ir.
—¿A quién le importa el testamento? Seguramente te ha dejado todo a ti, así que disfrútalo, yo me largo.
—El notario dijo que debemos estar presentes las dos, así que no te puedes ir o no lo podrá leer así que te quedas, y si en realidad no te interesa la herencia de tu padre, me puedes ceder lo que te haya dejado, yo no tengo ningún problema en aceptarlo.
—Siempre supe que lo único que te mantenía junto a mi padre, era tu ambición por el dinero y ahora veo que no estaba equivocada, no te preocupes, te cederé todo, por mí puedes revolcarte en su dinero.
—No te preocupes querida, puedes mantener tu tarjeta y para que veas que no soy tan mala, te depositaré una mensualidad, digamos de ¿Diez mil pesos? No, creo que es demasiado, tal vez de cinco mil.
—Por mi puedes tragarte tu mensualidad.
—¡Pero Victoria! ¡Que modales! ¿A caso eso te enseñaron en ese prestigioso colegio? Por lo visto, todos mis esfuerzos porque tuvieras una buena educación, fueron en vano. ¡Te veo a las diez de la noche en la hacienda, ya está todo preparado para el velorio, en un rato van a llevar su cuerpo, así que espero que estés allí!
—Iré al velorio y al sepelio, pero será lo último que haga por él.
Salió del hospital con el estómago revuelto, no podía creer hasta dónde llegaba la ambición de Dinora, pero a ella no le importaba nada, solo regresar a Londres y olvidarse de todo.
Salió del hospital y miró a su alrededor, estaba oscureciendo y las tiendas estaban cerradas, sólo pudo ver una tienda de artesanías, donde vendían ropa típica bordada a mano, se compró un par de blusas, tal vez no eran lo más adecuado para un funeral ya que si bien eran negras, tenían los hombros descubiertos y bordados multicolores, también se compró unas sandalias de piel, en definitiva, sus botines y zapatos cerrados con forro, no eran para el clima de Tabasco.
Se detuvo por un momento a observar la plaza iluminada, la iglesia en blanco y azul, el palacio municipal en blanco y verde, todo era tan pintoresco y tan colorido, no recordaba la última vez que había estado ahí, pero si recordaba cuando vio ese paisaje a través de la ventana del auto, cuando iban rumbo al aeropuerto, para llevarla al internado, habían pasado diez años, días más días menos, pero en el pueblo, parecía haberse detenido el tiempo.
Tenía hambre, ya que no había comido nada, desde que bajó del avión en el aeropuerto de la ciudad de México y se compró un café con un sándwich, le llamó la atención un puesto en la plaza, una señora con una mesa y unas ollas vendía algo que debía ser delicioso, ya que la gente la rodeaba para comprarle, así que se acercó para preguntar que vendían.
— Vendo “chanchamitos” señorita ¿Quiere probar?
—¿Qué es? ¿De qué está hecho?
—Es un tamal pequeño y circular, envuelto en hoja de plátano, la masa de maíz está condimentada con achiote y está relleno de carne de puerco o de pollo.
—Suena muy rico, deme uno de cada uno por favor.
—¿Le sirvo un pozol para beber?
—¿Pozol?
— Es una bebida hecha a base de maíz, cacao molido y agua fría.
—Sí, lo probaré.
—¿De dónde nos visita señorita? ¿No es de aquí verdad?
—Sí, soy de aquí, solo que me fui siendo muy niña y recién acabo de regresar.
—¿Y cómo es que se olvidó de sus raíces?
Victoria no contestó, en cuanto comenzó a comer aquél platillo tradicional, algunos recuerdos llegaron a su mente, Lupita, la cocinera de la hacienda, solía preparar los chanchamitos porque a su madre le gustaban y a ella, siempre la recibía con una jícara de pozol recién hecho, cuando llegaba de la escuela, sus recuerdos todavía estaban allí, pero estaban dormidos, opacados por el dolor.
—¡No lo puedo creer! ¡Lady Londres comiendo tamales en la calle! ¿Qué dirían los miembros de la realeza si te vieran?
—Pero si aquí se encuentra Mr. Patán ¿Quién lo diría? Metiéndose como siempre donde no lo llaman.
—Te sugiero no regresar muy tarde a casa, el camino es solitario y oscuro, así que puede ser peligroso.
—Hace mucho tiempo que le dejé de dar explicaciones A MI PADRE de la hora en que llego a casa, así que no veo porqué a Mr. Patán tendría que informarle.
—Porqué necesito saber a qué hora podré cerrar la puerta del garaje de mi cabaña, solo por eso, es peligroso que se quede abierto, hay que poner una tranca.
—Puedes dormir tranquilo, hoy no llegaré a dormir, tengo otros planes.
—No creo que este pueblo sea tu mejor opción para ligar. ¡Ah cierto! ¿Te quedarás en el hospital con tu familiar? Eso habla bien de ti. ¡Que te sea leve Lady Londres! Hasta mañana.
Victoria, vio a Santiago alejarse hacia su jeep, que estaba estacionado del otro lado de la acera, era realmente atractivo, su porte resaltaba de entre todos los hombres que había visto en el pueblo y su voz y la forma de hablar, eran de una persona educada, a pesar de su arrogancia y sus patanerías, ¿Qué estaría haciendo un hombre como él en este pueblo? Había pagado hospedaje de dos semanas por adelantado, así que seguramente, no estaba de paso, sino que, había venido a Comalcalco, a algo en específico.
Terminó de comer sus chanchamitos y disfrutó su pozol recordando parte de su niñez, pero ya era muy tarde, debía ir a la hacienda al velorio de su padre, seguramente pronto trasladarían su cuerpo y ella tenía que cambiarse de ropa, así que subió a su auto y se puso en marcha.
Según el GPS, estaba a diez minutos de la hacienda, era increíble que ni siquiera conociera el camino hacia la que se suponía, era su casa, comenzó manejando despacio, siguiendo las indicaciones, era relativamente muy cerca del centro del pueblo, la carretera estaba asfaltada, le hacía falta mantenimiento, pero no era tan grave, todo iba bien, hasta que llegó a una desviación, y tuvo que internarse entre los cacaotales por una vereda de terracería, estaba muy oscuro y comenzó a sentir temor, recordó las palabras de Santiago el majadero, diciendo que muchos delincuentes llegaban a ese lugar, a trabajar en la cosecha, para esconderse de las autoridades, quiso acelerar, pero le fue imposible, el camino no se lo permitía, rogaba porque no se le fuera a atascar el coche o pinchar una llanta, porque estaría perdida.
Fueron casi quince minutos hasta la entrada de la hacienda, que a ella, se le hicieron eternos, por la oscuridad de la noche y las sombras de los árboles, en cuanto vislumbró los jardines y las luces de la casa grande, los recuerdos comenzaron a llegar a su mente, recordó cuando corría tras «tulusa» su gatita de color naranja, para que no se le escapara y recordó a Mario, el caporal, ayudándola a atrapar a la traviesa gatita, su madre, riñéndola por dejar sus tareas escolares para jugar con su mascota y a su querida Lupita, batiendo el chocolate.
La casa seguía igual que la última vez que la vio, con su fachada pintada de blanco mientras que los dieciséis arcos que la rodeaban formando una escuadra, estaban pintados color marrón con el interior blanco, el césped recién cortado olía a tierra mojada y el olor a chocolate inundaba el ambiente, volviéndolo mágico.
Se le rodaron las lágrimas al recordar a su madre, qué diferente hubiera sido su vida, si ella todavía viviera.
Estacionó su coche y tomó la bolsa con las blusas y huaraches que había comprado, caminó lentamente, como si pudiera prolongar más el tiempo, en uno de los pasillos, había una hamaca, una sala y un comedor de ratán, entró por la puerta principal y lo primero que vió, fue que los muebles habían sido retirados, cuatro ceras encendidas y una corona de flores estaban dispuestos para recibir el cuerpo de don Santiago, todavía no llegaba el cortejo funerario.
—¡Mi niña Victoria! ¿Eres tu mi niña? ¡Volviste!
—¡Nana Lupita!
Victoria corrió a los brazos de aquélla mujer que andaría rondando los sesenta años, pero que seguía fuerte, casi igual a como ella la recordaba, solo con un par de arrugas en la frente y algunas canas en sus sienes.
—¡Mario! ¡Mario!¡Ven a ver quién llegó!
—¡Mario! ¡Estás igualito, no has cambiado nada!
—¡Niña Victoria! Es un milagro que haya venido, mire nada más en lo que acabó el patrón, al lado de esa mujer.
—Mario, no le metas ideas a la cabeza a la niña, no estamos seguros de lo que paso.
—Dirás lo que quieras mujer, pero a mí nadie me quita de la cabeza de esa mujer, le hizo algo al patrón, eso del infarto a mí no me queda claro, el patrón estaba joven y fuerte.
—Ya no importa Mario, él ya se fue y nada podemos hacer.
—Mejor anda, ve a traer las maletas de la niña para llevarlas a su habitación.
—No te preocupes Lupita, no traigo maletas, no voy a quedarme mucho tiempo, mañana después del sepelio voy a regresar a Londres.
—¡Pero por qué? Mi niña, esta es tu casa, ya has estado mucho tiempo en ese colegio tan lejos.
—Lo sé Lupita, y precisamente por eso, ya no siento esta casa como mía y en Londres tengo un trabajo y una forma de ganarme la vida.
—Pero... ¿Y la hacienda? ¿Y la fortuna de don Santiago? ¿Le vas a dejar todo a esa mujer?
—Ella es su esposa Lupita, seguramente va heredar todo, al parecer mañana después del sepelio, se va a leer el testamento, Dinora no quiere esperar para ser la única dueña de todo, y en cuanto el notario lo confirme, yo me iré.
La nana la acompañó a su habitación, estaba desconsolada al saber que Victoria se iría y ahora sí, para no volver nunca, la habitación estaba igual que como ella la había dejado, su cama individual vestida de rosa y sus muebles infantiles, sus preciadas muñecas y una fotografía de ella con sus padres, cuando todavía eran felices, tenía cinco o seis años en ese retrato.
Se quitó la camisa de Santiago y se puso una de las blusas que compró y se miró al espejo, efectivamente era el vivo retrato de su madre, tenía el cabello castaño claro, largo hasta media espalda con un ondulado natural, su piel era blanca, no tenía muchas opciones para broncearse en el internado, aunado al clima frío y la constante neblina característica de la ciudad, y sus grandes ojos color aceituna iluminaban su rostro, no acostumbraba maquillarse, así que el rubor en sus mejillas, era totalmente natural, su nana le decía que de niña, parecía una muñequita de pastel, por ser tan delgada y menudita.
Las voces en la sala le indicaron que el cortejo fúnebre había llegado, no tenía más remedio que salir y seguramente recibir las condolencias, esperaba que todo fuera rápido, lo único que quería era irse, para no volver.
Victoria, respiró profundamente y salió de su habitación rumbo a la sala, donde se llevaría a cabo el velorio, caminó por el corredor y ya había varios autos estacionados junto al de ella, así que seguramente ya debía haber varias personas, personas que ella no conocía o que no recordaba.Cuando entro en la sala, casi vomita por ver a su madrastra montando un teatro y llorando hasta casi desmayarse, al parecer engañaba a todos los presentes, pero no a ella.—¡Victoria hija! —caminó hacia ella para abrazarla, pero ella no pudo evitar esquivarla, si había algo que no toleraba era la hipocresía, ella de ninguna manera iba a fingir un dolor y un cariño que no sentía.—¡Buenas noches señores, gracias por acompañarnos! Soy Victoria la hija de don Santiago, discúlpenme por favor si no los reconozco, o no los r
Victoria no pudo más que interrumpir al notario, no daba crédito a lo que estaba escuchando.—Espere señor Notario, por favor. ¿Podría repetir las cláusulas para que yo pueda cobrar la herencia? Creo que escuché mal.—No querida no escuchaste mal, solo podrás cobrar la herencia en caso de que te cases antes de dos meses, o de lo contrario puedes ir firmando la documentación para que de una vez pasen la herencia a mi nombre. Vaya preparando la documentación Licenciado, Victoria, no piensa quedarse en México, y de una vez le digo voy a apelar ese testamento porque no pretendo ceder el cinco por ciento de la fábrica para el señor Romo.—Lo siento señora Dinora, la única que puede tomar esa decisión es Victoria y no podrá hacer la cesión de derechos a su nombre, hasta que hayan transcurrido los sesenta días háb
Por un momento Victoria pensó en retirarse de la mesa no quería comer acompañada de su madrastra, pero no podía estar huyendo de ella toda la vida, así que tenía que encontrar la manera de convivir con ella y de tolerarla, así que se sentó en la misma mesa provocando un gran desconcierto en Dinora, quien pensó que su hijastra iba a salir corriendo cada vez que la viera.—Iré a relajarme unos días a la casa de la playa, todo esto de tu padre me tuvo tensa por mucho tiempo y ahora que ya no está voy a retomar mi vida, pero no te preocupes querida, estaré aquí para tu boda. ¡Ah, perdón! Se me olvidaba que ni siquiera tienes novio.—No te preocupes Dinora, tómate todo el tiempo que quieras, te avisaré cuando tenga la fecha de la boda, te aseguro que vas a ser la invitada de honor.—Entonces en cuanto haya pasado el novenario
Victoria colgó el teléfono, su amiga tenía razón, inmediatamente se tomó una selfie y le puso algunos filtros para no ser reconocida, y le colocó un nombre falso, se registró en todas las redes sociales de parejas que encontró.“Se compra marido”Buena presentación.Precio a negociar.Firma de contrato prematrimonial.Sin opción a divorcio antes de cuatro años.Atractivas prestaciones.Interesados enviar mensaje Inbox con Curriculum Vitae incluyendo fotografía de cuerpo entero.“Estás loca Victoria” pensó y elimino las suscripciones, debía encontrar otra manera, antes de tomar cualquier decisión, iba a consultarlo con Alfredo y con Pedro, ellos seguramente podían presentarle algunos hombres quizás conocería a alguien y tendría la oportunidad de enamorarse de ve
Victoria despertó y se desperezó antes de ponerse en pie, era muy temprano, estaba acostumbrada a las actividades en el internado con horarios estrictos, pero ahora que estaba en su pueblo natal, se sentía extraña al no tener nada que hacer, se duchó y se vistió con unos jeans ajustados, una blusa de jean blanca de gruesos tirantes con botones al frente y unas botas para montar que había adquirido en la ciudad, ella recordaba que cuando era niña, en la hacienda había caballos, así que estaba dispuesta a salir a cabalgar, la clase de equitación en el internado, era la que más disfrutaba, así que era algo que podía seguir haciendo.El delicioso olor a chocolate que provenía de la cocina, la llevó directo hasta allí.—¡Nana buenos días! — Abrazó a la mujer por la espalda y le dio un beso en la cien—¿Qu&
Victoria se instaló en el departamento de Alfredo, inexplicablemente se sentía demasiado cómoda, como si estuviera en casa, colgó su ropa en el closet y se preparó un café, cómo extrañaba el chocolate de su nana, todavía no tenía ni dos semanas en la hacienda y ya se había acostumbrado a los cuidados y las comidas de Lupita.Era increíble como su móvil no paraba de sonar, las alertas respondiendo a su anuncio eran demasiadas, abrió un ventanal que daba a una terraza y se recostó en una hamaca para admirar el paisaje, a un cotado de la torre de departamentos había un gran parque y detrás el rio Grijalva, era una lástima ver que estuviera tan contaminado, en otro tiempo, debió ser muy hermoso.Tomó el móvil y abrió una de las aplicaciones para comenzar a descartar prospectos, tomó una libreta y una pluma, para an
Victoria levantó la vista al escuchar ese apodo y esa voz que conocía bastante bien, y se quitó los lentes oscuros para verificar que lo que estaba viendo era real.—¿Santiago? ¿Qué haces aquí? ¿A caso me estás siguiendo?—No, la pregunta es: ¿Tú que haces aquí? ¿No se supone que te habías ido de Tabasco? ¿Y qué hace en la mesa dónde me iba a esperar mi cita? — miró alrededor y el café estaba prácticamente vacío, solo había una pareja de adultos mayores en una mesa al fondo del establecimiento.—Espera, ¿Quieres decir que tú? No, no puede ser… ¿Tú eres Álvaro Narváez?—Sí, el mismo que viste y calza ¿Tú eres Tory San Román? No, no me digas que tú eres la que quiere comprase un marido.
Alfredo llegó a las ocho de la mañana y bajaron a desayunar a la cafetería de enfrente, Victoria estaba muy nerviosa, pero entusiasmada con el plan, estaba segura de que todo saldría muy bien y sobre todo confiaba en que podría mantener una relación cordial con Santiago, como buenos amigos durante cuatro años.—¿Victoria, estás segura de que quieres seguir adelante con esto? Todavía estás a tiempo de retractarte.—No Alfredo, no voy a retractarme, por el contrario, estoy más segura que nunca de que lo que vamos a hacer, va a funcionar.—¿Por qué estás tan segura?—Cuando conozcas a Santiago de Alvarado, lo sabrás, está muy interesado en el contrato y eso que todavía no sabe lo que va a ganar.—Espero que cuando lo sepa, no intente pedir todavía más.—No lo creo, algo m